28 de diciembre de 2015

Secret Wars Mes 4 (Parte 4): De Futuros y Realidades Paralelas Imperfectas






































Los universos superheróicos siempre han sido una mina para realidades alternativas, futuros distópicos o reinterpretaciones/homenajes de otros universos de ficción. Un cajón de sastre que ha alcanzado su máximo exponente con estas Secret Wars que fueron el colofón de la larga saga que Jonathan Hickman planteó en su etapa Vengadora.



De todos los tie-ins que quedan por reseñar de este mes de diciembre, el más destacado es Secret Wars 2099, recopilado al completo en el cuarto ejemplar de la antología Secret Wars Crossover. En su interior, nos encontramos con una miniserie que sirve como continuación paralela de una línea editorial que apareció a principios de los 90 y que imaginaba como sería el universo Marvel en el año 2099. Peter David, uno de los artífices del mismo y creador de la versión del Hombre Araña de dicho universo y que en la actualidad está realizando, nos plantea un futuro donde Los Vengadores son más que nunca una marca patrocinada y controlada por una megacorporación. Eso sirve a David para mezclar la acción típica del genero de superhéroes, donde homenajea el primer enfrentamiento del supergrupo con Los Defensores, para además inyectar unas buenas dosis de paranoia a lo Philip K. Dick con homenajes a obras suyas como A Scanner Darkly o Minority Report. Un tebeo que bien podría tener continuidad tras el evento y cuyo único defecto es el trabajo gráfico de Will Sliney, competente pero irregular, sobre todo si se le compara con las fantásticas portadas de Dave Rapoza.



Y del futuro pasamos a la reinterpretación en negativo que Marvel creó de la famosa Liga de la Justicia, cuya nueva encarnación para Secret Wars ha venido de la mano de Marc Guggenheim y Carlos Pacheco y que finaliza este mes. Decir, que esta conclusión de la historia está a la altura de la fascinante premisa. Un whodunnit perfecto, donde Guggenheim sabe cerrar su historia de manera redonda, desarrolla unos personajes de los que quieres saber más de ellos y donde Carlos Pacheco entrega un trabajo gráfico repleto de homenajes inteligentes al pasado del género y que nos devuelve a un Pacheco que echábamos de menos.



Mientras tanto, Fuerza V sigue demostrando el talento de Bennet y Wilson para saber devolver la magia perdida al género con su perfecta fusión de clasicismo y modernidad, un desarrollo ejemplar de un reparto multitudinario y el uso moderado e inteligente de giros argumentales en un tebeo que remata su brillantez con el arte de Jorge Molina.



Thors levanta el vuelo en este tercer ejemplar, tras la irregularidad de su segundo número, donde la atención se centra en el magistral interrogatorio a Loki y la búsqueda del asesino de las Jane Fosters y Donald Blakes del multiverso. Aaron y Sprouse y Sudzuka entregan una buddy movie mezclada pero no agitada con el género de los serial killers que quedará como uno de los grandes aciertos de estas Secret Wars.



No puedo decir lo mismo del desarrollo de La Guerra de las Armaduras. Un tebeo que tiene un planteamiento y un arte original y diferente, pero donde James Robinson no ha sabido cuajar su buena idea en un tebeo interesante y que emocione. Lo mejor, el arte de Marcio Takara.



Y terminamos este último repaso mensual a las Secret Wars con otro tebeo que prometía mucho más, Futuro Imperfecto. Peter David está lastrado por las debilidades narrativas de un Greg Land que da eso sí, lo mejor de si mismo, en un número que mejora lo expuesto en los dos anteriores y deja abiertas las puertas gracias a un giro argumental que puede darnos dos ejemplares restantes que hagan que este regreso al Futuro de El Maestro haya merecido la pena.

27 de diciembre de 2015

Sugar Skull de Charles Burns: El final solo es el principio

































4 años después de comenzar la que por el momento es su última obra, Charles Burns remata con destreza su surreal homenaje a Tintín y a la línea clara. Una obra inclasificable que requiere un sinfín de relecturas para rascar la superficie de un tebeo que bebe de la cinta de Mobius que tan buen resultado le dio a Lynch en Carretera Perdida.



