Wonder Woman, al igual que Batman y Superman, con casi ochenta años de historias a sus espaldas se han convertido más que en personajes de ficción, en arquetipos, figuras mitológicas que sirven a los autores para reflejar el mundo en el que vivimos y que deben ser readaptados cada cierto tiempo para una época y un lector diferente, pero sin olvidar el legado que llevan a sus espaldas.
Hace aproximadamente unos cinco/seis años, DC Comics, en su búsqueda por la inmediatez y la ganancia de nuevos lectores se inventó el concepto de Tierra Uno, como escaparate para recrear por enésima vez los orígenes de sus héroes más emblemáticos sin el lastre de esos casi ochenta años y alcanzar a un nuevo tipo de lector que no fuera el de siempre.
Y si la intención era buena, los resultados, al menos para mi, distaron mucho de ser un buen trabajo. Tanto el Superman de Stracinsky, como el Batman de Geoff Johns en esta Tierra libre de continuidad, eran mediocres aproximaciones a estas figuras legendarias, que en mi modesta opinión, su mayor fallo era despojar a esos personajes de los elementos que han ido aportando un millar de autores, con sus aciertos y sus errores y se quedaban con una visión limitada y sesgada que hacían a esos personajes irreconocibles y ajenos a todo aquello que los ha convertido en iconos de nuestra sociedad contemporánea.
Tenía que llegar un autor tan revolucionario y original, pero a su vez orgulloso y respetuoso con el material que le precede como Grant Morrison, para recrear a un personaje de una manera nunca vista, pero que a su vez tuviera reminiscencias de todos los momentos álgidos del personaje.
Y eso ha conseguido Morrison en esta novela gráfica, primera parte de la que espero sea una saga de largo recorrido y donde Morrison auna de manera excelente los inicios inocentes pero cargados de carga sexual de su creador William Moulton Marston, con retazos de la televisiva Lynda Carter y sin olvidar la épica y clasicista etapa de George Perez de los años 80.
Pero los ejercicios de vuelta al pasado sin tener nada nuevo que contar solo sirven para contentar a los seguidores más tradicionalistas del género. Morrison se atreve a abordar la sexualidad de una isla solo poblada por mujeres, da su visión del bondage como práctica natural y no prohibida dentro de los pacatos estándares de nuestra tradicionalista sociedad y acierta en describir el eterno conflicto entre hombres y mujeres sin ningún atisbo adoctrinador, dejando al lector inteligente que saque sus propias conclusiones acerca de lo que Morrison quiere dejarnos caer.
Además, el sentido de la maravilla, del asombro, que desprende el tebeo por cada uno de todos sus poros, no solo lo consigue Morrison, sino que Yanick Paquette, antiguo colaborador suyo en los primeros ejemplares de Batman Incorporated es el que lo remata entregando un trabajo que es una verdadera maravilla de composición y trazo, en un tebeo donde cada página es una obra de arte y donde sabe aunar las arriesgadas composiciones de página de J.H.Williams III en Promethea (y es que la aproximación de Morrison ante Wonder Woman tiene muchos puntos en común con la musa creada por Alan Moore) con un trazo que fusiona el preciosismo del Harold Foster de El Principe Valiente con la rotundidad y sensualidad de las figuras femeninas de Adam Hughes.
En definitiva, un tebeo mágico, que bien merece su aparición en un formato como la novela gráfica. Un ejemplo de como deben ser a partir de ahora estas Tierras 1 para los iconos del universo DC y que se paladea de la primera a la última página con una fruición que parecía desaparecida de los tebeos de superhéroes americanos. Deseoso de que se publique el segundo volumen de esta verdadera Mujer Maravilla.
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