The Dark Knight Rises de Christopher Nolan (2012)
La espera llegó a su fin y ayer se estrenó en las pantallas de casi todo el mundo la película más esperada no solo de este año sino de los últimos tiempos. La pena es que haya quedado empañada por el trágico incidente en Estados Unidos, una muestra más de los problemas que acarrea el amor por las armas de fuego.
Pero obviando la noticia que ha llenado las portadas de los periódicos de medio mundo, tenemos que hablar de lo que iba a ser el broche de oro de la mejor interpretación que ha tenido el cruzado de la capa en la historia del cine, tras dos excelentes largometrajes que habían dejado el listón muy alto para cualquier realizador que se atreviera a acercarse a la legendaria creación de Bob Kane.
Los ingredientes que tenía Nolan a su disposición eran todos perfectos para realizar un filme que fuera el culmen de todos sus esfuerzos y la mitología que había ido creando en los largometrajes previos, máxime cuando el final de Dark Knight era un excelente punto de partida para lo que iba a ser el final de Batman.
Pero algo ha fallado. Quizás las expectativas, pero es posible que Insomnio aparte, esta sea la peor película que ha entregado el director inglés. La que tiene peor factura, la peor dirigida, la más torpe en montaje, algo que Nolan ha demostrado que es un maestro, pero sobre todo en un guión atropellado, repleto de personajes y subtramas que no tienen el suficiente tiempo en pantalla y el suficiente peso para que ninguna de esas historias te atrape como debiera.
Argumentalmente nos encontramos conque han pasado ocho años desde los acontecimientos del anterior filme. Batman sigue retirado y Bruce Wayne se ha convertido en un trasunto de Howard Hughes que no sale de su residencia y ha dejado todo tirado y olvidado. Mientras tanto, Gordon mantiene la mentira creada por él y Batman de que el culpable de todos los males de la anterior entrega fue el Caballero Oscuro y manteniendo limpia la imagen de Harvey Dent, en un tiempo de prosperidad para Gotham. Pero bajo los suelos de Gotham (una metáfora muy buena del mal latente que yace bajo los pies de nuestra sociedad) se encuentra Bane, un villano de imagen imponente e interpretado con convicción por el irreconocible Tom Hardy).
Todo esto está muy bien, y el planteamiento de la entrega es muy atrayente. El problema es que está muy mal llevado. Para empezar, todos los flecos de la segunda entrega se pasan por alto y en el fondo no tienen la relevancia que deberían tener. La primera hora de metraje expone un montón de tramas paralelas que se pisan las unas con las otras, para llegar a una conclusión que en su simpleza habría sido mucho más efectiva: Bane toma Gotham y se convierte en un extremista líder del movimiento del 15-M. El problema es que la aparición de la amenaza está muy mal llevado y al descubrir Gordon de chiripa y tras ser brutalmente apalizado por Bane, le pide y exige a Batman que vuelva. ¿Por qué? Porque lo exige el guión, no por una razón lógica, ya que la amenaza de Bane la suponen los personajes y sobre todo el espectador, porque sabemos que es el villano de la entrega, no porque sus actos lo demuestren, sobre todo para los personajes del filme, en especial Gordon y Batman.
Mientras ocurre todo esto, Nolan nos presenta a mil y un personajes, unos interesantes y otros francamente prescindibles. Entre los primeros, Catwoman y Blake, interpretados por Anne Hathaway y Joseph Gordon Lewitt. El problema de ellos, sobre todo Catwoman, es que se presentan de manera precipitada, sin tiempo para que su arco de personaje se desarrolle como debiera. Entre los segundos, Miranda Tate o los ejecutivos codiciosos de Wayne Enterprises. Pero en el fondo todos ellos se pisan los unos a los otros sin dar tiempo a que nos importen los personajes o entendamos sus acciones.
Entre todos ellos deambulan un Bruce Wayne tocado e interpretado con convicción por Christian Bale o el Comisario Gordon, aunque ambos vean reducido en exceso su tiempo en pantalla a favor de estos otros personajes, lo que hace que el conjunto se diluya, sobre todo cuando el nexo entre la secuela y esta eran los personajes de Gordon y Batman y las consecuencias de lo que hicieron al final de la misma, haciendo Nolan que eso quede como nota a pie de página.
Porque en el fondo este final de trilogía tiene más puntos en común argumentalmente con la primera entrega que la secuela, ya que Bane tiene grandes puntos en común con R'as Ghul y la Liga de las Sombras. Nolan junto a Goyer y su hermano Jonathan mezclan el origen de Al Ghul (que tiene una breve aparición en el filme) con el origen de Bane en los cómics, cambiando la cárcel de Santa Prisca del originaL por un pozo que todos creímos que sería el pozo de lázaro donde Al Ghul resucitaría.
Bane es un presencia imponente y los dos mejores momentos del filme, junto con la primera aparición de Batman y sus escenas con Catwoman (buenas estéticamente, pero cuya relación solo es lógica para los que leen los tebeos y no para el espectador ocasional), los protagoniza el villano, sobre todo el primer enfrentamiento con Batman, el momento álgido de la película y el momento que pone a Gotham a sus pies.
El tercer acto de la película y el peor de los tres, lleva al paroxismo la peor idea de la secuela, es decir, la escena de los barcos y el regreso del hombre murciélago a las calles de Gotham es precipitado y falto de la épica que debía haber tenido, sobre todo cuando descubrimos al villano real de la función y desmereciendo todo lo construido alrededor de Bane, que se convierte en un triste Ubú (los que lean los cómics lo entenderán).
Y dejo para el final al que casi se convierte en el verdadero protagonista de la función, Joseph Gordon Lewitt, cuyo personaje es quizás el que más tiempo tiene de pantalla, algo lógico viendo en quién se va a convertir, pero que chirría en algunos momentos, como en el momento tiradísimo de los pelos y que ocurre demasiado pronto en la película, en el que descubre la identidad de Bruce Wayne.
Podría seguir hablando de decisiones argumentales muy cuestionables, como el cisma entre Alfred y Bruce, precipitado y necesario únicamente para el endeble guión perpetrado, pero fuera de lugar para los personajes construidos, tanto en las dos entregas anteriores, como en 70 años de historia comiquera, sin olvidar el polémico destino final de Batman, pero en definitiva, el resumen de la película es decepción. Eso no quita para que la película no se haga larga y tenga buenos momentos, pero se queda muy por detrás de las muy superiores dos entregas anteriores y por debajo de toda la filmografía de Nolan, exceptuando Insomnio.
Una oportunidad perdida para rematar una saga que habría podido ser legendaria y que ha pinchado en su capítulo final. Una verdadera pena.