Parker: The Score de Darwyn Cooke
Tras el algo irregular segundo volumen de las adaptaciones de las novelas de Richard Stark, demasiado denso al intentar plasmar toda la información de una novela en la adaptación gráfica, Cooke supera el escollo con este brillante tercera historia de Parker. Una trepidante aventura de ladrones, botines, traiciones y deudas saldadas a la que Cooke le da un ritmo trepidante y demuestra de nuevo que es el mejor narrador gráfico del cómic actual, en una historia autoconclusiva, que disfrutará tanto el lector de los anteriores tomos de Parker como aquel que se acerque por primera vez a ellos. Uno de los tebeos del año.
Rasl 3 y 4 de Jeff Smith
Tras los dos brillantes primeros tomos y tras exponer el misterio de su obra, Jeff Smith pincha en el desarrollo y resolución de la trama, donde lo que se intenta contar es más interesante que lo que acaba contando y donde el personaje de Nikola Tesla arrolla al verdadero protagonista de la historia, demostrando que en su primera obra para un público exclusivamente adulto, Smith no se siente tan cómodo y efectivo como en su genial Bone. Pero con todos sus defectos, merece la pena acercarse a este nuevo camino que ha abierto en su carrera profesional una de las figuras más emblemáticas del mercado independiente americano.
Punisher Max 3: Frank de Jason Aaron y Steve Dillon
La enésima reversión del personaje de Frank Castle llega a su tercer tomo con resultados irregulares pero muy interesantes en algunos aspectos. La saga en la que se reinterpreta el origen de Frank Castle está dividida en dos partes diferenciadas pero complementarias. La primera, que transcurre en la cárcel tras los acontecimientos del anterior tomo, no deja de ser una serie de tópicos repetitivos de la cárcel que ya hemos visto mil y una veces en todos los medios. En los cómics, sin irnos muy lejos, vienen a la cabeza tanto la primera saga de Constantine realizada por Azzarello y Corben, como la miniserie de Punisher que realizaron Steven Grant y Mike Zeck y que le convirtió en un ídolo de masas a finales de la década de los 80. Pero la otra parte del tebeo, donde Aaron vuelve a contar el origen de Punisher con revelaciones jamás contadas es donde se encuentra al guionista que esperamos. Porque la visión idílica que conocíamos de la vuelta de Castle a la guerra y su relación con su familia antes de su fatídico asesinato en Central Park queda destruida por la pluma de Aaron, convirtiendo a Castle en un personaje mucho más interesante y también mucho más trágico. Y para terminar, creo que Steve Dillon y su estilo caricaturesco y exagerado no le viene bien a los guiones de Aaron, restándole gravedad, aparte de que Dillon está cada vez más dejado en su trabajo. Un Sean Phillips es lo que le vendría bien a esta saga, o un Alex Maleev.
Batman: Through the Looking Glass de Bruce Jones y Sam Kieth
Extraño proyecto, primero una miniserie de cinco números nunca publicada, que luego ha sido reconvertida a Novela Gráfica, pero que se le nota su modelo de origen. Todo aquel que conozca a Kieth sabe que su estilo y sus obras son muy peculiares, siempreoriginales pero no siempre buenas. Este es un buen ejemplo, aunque aquí la mitad de la responsabilidad recae en Bruce Jones, un guionista que desapareció en los años 70, volvió a aparecer a principios del nuevo siglo pareciendo que iba a quedarse, para luego desaparecer sin más. Aquí, Jones está al servicio del trabajo de Kieth, en una extraña y lisérgica aventura de Batman en el sobreexplotado universo de Lewis Carrol. Por supuesto, el villano principal es el Sombrerero Loco, en una aventura detectivesca de las que cada vez se estilan menos con el personaje de Batman. Esto último, junto a la emotiva historia de la primera amiga de la infancia de Bruce (un guiño a la Rachel Dawes del Batman de Nolan) es lo mejor de un tebeo cuya intrascendencia es su peor enemigo, además de que Kieth está cada vez más esquemático e irregular, entregando tanto páginas muy interesantes, como otras que dan realmente pena.
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