31 de mayo de 2013

Astonishing X-Men de Joss Whedon y John Cassaday: Claremont y Morrison se dan la mano en el que tebeo que Whedon nació para escribir


Tras la finalización de la revolucionaria etapa de Grant Morrison, Marvel Comics volvió a demostrar su incapacidad para remontar la franquicia mutante, dejando sus dos títulos señeros, en manos de una vieja gloria, Chris Claremont, que aunque no hizo el más espantoso de los ridículos, tampoco hizo nada digno de mención, o en manos de un incompetente como Chuck Austen, el cual hizo bueno el trabajo de Lobdell o un Peter Milligan menos interesado en revolucionar como ya hiciera en su fundamental X-Tatix y más en sacarse unos cuantos dólares para pagar la luz y el gas. 


Pero el camino abierto por Morrison era demasiado interesante como para dejarlo pasar, y si las series regulares de toda la vida volvieron a recular hacia caminos ya conocidos y excesivamente trillados, Marvel Comics se sacó de la manga una tercera serie regular, Astonishing X-Men, con aroma de clásico desde antes de su publicación, gracias a los nombres asociados al título, Joss Whedon y John Cassaday. 


Aunque actualmente Whedon está en boca de todos gracias al merecidísimo mega-éxito que han sido Los Vengadores, no hay que olvidar que fue el creador de una de las mejores series de televisión de todos los tiempos, Buffy Cazavampiros,serial que partiendo de un material a priori tan chusco como una teenager que está predestinada a acabar con toda la fauna de vampiros y demás monstruos que pueblan un pueblo ficticio llamado Sunnydale y que bien podría ser el decorado perfecto para Brandon, Dylan y compañía, se convirtió en un ejemplo de como demostrar el paso de la irresponsabilidad de la vida adolescente a las luces y sombras de la vida adulta y un desarrollo de personajes que ya quisieran muchas series de la HBO o la AMC. 


No es de extrañar que uno de los autores a los que más admira Whedon es a Chris Claremont, sobre todo su larga etapa al frente de los hijos del átomo. Él mismo ha dicho que una de sus influencias para la creación del personaje de Buffy Summers (¿otro guiño a la franquicia mutante?) es el personaje de Kitty Pryde, una de las grandes creaciones Claremontianas y uno de esos personajes que en el momento en el que Claremont abandonó el barco, fue ninguneado por todos los autores que habían pasado los últimos años por la franquicia mutante en los últimos 20 años. 


Y ese es el propósito de Whedon en estos veinticuatro números más un especial que ha realizado, enmendar los errores del pasado (la estúpida muerte de Coloso) y traer a primera línea de nuevo, a dos personajes tan importantes como poco aprovechados, como Kitty Pryde y Scott Summers, alias Cíclope. 


El más importante para la colección es Kitty Pryde, personaje con el que Whedon comienza las primeras páginas de su etapa y finaliza con el sacrificio definitivo, elevándola a los altares de personaje inmortal (que luego su sacrificio se solucionara a los pocos meses, restándole valor al mismo ya no es cosa ni culpa de Whedon). En manos de este, Kitty pasa como decía la canción de Julio Iglesias, de niña a mujer, con momentos tan logrados como su reencuentro y aceptación del regreso de Peter, su primera relación sexual con él, (ya era hora, como bien dice Lobezno en uno de los mejores momentos de toda la etapa) o su relación con Emma Frost, que pasa el odio más absoluto y el recelo de Kitty hacia ella y el desprecio de Frost, hasta ese momento final tan emotivo como es la despedida de las antaño antagonistas. 


Y si hablamos de Frost, donde Whedon desarrolla lo ya expuesto por Morrison en un ejercicio de retrocontinuidad muy bien elaborado y que trae de vuelta a un muy especial Club Fuego Infernal y el retorno de otro personaje Morrisoniano, Cassandra Nova, en la que quizá es mi saga favorita dentro de las cuatro que compone su etapa, no podemos dejar de lado a Cíclope, el otro gran personaje dentro de esta colección, que pasa de ser un líder que ha perdido la fe en si mismo y un personaje con el que no han sabido que hacer con él, a demostrar que es el hombre X por excelencia, siendo el preludio del Cíclope en el que se ha convertido. 


Whedon también tiene tiempo de indagar en la psique de un Hank McCoy atemorizado por su feralización, un aspecto que comenzó a desarrollar Gran Morrison en su etapa y que aquí culmina en final feliz con uno de los muchos personajes nuevos y brillantes que crea. Whedon, la líder de SWORD, Abigail Brand. 


