Hubo un tiempo, no muy lejano, entre finales de los años 40, tras el final de la Segunda Guerra Mundial y principios de los años 60, hasta la muerte de Kennedy, que los seres humanos mirábamos al futuro con asombro e ilusión. Imaginábamos un futuro de ciudades brillantes y luminosas, de edificios que rozaban el cielo y seres humanos que desafiaban la ley de la gravedad con artilugios que solo habíamos visto en las novelas de ciencia ficción. Un mundo donde el hambre, la pobreza, los conflictos y las enfermedades habían sido un mal sueño.
Y fue en ese periodo de tiempo, donde las ferias de ciencia que se celebraron en Nueva York a finales de los 40 y principios de los 60, sirvieron para que soñadores como Walt Disney fantasearan con ese mundo utópico que fue reflejado en la atracción Tomorrowland, estrenada a principios de los 60 en Disneyland y que todavía podemos disfrutar. Pero nuestro pesimismo y nuestra codicia nos llevaron por el camino contrario y la sociedad y nuestra cultura reflejó ese cambio, haciéndonos creer que el destino de la humanidad estaba abocado al fracaso y la desolación.
El cine no ha sido ajeno a ese cambio de percepción en nuestra cultura y entre los cientos de obras que reflejan esos mundos distópicos y apocalípticos, a veces aparece una obra luminosa y positiva que intenta hacernos recordar que el futuro es nuestro y que también nuestro estado de ánimo y nuestra manera de percibir nuestra realidad es causante de ese ambiente negativo que nos rodea.
El problema, que esas obras siempre son recibidas con displicencia y con la ceja arqueada, tachándolas de infantiles, inocentes y tontas. Ejemplos hay varios, y este Tomorrowland es el último ejemplo de ello. Una película a contracorriente de lo que se lleva en la actualidad, optimista, imaginativa, diferente y maravillosa.
Su realizador, Brad Bird, ha demostrado con creces tras sus tres obras en el cine de animación (El Gigante de Hierro, Los Increíbles y Ratatouille) que es el director que mejor ha sabido transmitir el "sense of wonder" del cine de animación original, heredero absoluto de la magia que tenían las cintas de animación comandadas por Walt Disney, pero que también se ha sabido nutrir del cine de ciencia ficción de los años 50 y 60, la animación de Tex Avery y las producciones Amblin amparadas por Steven Spielberg.
Pero su primera obra de imagen real, Misión Imposible: Protocolo Fantasma, fue una gran decepción, ya que todo su estilo había quedado ahogado por la franquicia y hacía dudar que la magia que Bird había sabido imprimir en sus obras de animación no iba a ser capaz de transmitirlo en la imagen real.
Tomorrowland, es el ejemplo de que estaba equivocado, porque su nuevo largometraje respira 100% el espíritu de su cine de animación. Una obra que se basa en esa "New Frontier" de la que hablaba Kennedy en su inspirador discurso y que el paso de las décadas la humanidad ha olvidado y que consigue devolver a las salas de cine ese cine para todos los públicos, disfrutable tanto por un niño como por un adulto y que consigue devolver la inocencia y la maravilla a un espectador cada vez más cínico.
El punto más criticado de la obra es su guión, escrito a cuatro manos por Brad Bird junto al temido Damon Lindelof, odiado con la misma velocidad que fue adorado y que siempre es recibido, no por mi, que apreció su obra, sino por un público que sigue sin aceptar que el final de Lost no fuera como ellos hubieran querido. Y es que este trabajo es un 50% Lindelof, y aquel que haya sido seguidor de su trabajo, verá elementos afines a su trabajo, como ese Tomorrowland que funciona muy bien en el terreno de la metáfora si no esperas que te den una respuesta masticadita y prefieras que sea interpretable desde muchos puntos de vista, sus magníficos personajes y el desbordante torrente de imaginación y maravilla que transmite cada línea de diálogo, cada plano y cada detalle.
En un mundo que nos ha tocado vivir tan negro y pesimista, donde el futuro parece cada vez más desesperanzador, es necesario y obligatorio que aparezcan obras como Tomorrowland, una película que nos hace mirarnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea, replantearnos supuestas verdades que hemos dado ya por absolutas y que nos devuelve la esperanza en nosotros mismos y la humanidad, aunque sea solo durante dos horas maravillosas en la oscuridad de la sala de cine.
me encanta la reseña :)
ResponderEliminarla verdad es que estoy cansada de lo que tú dices, que para que algo sea "real" tiene que tener tintes pesimistas, que parece que si metes optimismo y buen rollo es algo como sacado de los cuentos de hadas y eres una persona soñadora sin los pies en la tierra.
Que así sea! I'm a dreamer!
A mi en lo particular esta película me ha gustado, los escenarios que se muestran en el film me atraparon, yo en lo particular sí la recomiendo.
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