La línea Max de Marvel Comics, aparecida como replica de Vértigo, el sello adulto de su rival directo, se ha caracterizado por publicar lo justo, rodearse de buenos autores, y no tener un éxito estruendoso. Los ejemplos son pocos pero cada uno de ellos han dado como resultado tebeos muy estimables pero de escasa duración. El Castigador de Jason Aaron, Furia de Garth Ennis o Masacre de David Lapham y Kyle Baker se han caracterizado por entregar versiones e historias de personajes sobreexplotados con una visión diferente que se merecían más repercusión de la que han tenido.
Pero les faltaba EL personaje. Lobezno, el mutante de las garras de adamantium y el factor curativo cuyo pasado ha sido siempre un misterio y el gran motivo de su éxito, el cual se ha ido difuminando a medida que hemos averiguado más cosas sobre él y como muestra, las dos miniseries dedicadas a su origen, tebeos a todas luces innecesarios y que de poco han servido para aumentar su leyenda, sino todo lo contrario.
Y en esa tesitura se encuentra el guionista encargado de esta versión "adulta" del personaje, Jason Starr, famoso escritor norteamericano de serie negra que le viene como anillo al dedo a un personaje que se mueve igual de bien en el terreno superheroico que en el submundo del crimen, la mafia organizada y los yakuzas.
La serie comienza de manera trepidante. Un accidente aereo, un único superviviente y amnesia. A partir de ahí, nuestro protagonista, al estilo del personaje de Memento de Christopher Nolan, comienza una odisea en Japón que le llevará a Los Angeles y a Las Vegas (dos escenarios predilectos del noir) para descubrir quien es. En su camino, bandas criminales, enemigos del pasado, mujeres atractivas pero letales y supuestos "amigos" de los que no sabe si fiarse le conducirán a descubrir quién es y de dónde proviene.
Starr conoce su oficio y este Lobezno noir contiene todos los ingredientes que le hacen falta a una historia de dicho género. Sobre todo cuando el dibujante es Félix Ruiz, dibujante español influenciado por Bill Sienkiewicz y Alex Maleev, que sumerge al lector en un relato que huele a sangre, sexo y suciedad. No puedo decir lo mismo del otro dibujante del relato, Roland Boschi, elección equivocada en los fragmentos y capítulos que le han tocado dibujar.
El problema del relato es su resolución, porque tanto la trama principal como las secundarias atrapan al lector a medida que va pasando las páginas, con unos personajes, tanto el propio Logan como los secundarios que pululan a su alrededor perfectamente construidos dentro de los cánones de la serie negra. Pero los dos últimos números de la colección se cortan de manera abrupta, muy posiblemente provocado por la cancelación de la serie en su decimoquinto número.
Una pena, porque hasta entonces el tebeo y su visión del personaje fuera quizás la mejor interpretación del mismo en mucho tiempo. Pero las bajas ventas y un público lector que exige cambios pero quiere leer siempre lo mismo de siempre, provocan que un tebeo que podría haber sido mucho más, se quede en una interesante rareza, pero poco más.
Es una lástima eso que dices que se corten, la verdad siempre pensé el porque no habían hecho una serie Max de Wolverine. Es de los pocos personajes complejos de Marvel. El único Punisher que he soportado es el que trajo Garth Enis a la serie Max, de ahí en fuera lo ponen con una pijama gigante, guantes blancos (WYT) y cameos con otros personajes del mundo Marvel, cosa que se vuelve insoportable, y fórmula que repitieron en Wolverine Savage. Es triste que un buen trabajo se detenga abruptamente por el dinero.
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