Obviando a Coloso, que sirve a Whedon para introducir la que sería la gran trama de su etapa en la colección, el personaje que menos le interesa a Whedon es Lobezno, curiosamente igual que a Claremont, hasta que John Byrne se metió en su vida y lo convirtió en ídolo de masas e icono cultural. Whedon no introduce ningún cambio en el canadiense, aunque le brinda dos de los mejores momentos de todo el serial, su enfrentamiento con Cíclope tras encontrar a este acostado con Frost y la conversión del feroz asesino en asustadizo osito de peluche gracias a los juegos mentales de Emma Frost.

 
No puedo dejar pasar la creación de conceptos tan originales, inteligentes y novedosos cono la creación de la cura mutante con la que arranca su etapa y que sirvió como punto de partida de la infame X-Men 3, la conversión de La Sala de Peligro en entidad con sentimientos vengativos hacia su creador, o el apartar de la vida de los mutantes a un Charles Xavier de nuevo manipulador y que como ya apuntaba Morrison en su etapa, es un lastre, al igual que Magneto, para que los personajes y la franquicia evolucionen. Trístemente, estos personajes vuelven una y otra vez posteriormente, por culpa de editores y autores cobardes o faltos de talento, que creen más en lo viejo conocido. 


Termino este repaso a una de las etapas que ya han pasado a la historia con letras de oro, mencionando al otro 50% del éxito de la colección, su dibujante, John Cassaday, autor tan bueno cono lento, pero que conplementa los guiones de Whedon de una manera tan esplendorosa, que ambos autores entran en el panteón de las grandes colaboraciones junto a Stan Lee y Jack Kirby, Claremont y Byrne o Miller y Mazuchelli. Quizás esto es lo que le faltó a Morrison en su etapa, que Quitely se hubiera quedado con él. 


Una etapa imprescindible, escrita por un autor que ha nacido para escribir a los X-Men, maestro de la narrativa y que domina como nadie el equilibrio entre tramas principales y subtramas, que sabe darle al público lo que quiere pero no lo que espera y que sobre todo sabe aunar tradición (Claremont) y modernidad(Morrison) sin perder sus señas de identidad y su personalidad

28 de mayo de 2013

New X-Men de Grant Morrison: Tercera Génesis


Marvel Now ha vuelto a traer a primera línea de actualidad a los mutantes creados por Stan Lee y Jack Kirby en 1963 y que fueron catapultados a la fama por Chris Claremont a finales de los años 70 en una etapa fundamental dentro de la historia del cómic de superhéroes mainstream americano. Jason Aaron, con su excepcional Lobezno y los X-Men y Brian Michael Bendis en su fastuosa La Nueva Patrulla X ha devuelto la confianza en unos personajes que habían sido sobreexplotados y vaciados de su esencia y que gracias al controvertido crossover Vengadores Vs X-Men han vuelto a recuperar su protagonismo en un universo Marvel que durante la última década había sido tomada por el universo Vengador y demás satélites que giran a su alrededor.


Pero esta nueva y brillante etapa que comienza a disfrutar el lector no existiría sin el genial Grant Morrison, brillante y controvertido guionista escocés que tomó bajo su manto en el año 2001 a los estudiantes de Xavier y durante tres años volvió a devolver a estos personajes aquello que les hacía únicos y especiales.

Porque los mutantes llevaban languideciendo más de una década, desde que su alma mater, Chris Claremont, les dejara huérfanos en el año 1991 en el número 3 de X-Men. Y en honor a la verdad, Claremont llevaba muchos años sin ser ese guionista brillante que nos encandiló a todos los lectores en el inicio de su etapa con el grupo, sobre todo junto a John Byrne. Culpemos a la sobreexplotación de la que fueron víctimas los personajes y los lectores, las injerencias editoriales que provocaran la marcha del autor, pero los mutantes ya no eran ni originales, ni rompedores.


En peor situación se encontraron los personajes y los lectores una vez se marchó Claremont, ya que sus sustitutos, los guionistas Scott Lobdell y Fabian Nicieza, comenzaron a vivir de las rentas y a desvirtuar la esencia y las personalidades de unos personajes antaño adorados por los lectores, y que seguían funcionando por la inercia de la compra mensual y la nostalgia y añoranza de una época que había terminado hace tiempo. Historias puntuales como "La Era de Apocalipsis" o "Onslaught", quizá lo mejor de dicha época, además de la labor artística de buenos dibujantes como Joe Madureira, Andy Kubert o Carlos Pacheco, ayudaban al lector a disfrutar de unos tebeos que habían perdido la esencia que los hacía únicos.

