Durante la larga y poco inspirada etapa de los Guardianes la Galaxia aparecida en los albores de Marvel Now! y que fue escrita por Brian Michael Bendis, ocurrió lo inesperado: su adaptación cinematográfica, a manos de James Gunn, fue un éxito rotundo, convirtiéndose sus personajes en ídolos más allá de sus fronteras de papel e iconos de un universo cinemático que estaba engullendo a marchas forzadas a sus contrapartidas originales. Casualmente, la marcha de Bendis y la llegada de Gerry Duggan en tareas de escritura coincidió en el tiempo -en su edición original- con la llegada de la secuela cinematográfica, una vez más, de la mano de James Gunn.
Por ello, no es extraño que Duggan haya acercado, aún más si cabe, los parecidos entre la versión original y su traslación a la gran pantalla, en un intento de acercar a nuevos lectores hacia una aproximación lo más certera posible de lo que se han encontrado en la gran pantalla. Pero más allá de esas consideraciones meramente comerciales, el acierto de Duggan -al igual que ya ocurrió en sus Imposibles Vengadores- ha sido devolver al entorno cósmico de Marvel -de la que estos Guardianes es su máximo exponente- ese aroma perdido en la etapa de Bendis.
Porque Bendis perdió la oportunidad de expandir los límites cósmicos del serial, dando vueltas alrededor de una misma idea y no sabiendo explotar un área del universo Marvel más que interesante e infravalorada, hacia entornos donde el creador de Jessica Jones se encontraba más cómodo. Por lo que Duggan arranca su etapa con unos Guardianes en su momento más bajo, a punto de la disolución y que van a hacer un último trabajo para seguir cada uno con sus vidas. Y lo que parece un mero trámite, se convierte en el prólogo de un conflicto, que se retrotrae a las consecuencias, nunca bien explotadas, de las Secret Wars de Hickman, además dejando vislumbrar en un futuro cercano, lo que será el próximo gran evento Marvel, centrado en Thanos y las gemas del infinito, de la que esta vez si, Los Guardianes de la Galaxia tendrán mucho que decir.
Este primer capítulo de esta nueva etapa de los personajes se ha dividido en doce entregas quincenales, donde Duggan ha sabido equilibrar -saltando atrás y delante en el tiempo de una manera completamente orgánica- la trama principal, junto con episodios centrados en cada uno de los protagonistas de la función. Gráficamente, esto también ha servido para darle un respiro a Aaron Kuder, un artista con claras influencias de Frank Quitely mezclado con Kevin Maguire, que ha podido descansar de las responsabilidades de una serie regular con cadencia quincenal, gracias al trabajo de autores tan interesantes como Frazer Irving, Greg Smallwood o Chris Samnee, por citar a unos pocos, cuyo estilo ha servido también para demostrar la versatilidad narrativa y tonal tanto de Duggan como del serial.
Por lo que habrá que seguir con atención esta nueva encarnación de los Guardianes de la Galaxia. Un título que más allá del legado de Bendis y las influencias de su versión cinematográfica, ha conseguido convertirse en tan solo doce ejemplares, no solo en una de las series regulares imprescindibles de la actualidad marveliana, sino en un tebeo cuya humildad va pareja a un clasicismo modernizado que demuestra el camino que debe seguir la editorial para devolver la fe en un universo, que salvo casos puntuales, se encontraba en una crisis creativa y editorial ligeramente alarmante.
No puedo con estos personajes, más que nada con el Cohete y Groot......me ponen de los nervios............en fin manías de uno.
ResponderEliminarUn saludo