Peter Milligan es un guionista tan peculiar como irregular. Nunca ha tenido el éxito y sobre todo el reconocimiento de coetáneos suyos como Gaiman o Morrison, pero fue uno de los escritores anglosajones que revolucionaron el mainstream americano con tebeos tan inclasificables como su genial Shade El Hombre Cambiante.
Quizás su paso como autor a sueldo en tebeos tan corporativos como X-Men a mediados de la pasada década, o su más reciente Justice League Dark, donde su personalidad y estilo brillaban por su ausencia, han eclipsado trabajos tan redondos como Enigma o Blanco Humano bajo el sello Vertigo o propuestas tan contundentes e irreverentes como sus X-Tatix junto a Michael Allred, quizá el tebeo más arriesgado que ha publicado jamás Marvel Comics junto al Elektra Asesina de Miller o Sienkiewicz o Howard el Pato de Steve Gerber.
Su última obra, publicada bajo el sello de Image Comics, hogar de los mejores autores americanos del panorama actual es The Discipline, un tebeo de horror y sexo, donde junto al fantástico arte de Leandro Fernández fusiona el terror urbano de obras como La Semilla del Diablo de Polanski, con la exploitation del terror de los 70 y unas pinceladas de la famosa novela erótica Historia de O.
Y el resultado es tan atractivo como irregular en algunos tramos. El arte de Leandro Fernández, nos absorbe desde la primera página, con ese uso del claroscuro y las luces y las sombras, realzado por la paleta de Cris Peter y su fascinante mezcla de erotismo y horror.
Narrativamente, la propuesta de Milligan es atrevida y arriesgada, donde el sexo es parte importante de la historia que nos narra, pero que es un fin para una revisión de nuestra historia y nuestra relación con los mitos y leyendas con los que convivimos habitualmente y que han dado forma a nuestra cultura. Quizás, Milligan precipita la evolución de nuestra protagonista, la bella y taimada Melissa Peak, porque quiere arrancar cuanto antes su a primera vista ambiciosa narración.
Esa anticipación y urgencia debilita la relación y desarrollo de unos personajes atractivos y con potencial. Milligan se guarda ases bajo la manga, dejándonos vislumbrar partes de un todo leído el primer volumen recopilatorio que contiene los seis primeros ejemplares de la serie regular.
El resultado, una obra no redonda pero atractiva, donde destaca sobremanera el arte de Fernández y la arriesgada propuesta del guionista, que aunque no puede considerarse perfecta, si que tiene los suficientes elementos y atmósfera enrarecida para que vuelva a adentrarme en este universo tan excitante como perverso.
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