Morir de éxito. Es la mejor manera de describir el ascenso y caída fulgurante de tres autores, un sello editorial y tres series que aparecieron a finales de la década de los 90, se convirtieron en éxitos apoteósicos y debido a la juventud e irresponsabilidad de sus autores cayeron en el olvido de los aficionados y la industria. Pero retrocedamos al pasado, al año 1998.
En dicho año, Joe Madureira, Jeffrey Scott Campbell y en menor medida Humberto Ramos, bebían de las mieles del éxito. Los tres dieron lugar a la eclosión a finales de los años 90 a del "Amerimanga", un estilo que fusionaba con fortuna los preceptos básicos del cómic de superhéroes americano, con el estilo cinético y dinámico del manga, cuyos primeros introductores en el panorama americano fueron autores como Adam Warren o Jason Pearson, ambos con mucho menor éxito que estos tres ambiciosos jóvenes.
Madureira venía de una exitosa etapa en Uncanny X-Men, laureada por los aficionados y que había hecho más soportable los endebles guiones de Scott Lobdell, además de tener la suerte de haber ilustrado a los por entonces omnipotentes mutantes en sagas rompeventas como la Era de Apocalipsis u Onslaught. Mientras tanto, Scott Campbell había maravillado a los lectores con esa mezcla de Jim Lee y Adam Warren que había plasmado en Gen 13 del sello Wildstorm, el tebeo adolescente definitivo de la era de los 90 y que fue capaz de eclipsar la gran apuesta teen de Marvel, Generación X, el equipo adolescente creado por Scott Lobdell y Chris Bachalo. El tercero en discordia, Humberto Ramos, dibujante mexicano que no era un fan favourite como los dos anteriormente mencionados, pero que se había convertido en un artista de culto, tras realizar una breve pero intensa etapa junto a Warren Ellis, en un tebeo de culto que salió como spin-off de Gen 13, DV8.
Y como sus predecesores Jim Lee, Marc Silvestri, Erik Larsen, Todd McFarlane y Rob Liefeld, los tres jóvenes autores querían triunfar económicamente igual que ellos. Y lo que se llevaba en los 90 para hacerse millonarios era crear tu propio sello editorial y tu propia serie para sacar camisetas, videojuegos y figuritas para en dos años ganar lo que cualquier mortal no consigue en toda una vida de trabajo. Su sello, se llamaría Cliffhanger, y sus series serían Danger Girl, Battle Chasers y Crimson.
La realidad, que Humberto Ramos cayó de rebote en este sello editorial, ya que el tercer autor que quería Cliffhanger en su sello era el otro autor hot del momento, el malogrado Michael Turner, famoso por sus recauchatadas mujeres para el sello Top Cow de Marc Silvestri y su heroína escasa de ropa, Witchblade. Pero el estricto contrato que Top Cow tenía sobre Turner no le permitió irse a la nueva Liga de Hombres Extraordinarios. Y así, Campbell y Madureira decidieron que Ramos se uniera a su equipo.
El primer título en aparecer fue Danger Girl, de Scott Campbell. Un tebeo que aunaba las películas de James Bond, la esencia de Indiana Jones y unas gotas de Los Ángeles de Charlie. Un tebeo ligero, con un trío de explosivas chicas y que demostró que Campbell entendió mejor que nadie lo que era el sello Cliffhanger, tebeos con una factura gráfica excelente, pero que desde el punto de vista de guión eran un mero pasatiempo de usar y tirar.
Y el tebeo cumple su cometido de entretener, con una historia correcta que se apoya sobre todo en el rotundo dibujo de Campbell, mejorando sus aciertos en Gen 13. El problema, que el éxito rápido (los primeros números se agotaron a velocidad de vértigo) provocaron que el autor se relajara y la cadencia de cada número se fuera alargando cada vez más en el tiempo, provocando la desidia del lector y que su apartado gráfico se resintiera sobremanera. Solo hace falta echar un vistazo al primer número y ver el séptimo y último ejemplar de la colección, publicado ¡3 años después! para comprobarlo.
