En un panorama cinematográfico donde las secuelas, precuelas y reinterpretaciones de material están a la orden del día y donde la gran mayoría de las veces, el producto entregado palidece o es meramente una manera de exprimir de manera burda, títulos que han quedado en el inconsciente fílmico de los cinéfilos, la llegada de esta nueva aproximación a la adaptación del clásico cyberpunk basado en el relato de Philip K. Dick, "Sueñan los androides con ovejas eléctricas", es un verdadero milagro y un regalo para los fans de una obra original cuya calidad y sofisticación no ha hecho más que crecer en los 35 años que han pasado desde que se estrenó en el verano de 1982.
De los artífices de la película original solo quedan un Harrison Ford que demuestra tras mucho tiempo de cínicas elecciones, es capaz de volver a insuflar vida y nuevos matices a uno de sus personajes más icónicos, Philip Deckard y William Hampton, el guionista original de la obra de 1982, antes de ser sustituido en una de las mil reescrituras del guión por David Webb Peoples.
Ridley Scott abandonó la dirección de esta secuela -gracias a dios- para entregársela al canadiense Dennis Villeneuve, uno de los mayores talentos de la cinematografía actual, recién salido de una obra de ciencia ficción que es ya uno de las obras imprescindibles contemporáneas, La Llegada, sin olvidar trabajos tan destacados como Prisioneros o Enemy.
La sensibilidad mostrada por Villeneuve en sus obras posteriores, más su habilidad para impregnar de una atmósfera inquietante, a la par que hermosa, su obra, le hacía un candidato excepcional para continuar el legado de una obra tan grande y tan importante, que cualquier director temería acercarse a ella.
Pero Villeneuve consigue tanto honrar y continuar el tono, la atmósfera y el estilo que Scott plasmó en el año 1982, cambiando la percepción de la ciencia ficción cinematográfica a partir de entonces, e influyendo a varias generaciones de cineastas y aficionados en el proceso, sin perder las señas de identidad que le convierten en un autor, consiguiendo entregar una cinta fascinante tanto visual como temáticamente, de ritmo pausado pero subyugante, donde sus más de dos horas y media de duración se harán cortas para todo aquel que vuelva a enamorarse de ese futuro distópicamente bello.
Ampliando y planteando nuevos conceptos a un material de por si tan rico, este Blade Runner 2049 entrega dos primeros actos inmaculados, donde el desarrollo de la historia y de nuestro protagonista, un impecable y parco Ryan Gosling, van introduciendo al espectador en el rico universo de K. Dick, y donde Villeneuve continua los temas planteados por el original de Scott, pero sin olvidar sus propios intereses y motivaciones.
Y que decir del apartado técnico y visual del largometraje. Una maravilla, realzada por el sobrenatural trabajo de Roger Deakins como director de fotografía, donde los tonos azules del original dejan paso a una atmósfera de color ocre que refleja el fin de la civilización tal y como la conocemos, plasmando el fin del mundo más bello jamás rodado. Esto, acompañado por un score de Zimmer y Wallfisch que sabe continuar el legado de Vangelis pero donde Zimmer sigue impregnando el ambiente sonoro del filme de su personalidad. Súmale a esto un diseño de producción cuidado y original, más unos efectos visuales de primer orden y tenemos la experiencia audiovisual más fastuosa en mucho, mucho tiempo.
Quizás el libreto de Hampton y Green no consigue rematar las fascinantes tramas y conceptos apasionantes que nos son mostrados en los dos primeros actos, en un acto final que se resuelve a lo mejor con una premura que desconcierta tras dos actos que sabían tomarse su tiempo y que se dejaban paladear como solo se paladean los grandes manjares. Pero es un pequeño pero a una experiencia hipnótica, inteligente y tan diferente a lo que estamos acostumbrados dentro del terreno de los blockbusters hollywodienses, como lo fue la obra original en 1982.
En definitiva, una magnífica continuación del clásico de Ridley Scott, que no defraudará ni por asomo a los amantes de la obra original y donde la ambición de la obra original vuelve a demostrarse en un trabajo que Villeneuve ha sabido hacer suyo, consiguiendo algo muy complicado, honrar una obra tan reverenciada, sin perder sus señas de identidad, entregando una película que plantea nuevos conceptos, desarrolla los heredados y deja de nuevo al espectador con la misma ambiguedad y preguntas apasionantes que la obra original consiguió hace 35 años.
Pasé a verla ayer..........Y salí tristón. En el plano de diseño nada que objetar. Con mucho color ocre que le da otro toque. Pero ni su protagonista me gustó. Ni la trama en si. Lo mejor la villana y mano derecha de Leto. El exceso de minutaje tampoco le sienta bien(como a casi todo el cine palomitero actual).Se deja ver, pero poco nada recordare de ella en poco tiempo. 5/10
ResponderEliminarUn saludo