Alan Moore, el cada vez menos presente genio inglés, finaliza su última historia centrada en los héroes victorianos un año después de la aparición del segundo volumen de esta trilogía que se presupone la última incursión de Moore con estos personajes.
Y como al otro revolucionador del medio de los años 80, Frank Miller, a Moore la edad está comenzando a pasarle factura. Por supuesto no como a Miller que se ha convertido en una sombra de si mismo, ya que Moore sigue manteniendo intacta su magnífica manera de narrar y su dominio de la estructura. Pero si que comenzamos a ver manías y aspectos ya vistos en otras obras suyas.
Pero sobre todo es ya patente que Moore vive en otra realidad que se ha creado el mismo y que como el gran Homer Simpson, considera que todos son tontos menos él. En esta ocasión, Moore carga sus tintas contra el pobre Harry Potter, ya que le considera el culpable de los males de la cultura actual y en consecuencia, de los males del mundo, en concreto la crisis económica.
No es que no esté de acuerdo con algunas de las ideas de Moore, y me parece brillante la contraposición del hedonismo y el optimismo de la década de los 60 representado en el segundo volumen de la saga, con la pobreza y el pesimismo que impregnan las páginas de este 2009. Pero su discurso en este volumen es repetitivo, ya que los integrantes de la Liga son en el fondo un reflejo de los superhéroes de Watchmen, seres de otra época que son incapaces de coexistir en un mundo gris que les ha olvidado.
Moore cierra la historia de la llegada del Anticristo y por supuesto llena el volumen de mil y una referencias a la cultura popular y les da un digno y cerrado final a las aventuras de Mina, Orlando y Quatermain, pero le pierden las formas de ser el más listo de la clase y un final excesivo y grotesco a más no poder, donde carga las tintas críticas de manera un tanto pueril. Para el recuerdo en su obra, queda el momento musical entre Mina y Allan, la divertida referencia a James Bond (aunque esta ya apareciera en The Black Dossier) y el hospital psiquiátrico donde está retenida Mina. Una pena que su afán por criticar a todos y a todas empañe el final de un relato y una saga que es imprescindible en el mundo del cómic actual y que ha sabido aunar los mitos y la cultura popular de manera tan brillante, sirviendo de fresco fantástico de la historia de nuestro mundo.
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