12 de marzo de 2016

El Camino a Batman V. Superman Parte 3: 2005-2006. Nolan maravilla, Singer decepciona





































Tras la debacle tanto ecónomica como sobre todo de prestigio ante el público, la crítica y los fans del cómic, que fue Batman y Robin en el verano de 1997, Warner Bros paralizó la siguiente entrega del Hombre Murciélago dirigida por Joel Schumacher y que iba a tener como villano protagonista al Espantapájaros. Se rumorearon proyectos como el realizado por Frank Miller y Darren Aranofsky titulado Año Uno que según lo que se ha podido ver habría sido una visión muy sui generis de la obra seminal de Miller y Mazuchelli.



Mientras tanto, la rival de DC Comics, Marvel Comics, había tenido éxito con sus adaptaciones cinematográficas. Comenzando con Blade en 1998, un personaje menos conocido de la editorial en ese momento, pero que tuvo un éxito correcto. Pero quienes volvieron a cambiar las reglas del juego fueron los X-Men de Bryan Singer en el año 2000 y sobre todo el Spiderman de Raimi en el año 2002 y su secuela en 2004. Y aunque otros proyectos como el Daredevil de 2003 y el Hulk de Ang Lee no fueron proyectos de éxito, la secuela de los X-Men y la ya mencionada de Spiderman, demostraban que los héroes del cómic tenían una audiencia deseosa de más pero siempre y cuando el respeto y la fidelidad al material original fuera la adecuada.




Y eso es lo que hizo DC y Warner al entregarle el legado de su personaje más importante, Batman, al todavía novel director inglés Christopher Nolan, que había sorprendido al público más especializado con su segunda película, Memento, un thriller bañado en "noir" donde el joven Nolan demostraba originalidad y un talento descomunal para jugar con los tiempos narrativos.

Nolan, junto a David Goyer, guionista de cine y también de cómics para DC, decidieron contar aquello que ni siquiera se habían atrevido contar en los tebeos originales, los años perdidos de Bruce Wayne y cómo se convirtió en el mito de Batman.




Porque el mito es fundamental para esta excelente aproximación al Caballero Oscuro. La primera película de Batman con un guión excelente, a la altura de las circunstancias y que se centra mucho más en el personaje titular que en sus extravagantes villanos. Un Bruce Wayne/Batman perfectamente interpretado por un Christian Bale que había nacido para el papel, capaz de reflejar la obsesión y el dolor de un Bruce Wayne que decide canalizar su rabia en pos de los inocentes de Gotham City.

Una Gotham City reflejo de la ciudad que Miller y Mazuchelli representaron en su Año Uno y que sigue siendo el origen definitivo del personaje en los cómics. Una Gotham que se olvida, al igual que en el filme de Nolan, de los delirios tanto góticos como lisérgicos de Burton y Schumacher y que se basa en lo que es la obsesión de Nolan en su aproximación al personaje, la verosimilitud.




Quizás en manos menos hábiles, este exceso de "verosimilitud" habría hecho perder magia al personaje. Pero la interpretación de Nolan, con su Gotham repleta de corrupción, sus tonos ocres y sobre todo, la manera magistral de narrar el origen del personaje en una tour de force narrativa en su primer acto -con tres tiempos narrativos que se entrecruzan los unos con los otros, sin que el espectador pierda el hilo de lo que se está contando- obran el milagro.

Y Bale no es el único acierto del reparto. Un reparto de estrellas y actores perfectos, desde un temible Liam Neeson como Ra's Al Ghul, al cínico pero protector Alfred interpretado por Michael Caine, sin olvidar el mayor acierto de casting del filme, Gary Oldman como un Gordon que acaba de llegar a la policía de Gotham y que al igual que Batman, quiere terminar con la corrupción y la pestilencia que inunda la ciudad. No debemos dejar de destacar al otro villano de la película, El Espantapájaros, interpretado con convicción, amenaza y mucho mal rollo por Cillian Murphy. La única falla en un reparto elegido con mimo, es la decisión de elegir como amor de infancia de Bruce Wayne a Katie Holmes como Rachel Dawes. La química entre esta y Bale es nula.




Nolan, al igual que Donner, consigue hacer creíble a un personaje que había vivido más de la estética que del fondo, con una película que rompió con lo que se esperaba del personaje y del género, atrajo a otro tipo de espectadores a las salas y sobre todo demostró que el género superheróico podía entregar un entretenimiento adulto, maduro y de calidad.

