Elektra siempre ha sido una de mis debilidades. Las gracias hay que dárselas a su creador, Frank Miller, que la convirtió en un mito del cómic de los 80 en igualdad de condiciones con Fenix Oscura de Claremont y Byrne. Ambos personajes trágicos, mujeres fuertes y destinos fatales que dejaron en estado de shock a toda una generación de lectores.
Pero el deseo de Miller siempre fue que su personaje permaneciera bajo tierra para que fuera eterno. Marvel no le hizo caso y en los años 90 (el inicio de todos los males) resucitaron al antiguo amor de Matt Murdock en la saga "Caída del Paraíso". Como bien dijo Miller en su momento, esa no era su Elektra. Y cuanta razón tenía. Porque sin Miller, el personaje se convirtió meramente en un icónico y atractivo pin up pero que le faltaba el alma original que pudimos disfrutar en la etapa original del Daredevil de Miller o en la magistral Elektra Asesina de Miller y Sienkiewicz.
Y Marvel lo ha intentado una y otra vez, serie regular tras serie regular, con guionistas más que competentes como Peter Milligan o Brian Michael Bendis, pero nunca han conseguido dar en la diana. La razón, que el personaje de Miller cumplió una función en su momento, que está mejor muerta, como leyenda y que solo Miller supo sacar partido de esta versión de la Sand Saref del maestro Eisner.
Con la línea All-Marvel Now, Marvel ha vuelto ha intentarlo. Y en principio parecía que esta vez, obviando la profanación del cadáver, iba a acertar, tras los aciertos de esa semilínea de tebeos alternativos que Marvel ha regalado a los fans, como Ojo de Halcón de Fraction, Hulka de Soule o Los Vengadores Secretos de Charles Soule.
Y como un tebeo entra primero por los ojos, la decisión del artista que iba a ilustrar las nuevas aventuras fue Mike Del Mundo, portadista y ocasional dibujante de cómics, que es la mayor baza de la colección. Porque si ojeas el tebeo, te quedarás prendado por su estilo, la manera que tiene de componer la página y la cantidad de recursos visuales y estilísticos que entrega al lector, para que este se quede extasiado ante tal alarde visual.
El problema, que no solo de la ilustración vive el lector de tebeos que quiere algo más que un art-book. Los lectores queremos una historia interesante, que nos atrape, que nos sorprenda, que vaya a lugares y situaciones que nunca haya llegado el personaje. Y eso no lo consigue el guionista W. Haden Blackman, llegado de DC Comics tras su etapa junto a J. H. Williams en Batwoman.
Y aquí, Blackman comete los mismos errores que en Batwoman. Apoyado por el arte de ilustradores y narradores tan potentes como Williams o Del Mundo, cree que el trabajo ya está hecho. O él cree, al igual que el editor de Marvel que le ha contratado, que Elektra Asesina es la obra maestra que es, porque el trabajo visual de Sienkiewicz era algo nunca visto. Y lo era, pero si el tebeo se hubiera quedado únicamente en el aspecto visual no estaríamos casi 30 años después hablando de él. Porque Elektra Asesina es magistral por la fusión de dos talentos en su momento más alto de explosión artística. Porque ambos autores y los editores que les contrataron decidieron, no se si consciente o inconscientemente, llevar el lenguaje del cómic, el personaje de Elektra y lo que se podía hacer en el medio, hasta sus máximas consecuencias. Y lo consiguieron.
Blackman en cambio, intenta sin suerte reciclar sin entender, lo que hicieron Miller y Sienkiewicz, llevando a Elektra a caminos ya trillados, con un hilo argumental tan frágil que se quiebra en todo momento, acabando con la paciencia del lector, aburrido de soliloquios eternos y redundantes que ya se quedaron anticuados en los años 80.
Por lo tanto, a lo único que nos podemos agarrar es a Mike del Mundo, que él si que hace un trabajo superlativo. La pena, que no le haya tocado un guionista más hábil y con más recursos para que su arte no quede empañado por una narrativa tan tosca, prepotente y redundante.
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