28 de abril de 2013

Iron Man 3: Shane Black rompe la maldición de las terceras partes y deja en evidencia a Jon Favreau


Iron Man 3 de Shane Black (2013).

La maldición de las terceras partes es un hecho, sobre todo en el mundo superheróico cinematográfico. Le pasó allá por los años 80 a Superman, le ocurrió a Batman en los años 90 cuando el testigo pasó de Tim Burton a Joel Schumacher y ha ocurrido en los últimos diez años a personajes como Spiderman, la Patrulla X e incluso al todopoderoso Christopher Nolan en su trilogía del Caballero Oscuro.


Pero el vengador dorado ya tuvo su mala no, malísima continuación en ese Iron Man 2 de Jon Favreau estrenado en 2010. Un mal guión, unos pésimos villanos y un Robert Downey Jr. con el piloto automático interpretativo dejaron un malísimo sabor de boca a los aficionados tras la simpática y seminal (que no excelente) primera parte de Iron Man, cuyo mayor logro, aparte de demostrar que Robert Downey Jr. había nacido para ser Tony Stark,  fue comenzar la Fase Uno del universo Marvel cinematográfico que acabó desembocando en la fastuosa y excelente Los Vengadores de Joss Whedon.

Y como el Iron Man original fue el principio de la Fase Uno, este Iron Man 3 es el principio de la Fase 2 que expandirá el universo Marveliano y desembocará en la esperadísima Los Vengadores 2. Mucho ha cambiado para Marvel y muchos miles de millones de dolares ganados después, Marvel se ha atrevido a experimentar, a liberarse de sus referentes tebeísticos y este Iron Man 3 es la prueba fehaciente de ello.


Lo primero que se nota es el cambio de director. El encargado, Shane Black, es más conocido por su redefinición del género de acción y las buddy movies con títulos tan queridos y famosos como Arma Letal, El Último Boy Scout o la reivindicable El Último Gran Héroe. Como director, llamó la atención y trajo de vuelta a un Robert Downey Jr, pre-Iron Man y post-drogas con Kiss Kiss Bang Bang, una curiosa reinterpretación del noir que ganó muchas críticas positivas entre los que no me incluyo.


Shane Black sale con sobresaliente de la difícil tarea de estar a la altura del megaespectáculo inteligente que fueron Los Vengadores de Joss Whedon y revitalizar una franquicia y un personaje que había sido dañada en la secuela de Favreau, aunque el personaje había sido devuelto a su gloria por Whedon en Los Vengadores.

Lo primero que hace Black, es entregar el mejor guión que el universo Marvel cinematográfico ha tenido, convirtiendo sus dos primeros actos en una mezcla dinámica y excelente del Caballero Oscuro de Nolan, la saga Extremis de Warren Ellis y Adi Granov, El Hombre Más Buscado del Mundo de Fraction y Larroca, con unos pequeños tintes del Born Again de Miller y Mazuchelli para desembocar en su tercer acto, giro argumental polémico pero muy inteligente incluido, en un homenaje a las producciones de acción marca Joel Silver de finales de los 80 y principios de los 90, mezclado pero no agitado con la orgía visual y el megaespectáculo propio que vislumbro Whedon en ese final apoteósico de Los Vengadores, pero mucho más gamberro.


Vistos todos los referentes que he planteado en el párrafo anterior, parece que los marvelitas de pro (entre los que me incluyo) íbamos a babear con la cantidad de guiños y autorreferencias de los tebeos. Pues nada más alejado de la realidad, pues Black juega con esas expectativas para darnos la vuelta a lo que ya creíamos que iba a ocurrir. Muchos se han enfadado, otros como yo, aplaudimos su valentía e inteligencia, en un filme que sorprende tanto al público que no ha leído un tebeo Marvel en su vida, como a los que ya somos veteranos en este universo.


Pero todo esto que os estoy contando no valdría de nada si la película no fuera el entretenimiento de primera clase que es, un ejemplo de como hacer un blockbuster veraniego inteligente y sumamente divertido. Robert Downey Jr vuelve a demostrar que nació para ser Tony Stark, pero consigue darle nuevas capas al personaje, demostrando una vulnerabilidad nunca antes vista y que hace más humano a Stark. Paltrow y su relación con Tony es el eje de la narración, dándole más protagonismo a su personaje (atentos a ese final antológico) y creando una relación amorosa que de verdad importa. Y que decir de Guy Pearce y Ben Kingsley que bordan a sus respectivos villanos y se atreven a cuestionar la política terrorista yanki en una producción de más de 200 millones de dolares.


Súmale a eso tres set pieces de acción de auténtico vértigo y tenemos un auténtico ganador de la ya comenzada temporada de blockbusters estivales (aunque todavía estemos en primavera). Si este Iron Man 3 es un reflejo de lo que nos espera este verano cinematográfico, los aficionados podemos estar muy tranquilos.
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