Cloverfield (me niego a llamarla con su terrible título español, Monstruoso) llegó a principios de 2008 bañada en misterio. J.J. Abrams, en su faceta de productor, algo que se le da mejor que la dirección, filtró trailers, páginas web y un juego de pistas para luego, de la mano del excelente director Matt Reeves, entregar al espectador un espectacular "found footage" donde un monstruo de inspiración Lovecraftiana aterrorizaba a la ciudad de Nueva York, en una película donde el punto de vista del espectador le colocaba en una intensa aventura de supervivencia de escasos 70 minutos de duración.
Mucho se especuló en su momento con la relación de este Cloverfield con otras obras del productor como la famosa Perdidos. Pero obviando las teorías conspiranoides cinematográficas que le han reportado pingues beneficios a Abrams a lo largo de los últimos años, hay que decir que el resultado fue excelente.
Y ahora, casi 10 años después, llega también rodeada de un halo de misterio, 10 Cloverfield Lane, un thriller de intriga Hitchcockiana cuya mayor baza la encontramos en sus dos primeros actos, un verdadero ejercicio de suspense y de dobles sentidos, donde nos embarcamos desde el punto de vista de una extraordinaria Mary Elizabeth Weinsteid en un ejercicio de cámara claustrofóbico con tres personajes y una sola localización, con el supuesto fin del mundo como excusa.
Una localización que trae de nuevo al recuerdo la famosa escotilla donde arrancó la segunda temporada de Perdidos y donde la paranoia de Desmond, el personaje que nos encontrábamos allí, hacía dudar a los personajes y por supuesto al espectador si aquello que contaba era verdad o fruto de la paranoia y el aislamiento. Aquí, en vez de a Desmond, tenemos a un carismático John Goodman que se convierte en el rey de la función.
Y los dos primeros actos de la película funcionan a la perfección. Pistas, misterios, acontecimientos que te hacen dudar una y dos veces y que te cambian la manera de percibir los acontecimientos que ocurren en ese bunker del fin del mundo, rematado por la primorosa dirección del debutante Dan Trachtenberg. El problema, que tras dos primeros actos donde el interés va "in crescendo", llegamos a un polémico y algo precipitado final donde la película da una supuesta nueva vuelta de tuerca, que no es que no tenga sentido con aquello que nos han ido contando, pero que si se siente fuera de tono con lo que habíamos ido descubriendo a lo largo del metraje. Un sinfín de misterios que quedan de nuevo abiertos y dejados a la interpretación del confundido espectador que abandona la sala algo insatisfecho.
En definitiva, una película que arranca y se desarrolla primorosamente, con una dirección tensa y efectiva, unas interpretaciones magníficas, pero que se desinfla con un final que no sabe sacar partido de todo aquello que habíamos ido descubriendo a lo largo del metraje.
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