Existen dos tipos de profesionales del cómic de superhéroes americano. Los primeros basan su trabajo en sus predecesores en el medio sin mayor influencia exterior. El resultado que entregan al lector no es más que un refrito de aquello que leyeron cuando eran aficionados, pero nunca aportan nada nuevo o revolucionario al medio, convirtiéndolo en un medio estanco. Por supuesto, son adorados por aquellos lectores que solo quieren más de lo mismo y su lectura exclusiva son dichos universos de ficción. Pero existe otro tipo de autores, con mayor amplitud de miras, que se dejan influir por otras expresiones artísticas, ya sean literarias, pictóricas o cinematográficas o dentro de su campo, de otro tipo de cómics que se realizan a lo largo de todo el mundo. Ales Kot es uno de ellos.
Kot sorprendió muy gratamente a los pocos que leímos la última andadura de los Vengadores Secretos. Un tebeo que aunaba sin complejos el tebeo de superhéroes, la literatura de Borges y el movimiento dadaísta, en una obra autorreferencial, fresca, diferente y muy inteligente. Por supuesto, la serie fue cancelada, por un público que prefiere el evento de turno, que aunque luego dilapidará en las redes sociales, es en lo que prefiere gastar sus euros, en vez de probar trabajos y obras diferentes que les sacan de su zona de confort.
Y la nueva serie en manos de Ales Kot, tiene su orígen en el final de uno de esos múltiples eventos que inundan las estanterías de las librerías especializadas, Pecado Original, obra de Jason Aaron. Todos recordamos que Pecado Original fue una idea interesante que no llegó a buen puerto, pero que dejó un final donde los destinos de Thor, el Nick Furia original y Barnes cambiaban drásticamente. Bucky se convertía en el nuevo protector secreto del universo, recogiendo el testigo de Nick Furia.
Aquí es donde comienza la serie de Ales Kot, donde el guionista vuelve a sorprender al aficionado Marvel con un tebeo que mezcla sin complejos la space opera con la ciencia ficción más filosófica y compleja, un cóctel donde Guido Crepax, Jean Claude Forrest, la ciencia ficción retro de los años 70, Jim Steranko, Philip K. Dick y de nuevo Jorge Luis Borges hacen acto de presencia.
Por supuesto todos esos elementos quedan potenciados por el trabajo artístico de Marco Rudy, sorprendiendo al aficionado con algunas de las composiciones de página más atrevidas y arriesgadas que podemos encontrar en la historia de Marvel, heredera de los fotomontajes de Jack Kirby o las visionarias páginas de Jim Steranko.
El resultado global quizás no es tan redondo como sus Vengadores Secretos y en algunos momentos la narrativa de Rudy se lastra por unas composiciones arriesgadas pero difíciles de seguir en algunos momentos. Pero solo como experiencia psicodélica y su atrevimiento de llevar el universo Marvel a territorios inexplorados hace que leer El Soldado de Invierno sea una tarea casi obligatoria para todo amante del noveno arte.
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