14 de marzo de 2018

Annihilation de Alex Garland: Fascinante y alegórica ciencia ficción






















Hace ya cuatro años que Alex Garland, guionista asociado al director anglosajón Danny Boyle y artífice de los guiones de 28 días después y Sunshine, estrenó Ex-Machina. Dicha cinta, coetánea en el tiempo a otras distopías de ciencia ficción como la antología Black Mirror de Charlie Brooker, nos dio a conocer a un director elegante, de tempo lento y creador de atmósferas angustiosas a partir de elementos minimalistas y el uso del color como estado de ánimo. Por supuesto, su talento como guionista tanto en este Ex-Machina como en Dredd, demostró que estábamos ante un cineasta al que había que seguir la pista. 






Su nuevo proyecto como director y guionista, Annihilation, -adaptación de la novela del mismo título de Jeff Van der Meer- ha llegado al mercado español, al igual que al europeo, directamente a través de Netflix, tras su estreno limitado en salas americanas hace escasas tres semanas. Y una vez vista la nueva propuesta del cineasta, uno puede imaginar el porqué de la decisión de Paramount. No sabían que hacer con ella. Y no porque el título sea un desastre, todo lo contrario, sino porque Garland ha entregado un trabajo inclasificable, que bebe de muchas fuentes y que no se puede encasillar en un solo género. 






Porque, ¿qué es Annihilation? ¿un survival horror?¿ciencia ficción?¿terror?¿una cinta filosófica que podría entroncar con otros títulos como Solaris, 2001 o The Fountain? La cinta protagonizada por Natalie Portman es todo eso y mucho más. Un trabajo que en su puesta en escena, recoge ecos de las aventuras gráficas en tercera persona de la nueva generación de videoconsolas, concretamente en la inmersiva y fascinante The Last of Us, junto a una premisa que no pierde el tiempo en su arranque y que podría guardar puntos en común con obras como Depredador y demás sucedáneos, pero desde un prisma de igualdad de género, para acabar rematando en un tercer acto donde lo alegórico y los terrenos de lo onírico desembocan en un clímax donde la teología y la ciencia se dan la mano, no para aportar respuestas, sino para ofrecer múltiples preguntas, al estilo de Nameless, uno de los trabajos más interesantes del guionista de cómics Grant Morrison y del que esta obra también guarda varios puntos en común.






Garland de nuevo hace uso de una puesta en escena donde el preciosismo visual no está expuesto únicamente para fascinar al espectador, sino para aportar significado al relato, en un entorno, el Area X, donde el día es como la mejor de las ensoñaciones y la noche más terrorífica que la peor de las pesadillas. Entre el sueño y la vigilia, entre la ciencia y la religión se mueve el nuevo trabajo de Garland. Una obra diferente, innovadora y que seguirá dando que hablar durante mucho tiempo.

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