19 de marzo de 2016

El camino a Batman V. Superman Parte 4 (2008-2013): De Caballeros Oscuros y Hombres de Acero





































Aunque Batman Begins y Superman Returns recaudaron más o menos la misma cantidad de dinero en las taquillas de todo el mundo, la percepción de las mismas que tuvo Warner Bros, los aficionados y el público fueron distintas. Mientras Batman Begins sorprendió por un tono que se alejaba de todo lo que se había hecho hasta el momento en materia de superhéroes en la gran pantalla y descubrió al gran público un Batman que no conocían pero que los aficionados al cómic habían disfrutado durante las dos décadas pasadas con títulos como Dark Knight Returns, Año Uno o El Largo Halloween, Superman Returns, con una campaña publicitaria mucho más agresiva, pasó sin pena ni gloria entre los aficionados y el público, con un título donde Singer no supo remozar al Hombre de Acero de la misma manera que Nolan hizo con el Cruzado de la Capa.


Así que Warner decidió apostar de nuevo por el título que le había funcionado bien, anunciando una secuela a estrenar en 2008 que llevaría el título de "El Caballero Oscuro", interpretada por el mismo elenco del título previo y que incorporaba a la némesis por antonomasia del personaje, El Joker, lo que llamó más la atención del público. Por supuesto, el actor elegido, Heath Ledger, fue denostado por una gran parte de la afición, los mismos cerrados de miras de siempre, porque consideraban que no era el adecuado para interpretar al personaje. Una sola imagen hizo que cambiaran de opinión.

Pero no solo eso, después de un teaser trailer que enseñaba nada pero que decía mucho del tono del largometraje, además de una campaña viral online que fue pionera en el buen uso de las redes sociales y páginas web para que la película estuviera en boca de todos, el primer trailer del largometraje dejó con la boca abierta a todo el mundo.





La triste muerte del actor Heath Ledger a principios de 2008, a unos seis meses del estreno del filme, aumentó aún más si cabe el hype por una película que no necesitaba más. En el momento de su estreno se convirtió en un auténtico fenómeno social y la imagen e interpretación de Heath Ledger como el Joker le convirtió en icono cultural perenne .

Y la película dio todo lo que prometía y mucho más. Si el primer filme de Nolan era un espectáculo más humilde y pequeño, dentro de lo pequeño que es un blockbuster hollywodiense, esta secuela fue más grande y más arriesgada si cabe. Cierto es que algunos de los aciertos del filme previo fueron algo olvidados, como esa fotografía ocre y casi del fin del mundo que tenía el original o el destino de los Narrows.

Pero lo que recibimos a cambio no puede ser obviado. Más que una película de superhéroes al uso, El Caballero Oscuro era un thriller imbuido del tono y la estética de un filme de Michael Mann. Un thriller criminal de ritmo vertiginoso y puntos de giro constantes, con una atmósfera y un tono opresivo que arrastraba y sigue arrastrando al espectador del filme.




Un Heath Ledger en plenitud artística, entregando un villano más grande que la vida, un terrorista anarquista cuyo único fin es el caos y que se comía a todo el reparto en sus memorables intervenciones en pantalla. Un Joker muy diferente del que hasta el momento habíamos conocido en sus contrapartidas audiovisuales o de papel, pero perfectamente adaptado a una nueva y diferente Gotham, sin perder sus características señas de identidad.

Christian Bale sigue estando perfecto tanto de Bruce Wayne, como de Batman, pero es cierto que el actor brilla menos que en la anterior entrega, porque aquí el show está repartido entre el Joker, motor de la historia pero no centro de la misma, y los verdaderos protagonistas del largometraje, Harvey Dent, interpretado con maestría y convicción por un Aaron Eckhart que posteriormente no ha tenido suerte en la gran pantalla y un Jim Gordon de nuevo interpretado por un Gary Oldman que había nacido para el papel.

Y es que la historia entre Harvey, Gordon y Batman es el centro y el tema principal de la película. El auge y caída de unos justicieros, cada uno más cerca o más lejos del lado de la ley, que intentaron cambiar las cosas y fallaron estrepitosamente y cuyo desenlace frío y cruel remata con primitiva brutalidad el tercer acto de una película absolutamente fascinante.




Cierto es que en esta secuela comenzamos a ver las a veces pequeñas trampas de guión que Nolan y su hermano introducen a lo largo de todo el metraje y quizás tras la captura del Joker por Gordon y Batman, los planes del Payaso del Crimen se hacen algo cansinos y repetitivos, además de que Nolan nos cuela la escena del dilema moral de los barcos que es excesivamente previsible y que ralentiza el clímax de la película.