La llegada de dos buenos autores como fueron Joe Kelly en X-Men y Steve Seagle, quedó truncada cuando el inefable Bob Harras, editor Marvel en aquellos años 90, hizo que los autores abandonaran el título al año más o menos. La llegada de Alan Davis como autor completo nos dio esperanzas y una etapa correcta sin más, lejos de la calidad y la libertad que este mismo autor entregó a los fans en Excalibur.


Tan desesperada estaba Marvel, que trajo de vuelta al patriarca de la franquicia mutante, el mismísimo Chris Claremont, en una etapa infumable, imposible de leer y que carecía de la más mínima lógica, consiguiendo lo imposible, hacer buena la etapa de Nicieza o Lobdell. Tras el batacazo de un guionista que había perdido la frescura y la magia de los buenos tiempos, la editorial acorralada y consciente de que sus antaño frescos personajes eran momias que seguían con vida gracias a un grupúsculo de aficionados nostálgicos (entre los que me incluyo) que seguían comprando los títulos de la Patrulla por puro coleccionismo y hábito adquirido con los años.

Pero con el comienzo del nuevo siglo, dos acontecimientos completamente alejados los unos de los otros hicieron que los mutantes y Marvel en general volviera a situarse en primera línea dentro del cómic americano. Lo primero fue el estreno del primer X-Men cinematográfico y la segunda la llegada como editor en jefe de Joe Quesada, amado y odiado a partes iguales (yo me encuentro entre los primeros) que dio nuevo brío a los títulos Marvel y por supuesto a los X-Men.


Si en la señera Uncanny X-Men puso al frente al guionista Joe Casey, irregular guionista, capaz de lo mejor y de lo peor, donde comenzó con fuerza pero fue perdiendo fuelle a medida que culminaba su etapa, en la segunda colección de la Patrulla, X-Men, contrató a dos pesos pesados de la industria del cómic americano, Grant Morrison y Frank Quitely, dos autores que habían trabajado juntos en DC Comics en trabajos tan revolucionarios, originales y polémicos como Los Invisibles o Flex Mentallo.

Morrison venía de DC Comics después de una exitosa revitalización de la JLA, una etapa de 41 números, que puso de moda de nuevo al supergrupo insignia de la editorial, aunque el resultado no fuera todo lo bueno que debería haber sido, máxime cuando Morrison había realizado tebeos tan interesantes como los mencionados Los Invisibles, Flex Mentallo o la que sigue siendo su obra más redonda, Animal Man, sin olvidar su Doom Patrol.


Curioso es que cuando estaba promocionando hacia finales de los años 80 su versión de la Doom Patrol (un delirio dadaísta francamente recomendable y precursora de la que sería su opus magna, Los Invisibles) dijera textualmente estas palabras a la revista Amazing Heroes y cuyo extracto pongo textualmente, sacado de la traducción de dicha entrevista que apareció en el número 17 de la edición española de Animal Man de ediciones Zinco:" Cuando la cogí, la Doom Patrol se había convertido en otros X-Men. No puedo imaginar algo peor que convertirse en eso, así que tuve que rescatarles (....) Los X-Men deberían haber terminado en 1980. La última historia buena fue aquella donde todos van al futuro y son asesinados. Pienso que aquello fue realmente bueno... si solamente lo hubieran parado ahí. Aunque supongo que si sigue es por cuestión de dinero".

Morrison demostraba en dicha entrevista, lo que muchos pensábamos pero no queríamos creer, que La Patrulla X de Claremont y Byrne fue la grandiosa y lo que vino después (excepto casos excepcionales y puntuales) no fue más que una manera de seguir exprimiendo a la gallina de los huevos de oro.


Y es por eso que la etapa de Morrison podría leerse sin problemas tras la salida de Claremont del título. Porque Morrison, salvo algunos detalles de la continuidad que no se podía saltar, reflejaba que los últimos 15 años del título no habían servido de gran cosa y que los mutantes no habían evolucionado lo más mínimo, exceptuando el regreso de Jean Grey y su boda con Scott Summers, elemento fundamental de esta etapa de la colección.

Porque el triángulo amoroso entre Jean Grey-Scott Summers-Emma Frost es uno de los grandes aciertos del escocés y el elemento más interesante de todos los que trata en su evolución de los mutantes marvelianos, sobre todo un Scott Summers al que por primera vez le vemos un ser de carne y hueso, humano, con dudas y miedos, hastiado de una vida preprogramada, más maduro y evolucionado (grande el momento que le dice a Emma Frost que en el fondo estar casado con Jean Grey le devuelve a su yo adolescente, pulla de Morrison a los universos Marvel o DC donde sus personajes parecen vivir una eterna vida juvenil sin posibilidad de madurar) y que sirve como prólogo a la fantástica evolución del personaje que han creado autores como Joss Whedon, Matt Fraction, Kieron Gillen y que han desembocado en el Cíclope post-Fenix, revolucionario más cercano a Magneto que al propio Xavier y del cual ha tomado las riendas en la actualidad Brian Michael Bendis.


