Bajo un título que trae al recuerdo la serie de animación de DC Comics y que dio a conocer a dichos personajes y universo a la audiencia infantil de los años 70, Tom King continúa su reinterpretación y modernización de los mitos de un Hombre Murciélago que necesitaba dar un paso más allá de la sombra de Miller.
Tom King ha sabido, partiendo de lugares conocidos, reconstruir al personaje desde su particular punto de vista, a lo largo de un año y medio donde no han habido pasos atrás y si muchos pasos hacia delante. El truco es el siguiente: Devolver a los personajes ese aura de pureza e inocencia venido de la Golden Age, con un compleja inmersión en las interioridades de los personajes y el medio, evitando la sobreexposición pseudo-psicológica, tan aparentemente compleja, como pedestre en el fondo.
Ahora, con su boda con Selina Kyle en el horizonte cercano, Bruce Wayne se rodea de dos de sus mejores amigos y compañeros, Superman y Wonder Woman, en dos historias pertenecientes a un arco argumental dividido en dos partes bien diferenciadas y que le sirve a King para reinterpretar la relación de esta mítica trinidad de héroes. Pero de nuevo, para no recurrir a lugares comunes, la relación de Wayne con sus dos mejores amigos y confidentes, se divide tanto argumental, como narrativa y temáticamente.
La primera mitad de esta arco narrativo le reúne con El Hombre de Acero, en concreto, en una cita a cuatro entre Batman, Superman, Lois y Selina Kyle, aka Catwoman. Esta informal reunión le sirve al guionista, ayudado por un charestiano Clay Mann -sorprendente en su evolución como artista- para humanizar la relación entre dos hombres tan diferentes como iguales, tan rivales como hermanos, enfrentándolos con su pasado y haciéndoles mirar un futuro de esperanza, donde las convenciones de ambos iconos se entremezclan para demostrar que entre la luz y la oscuridad, la noche y el día, el héroe y el vigilante y el bien y el mal, solo les separa un punto de vista. Todo esto sin olvidarse de Lois y Selina, mucho más que partenaires sin personalidad propia de ambos héroes, avanzando una nueva relación que en manos de King promete al lector y a los personajes un interesante desarrollo.
La segunda mitad de este arco argumental pasa de lo íntimo a lo épico, en el encuentro entre Bruce y Diana Prince. King, que de nuevo se reúne con la artista Joelle Jones, da un paso más en esa tensión sexual no resuelta entre el Caballero Oscuro y la Mujer Maravilla, apuntada por Joe Kelly en su interesante y nunca suficientemente ponderada etapa al frente de la JLA, a través de un relato que juega con la percepción del tiempo y el significado del amor, que entrega sus mejores momentos en la excelente compenetración de los guiones de King, los dibujos de Jones y su excelente, poderosa y atractiva representación de Wonder Woman y Selina Kyle.
Entre ambas historias, Tom King, junto al dibujante Travis Moore, ofrece al lector un one-shot titulado tramposa y brillantemente The Origin of Bruce Wayne (El origen de Bruce Wayne). El lector que cree encontrarse ante la enésima reinterpretación del origen de Batman, es testigo de un relato oscuro y pesimista, envuelto en una investigación detectivesca y que de nuevo, como a lo largo de su memorable etapa, empaña y cubre de un halo de amargura la en aparente labor “heróica” del mejor detective del mundo.
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