Quizás para los lectores de cómics de nueva hornada (¿hay alguno por ahí?) que se hayan incorporado a este fascinante medio en las dos últimas décadas puede que les suene extraño, pero si creciste en los años 80 y los 90 con un tebeo bajo el brazo, no era extraño que tu querida afición fuera mirada con incredulidad y desprecio por aquellos que no tenían ningún reparo en admitir con orgullo que su única lectura era el marca. Y no solo ellos, sino que la "intelectualidad" y los medios de comunicación despreciaban todo aquello que proviniera del universo de cuatricomía del cómic americano.
Era una época diferente, donde todavía no existían las mil y una adaptaciones cinematográficas de un género que ha salvado Hollywood y una convención de tebeos era noticia en los periódicos de tirada nacional. Pero la llegada de Moore y Miller lo cambió todo. Los tebeos eran "adultos", "relevantes" y eran tendencia.
Por supuesto, lo que estos dos grandes autores hicieron no fue comprendido ni por los lectores ni por las editoriales. Y así tuvimos un sinfín de tebeos que se creían adultos por el mero hecho de ser oscuros, siniestros y violentos. Se acabó el humor, se acabo la ligereza y se dio a la bienvenida a tebeos que parecían una caja de betún. Y el máximo exponente de todo esto fue el hombre murciélago.
Porque no solo Miller hizo crecer su legendaria fama, sino también el filme de Tim Burton de 1989. Y de ello se benefició un recién llegado al cómic americano, Grant Morrison y su novela gráfica Arkham Asylum. Junto al arte de Dave McKean y su estilo pictórico, y un relato que se adentraba como ningún otro autor en la psique de Batman y su cohorte de villanos como mera excusa para contarnos un relato gótico con Amadeo Arkham de protagonista absoluto, hizo multimillonario a Grant Morrison, propulsó su carrera y trajo la nueva moda de la novela gráfica y el tebeo pintado como excusa para cobrarte mucho más dinero por un tebeo y aparentar que la obra era más de lo que realmente era.
Y así llegamos a 1992 y a la aparición de una nueva novela gráfica en el mercado, Batman Gritos en la Noche. Y de nuevo haré un inciso. La aparición de este tipo de material, en tapa dura, papel satinado de alta calidad y dibujos al óleo eran recibidos por el aficionado como agua de mayo, acostumbrados a nuestra ración mensual de tebeos de papel de periódico, coloreado de trama e impresión de calidad justa. Nada que ver con los estándares actuales. Y eso hacía que muchos de estas "novelas gráficas" fueran recibidas y valoradas muy por encima de lo que realmente eran. Porque estaban editadas con calidad y podían ponerse en tu estantería y lucieran bien al lado de tu edición de aniversario del Quijote.
Pero el tiempo pasa y todo acaba poniéndose en su sitio. Y si Arkham Asylum ha mantenido bien el paso del tiempo, aunque Morrison nos haya entregado obras superiores a lo largo de su carrera, este Batman Gritos de la Noche no lo ha conseguido, por mucho que tenga en alta estima a Archie Goodwin y el trabajo de Scott Hampton sea encomiable, aunque completamente inadecuado para el medio elegido.
Gritos en la Noche es una obra IMPORTANTE. Trata sobre los abusos y maltratos a niños, un problema que tristemente sigue estando de actualidad en la época actual. Pero que tu obra trate un tema trascendental no quiere decir que tu obra lo sea. Y si no que se lo digan a otros dos tebeos del hombre murciélago que aparecieron en los años 90, "Seduction of the Gun" y "Death of Innocents" que trataban respectivamente el problema de las armas y la delincuencia en la América de los años 90 y las bombas mina. Si, el tema es importante, pero la manera de contarlo es muy simple, muy básica y llena de lugares comunes.
Y eso mismo le pasa a este Gritos en la Noche. El empeño es encomiable, pero el trabajo entregado no lo es. Falto de ritmo, conclusiones de trabajo de niño de primaria y utilización del Caballero Oscuro porque era el personaje que estaba de moda. Cambia a Batman por Lobezno, El Castigador, Spiderman o Daredevil y el resultado es el mismo. Porque el protagonista no hace nada a lo largo de las 92 páginas del tebeo.
Mejor tratado está el comisario Gordon, rescatado tras los eventos del Batman Año Uno de Miller y Mazuchelli y que indaga algo en su pasado y su relación tormentosa con su esposa Barbara y el pequeño James Jr. Y no me extrañaría que la evolución del hijo de Jim Gordon por parte de Scott Snyder en su etapa en Detective Comics no le viniera de lo visto en esta novela gráfica.
Y Scott Hampton pinta muy bien, pero como a toda la invasión de autores pictóricos que poblaron los tebeos "adultos" de los años 90 tiene el mismo problema, que no saben narrar. Son cuadros muy bonitos, pero les falla lo más importante, el ritmo, la agilidad, el dinamismo que tiene que caracterizar un tebeo. Para ver cuadros me voy al Prado.
Y no puedo finalizar esta reseña sin darles un tirón de orejas a ECC por la reedición que han realizado. No solo han cambiado tanto el tamaño como el formato de la obra original, sino que la impresión de la obra es horrible, un pozo negro en el que no se distingue nada y donde se han perdido todos los matices del trabajo pictórico de Scott Hampton. Y si no, comparad las imágenes que ilustran este post con las mismas páginas de la edición de ECC.
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