En esta su tercera y última parte, Burns resuelve todos los misterios que quedaban por descubrir, con un cierre que deja más preguntas que respuestas y que te devuelve de nuevo a Xed Out, el primer volumen de la serie. Porque aunque los enigmas que iban apareciendo en los dos primeros volúmenes, quedan expuestos a una nueva revisión tras la lectura de un tebeo que bebe de Hergé como de la Interzona de William Burroughs, consiguiendo que ambos mundos no choquen sino que coexistan y se retroalimenten.



Burns vuelve a demostrar su dominio del miedo como instinto primitivo, el miedo a la soledad, el vacío y la existencia banal en el sinsentido de la vida de unos adolescentes en deriva existencial y miedo a la muerte y a las enfermedades que huyen, cada uno a su manera de un yo que les atormenta y no les deja avanzar.



Y si la suciedad elegante era la marca de la casa en Agujero Negro, al igual que los contrastes en blanco y negro, aquí el autor hace uso de los colores planos para plasmar las sensaciones de un protagonista, en fuga psicogénica para huir de unas decisiones cobardes que le dejan en un stand by perpetuo viajando una y otra vez a unos acontecimientos que por mucho que los maquille siguen siendo los mismos.



Un tebeo que vuelve a reafirmar la importancia de Charles Burns en el panorama contemporáneo, un tebeo y un autor único que lamentablemente se prodiga poco. Pero si el resultado es un tebeo como Sugar Skull no tengo ningún problema.

26 de diciembre de 2015

Secret Wars Mes 4 (Parte 3): No solo de superhéroes vive Mundo Batalla






































Si hay algo que agradecer a estas nuevas Secret Wars, aparte de la genial serie central, es la gran cantidad y variedad de géneros alejados de los superhéroes clásicos que son lo habitual en la Casa de las Ideas y de los que este puñado de series son un buen ejemplo.



Comenzamos con los dos capítulos finales de 1872, el revival de los personajes del western de la editorial y que aquí están perfectamente integrados con las versiones alternativas de los héroes tradicionales del universo Marvel y que Gerry Duggan ha sabido fusionar de manera inteligente, entregando uno de los mejores tie-ins del evento. Y aunque la miniserie haya terminado, los aficionados debemos alegrarnos porque esta parcela del universo Marvel volverá tras las Secret Wars.



La otra serie que se relaciona tangencialmente con el Capitán América es Cráneo Rojo, una historia en tres partes, publicada en nuestro país de manera íntegra en el número 61 de la serie regular del Capitán América y que parte de una premisa interesante y un primer ejemplar más que digno pero donde Joshua Williamson no llega a rematar de manera excelsa aunque bastante correcta. Lo mejor, el apartado gráfico de Luca Pizzai.



En cuanto a Relatos Salvajes, aquellos que han disfrutado de los dos anteriores ejemplares no tendrán motivo para la queja. Yo sigo con mi valoración ambivalente. Me encanta el entorno, el arte de Del Mundo, pero me sigue dejando una sensación de oportunidad perdida. Lo mejor, ese Guerrero de Cristal que aporta los momentos más divertidos del tebeo.



Spurrier y Walker siguen manteniendo un nivel más que óptimo en Marvel Zombies, una de las sorpresas de este Mundo de Batalla y que espero que siga teniendo su parcela fuera del macroevento y se fusione con el universo tradicional.



El Guantelete del Infinito afronta su recta final en el penúltimo capítulo de la saga, un ejemplar repleto de acción al estilo Marvel tradicional. 20 páginas donde Gerry Duggan y Dustin Weaver saben traer de vuelta esos tiempos donde en un solo ejemplar ocurrían más cosas que en 5 paperbacks actuales.