Lo mismo podríamos decir del personaje de Emma Frost, villana en el pasado, Reina Blanca del Club Fuego Infernal y que Morrison recupera del que quizás sea el mayor acierto de Scott Lobdell al frente de la franquicia mutante, Generación X, donde ella junto a Sean Cassidy alias Banshee, se convierte en la directora y profesora de La Escuela de Jóvenes Talentos de Xavier. Y aunque Emma Frost siempre será una pija con todas las de la ley, prepotente, cínica y vanidosa, Morrison consigue humanizarla al caer presa del amor por Scott Summers, al contrario que Jean Grey-Fenix, personaje que para Morrison simboliza el estancamiento de la franquicia y a la que vuelve a matar al final de su etapa y que sirve en su irregular epílogo como punto y aparte de la historia de la franquicia, sin olvidarnos de un Lobezno que siempre ha sido el ying del yang de Scott y que aquí se intercambia papeles, siendo mucho más sensato y responsable que el propio Scott, una nueva semilla que Morrison plantó y que ha sido aprovechada por Jason Aaron en Cisma y que dio pie a Lobezno y los X-Men, donde este se convierte en el verdadero seguidor del sueño de Charles Xavier y nuevo director de la Escuela para Jóvenes Talentos.

Una escuela que trajo de vuelta Morrison en esta etapa, con la incorporación de nuevos personajes que se convierten en protagonistas casi absolutos del serial, como Hada, Pico, las quintillizas protegidas de Emma Frost y un sinfín de jóvenes mutantes que cambian el panorama mutante y que relegan a los protagonistas oficiales en invitados especiales de una serie y un nuevo mundo al que tienen que adaptarse o morir. Morrison se autorretrata en la figura de Quentin Quire, brillante estudiante de la escuela que se convierte en líder revolucionario de una revuelta estudiantil a lo Mayo del 68 y que pone en duda la relevancia  y los métodos de Charles Xavier en este nuevo siglo.


Porque otro de los grandes temas que trata esta etapa es el extinto enfrentamiento entre Charles Xavier y Magneto, aniquilado y resucitado en un giro malabar algo tramposo por parte del escocés a través de la figura de un nuevo personaje llamado Xorn, y que queda resuelto en la confrontación final de la saga Planeta X, donde Morrison demuestra lo caduco del enfrentamiento ente estos dos antiguos amigos, sobre todo la figura de Magneto, representado por Morrison como un pobre viejo que vive del pasado, adicto al Coz y que sirve más como camiseta de moda y símbolo que como personaje, desgastado al igual que Xavier.


No podemos olvidarnos de personajes de nueva creación con tanto potencial como Fantomex, del que Rick Remender ha sacado oro en su etapa al frente de X-Force, Cassandra Nova, la hermana melliza no nata de Charles Xavier y que abrió el primer arco argumental de la etapa de Morrison, el trabajo de artistas como Quitely o Phil Jimenez o la historia que quizá empaña algo su etapa al frente de la colección, ese epílogo ambientado en el futuro, quizá su Días del Futuro Pasado, pero que no llega a la altura de este ni de lejos, pero que sirve para cerrar tramas y dar ese paso necesario en la franquicia mutante, con el personaje quizá más representativo de la misma, Jean Grey/Fenix. Pero sobre todo, es una muestra de que Morrison es capaz de aunar una obra de autor con el mainstream. Porque quizás estos Nuevos X-Men sean su tebeo más fácil de leer por un lector no acostumbrado a las locuras del escocés, pero donde no pierde su identidad como autor, al contrario que en su JLA.


Tras la marcha de Morrison, la franquicia mutante volvió a caer en los mismos errores anteriores a su llegada, con la vuelta de un Chris Claremont con el piloto automático, la correcta pero nada destacable etapa de Mike Carey o las insufribles historias de Peter Milligan o Ed Brubaker. Tuvo que llegar Joss Whedon en una nueva colección, Astonishing X-Men, para continuar lo sembrado por Morrison, algo que fueron consiguiendo de manera paulatina Matt Fraction (heredero de Grant Morrison, sobre todo en su Casanova) y menos Kieron Gillen (también seguidor de la escuela de Morrison, aunque realmente solo continuó lo expuesto por Fraction y que ha sabido aunar Aaron con la tradición Claremontiana. Solo el tiempo dirá si este último junto a Bendis serán capaces de llevarnos a un Cuarto Génesis dentro de la historia de la franquicia mutante.


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