30 de noviembre de 2016

Caballero Luna: Bienvenido a Nuevo Egipto de Jeff Lemire y Greg Smallwood. Un atractivo punto de arranque para Marc Spector

























Personaje de culto donde los haya, Caballero Luna ha pasado por mil y una revisiones en los últimos años, intentando ganarse un lugar en las librerías y recuperar ese aura que consiguió en la innovadora etapa de Moench y Sienkiewicz de los años 80. Yo, que tengo unos gustos particulares, disfruté de la vilipendiada etapa de 12 números realizada por el equipo creativo formado por Bendis y Maleev y me dejaron indiferente los seis números de Ellis y Shalvey, exceptuando el elegante cambio de vestimenta del anti-héroe.



 Mi falta de interés por lo narrado por Ellis, en un ejercicio muy parecido a lo entregado en su Global Frequency, tebeo que tampoco me llamó la atención en su momento, hizo que me desentendiera del volumen de Brian Wood y el siguiente realizado por Cullen Bunn. 



Pero en este reinicio continuo del cómic americano, donde autores, personajes y colecciones son redefinidas cada poco tiempo, le llega el turno a Marc Spector para intentar volver a llamar la atención del aficionado, con una etapa de la mano de Jeff Lemire y dibujada por Greg Smallwood.



Lemire comienza su etapa con una premisa que aunque poco original -el héroe encerrado en un manicomio dudando de su cordura- es completamente lógica con un personaje como Spector, un millonario vigilante repleto de traumas y con una escisión de personalidad digna de estudio por cualquier psicólogo y psiquiatra que se precie. 



 El guionista de La Extraordinaria Patrulla X juega con ese conocimiento previo que el lector tiene del personaje para adentrarse en una fuga psicogénica que le sirve para homenajear la historia primigenia del personaje narrada por Moench y Sienkiewicz y traer de vuelta al conjunto de personajes que acompañaban al vigilante en sus primeras aventuras.



Para el lector veterano es un lujo encontrarse de nuevo con Gena, Frenchie o Marlene, también encerrados en dicho manicomio, pero aun más atractivo es el trabajo gráfico de Greg Smallwood acompañado del acertado color de Jordi Bellaire, que imprime al tebeo de un estilo elegante y completamente diferente al resto de títulos de la editorial.



Apoyado en el diseño gráfico de Samllwood y su excelente uso del espacio negativo entregando algunas de las páginas más bellas de la historia reciente del cómic americano, Lemire juega con personajes y lectores en una historia que mezcla realidad y alucinación de manera ejemplar y que deja un cliffhanger que obliga al lector a esperar con interés el segundo volumen de las nuevas aventuras de un Marc Spector/Steve Grant cuyo destino únicamente sabe su actual escriba, Jeff Lemire. 

28 de noviembre de 2016

La Llegada de Dennis Villeneuve: Obra cumbre de la ciencia ficción














Dennis Villeneuve ha sido un soplo de aire fresco para el adocenado cine de Hollywood actual. Director atmosférico, elegante e inteligente, ha sido capaz de saltar de género con facilidad sin perder sus señas de identidad como reflejan Prisioneros, Enemy y Sicario. Pero necesitaba un más difícil todavía, la ciencia ficción y con La Llegada consigue situarse entre los más grandes.



Partiendo de la tópica premisa de alienígenas aterrizando en el planeta Tierra, Villeneuve aborda temas como el primitivismo de nuestra sociedad, la maldición del destino y el poder del lenguaje como herramienta del cambio o la destrucción. Todo ello apoyado en la sutil y pluscuamperfecta interpretación de la cada vez mejor Amy Adams, que soporta el peso del largometraje y que es secundada con acierto por actores como Jeremy Renner y Forest Whitaker.



Villeneuve con su sosegado e intrigante ritmo, imprime un tono diferente y que pide del espectador la paciencia y la concentración suficiente para que la historia avance de manera pausada para llegar a un desenlace que cierra la narración de manera absolutamente perfecta y que hace replantearse al espectador todo aquello que ha visto, al igual que las cuestiones básicas que nos hacen humanos.



