Como ya había adelantado en el anterior post de la memorable etapa de Moore al frente del personaje, el camino final que el inglés tenía previsto para el elemental no sería un paseo fácil, ni para la criatura ni para sus seguidores. Yo fui uno de aquellos lectores que en el momento de su aparición no supe entender el cambio de tercio que sufrió la colección a las puertas de su final.
Dice Stephen Bissete en la introducción que precede a este sexto y final tomo de la nueva y excelente edición que ha editado ECC, que Moore por aquel entonces (hablamos del año 1987) estaba en su pico mayor de producción, no olvidemos que fue el año en el que estaba acabando Watchmen, el tebeo que para bien o para mal le definiría a él y su trabajo.
Pero creo que debido a la asombrosa habilidad e imaginación que el mago de Northampton ha demostrado a lo largo de toda su carrera, ese stress no lo transmitió en el resultado final que ofrece este volumen. Cierto es que necesitó de la ayuda de Stephen Bissete y Rick Veitch para que guionizaran un par de ejemplares de este final de etapa, pero el resto escrito por el inglés se puede codear con sus mejores trabajos.
En los fill-ins perpetrados por Stephen Bissete y Rick Veitch, hay que decir que Bissete, uno de los ilustradores más originales y diferentes de la historia del cómic, entrega un número de relleno centrado en Abby y su pasado que no deja de ser correcto, pero que al compararlo con el resto de la obra no queda muy bien parado. No puedo decir lo mismo con el número escrito por Veitch, completamente integrado en la odisea espacial que estaba desarrollando Moore y que ha servido a Morrison para el desarrollo que este ha ido planteando del Cuarto Mundo de Kirby a través de su carrera en obras como Crisis Final o Los Siete Soldados de la Victoria, además de servir de prólogo a un autor que luego ha entregado obras tan magistrales y poco reconocidas en el global de los lectores como El Uno, Maximortal, Noñatos o el Greyshirt que realizó para el sello ABC de Moore. Un autor a revalorizar. Mientras tanto, Moore sigue demostrando su ingenio en episodios como las dos partes de La Cosa del Pantano en Rann, el planeta de Adam Strange, escrito en su mayor parte en idioma alienígena y cuyo concepto de la ciencia ficción es más cercano a los tebeos que realizaba Moore en la publicación 2000 AD que a los tebeos de Gardner Fox de los años 60, sexualizando de manera más evidente a unos personajes originalmente asexuados.
Tras estas dos partes y el relleno de Stephen Bissete, llegamos al que quizás es la joya de este volumen y una de las grandes joyas de la colección, "Amando al Alienígena", quizás uno de los tebeos más revolucionarios conceptualmente de la obra de Moore, un reverso tenebroso de su magistral "Ritos de Primavera" y que sirve como preámbulo a experimentos ya más pulidos y logrados como el capítulo final o epílogo de From Hell o la mayor parte de lo que sería Promethea, por poner un par de ejemplos.
Tras este choque a los sentidos que es el número 60 de la serie, nos encontramos con un número que he redescubierto en esta nueva relectura, centrado en las consecuencias de que nuestro protagonista vuelva a formar su esencia en un planeta formado por seres vivos cuya composición es vegetal. Un tebeo que necesita de varias lecturas y relecturas para darte cuenta de la perfección conceptual y estructural que atesora este ejemplar, además de servir también para seguir desarrollando la escasa mitología del universo de Green Lantern, que el guionista ya había comenzado en relatos cortos en la serie regular de Green Lantern y en su serie complementaria, Tales of The Green Lantern Corps entre 1985 y 1987 y que sirvieron de base a Geoff Johns para su reconocida y laureada etapa al frente del personaje durante casi 10 años.
Y tras el magnífico ejemplar de Veitch, llegamos a los dos últimos ejemplares de la etapa Moore, un epílogo en dos partes, donde Moore cierra todos los cabos sueltos que le quedaran por cerrar, reúne de nuevo a Swampy con su amada Abigail, da una sensación de cierre a lo que bien podría ser el final de la historia del personaje, y plantea en sus páginas finales una visión crítica de la necesidad del concepto de héroe en nuestra civilización, rematando así una de las mejores y más influyentes obras de arte que el mundo del cómic ha entregado en toda su historia. En definitiva, una obra única y magistral que se merece mil y una relecturas.
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