Y finalizamos con Mundo de Batalla, la serie antológica que engloba las series de relatos cortos de Mundo de Batalla, Secret Journal y en esta ocasión la joya del ejemplar, el especial Secret Love que homenajea los tebeos de romances de los años 50. Mundo de Batalla nos da una cal y otra de arena. James Stokoe entrega una pequeña joya en esta peculiar y original versión del eterno enfrentamiento entre Estela Plateada y Galactus. En cambio, Peter David no se esfuerza mucho en su enfrentamiento entre Estela y El Maestro, homenajeando la etapa de ambos personajes en Los Defensores. Las dos historias de Secret Journal son tan prescindibles como de costumbre, pero donde está el verdadero valor es en ese Secret Love, donde comenzamos con un fastuoso homenaje del Daredevil de Nocenti y Romita Jr. de la mano de un verdadero amante de los tebeos de finales de los 80, Michel Fiffe. Atrás no se quedan el resto de relatos, destacando el romance con aroma amerimanga entre la nueva Ms. Marvel y el Piloto Fantasma o la historia de Misty Knight y Danny Rand. Solo por estas joyitas merece la pena el ejemplar.

Y aquí termina por este mes mi repaso a los rincones más alternativos de estas Secret Wars. Nos vemos el mes que viene con más zombies, fantasía heróica y el resto de fascinantes géneros que enriquecen a la Casa de las Ideas.

23 de diciembre de 2015

DK III: The Master Race 1 de Frank Miller, Brian Azzarello y Andy Kubert. Primeras impresiones





















Que Miller no comenzó el siglo XXI con buen pie es un hecho. De las tres obras que ha publicado desde entonces, ninguna nos ha devuelto al autor que nos enamoró en los 80. Trabajos alimenticios, repetición de lugares comunes en su propia obra y una estereotipación de personajes que hacían de sus tebeos una sátira de su anterior obra.

Quizás esa sátira era provocada, porque de entre esos tres trabajos destaca DKII, la secuela de la magistral The Dark Knight Returns que elevó a Miller a los altares, era una obra que rompía con la estética y el tono de su obra más legendaria, una odisea punk de estructura, diseño y estética feista que descolocó a más de uno, entre ellos yo.




DKII tenía conceptos interesantes, pero la locura que transmitía cada página fue degenerando de volumen en volumen para convertirse en uno de los trabajos más ilegibles del autor que como toda obra rompedora, fue considerada visionaria para unos y el principio de la decadencia del autor para otros, entre los que me incluyo.




DKII tiene de encomiable el riesgo de Miller de tirar por otros derroteros e intentar revolucionar un mundo del cómic estancado en los aciertos del pasado. Pero el resultado es irregular, porque se ve lo que Miller intenta, pero que no consigue plasmarlo en el producto final.




Y ahora llegamos a la tercera parte de aquella obra que cambió al Caballero Oscuro para siempre. Pero esta vez Miller no está solo, ya que aquí es un mero consultor y el guión se pone en manos de Brian Azzarello, guionista capaz de lo mejor (100 Balas, Joker, Wonder Woman) y de lo peor (Superman: Por el Mañana, Batman: Ciudad Rota). De los lápices tampoco se encarga Miller, exceptuando el curioso mini-comic que acompaña al primer ejemplar, protagonizado por Atom y que recuerda a una mezcla entre el trabajo de Miller en DK2 y el arte de Walter Simonson.




Pero centrándonos en el primer ejemplar de una miniserie en ocho partes que ayudará a DC a salir de su ostracismo económico, he de decir que las primeras impresiones son positivas pero no impresionantes. Por supuesto que este DKIII solo tiene un objetivo económico y de vuelta a unas glorias pasadas imposibles de volver a plasmar y experimentar. 




Olvidaos de los experimentos lisérgicos de la denostada secuela. Este tebeo y los lápices de Kubert ayudado por un Klaus Janson que nos intenta evocar con acierto al Miller de la buena época, es una vuelta a ese primer prestigio que devolvió a Batman al panteón de los antihéroes. Tenemos de vuelta esa ciudad de Gotham bañada en un calor pegajoso y sucio, tenemos de vuelta los noticiarios que nos esbozan con píldoras el background de lo que ha ocurrido entre DKII y DKIII. Y por supuesto tenemos de nuevo a un Batman que ha dejado la ciudad hace tiempo, pero que parece que como El Almendro, vuelve por Navidad.