Pero son pequeños detalles que no empañan una película que ya ha pasado con letras de oro a la historia del cine. Un filme que demuestra que las secuelas pueden estar a la altura de una magnífica obra original, e incluso superarla en algunos aspectos, si la persona a bordo de la nave tiene una interpretación tan interesante e inteligente como la que tuvo Nolan.

Cuatro años después y como fin de fiesta, llegó "The Dark Knight Rises", donde Nolan debería haber rematado los logros conseguidos en las dos anteriores entregas. El problema es que no lo consiguió y no fue un problema de expectativas. El problema, que Nolan arranca con una premisa ya de por si errónea y que destruye lo que prometía la brillante escena final de "El Caballero Oscuro".






Han pasado ocho años y Batman ha dejado de luchar por el alma de Gotham. Bruce Wayne se ha recluído en su mansión, sin apenas contacto con el mundo exterior, sobre todo porque no soporta la pérdida de Rachel, su antiguo amor, la ciudad de Gotham llora a Harvey Dent y odia al supuesto asesino del mismo, Batman, mientras Gordon se reconcome por dentro sabiendo que todo es una gran mentira, propiciada por el mismo y Batman, para salvar el espíritu de la ciudad y que no cayera en el caos que deseaba el Joker.

Pero Gotham está mejor que nunca, por lo que demuestra que está mejor sin Batman. Lo que no sabe es que el enemigo está en casa, en las alcantarillas, con una nueva y remozada Liga de las Sombras que quiere acabar el trabajo que no pudo rematar Ras Al Ghul, capitaneados en apariencia por Bane, interpretado con acierto por un Tom Hardy que lamentablemente tiene que lidiar, como todo el reparto, con un guión que no está a la altura.

Un guión que sabe donde se quiere dirigir y que queda demostrado en ese epílogo que es lo mejor de la película, pero no sabe llegar a él. La ambición de Nolan, que tan bien le sirvió en las dos entregas anteriores, aquí se le hace bola, con una película desmedida en número de personajes, tramas y subtramas y duración.




Nolan intenta no solo cerrar la vida y muerte de un mito, sino también los cabos sueltos de la primera y segunda entrega, presentar nuevos personajes como Catwoman, Bane y Thalia Al Ghul. Si eso no fuera suficiente también quiere introducir la idea del legado con Joseph Gordon Levitt, el nuevo Batman/Robin y un sinfín de personajes como el compañero de Gordon, por poner un ejemplo, que no le interesan a nadie.

Y no es que el compañero de Gordon, el personaje de Joseph Gordon Levitt, Selina Kyle, Bane o Talia no sean interesantes a priori, sino que no hay tiempo para desarrollarlos de manera creíble e interesante, así que la película va saltando de uno a otro, sin que ninguna de las tramas tengan el menor interés para el espectador.

El caso de Gordon Levitt, como Blake, es el más flagrante. De acuerdo con introducir a un pseudo Robin, nuevo Batman en la saga, pero no de una manera tan torpe. Un personaje que descubre identidades secretas y giros de la trama que solo conocen los espectadores, porque es necesario para que avance a trompicones la misma, no porque tenga sentido.




Anne Hathaway está perfecta como Catwoman y Selina Kyle, siendo quizás lo mejor de la película, pero su personaje y su relación con Bruce Wayne/Batman tiene tanta tijera que sus dudas o su enamoramiento no son creíbles. Se enamora de Bruce y el de ella, porque tienen que estar al final juntos, no porque veamos realmente una relación que se va construyendo.

Lo mismo para el Bane de Hardy, imponente físicamente, pero que pasa de ser un pseudo-Joker (imitando planes que eran del Payaso pero que a él no le pegan y haciendo algo que Nolan no había hecho hasta el momento, vivir de las rentas y lo que había funcionado en el pasado) a Ubú, que entenderán aquellos que hayan leído La Saga de Ras Al Ghul de O'Neill y Adams.

Entre tanto personaje principal nuevo y secundario, los personajes de las anteriores entregas poco pueden hacer. Morgan Freeman como Lucius Fox, aparte de darle a botones todo el tiempo y entregarle nuevo equipo a Bruce Wayne, poco más aporta a la película. Michael Caine que tan brillante había estado en las dos anteriores entregas, no es capaz de imprimir credibilidad a su personaje y a la relación de este con Bruce, no por culpa del actor, sino porque su arco argumental es absurdo, siendo el momento clave, la discusión con Bruce acerca de la carta de Rachel. Entiendo que Bruce se sienta levemente traicionado, pero que eche y tire por la borda la relación con la persona más querida para él y en el fondo su figura paterna, compartida con James Gordon, es hilar demasiado fino, quedando finalmente ridícula.




