7 de febrero de 2018

El Hilo Invisible de Paul Thomas Anderson: Fascinante ejercicio de glamour gótico
























Paul Thomas Anderson ha conseguido, con tan solo ocho películas, convertirse en uno de los autores con mayúsculas del cine de la actualidad, además de convertir cada uno de sus estrenos en cita inexcusable para todo amante de la narrativa cinematográfica. Cineasta inusual, cuya evolución pasó de excelentes trabajos reminiscentes de Scorsese o Altman, a autor con voz propia y estilo característico a partir del nuevo siglo con títulos tan sugerentes como The Master o Puro Vicio, donde el género le ha servido a Anderson para crear un corpus cinematográfico completamente personal.






Y tras su repaso a la reciente historia americana, Anderson se traslada a la Inglaterra de los años 50 y al mundo de la moda, encarnado en un reflejo de Balenciaga y otros modistos de la época. Pero no nos equivoquemos. El mundo de la moda, su glamour y su elegancia, al igual que la puesta en escena, es solo una excusa para adentrarnos en un relato con tintes de terror gótico, encubierto como historia de amor. Porque la relación entre el traumatizado modisto interpretado por un contenido y brillante Daniel Day Lewis y su musa Alma, es representado ante una puesta en escena, donde el equilibrio, las simetrías visuales y el ritmo pausado y estable de la narración corre en paralelo a la ebullición interna de unos personajes impregnados de oscuros secretos y traumas y rodeados de relaciones de dependencia malsanas que van atrapando tanto a sus cuerpos y mentes, como a los espectadores, en una telaraña tan serena y apacible, que solo cuando es demasiado tarde, pueden darse cuenta, tanto personajes como espectadores, que ya no pueden huir de ella.






Anderson, con una bella que no preciosista puesta en escena, bebe de un sinfín de referencias cinéfilas, pero sin caer en el burdo homenaje, consiguiendo que sean estímulos y reverberaciones, más que guiños y necesidades, dotando a su obra de un aura fantasmagóricamente bella, tan delicada como peligrosa. Una obra que solo tras caer seducido ante ella y con el paso de las horas y los días, descubrirá a su espectador embaucado, que todavía no ha sido capaz de escapar de su hechizo.

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