Azzarello imita correctamente la prosa de Miller. El tebeo se lee con gusto pero sin pasiones. Las historias paralelas de Superman y Wonder Woman pueden estar curiosas y la revelación final del primer capítulo hace por lo menos que te pique la curiosidad por saber como va a continuar la historia.




En definitiva, un tebeo cuidado, técnicamente estimable pero que por supuesto, vive de la sombra de un tebeo que no fue un ejercicio comercial, sino la obra de un autor diferente, arriesgado y fuera del mainstream imperante del momento. Este DKIII es un ejercicio de nostalgia retro correcto pero prescindible, a menos que Miller, Azzarello y Kubert nos sorprendan en los ejemplares que quedan por venir.

22 de diciembre de 2015

Secret Wars Mes 4 (Parte 2): De Mutantes, Peque Marvels e Inhumanos






































Este segundo bloque de las novedades de Secret Wars correspondientes al mes de diciembre (y del que quedan todavía dos entregas más que espero poder compartir antes de que acabe el mes) se centra en las restantes series de mutantes, la pequeña joya de Skottie Young y la magnífica serie de Charles Soule.



Comenzamos con los dos últimos ejemplares de Años del Futuro Pasado, que por el momento es el título centrado en los mutantes que mejor ha sabido aproximarse a la saga que homenajea. Dos últimos ejemplares que cierran la historia con algunos giros argumentales quizás algo precipitados pero tremendamente interesantes, donde además su dibujante, Mike Norton, se esfuerza para entregar su mejor trabajo en la miniserie.



Continuamos con X-Men'92, esa sorpresa por la que no daba un duro y que sabe homenajear y reirse de una etapa tan irregular e icónica a la vez que fueron los mutantes en los primeros años 90. Sus guionistas, vuelven a desempolvar maneras de hacer hace tiempo olvidadas en la franquicia iniciada por Claremont, aprovechando personajes largo tiempo infrautilizados como Tormenta y sabiendo sacar partido de unos personajes que han ido perdiendo lustre e identidad por el excesivo uso y mal uso de los mismos.



En cuanto al Viejo Logan, Bendis y Sorrentino siguen entregando un fascinante crisol de los mundos de Mundo Batalla, y sorprendiendo a sus lectores con team-ups inesperados provenientes de otra de las joyas de este evento, Fuerza V. El trabajo de Sorrentino a los lápices, como siempre, una delicia para los sentidos.



Los peque marvels de Skottie Young siguen en plena forma con un tercer ejempar que es una delicia absoluta no solo para los lectores Marvel, sino para todos los aficionados a la cultura popular con un tebeo fresco, divertido y que es capaz de convertir en seguidores a todo aquel se acerque a sus páginas con su divertida representación plagada de humor de las bases de dos grupos tan emblemáticos como la Patrulla X y Los Vengadores.





Termino este segundo repaso con el tebeo que más me ha sorprendido de este bloque, el final de El Ascenso de Attilan, con un ejemplar que contiene las dos últimas partes de la historia y donde Soule cuenta un nuevo origen para Los Inhumanos y la relación entre Medusa y Rayo Negro, dejando un final heredero de Matrix que te hace replantearte todo lo que has leído hasta el momento y que demuestra de nuevo el jugo que le ha sabido sacar Soule a este mundo creado por Muerte.

21 de diciembre de 2015

Superman de John Byrne: Una de las obras de referencia del Byrne de los 80 que no ha envejecido bien






































A lo largo de los últimos tres años, ECC ha acometido la reedición en 10 volúmenes en cartoné de una de las obras más importantes de la DC post-Crisis de los años 80 y que necesitaba de una reedición en condiciones, ya que las dos únicas ediciones de las que podía disfrutar el lector español era la original que publicó Zinco en formato grapa entre los años 87 y 89 y la reedición de baja calidad en formato coleccionable de quiosco que editó Planeta de Agostini con motivo del estreno del Superman Returns de Synger entre 2006 y 2007.