Una película imprescindible que demuestra que no todo está contado y que siguen existiendo autores innovadores y arriesgados. Una película de factura y fondo perfecto, diferente al cine en serie al que nos ha acostumbrado Hollywood y que se coloca ya entre los grandes clásicos de la ciencia ficción inteligente, a la altura de obras como 2001, Interstellar o Encuentros en la Tercera Fase, de las que bebe pero consiguiendo llevar un paso más allá los preceptos de cada una de ellas, entregando un espectáculo que apela tanto a los sentidos como a la razón. Una obra maestra.











27 de noviembre de 2016

Fuerza-V post-Secret Wars: Un regreso por la puerta de atrás





















Fuerza V fue el título estrella de las Secret Wars orquestadas por Jonathan Hickman. Un título que tuvo repercusión mediática por formar un grupo formado por la plana mayor de heroínas Marvel, escrita por la guionista de moda, G.W. Wilson, creadora de la nueva Ms. Marvel y espectaculares y clásicos dibujos de Jorge Molina.



 En el sinfín de títulos alternativos que aparecieron en dichas Secret Wars, Fuerza V brilló con luz propia gracias a la perfecta sincronía de guionistas (Wilson coescribió con Marguerite Bennet) y el dibujo de Molina. Un tebeo que recuperaba el aroma de los clásicos tebeos de la editorial, con una historia potente con traidor incluído que se leía con absoluto placer, además de estar repleto de carismáticos personajes, en especial Singularidad.



Las Secret Wars terminaron y el universo Marvel volvió a ser el mismo de siempre, con ligeros detalles pero donde los acontecimientos de la odisea Hickmaniana por el momento poca trascendencia han tenido en ese nuevo punto de partida. Pero el concepto de Fuerza V lo quería mantener Marvel. Y así en la primera historia en cuatro partes del nuevo volumen, la pareja de guionistas trajeron de vuelta a Singularidad, escapada del Multiverso de Muerte trayéndose consigo a un reverso tenebroso llamado Anti-Materia.



 En dicha historia en cuatro partes, se plantan las bases algo forzadas del reencuentro de parte de ese grupo de heroínas. Y lo hacen en un tebeo entretenido pero superficial, debido sobre todo no al buen hacer del mismo equipo creativo del volumen original, sino que en esta nueva Marvel poco dada a mencionar su reciente pasado, hace que este grupo de heroínas unidas para cerrar las brechas temporales que ha abierto Singularidad en su llegada a esta Tierra sea intrascendente.



Terminado el primer arco argumental, se bajan del barco G.W. Wilson y el genial Jorge Molina a los lápices, quedando a cargo de los guiones su co-guionista Msrguerite Bennet, que aunque no hace un mal trabajo, no alcanza los niveles de excelencia que tenía la colección junto a Wilson. Lo mismo para el sustituto gráfico, Ben Caldwell, un buen dibujante venido del campo de la animación, que no hace olvidar el arte de Molina.



 El resultado final, un tebeo que se lee con agrado, cuyo mayor valor es la excelente química y desarrollo del grupo femenino, pero que no se devora con pasión y que no deja con ganas de más. Y eso, en un mercado sobresaturado de títulos, hace preveer que su tiempo en las estanterías será muy limitado.

25 de noviembre de 2016

Los Vengadores de Mark Waid, Mahmund Ashrar y Adam Kubert: Sentimientos encontrados






















Aunque sea una minoría y los lectores clásicos se me echen encima, para mi los últimos 10 años de las series Vengadoras han sido de las mejores de la historia del longevo grupo creado por Stan Lee y Jack Kirby en 1963. Tanto Bendis como Hickman en sus largas etapas entregaron historias diferentes, las del primero más cercanas y con los pies en la tierra, el segundo más cósmicas y complejas que volvieron a poner en el punto de mira a un supergrupo que desde mediados de los 80 solo había brillado levemente cuando Kurt Busiek recicló junto a Perez los hallazgos de guionistas como Shooter o Stern, pero sin aportar nada nuevo o de su cosecha.



Cierto es que Bendis perdió fuelle en sus últimos años o que a Hickman a veces se le iba la pinza e incluso podía llegar a ser algo espeso en según que momentos, pero lo que nadie puede negar es que entregaron dos obras muy personales y que sus hallazgos e ideas han dado forma al universo Marvel del siglo XXI, nos guste más o menos.

Pero el final de las Secret Wars han dado como resultado una nueva Marvel. Una Marvel que cada vez se mira más en su espejo cinematográfico y que quiere ganar nuevos tipos de lectores, de menor edad, de diferentes sexos y etnias. Y eso no es nada malo, sino todo lo contrario.



