Tras la salida de Chris Claremont en 1991 de la franquicia que él hizo nacer, ha habido dos maneras de enfrentarse a los antiguamente personajes estrella de la editorial: Intentar seguir su estela (Nicieza, Lobdell, Whedon) o alejarse de la misma radicalmente (Morrison, Aaron, Fraction).
Lemire, el encargado de devolver la importancia al universo mutante, se pone en el lado de los sucesores de Chris Claremont. Un salto de ocho meses en la cronología nos ha dejado un Cíclope muerto y cuyo enfrentamiento con los Inhumanos ha bajado aún más si cabe la escasa popularidad de los hijos del átomo. Para rematar, volvemos a los tiempos del "No más mutantes" de Wanda Maximoff y la cercana extinción de la raza mutante.
Lemire, en el título base de la franquicia mutante junta un a priori atractivo equipo mutante. Los más destacables, El Viejo Logan y la joven Jean Grey del pasado venida de la etapa Bendis, donde la nueva relación entre ellos y la turbulenta relación de sus semejantes de esta dimensión fallecidos puede dar mucho juego.
Otra ex-pareja que une Lemire es la formada por Tormenta y Forja. Ororo Munroe, fundamental en la etapa Claremont, ha ido perdiendo peso en la franquicia a cada década que pasa y ya era que volviera al lugar que le corresponde. Su relación con Forja solo la recordarán los más viejos del lugar y los fantasmas del pasado entre ambos personajes puede ser una de las subtramas que más interés puede despertar entre los lectores veteranos.
Magik y El Hombre de Hielo mantienen su preponderancia e importancia tras la época de Bendis. Illyana casi es la protagonista principal de los arcos argumentales tanto principales como secundarios y es aquí donde Lemire nos muestra su reverencia a la maestría que Claremont plasmaba, haciendo avanzar la trama principal e introduciendo de manera muy orgánica tramas secundarias que se volverán fundamentales en el futuro próximo de la colección si los reinicios constantes no la ponen en peligro.
Como punto negativo a una etapa por el momento bastante sólida es la repetición de algunos temas y conceptos una y mil veces visto. El peligro de extinción, el odio hacia lo diferente, ya lo hemos visto en muchas y variadas etapas de la serie. Quizás falta algo del delirio pop de autores como Fraction o Morrison, o el atrevimiento en la renovación de conceptos basándose en las enseñanzas de Claremont, como fueron las etapas de Whedon o Aaron.
El apartado gráfico de esta serie es una de sus mayores bazas. El trazo de Humberto Ramos, su rediseño de personajes, en especial Tormenta y Magik, convierte a esta serie en uno de los placeres visuales de la Marvel actual. Como punto negativo a destacar, tal vez el embarullamiento de las escenas de acción, en la que tanto la composición como el exceso de elementos en cada viñeta hace perderse al lector habitualmente.
En cambio, al otro autor al frente de la misma, Victor Ibáñez, que ha realizado dos ejemplares hasta el momento y una historia de complemento protagonizada por Magik y el Doctor Extraño, nada que reprocharle. Limpio, elegante y dinámico, es un verdadero placer deleitarse en cada página que entrega este autor español.
U n buen punto de partida para Lemire, que quizás peca de demasiado conservador y que necesita arriesgarse para no solo imitar con acierto los mejores aspectos de la época Claremont y convertirse en una etapa en la que autores futuros miren como referencia, como así fueron las etapas de Whedon, Morrison o Fraction.
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