Antes de adentrarme en la obra en sí, decir que la edición de ECC es la de mayor calidad que se ha editado de la misma hasta la fecha, aunque los últimos volúmenes muestran que los últimos ejemplares no han sido remasterizados todavía y que algunos de los primeros ejemplares, en concreto el número 2 de la serie regular de Superman ha perdido el trazo original de Byrne con un emborronamiento que desmejora mucho el trabajo original. En cuanto a contenidos, es la edición más completa del Superman de Byrne, ya que los números de Adventures of Superman guionizados por Marv Wolfman están fuera de la colección, pero a cambio tenemos todos los anuales firmados por Byrne, las miniseries El Mundo de relacionadas con Krypton, Smallville y Metropolis (solo merece la pena la primera) y el prescindible Superman: The Earth Stealers de Byrne y Ordway, editado originalmente en formato prestige, que de prestigio tenía solo el formato.




Pero lo más importante es, ¿qué tal le ha sentado el paso del tiempo a la primera obra de John Byrne en DC Comics tras su espantada de Marvel Comics? La respuesta es que ha envejecido mucho peor que trabajos previos como Alpha Flight o su etapa al frente de los 4 Fantásticos. Los motivos, muchos y variados.




En primer lugar, decir que la miniserie que lo empezó todo, Superman El Hombre de Acero es modélica en su modernización del personaje en seis capítulos autoconclusivos, exceptuando un pero. Byrne le quita al personaje todo el bagaje acumulado de casi 50 años del personaje, reduce sus poderes para que no sea un personaje aburrido e invencible y remodela a Lois Lane convirtiéndola en una mujer moderna y liberada, además de reconvertir a Lex Luthor (aunque el mérito es de Marv Wolfman) de científico loco a hombre de negocios sin escrúpulos, casi un Donald Trump pero con cerebro.



El pero es que de tanto quitarle bagaje, Byrne le quita lo más importante, su herencia kryptoniana. Hay que decir que este tebeo apareció en la época Reagan y que este Superman es muy fruto de la propaganda de la época donde lo más importante era ser Americano o sentirse Americano. Superman reniega de su herencia kryptoniana y se siente un americano de pro por haberse criado en Kansas, por lo que esa sensación de extraño en tierra extraña desaparece y se convierte en un superhéroe más que no destaca por nada más que su icónico uniforme.




Una vez plasma este controvertido origen, Byrne se encargó de dos series del personaje de manera mensual. Un nuevo título, llamado Superman a secas, donde estaban las historias principales y que a lo largo de 23 ejemplares fue la serie que mantuvo mejor el tipo y Action Comics, donde convirtió la serie en un Marvel Team Up y donde el canadiense quiso emular el trabajo que él y Claremont realizaron en la serie anteriormente mencionada, pero con resultados mucho más pobres y que solo sirvió como escaparate del nuevo universo DC del que Superman en ese momento era la serie estrella.




El gran problema de su etapa es que teniendo grandes aciertos como los anteriormente mencionados de Luthor y Lane y ejemplares tan redondos como el Superman número 2 o el relato corto de Luthor y la camarera, o aventuras tan divertidas como el retorno de Supergirl o el crossover con la Legión de Superhéroes, o reinterpretaciones tan conseguidas como la de Metallo o Mr. Mxytpllx o como se escriba. Lo malo, que los nuevos villanos creados por Byrne no tienen el empaque de los originales, como por ejemplo ese Bloodsport salido de los sueños húmedos de un Rob Liefeld adolescente. Aunque en honor a la verdad, decir que Silver Banshee es una gran adición a la galería de villanos del Hombre de Acero.




Pero sobre todo fue la inclusión de la serie regular de Superman dentro de los mil y un eventos de la editorial. Porque al tercer número Superman ya está adentrado en Legends, para pocos meses después irse a Millenium y cargarse al personaje de Lana Lang. Es imposible que Byrne pudiera contar una historia a largo plazo si tenía que estar parando cada dos por tres para introducir su trama con calzador dentro de los crossovers multitudinarios. Por lo que la relación de Lois/Clark/Superman que en principio prometía queda diluida, al igual que la de Lana y Clark. Donde si triunfa Byrne dentro de los relatos de amor es en "Amor Perdido", un canto a Lori Lemaris, el primer amor de un joven Clark, que se encuentra entre los mejores relatos del personaje.