Poner en manos de Mark Waid, un guionista nada revolucionario al estilo de un Bendis o un Hickman, pero que sabe aunar tradición y modernidad mucho mejor que por ejemplo un Kurt Busiek, era una garantía de un buen tebeo, sin olvidar el magnífico trabajo que ha hecho con Daredevil en los últimos años o con el Capi y Ka-Zar en los 90.

La idea de Waid y la editorial es dejar atrás la magnificencia de la época Hickman y poner a Los Vengadores con los pies en la tierra. Para ello, les ha quitado los miles de millones, los ha convertido en un grupo con presupuesto ajustado y para equilibrar un tebeo que guste a los lectores jóvenes y veteranos, una alineación de nuevas viejas caras.



Unos Vengadores sin el trío por antonomasia es casi inconcebible. Y por eso tenemos a Iron Man, Thor y el Capitán América. Pero de los tres, el único de los originales es Tony Stark, mientras que los otros dos vienen de los cambios propiciados en las magníficas series regulares de ambos personajes guionizadas por Jason Aaron y Nick Spencer respectivamente.

Entre los jóvenes integrantes tenemos a las dos estrellas de la Marvel actual, Miles Morales/Spiderman y Kamala Khan/Ms. Marvel y en menor medida el nuevo Nova. Como nexo entre lo clásico y lo nuevo, un integrante posterior pero tremendamente icónico como es La Visión, de plena actualidad por su papel en las últimas entregas Marvel cinematográficas y protagonista absoluto del mejor tebeo de la Marvel actual, La Visión de Tom King.



Con estos ingredientes y Mark Waid a los guiones, en principio nada podía fallar. El problema, que aunque la receta y el chef sean excelentes, puede que la mezcla no llegue a cuajar del todo. Y no me entendáis mal, Los Vengadores de Waid tienen elementos que me gustan y me hacen acercarme mes a mes a la colección. La relación de amor-odio entre Kamala y Nova, el misterio de La Visión y su extraño comportamiento en la primera saga con la que arranca la etapa, la incipiente relación entre Jane Foster y Sam Wilson o la llegada de una nueva Avispa, con un personaje que a priori tiene potencial.

Pero a la serie le falta un algo, un punch que la eleve a los cielos. Y es que una amenaza Chitauri, el regreso de Kang o el viaje a la Zona Negativa y el encuentro con Annihilus no desprende la épica que la ocasión lo merece. Y es que el enfoque y el tono es más cercano a la nueva Ms. Marvel que a un tebeo de Los Vengadores, siendo la ligereza y el desenfado sus mayores cualidades.



Esa ligereza hace que la serie no tenga la intensidad necesaria para un tebeo que es eje de la editorial. El arte de Kubert y Ashrar tampoco ayuda. El primero, porque desde hace años se ha ido abandonando y lo que antes era marca de la casa, ahora se ha convertido en dejadez, con páginas que parecen más bocetos que artes finales. El segundo, un magnífico autor de trazo juvenil y limpio, es más apropiado para un Miles Morales o una Kamala Khan que para Los Héroes Más Grandes de la Tierra.

Habrá que darle tiempo. Pero el problema, que entre eventos metidos a capón (ya han pasado por Punto Muerto y ahora vienen las Civil War) y los anunciados cambios en el status quo en el horizonte pueden echar por tierra una etapa que a lo mejor Waid quiso ir cocinando a fuego lento y que por precipitados imperativos editoriales se quede a medio cocinar y pase a la historia como una oportunidad perdida y efímera, un curioso pie de página en la historia del supergrupo y no la gran etapa revitalizadora que Waid, la editorial y una gran parte del fandom pedía y anhelaba.

23 de noviembre de 2016

Moon Girl y Dinosaurio Diabólico: Un fantástico tebeo para todos los públicos






















Hay dos tipos de aficionados. Aquellos que son reacios al cambio, de cualquier tipo, pero luego lloran porque las grandes editoriales les cuentan una y otra vez lo mismo y aquellos entre los que me incluyo, que disfruto con el pasado pero que necesito, al igual que el género, que entre savia nueva y nuevas influencias, para que el género crezca y reciba a nuevas generaciones de lectores.