Lo mismo para Gordon, que aparte de estar en la cama del hospital dos tercios del metraje, los momentos en que su personaje tiene que tomar alguna decisión es para fusilarle. Y Bruce Wayne/Batman, un poco lo mismo. Bruce Wayne y sus idas y venidas entre el hombre que quiere vivir una vida personal y tranquila y el justiciero atormentado que no puede dejarlo, se balancea sin sentido por una película que además rompe con la idea del mito y la leyenda, siendo plasmadas las apariciones de Batman de la manera más insulsa de toda la trilogía, por un Nolan que incluso se le ve pobre en dirección y soluciones visuales.

Y aunque la película no fue recibida con alborozo como su anterior entrega, el resultado comercial fue superior al de la secuela. Objetivo cumplido para Warner, que había logrado su saga comiquera mejor recibida por crítica y público. Ahora les tocaba volver al Hombre de Acero.

Un Hombre de Acero que volvió a las pantallas el verano de 2013, de la mano del director Zack Snyder y producida por un Christopher Nolan que también estuvo involucrado en el guión de la misma junto a David Goyer, co-guionista de la trilogía del Caballero Oscuro.

El objetivo de Warner era hacer un lavado de cara atrevido y arriesgado y que coqueteara con el lado oscuro de Superman, al estilo de lo que habían conseguido con Batman. ¿Era posible coger el tono oscuro y realista de Batman y trasladarlo al previamente colorido y más inocente universo de Superman? Si y no.




Considero que este Hombre de Acero fue, es y será excesivamente castigada por una gran parte del público y los aficionados por las razones equivocadas. La primera, que consideran que es demasiado oscura y realista. La oscuridad del filme de Snyder, al igual que expliqué en cuanto al Batman de Burton es que esa oscuridad en el fondo es algo impostada, ya que Snyder lo que hace es bajar el brillo y el contraste de cada uno de los planos, porque Superman en manos de Snyder sigue siendo una película donde el realismo no lo veo por ningún lado (y bien que hace) en esas mega-batallas en los cielos de Smallville o Metrópolis.

Si que es cierto que aquí las consecuencias de la destrucción no es una algarabía como en el resto de cintas superheróicas, pero creo que la razón es que vivimos, mal que nos pese, en un mundo Post-11S, algo que queda muy bien reflejado en la trilogía de Batman de Nolan y que aquí también se demuestra en esa Metrópolis repleta de ciudadanos aterrorizados por una amenaza desconocida y temible que deja a los seres humanos ateridos y conmocionados. El mundo en el que vivimos, sencillamente.

Y creo en esa visión, porque estos héroes inmortales deben reflejar, para seguir siendo vigentes, el zeitgeist de la época en la que viven. No somos los mismos que eramos en 1978, más inocentes o más pequeños, igual que la sociedad, en los años 60, no era la misma para recibir el Batman de Adam West, que el que leyó el Dark Knight de Miller a finales de los 80. Todas obras que reflejaron a la perfección el espíritu y el ambiente que se respiraba en las calles.




El otro gran problema y que es el que ha provocado que la película sea menospreciada y vapuleada por una ingente cantidad de personas es el momento en el que Kal-El decide tomar la vida de Zod. Una decisión que en el contexto del largometraje es completamente consecuente con el tono y con lo que nos están contando. Que Superman deba o no matar, eso es un debate de aficionados, pero que no debe ser un impedimento para que un autor tome las decisiones que deba tomar con un icono de casi 80 años que está abierto a múltiples interpretaciones.

Que la cinta de Snyder tiene defectos, por supuesto. Para mi el más flagrante es su diseño de producción, que no es malo, pero tampoco excepcional. Le falta originalidad, como ejemplo, ese Krypton que es una mezcla hipervitaminada entre los mundos de las precuelas de Star Wars, Avatar, Matrix y el Giger de Alien. Y tampoco hace daño, pero es algo vulgar y nada especial. Otro defecto que se le podría sacar es que el equilibrio entre intimismo y espectacularidad puede que caiga en el exceso en el tercer acto del filme, donde Snyder se embriaga de ruido y furia y no deja que el largo y los espectadores tomen aire y respire.




Pero contra eso, tenemos un primer acto muy estimable, sobre todo la parte donde nos cuentan de nuevo, a base de flashbacks, el origen de Superman de una manera menos idealizada de lo que estábamos acostumbrados, con un Jonathan Kent más reacio a la bondad de la raza humana y que afectará a las decisiones que Clark tome a lo largo de esta primera entrega, donde vemos a un Superman mucho más falible y con debilidades que el que habíamos visto con anterioridad.

En definitiva, no una película perfecta, pero si que en mi modesta opinión, el mejor largometraje y más redondo de las tres interpretaciones que ha tenido el Hombre de Acero hasta el momento en pantalla grande. Una película que seguramente el paso del tiempo y el resultado de ese inminente Batman V. Superman, hará que se cambie la opinión sobre la misma. Yo lo espero con ansias.

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