Action Comics es otro cantar. Una serie de team-ups unos con mayor acierto y otros no, pero que son intrascendentes y lo que es peor, se ve la desidia de Byrne a medida que pasan los meses y el volumen de trabajo con el Hombre de Acero le satura, con páginas mal acabadas y entintadas deprisa, corriendo y mal por una terna de colaboradores de Byrne, auguarando el Byrne más mediocre de las siguientes décadas.




Byrne abandonó la colección de un día para otro, algo habitual por su ego, con una historia que sigue coleando actualmente, donde Superman envenena con kryptonita a Zod y compañía, dejando el marrón a los autores que vinieran después. En definitiva, una etapa con luces y sombras, pero que vista la triste carrera del personaje en cuanto a series regulares, se sigue encontrando entre lo mejor del personaje. Una de las obras peor acabadas de John Byrne, pero uno de los mejores tebeos del personaje, incluso con sus grandes carencias.

20 de diciembre de 2015

Star Wars Episodio 7: El Despertar de la Fuerza. George, como te echo de menos





















Los que hayáis seguido mis reseñas de la saga galáctica, habréis comprobado que adoro cada uno de los capítulos que ideó George Lucas más o menos a partes iguales. Unos me gustan más, otros menos, pero todos los disfruté en su momento y los considero una parte muy importante de mi vida y seis obras que conforman una epopeya en conjunto maravillosa, irrepetible y que dudo pueda ser repetida en toda la historia del cine.

Y lo que la hace irrepetible es porque Lucas creó una sinfonía multitonal donde la mezcla de influencias y estilos confluían en algo único e universal que ha sido capaz de tocar a todo tipo de personas y que ha perdurado a lo largo de varias décadas y varias generaciones. El motivo, una obra multigenérica donde confluían el western, el cine de artes marciales, la filosofía, el cine bélico, el humor, el amor, el drama familiar, etc... Star Wars no se podía adscribir en un solo género porque era un género en si mismo.



¿Pero que pasa cuando un estudio y un realizador no se atreven a seguir arriesgando y sorprendiendo a unos espectadores ansiosos por saber que ocurrió con Luke Skywalker y compañía? Que sale un producto como El Despertar de la Fuerza. Un refrito de la película original con trazas del Imperio Contraataca, que visual, auditivamente y argumentalmente parece Star Wars, pero no es Star Wars. ¿Cómo es eso posible?

Porque J.J. Abrams de nuevo demuestra que es el rey del refrito. Un realizador que adora a Steven Spielberg y George Lucas, pero que es incapaz de entender que es lo que hizo grande la obra de estos dos creadores. Y si ya intentó acercarse al Spielberg de E.T. con resultados francamente desesperanzadores con Super 8, aquí su aproximación a la galaxia de Lucas es un fracaso en toda regla.



En primer lugar, Abrams desgrana sin ningún pudor el argumento y estructura de Una Nueva Esperanza, intentando hacer pasar por nuevo lo que es un reciclaje en toda regla donde la capacidad de sorpresa queda completamente anestesiada. La manera de aparentar novedad es mezclando la estructura de Una Nueva Esperanza con fragmentos cogidos al azar de El Imperio Contraataca y un reparto de jóvenes y viejas caras que nunca consiguen cuajar, convirtiendo la película en un híbrido indigesto.

Un híbrido que confunde el ritmo con el ruido. Porque Abrams intenta ocultar las debilidades del libreto con una sucesión de escenas de acción que supuestamente te quitarán el hipo, que dejan exhausto al espectador, no porque sean dinámicas, sino porque están ahí para marear, para aparentar que algo pasa en una galaxia que se ha quedado inerte.



Inerte, porque en su "refricuela", Abrams devuelve el universo y a sus personajes a la casilla de salida, como si todo lo que vivieron y sufrieron no tuviera importancia, aportando una sensación de deja vu constante en todo el metraje. Porque no hay una sola idea original, un plano ingenioso, un giro que te deje la boca abierta. Todo está telegrafiado, todo es artificial, nada es creíble y todo es predecible.