El segundo título que apareció fue Battle Chasers, de Joe Madureira, fantasía heróica inspirada en Dungeons And Dragons y Final Fantasy VII y que al igual que Danger Girl entregó los tres primeros números en un plazo lógico, pero que a partir de ahí comenzó una dura travesía hasta finales de 2001 cuando entregó el noveno ejemplar, dejando la historia inconclusa y a una horda de fans huérfanos de un tebeo que a priori parecía interesante, pero que Madureira en nueve ejemplares realmente nunca supo hacia donde dirigirla, con mucha exposición y secretos que supuestamente llevarían hacia algún lado, pero que leídos de nuevo de un tirón, demuestran que el gran talento que Madureria tenía y tiene como dibujante, no lo tenía como guionista, aunque se apoyara en un tal Munier Shariff, supuesto guionista, seudónimo o personaje inventado que me recuerda al Brandon Choi de los Wildcats de Jim Lee. ¿Esa gente existió realmente?
Y llegamos al último de los tres títulos que inauguraron la línea Cliffhanger, la obra de Humberto Ramos, Crimson, un tebeo de vampiros con un protagonista adolescente, que de los tres cómics es el que más se puede respetar en la actualidad, aunque no está exento de problemas. Lo primero inteligente que hizo Ramos fue buscarse ayuda profesional en los guiones, de la mano de Bryan Augustin, autor junto a Mignola del que para mi es el mejor Elseworlds de Batman, Gotham By Gaslight. Y el tebeo desde sus primeros ejemplares demuestra o aparenta que hay una historia y un background detrás que promete un buen tebeo. Ramos está inmejorable, mejorando número a número su estilo artístico y hasta el número 12 de la colección, el tebeo es una buena versión teen de tebeos de la línea Vertigo como Lucifer, por poner un ejemplo. Además, Crimson tuvo una regularidad digna de elogio. En tres años, desde mediados de 1998 a finales del año 2000, Ramos entregó 24 números de la colección, cerrando la historia. En ese tiempo, Madureira y Campbell habían entregado cada uno 6 números de sus colecciones respectivas.
Esos problemas entre socios creo yo que afectaron a Ramos, ya que la colección tras su primer año comienza a desviarse y apresura un final precipitado que destruye todo lo que había ido construyendo paso a paso en el primer año y medio de colección. Una verdadera lástima.
Es importante también decir el baile de editoriales que tuvo el sello Cliffhanger. Primero comenzó amparado por el sello Wildstorm dentro de Image Comics. Cuando Jim Lee vendió los derechos de distribución de su sello a DC Comics, y abandonó Image, Cliffhanger se fue con los dueños de Superman y Batman. Se editaron otros títulos bajo Cliffhanger, la poco inspirada Out There también de Ramos, la incomprensible Steampunk de Joe Kelly y Chris Bachalo y el Arrowsmith de Busiek y Pacheco.
Pero los caminos de sus fundadores se dispersaron. Campbell se llevó sus Danger Girl a IDW, comenzaron a salir especiales y miniseries de sus bellas espías, pero ya sin su trabajo a los lápices, que prefirió reservar en portadas para Marvel Comics mejor pagadas y que le provocan un menor esfuerzo, que además se han convertido en geniales estatuas que le darán no pocos dividendos. Por su parte, Madureira se refugió en los videojuegos, su verdadera pasión, y en trabajos puntuales para Marvel Comics, como la denostada The Ultimates 3 junto a Jeph Loeb, y los primeros números de series como Avenging Spiderman o Savage Wolverine. El pasado mes amenazó con volver a Battle Chasers, sin fecha de salida por supuesto...
Y nos queda Humberto Ramos, un autor trabajador como pocos que tras su paso por la autoedición volvió a Marvel, donde ha realizado largas etapas con el personaje emblema de la editorial, Spiderman, desde una memorable y muy recuperable etapa junto a Paul Jenkins, como en la actualidad, en la laureada y con razón etapa de Dan Slott al frente del arácnido, donde el dibujante mejicano ha ido demostrando que el esfuerzo tiene su recompensa, ya que no deja de mejorar, entregando unos impecables tebeos mes a mes.
Al final, Cliffhanger demostró lo que Image había demostrado a principios de los 90, que un sello editorial de éxito no se puede basar a largo plazo en cuatro dibujantes de éxito fulgurante, que la figura del guionista es fundamental, porque el lector no solo quiere ilustraciones de álbum de cromos y que los cómics y que sobre todo, el lector quiere y necesita de una periodicidad en un mercado tan saturado y competitivo como el de los cómics americanos.
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