Scott Snyder ha pasado de ser una joven promesa apadrinada por Stephen King, a través de uno de los pocos tebeos que le quedan importantes a la línea Vertigo a verdadera estrella de DC Comics junto a un Geoff Johns que anda un poco de capa caída en estos últimos años. Y Snyder debe darle las gracias al Hombre Murciélago por ello.
La primera vez que Snyder puso las manos sobre el inmortal personaje de Bob Kane fue en el año 2010, en la veterana cabecera Detective Comics, donde el escritor pudo jugar lo justo con la franquicia (en ese momento el hot artist de Batman era Grant Morrison), pero lo suficiente para ver que Snyder tenía madera para llevar las riendas del Caballero Oscuro. En esta primera aproximación a Gotham City, se tuvo que conformar con Dick Grayson como Batman (en esos momentos Bruce Wayne estaba viajando por el tiempo gracias a la febril imaginación de Morrison), pero demostró que sabía tratar el universo grim and gritty de Gotham City como nadie, sobre todo con la miniserie Las Puertas de Gotham, donde comenzó a profundizar en el que es el otro protagonista de su etapa, la propia ciudad de Gotham City, su pasado y su profunda influencia casi sobrenatural (se nota que uno de los tebeos que marcó a Snyder en su infancia/adolescencia fue la historia en tres partes aparecida en la colección de Batman entre los números 452 al 456 guionizada por Peter Milligan y que es una pequeña joya de culto) en el devenir de la historia de nuestros personajes. Sin olvidar su magnífico ejercicio de retrocontinuidad con el hijo de James Gordon, un personaje aparecido únicamente en el Año 1 de Miller y Mazuchelli y que nunca más se supo de él. Snyder lo recupera convirtiéndolo en un escalofriante asesino en serie en su mejor historia en Detective Comics.
Pero la gran oportunidad le llega con los nuevos 52, ya que DC le da la serie estrella del personaje, Batman, juntándole con el dibujante Greg Capullo, perfecta elección ya que el artista estaba acostumbrado a recorrer los callejones y los lugares más oscuros gracias a su larga etapa en el Spawn de McFarlane. Y un breve inciso antes de entrar a hablar de la serie en profundidad. Debo quitarme el sombrero ante el trabajo de Capullo en esta serie, ya que aunque su estilo y sus antecedentes no van con mis gustos personales, he de decir que el trabajo que ha realizado en esta serie es encomiable y muy por encima de lo que estamos acostumbrados en una serie regular, consiguiendo con Snyder una regularidad y una unidad que ya le gustaría a más de una, dos y tres series de éxito de la actualidad.
Y para aproximarnos a esta colección, la podemos ver desde dos puntos de vista completamente diferentes. Existen dos tipos de lectores, aquellos que acaban de incorporarse al mundo de los tebeos, llenos de interés, inocencia y ganas de más, y aquellos, entre los que me incluyo, que llevamos más de 30 años leyendo las aventuras de estos personajes de ficción. Para los primeros, este tebeo se convertirá en una referencia y seguramente el pilar por el que evaluarán las futuras obras que se hagan de Batman, aparte de que no lo leerán, lo devorarán y los talluditos, que aunque lo disfruten, levantarán la ceja en señal de displicencia y se perderán ese disfrute inocente que se tiene cuando se es más joven y se ha leído mucho menos, además de que lo tenderán a comparar con aquello que le marcó en su infancia/adolescencia.
Porque parece que se nos olvida, pero el Batman de Miller apareció ya hace casi 30 años. Y yo lo leí en la edad más impresionable que se pueda leer, los 12 años. Y fue una revelación, un impacto de tal calibre, que no he vuelto ha recibir con tanta intensidad en las miles de lecturas que he leído posteriormente. Para mi ese era el Batman definitivo, pero por ejemplo no para mi padre, lector más acostumbrado a los tebeos de la Golden y la Silver Age, y al Batman Pop televisivo. Era un nuevo Batman, para una nueva audiencia y perfecto para los años 80.