He de decir que el nuevo reparto hace un muy buen trabajo en esta galaxia de cartón piedra de mírame pero no me toques que se ha sacado de la manga Abrams. Daisy Ridley y su Rey es un personaje fascinante, lleno de aciertos pero que lamentablemente está en una película que no está a la altura. Sus momentos con BB-8, otro gran acierto del filme y que lamentablemente va perdiendo peso dramático a medida que la película se va embarullando, son los mejores momentos del filme. Jon Boyega como Finn sorprende gratamente con una interpretación a lo mejor demasiado "over the top" pero con una química innegable con Rey. De Oscar Isaac y su Poe Dameron poco que decir, ya que no puedo valorar a un personaje que tiene tan poco tiempo en pantalla. Solo un apunte, su relación con el personaje de Finn está forzadísima.

¿Y qué decir de nuestros queridos y adorados personajes clásicos? Que están únicamente para hacernos creer que esto es la secuela de El Retorno del Jedi. Estereotipados y fuera de personaje, sirven como momento cameo y poco más, ya que entorpecen la historia de unos personajes novedosos que habrían despegado mucho más sin el lastre de unos iconos que sirven únicamente como fósiles en un museo.



¿Y qué decir de ese nuevo villano y su Primera Orden? Que Kylo Ren puede llegar a ser un personaje interesante, pero el resto de su Primera Orden es un batiburrillo de tópicos del antiguo Imperio que da más risa que amenaza. La razón, la de toda la película: que no te crees que estás en Star Wars.

El motivo, el que expongo en el primer párrafo. Que Star Wars era algo más que batallas espaciales, Estrellas de la Muerte y sables luz. Eso está muy bien como espectáculo. Pero si no hay una mitología y una épica, todo se cae como un castillo de naipes. Y para JJ. Abrams, Star Wars sigue siendo lo que hacíamos todos cuando teníamos 8 años con nuestras action figures. Batallitas espaciales, muchos rayos, muchos tiros, poca chica y poca magia.

Porque magia es lo que desprendía la saga de Lucas y es de lo que carece esta película de Abrams. No hay ni un plano que maraville, no hay tiempos muertos, no hay placer por el mundo en el que se mueven los personajes y que aquí Abrams ha convertido en un espacio más pequeño en apariencia que la isla de Perdidos. Es el concepto barrio llevado a sus máximas consecuencias. Por supuesto, todo lleno de ruido y escenas que no desarrollan sino que entorpecen para anestesiar a los espectadores que se dejan embaucar con un espectáculo pirotécnico carente de alma.



Podría seguir hablando del cobarde diseño de producción donde todo es un refrito de las anteriores entregas y ningún acierto destacable. Nuevos planetas que no son más que repeticiones de planetas clásicos a los que solo les cambia el nombre o la obsesión de Abrams por demostrar a los fans talibanes de que su galaxia es cien por cien echa a mano, para luego ofrecernos algunos de los personajes digitales más feos y mal diseñados de la historia reciente, que parecen descartes de la trilogía del Hobbit de Peter Jackson.

En definitiva, justicia poética. Una justicia poética hacia unos fans que menospreciaron las precuelas en su conjunto, sin saber apreciar sus muchas virtudes y solo fijándose con ansia enfermiza en sus defectos, que por supuesto, como toda película, los tenía. La galaxia de George Lucas era maravillosa  y única, la de J.J. Abrams es mediocre, cobarde y falta de magia. La visión de George era la de un soñador y un artista que se balanceaba entre lo magistral y en algunas ocasiones en lo ridículo. La de J.J. Abrams es la de un consejo ejecutivo, fría, calculada y muy pero que muy mediocre.

18 de diciembre de 2015

Star Wars Episodio 6: El Retorno del Jedi. Decepcionante final de trilogía


































Me parece sorprendente e inaudito comprobar cada vez que revisito la saga de Lucas y llego al episodio VI, como los seguidores cargan contra las precuelas con un salvajismo digno de un linchamiento y en cambio aprueban con tibieza un capítulo tan mediocre y poco inspirado como este Retorno del Jedi que nos ocupa.