Hasta hace bien poco tiempo, me daba pena que si quería introducir a algún sobrino a mi querida afición, la tarea era ardua y costosa. Porque quitando el cómic franco-belga o el Bone de Jeff Smith, me era imposible recomendar o regalar algún tebeo de superhéroes que no fuera un clásico de los 60 o 70, que a un niño de los 2000 se le iba a hacer cuesta arriba. Porque los títulos actuales estaban hechos para los treintañeros y cuarentones que seguíamos leyendo tebeos y poco tenían ya de "todos los públicos" obras como el Daredevil de Bendis, la Civil War de Millar, el Capitán América de Brubaker o el Batman de Snyder, por poner unos ejemplos al azar de obras populares.



Pero estos últimos años Marvel ha dado un paso al frente con obras como Ms. Marvel, el Spiderman de Miles Morales de Bendis o esta Moon Girl y Dinosaurio Diabólico. Tebeos que pueden atraer a una nueva generación de lectores, sacarlos de los horripilantes Gerónimo Stilton y a medida que crezcan leer los tebeos anteriormente mencionados para que el género de los superhéroes en su versión impresa no muera tras su última generación de fieles lectores.



Moon Girl y Dinosaurio Diabólico es una obra perfecta para iniciarse. Incluso diría que mejor que la aclamada Ms. Marvel. La responsable, su dibujante Natacha Bustos. Esto no quiere decir que el guión de Amy Reeder y Brandon Montclare no sea bueno, ya que han creado una sencilla pero emotiva historia con una encantadora protagonista y su dinosaurio de compañía que trae al recuerdo la fabulosa Big Hero 6 de Disney, inspirada en un concepto de Marvel Comics.



 De la obra de Kirby queda el dinosaurio y sus enemigos, pero la hazaña conseguida por estos autores es el de introducirte en un nuevo universo y en una protagonista que parece que la llevas conociendo toda la vida desde las primeras páginas del tebeo. Y si antes mencionaba a Natacha Bustos como el elemento clave para el éxito de la obra, es porque la dibujante hace un trabajo soberbio de composición, de diseños, de expresiones corporales y faciales, de creación de un entorno, que aunque tenga fabulosos elementos del cine de animación, se nos hace completamente real gracias a la humanidad de su reparto.



 En este primer volumen, los autores sientan las bases de lo que será la colección. Pero también sirve como obra autocontenida para el disfrute de niños y mayores, por supuesto unos adultos que no hayan perdido su capacidad de maravillarse y fantasear y que sigan guardando en un rincón de su alma ese pedacito de niño que todos debemos mantener por muy adultos y cínicos que nos convierta el mundo que nos ha tocado vivir.

21 de noviembre de 2016

Young Animal: El nuevo sello editorial de la mano de Gerard Way, que trae de vuelta a la mejor DC Comics






































¿Recordáis lo que era leer tebeos de DC Comics a finales de los 80 y principios de los 90? ¿Recordáis la sensación de abrir las páginas de tebeos como Animal Man, Sandman, Shade, Hellblazer o Los Invisibles y no saber que nos ibamos a encontrar dentro de esas páginas? ¿Recordáis lo que era esperar lo inesperado?



Gerard Way, el cantante de My Chemical Romance y fabuloso guionista de la serie Umbrella Academy, recuerda perfectamente esa sensación. La sensación de leer tebeos que eran mucho más que tebeos. Obras que nos abrieron la mente a una generación de lectores y nos hicieron ver el mundo con otros ojos, convirtiéndonos en algo muy diferente. Por mi experiencia personal, dichos tebeos me ayudaron a expandir mi mente y amar aún más a un arte que con dichos tebeos demostraba que había mucho por explorar.



Dichos tebeos dieron forma a lo que luego se convirtió en la línea Vertigo. Pero Vertigo, salvo obras muy concretas ya no es lo que era y DC ya no es la editorial rupturista que fue por aquel entonces, prefiriendo tener en sus filas a artesanos como Scott Snyder, Geoff Johns o Jim Lee, que a mentes preclaras como Neil Gaiman, Peter Milligan o Grant Morrison.

Lo que diferenciaba a esos tebeos del resto del mainstream de su época era su valentía, su arrojo y su deseo de explorar territorios inexplorados. Pero lo que fue valiente se convirtió en rutinario y esa chispa fue desapareciendo. Hasta Young Animal y Gerard Way.