¿Y a dónde quiero llegar con todo esto? Que el Batman de Snyder y Capullo, salvando las distancias, es el Batman referente para los lectores adolescentes del siglo XXI. Es un Batman para las nuevas audiencias influenciadas por el Batman de Nolan, que con sus peros, como toda obra de arte, ha transformado de nuevo al personaje para toda una nueva generación. La diferencia con Miller, que Miller y la mayoría de los grandes autores de los 80 querían romper con el pasado de manera brutal y los autores de nueva generación, entre los que se encuentra Snyder, quieren cambiar, pero mirando a los 75 años de historia del personaje.
Snyder ha distribuido su etapa al frente del personaje en estos primeros 40 números, en cuatro grandes etapas: "La Corte de los Búhos", "La Muerte de la Familia", "Año Cero" y "El Juego Final". Las cuatro intentan romper los cimientos del personaje y cada una de ellas se antoja como la historia definitiva. La primera, es un nuevo ejercicio de retrocontinuidad donde Snyder hace lo que mejor sabe, cambiar nuestra percepción de lo que conocíamos de Gotham City, a través de una sociedad secreta, Los Búhos, que han controlado el destino de Gotham City desde tiempos inmemoriales, la segunda y la cuarta son las dos historias definitivas de Batman y el Joker, sobre todo la segunda y la última que nos queda es "Año Cero", donde Snyder se atreve a enfrentarse con una obra clásica, Año Uno, reinterpretando el origen de Batman.
En La Corte de los Búhos, Snyder juega con el elemento sobrenatural, algo a lo que volverá en la última saga hasta el momento de la colección, recogiendo elementos que autores como Morrison en "Gothic" o "Arkham Asylum" o Peter Milligan en la ya mencionada "Dark Knight, Dark City", pero jugando con el lector, al igual que las némesis hacen con nuestro torturado protagonista. Y quizás la resolución de las mismas no sean tan redondas como el inicio y el nudo de las mismas, pero el camino os digo que es apasionante.
Lo mismo puedo decir de la aproximación al Joker en las dos historias que ha creado Snyder. Un Joker al que Snyder devuelve el misterio y el horror de la primera aparición del personaje en el Batman 1 de 1940. Pero como buen conocedor de la historia del mismo, Snyder coge lo mejor de todos los Joker aparecidos (el aspecto de Ledger, con la frialdad del de Miller, pasado por el toque sobrenatural y fantasmagórico que le imprimió Morrison) pero haciéndolo pasar por algo fresco y nuevo y profundamente terrorífico. Snyder consigue que los lugares comunes de las historias de Batman parezcan nuevas, por mucho que seamos lectores novatos o antiguos.
Y no hay mejor ejemplo de este mezcla de épocas para crear un panorama que parezca nuevo que "Año Cero", quizás la etapa más irregular de la colección pero donde Snyder arriesga recontándonos el origen de Batman en 11 ejemplares, muchos de ellos con más páginas de lo habitual. La excesiva duración de la historia a veces le juega malas pasadas y algunos tramos no son tan interesantes como otros (la diferencia entre el primer acto donde Capucha Roja es la némesis, y el último acto con un Riddler interesante, pero que quizás no era el villano que Batman necesitaba para convertirse en la leyenda que es).
Pero quitando esos detalles, es muy interesante ver como Snyder aúna los tópicos ya manidos perpetrados por Miller y Nolan (policía corrupta, una Gotham City ejemplo de la ciudad occidental decadente por antonomasia) con sus homenajes al Batman original (genial ese primer uniforme con los guantes morados de los tiempos de Bob Kane) o como ahonda en el pasado de la familia Wayne, para entregar al lector un tebeo que no es tan redondo como el Año Uno de Miller, pero que si que sabe jugar mejor con todo lo que se ha hecho en toda la historia del personaje.
Ahora mismo, la colección ha parado hasta el mes de Junio, donde Snyder ha vuelto a dar una vuelta de tuerca. Una vuelta de tuerca que hemos vivido hace poco y también hace 20 años, pero que aun manida, sorprenderá a los noveles y tiene intrigado a los veteranos, no por lo que ocurrirá, que todos lo sabemos, sino a como lo desarrollará. Mi fidelidad la tienen, porque aunque sea la mitad de bueno de lo que nos han entregado hasta el momento, seguirá siendo excelente.
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