Épico e intimista son dos denominaciones que normalmente son antagónicas la una con la otra. Pero no en manos de Jonathan Hickman, que ha entregado un final a la altura de la magna historia que ha ido desarrollando a lo largo de su trayectoria en Marvel Comics y que aquí es consecuente con todo aquello que ha ido desperdigando a lo largo de Los 4 Fantásticos, Los Vengadores y Shield.
Porque este evento al final se ha convertido en la eterna rivalidad entre dos némesis que se admiran y respetan mutuamente. Una enemistad provocada por la envidia de uno por un lado y por la desconfianza y la amargura de otro, al saber este que su enemigo podría bien ser su amigo y la desolación por saber que juntos podrían haber logrado algo grande.
Muchos lectores puede que se sientan defraudados por no ser testigos de esa típica y multitudinaria batalla épica entre hordas de superhéroes y supervillanos, porque poco de esto encontrarán en este último ejemplar. Un ejemplar que comienza con un breve pero intenso enfrentamiento entre Tchalla y Namor contra Muerte, reivindicando una pareja que ha sido una de las mejor tratadas por el guionista a lo largo de su periplo por Marvel Comics.
Pero todo esto es secundario, ya que inmediatamente seremos testigos de lo que es un verdadero cierre y paso adelante del supergrupo por antonomasia de Marvel Comics, Los 4 Fantásticos, que evolucionan hacia algo mucho más grande lo que nos imaginamos, centrándose por supuesto en el duelo de intelectos de Reed y Victor, pocas veces tan extraordinariamente tratados como en las manos de un Hickman que ha sido de los pocos de saber sacar partido la grandeza de dos personajes tan emblemáticos de la Casa de las Ideas.
Y si todo comenzó con un "Todo Muere" en palabras de un Reed Richards abrumado por una amenaza que le hizo tirar por la borda todas sus creencias al principio de la etapa Vengadora de Hickman, cerramos las puertas del evento con un halo de optimismo y esperanza hacia una nueva Marvel que mira el futuro con esperanza y energías renovadas que lamentablemente no tendrá en su futuro próximo a un Jonathan Hickman que ha sabido como pocos, saber seguir sacando oro de un universo que en manos de autores con ambiciones y talento puede todavía tocar el cielo.
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