5 de septiembre de 2014

La Cosa del Pantano de Alan Moore vol.3: El Gótico Americano según Alan Moore
































Tras redefinir al personaje creado por Len Wein y Berni Wrightson y también a la industria del cómic mainstream americano con su primer año al frente de un título oscuro de DC Comics, Alan Moore tenía un reto por delante, continuar haciendo relevante un título que le había abierto las puertas de la industria americana y había despertado de su letargo a un medio necesitado de aires nuevos. Su apuesta fue ambiciosa, redefinir los mitos clásicos del terror desde un nuevo punto de vista, más acorde con una sociedad madura y como siempre en los inicios de su carrera, el inglés lo consiguió con matrícula de honor.



El planteamiento de American Gothic fue una epopeya de 14 números que culminaría en el número 50 de la colección del elemental y donde Moore embarcaría al protagonista en una road movie a lo largo y ancho de Estados Unidos en la búsqueda del mal que anida en nuestro universo. En esta primera mitad de la saga, dividida en los volúmenes 3 y 4 de la nueva reedición de este clásico material editado por ECC Ediciones, La Cosa del Pantano se encontrará con algunos de los iconos culturales más populares de nuestra sociedad occidental, el monstruo mutado, los vampiros, los hombres lobo y los zombies. Pero con un twist.



Ese "twist" sería acercar esta mitología popular a situaciones y problemas más terrenales y contemporáneos. El monstruo mutado sirve como excusa para criticar la carrera nuclear y las fábricas nucleares, prólogo de lo que ocurriría en Chernobil en el año 1988, los vampiros, para ridiculizar ese american way of life idílico demostrando que la oscuridad y el mal se esconde bajo nuestros pies y que por mucho que queramos enterrarlo siempre acabará saliendo, la licantropía se convierte en un alegato de la liberación de la mujer, en el que quizás es el episodio más redondo de esta primera mitad de la saga y para finalizar, los zombies, el vudú y los espíritus se dan la mano en los pantanos de Louisiana para hablar de conflictos raciales y sus heridas en una sociedad que a finales del siglo XX e incluso en la actualidad no han acabado de cerrarse.



Y Moore, con sus colaboradores artísticos habituales, Bissete, Totleben y Veitch, siguen provocandonos escalofríos, gracias tanto a los textos de Moore, como a la representación de los mismos en las manos de los mejores autores de terror que ha dado el medio. Imágenes tan poderosas como el niño vampiro, la transformación de la débil y sumisa ama de casa en su representación lupina o ese monstruo con la cabeza invertida que persigue a los amigos y conocidos de John Constantine sigue provocando pesadillas.



Pero American Gothic no solo sigue recordándose por sus méritos artísticos, sino porque también fue la puesta de largo y presentación de John Constantine, ese investigador paranormal que se ha convertido en el sello e imagen de la línea Vertigo, sino que también estos tebeos fueron el punto de partida desde donde DC Comics y los autores que siguieron el camino de Moore, como Neil Gaiman, Grant Morrison o Peter Milligan construyeron un sello que cambio el panorama del cómic americano. Ni Sandman, ni Shade, ni Predicador ni Los Invisibles de Morrison existirían si no hubiera sido por estos tebeos que lo cambiaron todo, tanto al medio, como a las editoriales, a sus autores y sobre todo a unos lectores que después de haber saboreado el trabajo de Moore, no querrían nada que estuviera por debajo de los estándares que el inglés impuso de manera inconsciente a todos sus coetáneos.

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