Porque digámoslo sin miedo, El Retorno del Jedi es una película tan poco lograda como lo puede ser La Amenaza Fantasma, quizás con momentos puntuales mucho más logrados que el primer capítulo de las precuelas pero igualmente insatisfactorio dentro del conjunto de la saga, no como buen cine de entretenimiento.



Si Lucas acertó entregándole las riendas de la secuela a Irvin Kershner, que potenció y aumentó los logros conseguidos por Lucas en la obra original, aquí el director elegido, el malogrado Richard Marquand, está completamente como pez fuera del agua, en una película que Lucas tuvo que intervenir tanto en el rodaje como en la post-producción para poder salvarla, como bien cuenta el imprescindible libro The Making of The Return of The Jedi de J.W. Rinzler, un libro al igual que sus predecesores, imprescindible y completamente disfrutable para todo fan que quiera indagar en el proceso de creación de la trilogía original.



En primer lugar, Marquand no está preparado para trabajar con unos efectos especiales revolucionarios para la época, por lo que la obra es la que peor ha envejecido de las tres originales, demostrado en la cantidad de insertos y arreglos digitales en su mayoría desafortunados que Lucas acometió en 1997, 2004 y 2011 respectivamente.

Pero lo peor no solo es eso, sino que también es el peor Star Wars visualmente hablando. Todo lo que nos presentan ya está visto en anteriores entregas y el único nuevo planeta que aparece, Endor, es de una pobreza visual inaudita para una saga que nos había hecho volar. Lo mismo decir del trabajo de fotografía del largometraje, falto de una unidad, no solo en el filme como conjunto, sino en una misma escena que parece haber sido fotografiada deprisa, corriendo y mal, sobre todo en la parte del bosque de Endor, acercando a la saga a los abismos de la serie B apresurada, tanto en forma con en fondo.



Porque tampoco el guión de este cierre de saga se salva de la criba. Porque exceptuando el genial pero excesivamente largo prólogo en el palacio de Jabba y el enfrentamiento final entre Luke, Vader y El Emperador -esto si, entre lo mejor de las seis películas- el resto es de un rutinario y previsible que echa para atrás.

El motivo, que exceptuando Luke y Vader, el resto del reparto no solo no evoluciona, sino que involuciona. Han Solo sobre todo está a verlas venir y nada queda del socarrón mercenario de anteriores entregas. Aquí el personaje nada tiene que hacer y su destino es ser mero comparsa de unos osos de peluches que adoré en mi infancia, pero que ahora convierten el visionado de su historia en una tortura, no por estar dirigidos al público infantil, sino por la pobreza de su arco. Lo mismo para Leia, Chewbacca, R2D2 y C3PO. Nada tienen que hacer aparte de aparecer porque el fan de la saga los reclama, pero Lucas no sabe que hacer con ellos.



Y el motivo es otro error de gran calibre, poner a los mandos del Halcón Milenario a Lando Calrissian. Porque la batalla contra la Estrella de la Muerte, la mejor batalla en términos narrativos y visuales de toda la saga, queda lastrada porque quien pilota la aeronave no nos importa lo más mínimo, ya que quien debía haber pilotado esa nave eran Han y Chewie y seguramente alguno de ello o los dos, morir en el intento, como Harrison Ford le pidió a Lucas encarecidamente durante la preparación del filme.



Por lo que al final de una finale con tres frentes abiertos, nos quedamos con uno magistral, otro visualmente apabullante pero falto de garra dramática y un último frente pobre tanto en el aspecto visual como en el narrativo. Por supuesto que este capítulo tiene sus puntos positivos, en especial ese Emperador interpretado por Ian McDiarmid que roba la pantalla en cada una de sus apariciones al igual que en las precuelas o el palacio de Jabba, pero que no es suficiente para un episodio que tenía que haber dejado sin respiro a los seguidores de la misma.



En definitiva, un episodio perezoso y desganado -¿en serio otra vez una Estrella de la Muerte?- que cierra la saga de manera irregular pero que por supuesto tiene momentos dignos del universo creado por Lucas.
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