El cine de venganza es casi un género en si mismo, dentro del cine de Hollywood. Desde la serie de películas de Charles Bronson a los últimos trabajos comerciales de Liam Neeson, pasando por El cuervo (The Crow, 1994) de Alex Proyas o las dos partes del Kill Bill de Quentin Tarantino, la historia del hombre o mujer coraje que se decide a tomarse la justicia por su cuenta no es algo que sorprenda a un espectador avezado.
Pero Fathi Akin, el director alemán de este En la sombra que nos ocupa intenta darle una vuelta de tuerca, en un envoltorio que intenta aparentar ser algo más que lo que realmente es. El problema, que por muchos primeros planos que nos entregue de una entregadísima Diane Kruger o que su discurso acerca de los peligros de ese neo-fascismo que puebla las ciudades de Europa occidental sea necesario, el resultado final se queda en una historia de venganza, con giros de guión, protagonistas y antagonistas prototípicos. Y encima, sin el placer culpable de las escenas de acción y tortura con las que nos hacen pasar el rato esas obras anteriormente mencionadas y que no pretenden ser algo que no son.
Aún más allá, el discurso de Akin es tan fascista como aquellos neo-nazis que son los villanos de la función. Porque hacia donde desemboca el filme, quitándole la visión nihilista que adellanta el destino de nuestra protagonista, nos lleva a un cúmulo de tópicos del cine más comercial de Hollywood, del que Akin pretende huir a través de su puesta en escena -primeros planos, cámara inquieta, ausencia casi absoluta de música incidental- pero que cae en los defectos de ese mismo tipo de cine, en especial esos villanos caricaturizados, juicios típicos y tópicos y personajes en apariencia complejos pero que son meros estereotipos para que el guión avance a trompicones.
El resultado, una obra que molesta por sus ínfulas de importancia, al entregar una obra forzada y que subraya aquello que ya no es necesario subrayar y pasa de lado por aquellos conceptos y temas -la semilla de la xenofobia, el dolor de la pérdida inesperada- que habrían hecho que la obra tuviera algo que decir sin recurrir a lugares comunes, los cuales se intentan ocultar a través de una puesta en escena artificiosa y arrogante.
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