Acercarse a hacer una valoración de lo que es y significa La guerra del infinito dentro del corpus marvelita es complicado sin mirar más allá de las estruendosas y épicas dos horas y media que dura la cinta. Porque si el universo Marvel cinematográfico se ha convertido en un serial en dolby Atmos e inmensa pantalla, Infinity War es su season finale. Una season finale que aúna con pericia las dieciocho películas precedentes y una década de historias que han sabido entender aquello que la Marvel actual en su versión en papel y tinta parece haber olvidado. Estos universos funcionan cuando todo está atado y bien atado y la continuidad es un valor sacrosanto.
Pero más allá de consideraciones entre papel y celuloide, aunque este último sea ahora digital, lo importante es saber si la cinta es un buen entretenimiento y Marvel Studios han conseguido aquello que esperaban. Y la respuesta es sí, en la gran mayoría de ocasiones, aunque en algunos momentos peque de abrumadores excesos o desarrollos interruptus. Pero analicemos la obra paso a paso. En primer lugar, la cinta arranca justo después de lo ocurrido en Thor Ragnarok, con un inicio donde no hay lugar para tiempos muertos, convirtiendo el tono de este prólogo en la plantilla base en la que se moverá el espectáculo. A partir de ahí, la cinta oscila entre el espectáculo apabullante, concatenando set-pieces de acción una detrás de otra, hasta llegar a un clímax final donde la dilatación del tercer acto narrativo y la correlación de distintas secuencias transcurriendo en paralelo pero en lugares diferentes, proveniente de El imperio contraataca, es llevado al paroxismo extremo, tanto en el aspecto formal como narrativo. Entre medias, el espectador es testigo de quién es y de donde proviene Thanos, a través de unas breves pero intensas secuencias, que aportan las dosis necesarias tanto de información como de descanso a unas retinas sobreexcitadas, demostrando como debe ser representado en la pantalla grande un villano de las dimensiones tebeísticas del Titán Loco.
Quizá esas breves pausas de caracterización del personaje, que tan bien hacen a la tridimensionalidad de la némesis de la función, no están tan bien resueltas en la difícil tarea de traer a la pantalla a todo el elenco -salvo alguna excepción- de héroes Marvel que han ido apareciendo en las dieciocho películas mencionadas, y que llevan a sus espaldas sus correspondientes arcos argumentales. Así, personajes como el Capitán América y su grupo de aliados, provenientes de los dramáticos acontecimientos de Capitán América Civil War, son resueltas sus tramas de manera algo precipitada, bajo la excusa de la inminente llegada de la amenaza, o la relación sentimental de Visión y Bruja Escarlata, que necesitaba de mayor tiempo en pantalla para que el apoteósico clímax final tuviera el mismo impacto narrativo que visual.
De igual manera, los esperados team-ups entre personajes que todavía no habían cruzado sus caminos, como Tony Stark y Doctor Extraño o Thor y el resto de Vengadores con los Guardianes de la Galaxia, aportan al conjunto los mejores y más íntimos momentos de una cinta donde la íntimo y sutil en conjunto no es uno de sus puntos fuertes, pero que saben a poco, ya que el arco de todos contra Thanos y su inminente llegada no da pie a seguir paladeando las interacciones humanas y personales, motivo principal del éxito de la franquicia. Pero es de agradecer que los Russo, aunque en algunos momentos abrumen al espectador con unas escenas de acción que trasladan lo más fastuoso y espectacular de los tebeos que homenajean, en casi ninguna ocasión pierden el control del mastodonte tecnológico que tienen entre sus manos. En otros momentos y como ocurre en general en toda cinta con desarrollo de tramas paralelas simultáneas, el interés superior de unas sobre otras, provocan que el ritmo de la cinta se resienta levemente en algunos momentos, sobre todo en el inicio del asedio a Wakanda.
En otros momentos, las prisas por cerrar un arco que en el fondo solo puede ser cerrado en la siguiente mitad del relato que narran, diluya el atractivo de némesis como la Órden Negra de Thanos, que se merecían más tiempo e importancia en el conjunto de la obra. Pero de nuevo, son leves defectos que no mellan en ningún momento un trabajo que entrega un espectáculo tan fascinante como era leer las míticas sagas de Korvac, la muerte de Fenix Oscura, Secret Wars o El guantelete del Infinito, cuando eras un tierno infante y una tarde de verano soñabas con ver a estos personajes honrados en la pantalla grande. Marvel Studios lo ha conseguido con creces y por lo que parece, esto solo es el principio de la consolidación de estos personajes en la psique de la cultura popular.
Mira que en cómic me gusta, pero la verdad es que no acabo de cogerle el gusto a las pelis de superhéroes. Algo me falla al sacarlos del papel!
ResponderEliminarSaludos!