Image Comics sigue demostrando año tras año su ojo al dar salida a ingentes cantidades de nuevas series de autores punteros, diferentes, irreverentes y libres. Un nuevo ejemplo de ello es Bitch Planet, el segundo trabajo de Kelly Sue Deconnick publicado por el sello y que de nuevo la reafirma como una de las voces más importantes de esta nueva ola de autores que inunda el cómic americano.
Deconnick mezcla con inteligencia el género de la Exploitation con un alegato feminista inteligente, punzante y trístemente actual, adornándolo de un entorno sci-fi donde en un futuro cercano, las mujeres que no se adscriban a su papel de amas de casa o mujeres objeto serán exiliadas del planeta Tierra y encerradas en un satélite en el espacio. Quienes deciden este castigo y cuales de ellas son permitidas en esta terrible sociedad son un grupo de hombres reaccionarios e hipócritas que por un lado abogan por la moral y por otra parte alimentan sus bajos instintos a través de esas mujeres que odian pero a la vez desean.
Deconnick no deja títere con cabeza en esta historia futurista pero con ecos de nuestro actual presente, donde las redes sociales, el exceso de supuesta información y la llegada del neo-machismo se vislumbra cada vez más en un horizonte donde todo pensamiento, idea, sexualidad o manera de vivir diferente es pre-juzgada convirtiendo a dichas personas en parias de una supuesta sociedad con altos estándares morales.
Y si en sus dos primeros episodios quizás el caos por la gran cantidad de personajes y background de la historia puede echar un poco para atrás al lector que se acerque a esta obra, poco a poco la historia comienza a enderezarse y disfrutarás de unos guiones certeros e inteligentes, repletos de sátira, sobre todo esos anuncios publicitarios con los que finalizan cada capítulo y que están llenos de ingenio y mala baba y con la historia de unos personajes femeninos que irás conociendo poco a poco y con muchas más capas de lo que parecen a simple vista, como por ejemplo el dedicado a Penny Rolle en el tercer número y que solo por ese ejemplar bien merece la pena la lectura de este tomo.
El cómic lo remata el arte de Valentine de Landro, limpio y elegante, realista y a la vez psicodélico cuando la ocasión lo requiere, que me recuerda en algunos aspectos al trabajo de Michael Walsh en los Vengadores Secretos de Ales Kot.
Un tebeo diferente, necesario y una muestra más del gran catálogo que Image Comics atesora en la actualidad, con gran variedad de géneros y temáticas. Tebeos adultos, maduros, irreverentes y necesarios para demostrar que el cómic americano es mucho más que spandex.
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