Way es heredero de Morrison y el Milligan más psicodélico, y eso se nota en los dos primeros títulos aparecidos del sello, Doom Patrol y Shade the Changing Girl. Ambas obras beben de las míticas etapas de finales de los 80 y principios de los 90 que realizaron Morrison y Milligan y por supuesto aquellos que las leímos descubrimos los detalles y guiños a aquellos tebeos que siguen siendo tan modernos y rupturistas como lo fueron en su momento.



Pero Way, guionista de Doom Patrol, lleva más allá y evoluciona lo realizado por Morrison, convirtiendo algo que podía haber sido exclusivamente un reboot encubierto en un tebeo de autor, tan moderno como su predecesor y que nos presenta a un nuevo personaje tan atractivo como Casey Brinke, un personaje femenino rodeado de misterio que en su interior está la llave para traer a una Doom Patrol que debe unirse de nuevo.



A los lápices tenemos a Nick Derrington, que eleva los guiones de Way a los cielos, en un tebeo que releerás más de una vez, no solo para descubrir todo aquello que esconden sus viñetas, sino para disfrutar de un arte que auna pop-art y turbiedad a partes iguales.



 En Shade the Changing Girl no tenemos a los guiones a Way sino a Cecil Castelucci, novelista femenina que se estrena por primera vez al mundo del cómic con el talento de un veterano. Una obra que fusiona perfectamente el nihilismo y pesimismo del mejor Clowes o Tomine, y la psicodelia de su predecesor Peter Milligan, sirviendo tanto como el mejor tebeo de ciencia ficción como de slice of life de esa América de vallas blancas y vecinos sonrientes que esconden una oscuridad a la altura de las peores pesadillas.



Las dos series restantes que forman el sello son "Cave Carson Has a Cybernetic Eye" y "Mother Panic". Por el momento solo se ha publicado el primer ejemplar de ambas series, a diferencia de Doom Patrol y Shade, que llevan tres y dos números respectivamente. He de decir que sus primeros números no me han parecido tan potentes como los de Shade y Doom Patrol, pero Cave Carson solo por el trabajo gráfico de un Avon Oeming en plenas facultades y con una composición de página digna de Chris Ware ha llamado mi curiosidad, aparte de que Way coguionizando con el novelista Jonathan Rivera y acercándose al universo DC tradicional con un twist, promete sorpresas agradables al aficionado.



Para finalizar, Mother Panic, con guiones de la novelista Jody Hauser e ilustrada con garra y estilo con el nunca suficientemente bien ponderado Tommy Lee Edwards, nos trae un nuevo relato de venganza en Gotham City, con una vigilante barra celebrity millonaria de las revistas del corazón, que puede convertirse en el personaje femenino de DC Comics más complejo e interesante desde la creación de Kathy Kane/Batwoman de la mano de Greg Rucka en las páginas de DC Comics.



 En definitiva, un sello que te devuelve la fe en las series regulares mensuales. Estilo, talento y riesgo en cuatro colecciones que brillan con una diferencia abismal dentro del catálogo de la legendaria editorial. La herencia y la evolución que significó la era pre-Vertigo para el tebeo americano en general y DC Comics en particular, está de vuelta gracias a la valentía y talento de Gerard Way.

19 de noviembre de 2016

Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos de David Yates: Tan elegante e impersonal como perfecta para los seguidores de la saga




















Harry Potter me gusta pero no me apasiona. Es importante recalcar esto para todo aquel que lea esta reseña. Entiendo, comprendo y respeto el universo creado por J.K.Rowling, quizás el único mito original de estas últimas décadas y que ha creado una legión de seguidores que necesitan nuevas historias de este mundo.



Y aprovechando un glosario de escasas páginas que Rowling escribió casi como elemento de merchandising para el fan fatal, llamado "Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos", Warner y Rowling han decidido extender el universo Potteriano con una nueva saga, precuela cronológica de los acontecimientos conocidos por todos en la saga original y donde la acción se traslada de Inglaterra a Nueva York.



