16 de agosto de 2018

Scott Snyder devuelve la grandeza al título central de la Justice League





























Desde principios del siglo XXI, en concreto tras la finalización de la etapa de Joe Kelly, la Justice League no había tenido un título a la altura de la reunión de los héroes más poderosos del universo DC. Ni el intento de retrotraerse a un pasado irrepetible, con la insípida reunión de Chris Claremont y John Byrne o un Kurt Busiek que no ha conseguido levantar el vuelo desde los 90 -exceptuando su Astro City- consiguieron levantar un título que con gente como Chuck Austen estaba abocado a la cancelación. La renumeración de la cabecera con un Brad Meltzer recién salido de su éxito mediático con Crisis de Identidad se saldó con un rotundo fracaso al que no ayudó los mediocres lápices de un inadecuado Ed Benes. Su reemplazo, Dwayne McDuffie no consiguió rematar con éxito algo que si había logrado en la fundamental serie de animación salida del estudio de Bruce Timm y Paul Dini. 






Ya con los nuevos 52, DC arrancó la fracasada línea con un equipo de éxito asegurado. Geoff Johns a los guiones y Jim Lee a los lápices. Pero más allá de records de ventas en sus primeras entregas, poco tardó en darse cuenta el avezado lector que el Johns de la JSA o los primeros compases de su Green Lantern estaba maniatado por quien era la verdadera estrella de la función. Un Jim Lee que a medida que fue abandonando el título, los guiones de Geoff Johns comenzaban a alzar el vuelo, llegando a la excelencia con la Darkseid War que daba por finiquitada los Nuevos 52 pero que demostraba que Geoff Johns todavía tenía mucho que contar, como se puede ver en la actualidad en su Doomsday Clock






En paralelo a esta última y fascinante entrega de Johns, DC le entregó un título como autor completo a Bryan Hitch, para intentar que los personajes recuperaran la iconicidad perdida y consiguiera el inglés devolver el lustre a los personajes como había conseguido una década antes con los Vengadores. La diferencia, que allí Hitch venía acompañado de un Mark Millar en plenas facultades. En cambio, tanto en ese primer serial de nueve ejemplares que se eternizó por los constantes fallos en los plazos de entrega que han hecho irse apagando la luz de uno de los dibujantes fundamentales de la pasada década, como en la serie regular que le entregaron posteriormente dentro del Rebirth, Hitch demostró que era capaz de entregar un trabajo solvente pero nada inspirador. Historias de relleno de pasadas épocas, que no aportaban nada a la historia del grupo, más allá de splash pages inspiradas en algunas ocasiones. Narrativamente, la Justice League se había convertido en el tebeo de la intrascendencia, cuando debía ser todo lo contrario. 






Tuvo que llegar Metal, el gran evento del pasado año en el universo DC, para que Scott Snyder tuviera a su alcance el vasto tapiz del que consta DC Comics, algo que había rozado con la punta de los dedos en su exitosa etapa al frente del murciélago. Así, como epílogo de su Metal, Snyder, acompañado de James Tynion y Joshua Williamson entregaron una miniserie semanal de cuatro ejemplares -Justice League: No Justice- que serviría para dar un puñetazo en la mesa en la manera de trabajar con los héroes más poderosos del cómic. Una miniserie correcta, realzada por el arte de Francis Manapul, que más que avanzar, apuntalaba las directrices que tendría la franquicia una vez terminada la miniserie y que se escindiría en tres títulos de autores y tonos diferentes. Justice League, Justice League Dark y Justice League Odyssey. La primera sería la superheróica y central, guionizada por Snyder con apoyo de James Tynion, la segunda, también de Tynion, se centraría en los aspectos más sobrenaturales del universo DC y la tercera (pospuesta un par de meses por problemas editoriales) y guionizada por Joshua Williamson, se centraría en el aspecto espacial y cósmico. 






En esta entrada nos ocuparemos de la principal. Un serial quincenal que ha alcanzado su quinta entrega y que define perfectamente lo que quiere conseguir Snyder. Algo ambicioso, con el scope cercano a Los Vengadores de Jonathan Hickman, pero más cercano en su aproximación a ese sense of wonder perdido en la gran mayoría de los tebeos de la industria mainstream. Y a tenor de los resultados conseguidos en su primer e interesante arco argumental, Snyder tiene un caballo ganador entre manos. En primer lugar, reúne a los personajes más representativos -la Trinidad formada por Batman, Superman y Wonder Woman-junto a un recuperado y fundamental Detective Marciano que al igual que John Stewart, habían perdido su importancia en un universo DC limitado, sumando a la nueva y mejorada Hawkgirl, recién pulida del evento Metal y los ya sempiternos Flash, Cyborg y Aquaman, cuyo gran salto a la gran pantalla todavía está por ver si funciona.






Pero el verdadero protagonista de la historia es un Lex Luthor al que Snyder equilibra entre los cambios perpetrados por Johns y Jurgens en los últimos años editoriales del personaje, y de nuevo su componente de amenaza fundamental del universo DC, junto a una cohorte de villanos que exudan por todos sus poros la importancia e iconicidad de sus contrapartidas superheróicas. Cierto es que Snyder abruma en sus primeros compases con una cantidad de información, escenarios y conceptos que quizá en una primera lectura dejen extenuado al lector. Pero una vez que la historia comienza a desarrollarse, el lector disfrutará de un tebeo que se siente y se percibe como novedoso e importante. A esa sensación de fiesta y celebración, ayudan el conjunto de dibujantes que acompañan a Snyder en su atrevida aventura: Jimmy Cheung, Jorge Jiménez y Doug Manhke, devolviendo a la serie regular la sensación de lectura fundamental dentro del macrocosmos conformado por el universo DC.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...