De los múltiples mundos dentro de mundos que ha ofrecido este marco-evento, el entorno apocalíptico ha tenido una importancia y también digamos redundancia extrema. Y este repaso a los títulos que quedaban por reseñar, publicados por Panini este mes de Febrero, son una buena muestra.
Comenzamos con la única novedad de este bloque de mini-reseñas, La Era de Ultron Vs. Marvel Zombies. Y si el título puede provocar escalofríos por lo bizarro de la propuesta y traer miedos de lo peor que aportó el cómic en los años 90, es todo lo contrario. El motivo su guionista, James Robinson, que aquí está mucho más acertado y acerado que en La Guerra de las Armaduras y que utilizando como pretexto este imposible cruce entre hambrientos muertos vivientes y letales máquinas de matar, nos cuela un tebeo que homenajea tanto a la Golden Age de Timely como a épocas añoradas y pasadas de los años 70 y 80, donde La Visión y Simon Williams cortaban la pana en un universo Marvel más inocente y compacto, sin olvidar el buen trabajo de Steve Pugh a los lápices, que en algunos momentos recuerda al trazo de Yanick Paquette.
Otra serie que se desarrolla en esas tierras sombrías, concretamente en el Muro es Asedio, la maravillosa miniserie que se han sacado de la manga Kieron Gillen y Filipe Andrade y que del evento original solo tiene el título. Un final crepuscular, con un toque de nostalgia, donde somos testigos de los últimos días del Asedio al Muro y que enlaza de manera brillante con el último número de la serie central publicado este mismo mes y que desembocará en el esperemos apoteósico final que nos tienen preparados Hickman y Ribic.
En la zona media entre aciertos y oportunidad perdida se encuentra el número final de Relatos Salvajes de Aaron y Del Mundo. Oportunidad perdida, porque aunque los posos de un buen tebeo están presentes en la miniserie y este número final es un buen ejemplo, no se me quita la sensación de que hay algo que no cuaja esta visita a los lugares más recónditos del universo Marvel.
Futuro Imperfecto termina como empezó y se desarrolló, como una nadería que no está a la altura del trabajo que ha realizado Peter David con Hulk a lo largo de varias décadas. Un tebeo que se olvida tan rápido como se lee y una oportunidad perdida para que David rematara con la que posiblemente sea su última historia al frente del Goliat Esmeralda.
Para el final dejo una serie francamente prescindible como Planeta Hulk. Un tebeo moroso de leer, escrito por un siempre poco inspirado Sam Humphries (de lo peor de los nuevos talentos que han aparecido en esta nueva Marvel) y que queda rematado por el anquilosado arte de Marc Lanning, émulo del también estático Sean Chen, aquel dibujante que realizó junto a Kurt Busiek la serie regular de Iron Man a finales de los 90, coincidiendo con Heroes Return.
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