 La ambientación y el contexto socio-cultural de esta nueva historia en cinco partes, es mucho más rica y compleja que la ocurrida en la historia original, muy parecido en ambición a lo realizado por Lucas en sus precuelas galácticas. El problema, que el formato episódico, un mal endémico del cine-saga actual convierte a este primer largometraje en una obra expositiva, donde lo que se sugiere es más interesante que lo que finalmente muestra y su estructura es excesivamente formulaica, con villano final al que hay que vencer en una batalla en las calles de Nueva York asépticamente espectacular e insólitamente breve.



Los mayores problemas de este primer volumen es su acto central, donde el universo de Rowling vuelve a demostrar que es más hábil en los pequeños detalles, repletos de gusto e imaginación, que en lo global, repleto de elementos y datos que en muchas ocasiones es abrumador para el no iniciado.



 En cuanto al reparto, un nuevo trío protagonista que lógicamente no tiene el componente sentimental y ya mítico del trío original pero al que Yates consigue infundir química, exceptuando el personaje de Tina Goldstein, que queda muy lejos de transmitir el carisma de la Hermione de Emma Watson. Las estrellas Colin Farrell y Samantha Morton, poco tiempo de pantalla tienen como para hacer algo memorable con sus personajes, pero por lo menos transmiten la presencia necesaria que un guión algo saturado les permite.



David Yates, tras 5 largometrajes de la saga Potter a sus espaldas, dirige con convicción esta nueva entrega, sacando partido del amplio presupuesto del que dispone, con una Nueva York de los años 30 de ensueño, tan realista como mágica. Igual de inteligente es el contexto del guión de Rowling, donde el tema de la exclusión social y el miedo al diferente tan de actualidad lamentablemente, queda representado en la figura de unos magos que deben esconderse por miedo a ser perseguidos por esos Salemianos antepasados de esos intolerantes que han salido como moscas en la actual sociedad occidental.



El resultado, un nuevo inicio que enriquece el universo Potteriano y que gustará a todos los seguidores de las historias de Rowling, pero que pierde gas por ser esclava de esa estructura episódica y la falta de personalidad de una dirección elegante pero supeditada a los designios de una franquicia que debe cambiar pero que no se atreve no vaya a ser que espante a los seguidores de toda la vida.

18 de noviembre de 2016

Hellblazer de Mike Carey 2 (de 2): Constantine recupera su voz perdida


















Como ya comenté en la reseña anterior, el Hellblazer de Mike Carey ha sido una sorpresa muy agradable. Mi primera impresión en su momento de publicación me dejó un mal sabor de boca, pero una vez leída la etapa completa, solo puedo decir que en este segundo bloque y final de la etapa Carey, este aumenta y mejora los aciertos de su primera mitad.



 En su despedida del personaje, Carey se embarca en una saga final, epílogos incluídos, donde Constantine debe pagar y paga con creces, todos los errores y subterfugios que ha ido realizando a lo largo de su vida para salvarse siempre por los pelos de las criaturas sobrenaturales que sobrevuelan su entorno.



Pero lo mejor del caso es que aparte de que Carey nos deleite con esas historias extensas y bien hiladas a los que nos acostumbró en su Lucifer, sabe también devolver a Constantine la esencia perdida desde los tiempos de Ennis y que aquí recupera con fuerza, sin olvidar los acontecimientos ocurridos anteriormente en las etapas del ya mencionado Ennis, Jenkins o Azzarello.



 Lo que sitúa por encima a Carey de estos dos últimos autores mencionados es que ni Jenkins ni Azzarello consiguieron al Constantine que sus seguidores quieren y aman. Jenkins porque se quedó corto en sus interesantes planteamientos y Azzarello porque en el fondo, como siempre hace el escritor, adaptó al personaje a su estilo e intereses, cuando debería ser al contrario, sin desmerecer una más que atractiva etapa.



 El volumen lo completa "Todas sus Máquinas" una novela gráfica realizada por Carey y Manco, el mismo equipo creativo de esta última etapa de la serie regular, que sin ser un mal trabajo, si que queda en mi opinión un poco por debajo del resto de su trabajo al frente del personaje.



 En definitiva, la mejor etapa del personaje junto a la realizada por Ennis y Dillon, con un Carey en plenitud creativa y un Leonardo Manco que acompaña perfectamente los retorcidos, siniestros y brutales guiones de Carey, donde Constantine vuelve a sus orígenes en una etapa que le hace avanzar de nuevo tras una odisea que le pasa factura personalmente y de la que será difícil que el personaje vuelva a ser el mismo.
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