Visto el éxito de la propuesta, que fue mucho más a posteriori que en el momento de su estreno y que reventó con su famosísima secuela, Warner estaba planeando traer de vuelta a su otro icono, Superman, en el año 2006 y de la mano de uno de los directores estrella del momento, Bryan Singer, fresco del éxito de sus dos entregas de la saga X-Men.




Pero al contrario que Nolan, que quiso darle un aire atrevido y original (para aquellos que solo le conocían de las versiones cinematográficas) a un personaje ya conocido por el gran público, Singer acometió la equivocada decisión de homenajear el Superman de Donner y continuar la historia allá donde quedó en 1981 con Superman II, obviando lógicamente lo que fueron Superman 3 y 4.

El gran problema, que Singer cree que el Superman original de Donner es una obra perfecta, que su representación de Luthor es la idónea para el villano y que la estructura de la obra original es un tótem intocable. Y puede que lo fuera en los ya lejanos años 70, pero no lo es para una película en el año 2006, y menos después del Batman Begins de Nolan.




Lo que nos encontramos aquellos espectadores que fuimos con ilusión al retorno del héroe de las mallas rojas y azules casi dos décadas después de su funesta cuarta entrega, fue un refrito con algunas ideas interesantes pero mal desarrolladas. Y es que Singer es posible que entregue su obra más cuidada y visualmente hermosa pero también lamentablemente su obra más aburrida.

Y no es que Brandon Routh sea una mala decisión de casting o que Kevin Spacey no pueda ser un perfecto Lex Luthor, sino que ambos están encorsetados en las interpretaciones de Reeve y Hackman y no pueden salirse de ellas. Hay momentos en los que Spacey parece querer quitarse a ese nostálgico pero poco amenazante villano, sobre todo en la fabulosa y estremecedora escena donde este da una paliza de muerte al Hombre de Acero en el clímax de la película, pero enseguida tiene que volver al absurdo Luthor con sus absurdos planes de villano de chichinabo.




Lo mismo para Routh que transmite la nobleza y entereza de este héroe inmortal, pero poco puede hacer su personaje si tiene que emular una y otra vez los manierismos de Reeve. Cuando el personaje tiene que avanzar hacia este nuevo mundo donde parece que ya no es necesario, o cuando se tiene que enfrentar a que su amada Lois Lane ha rehecho su vida es donde el material, brevemente, despega.

Pero no ayuda nada el ritmo moroso que imprime al largometraje Singer, la eterna escena final entre el barco de Luthor y su mundo Kryptoniano de bolsillo (¿en serio ese es su gran plan?) o que la historia con Lois, su hijo y su nueva pareja, está tratada con mucho acierto, pero desaprovechando todo aquello que plantea pero no resuelve o que el final de este Cristo redentor en el que convierte al personaje Singer en su tercer acto, puede ser dramáticamente interesante, pero no sirve como regreso de un personaje que en los dos primeros actos juega a la ligereza y la luminosidad para convertirse en el tercer acto en una morosa y trágica historia de redención de un personaje que necesitaba un revulsivo y una nueva visión para hacer atractivo al mismo a una nueva generación de espectadores.




La película fue una relativa decepción económica, ya que hizo en taquilla lo mismo más o menos que el Batman de Nolan, pero al contrario que este último, no creció su leyenda a medida que aumentaba el boca-oreja y los espectadores que se la perdieron en las salas, la redescubrieran en el formato doméstico.

Por lo que Warner aparcó hasta nueva orden este reinicio del Hombre de Acero y centró su atención en la secuela del Hombre Murciélago Nolaniano, con las expectativas y el hype bien alto, un villano de altura como el Joker y una campaña de marketing online que demostró las capacidades de las nuevas tecnologías para convertir la secuela del Caballero Oscuro en un acontecimiento mediático que no se había visto desde el estreno del Batman de Tim Burton en 1989. Pero todo esto ya es materia del próximo post. ¡Hasta entonces!















2 comentarios:

  1. Hola Juan, gracias por escribir y perdona por contestarte tan tarde. No voy a hablar de las pelis y series de animación, por una cuestión de tiempo. Solo de las películas estrenadas cinematográficamente. Un abrazo!!

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  2. Hola Juan, gracias por escribir y perdona por contestarte tan tarde. No voy a hablar de las pelis y series de animación, por una cuestión de tiempo. Solo de las películas estrenadas cinematográficamente. Un abrazo!!

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