25 de septiembre de 2017

Black Hammer: Orígenes Secretos de Jeff Lemire y Dean Ormston. Honrando al pasado, mirando al futuro



























¿Cuántas veces se puede reinventar el género de superhéroes? Visto lo visto en el volumen total del mercado americano, en especial el de las dos grandes, pocas. Pero no porque el género esté estancado o no de más de si, sino por cobardes decisiones ejecutivas y editoriales que castran la libertad creativa de autores que si se les permitiera jugar y retorcer los conceptos básicos del género, darían como resultado, trabajos que seguirían sorprendiendo y apasionando a los lectores. Black Hammer y su guionista y creador, Jeff Lemire, son buena prueba de ello.



Jeff Lemire es más conocido por sus peores trabajos, que por sus mejores. Porque aunque comenzara a destacar en su Essex County, publicado por Top Shelf o en su magnífica reinterpretación del mito del Hombre Invisible con su The Nobody para el sello Vertigo, lamentablemente es más conocido por el común de los aficionados por sus trabajos para DC y Marvel Comics, en títulos como Justice League Dark, Justice League United, Animal Man, La Extraordinaria Patrulla X o el Viejo Logan.



De dichos títulos, solo consideraría aciertos, El Viejo Logan o su Animal Man, pero en comparación con sus trabajos previos o con Black Hammer, palidecen y demuestran que los consejos editoriales de Marvel y DC, están desperdiciando y encorsetando a la nueva generación de autores del cómic americano.



Black Hammer es un tebeo esplendoroso, una carta de amor a la historia del género, que aunque juega con los estereotipos -destacando el clasicismo pulp de los años 30, la ciencia ficción conspiranoide de los 50, el terror de la EC, el poderío bigger than life de Kirby o el nihilismo del género en la década de los 80- consigue entregar un trabajo fresco, diferente y sumamente apasionante.



El triunfo de esta nueva serie es la capacidad de Lemire de entregarnos a un variopinto elenco de Outsiders, superhéroes desplazados de su ecosistema, la subyugante y atmosférica Spyral City y colocarlos en un entorno rural, salido de una pesadilla de Norman Rockwell. 



A eso hay que sumarle seis personajes principales apasionantes, con conflictos personales muy marcados, que dejan entrever la maravillosa Patrulla X que habría sido capaz de entregar Lemire si Marvel no le hubiera impuesto un background tan pésimo para trabajar y un tempo narrativo que nos permite ahondar a la vez en la psique de cada uno de los personajes del reparto, sin ralentizar el desarrollo de una serie de misterios que se van desgranando lentamente y que a su vez, abren nuevos enigmas.



Pero el mérito no solo proviene de la pericia de Lemire a la máquina de escribir, sino también de su compañero a los lápices en el serial, el fabuloso y nunca suficientemente valorado Dean Ormston, que consigue, a través de su tenebroso pero a la vez, limpio trazo, adentrarnos en un tebeo donde la atmósfera es todo y que demuestra también, la habilidad de Ormston de emular sin copiar, al enorme elenco de autores a los que el tebeo homenajea, destacando en particular, la lisergia de Ditko, la épica de Kirby, el tenebrismo del Aparo de El Espectro y sobre todo, el costumbrismo y naturalismo del tebeo americano, con Clowes y Burns a la cabeza.



Astiberri remata un tebeo fundamental e imprescindible, con un primer volumen editado con verdadero mimo, conteniendo los seis primeros ejemplares de una colección en un bello tomo en tapa duro, repleto de extras que harán las delicias del fan más exigente, le guste el género de superhéroes o no.

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