29 de septiembre de 2017

Imperio Secreto: Mes 1. De fascinante distopía a entretenimiento palomitero






















El mes de septiembre ha sido el mes elegido por Panini, para desembarcar el último macro-evento de la Casa de las Ideas en nuestro país. Y para no perder el margen de cuatro meses de diferencia con la edición original americana, el desembarco ha sido brutal, con los tres primeros ejemplares de la miniserie central del evento, dos ejemplares con dos y tres ejemplares originales en cada uno de ellos de la serie central del Capitán América y unos cuantos tie-ins que realmente me interesan más bien poco.



Los que sigáis mi blog con asiduidad, sabréis que la actual etapa del Capitán América de Nick Spencer ha sido mi tebeo de referencia de la Marvel actual, tanto la historia del Capi Hydraizado como la de Sam Wilson con el escudo. Ha sido un tebeo que ha sabido aunar el entretenimiento propio del género superheróico, con una capa de realismo social y contemporáneo que a veces me provocaba escalofríos al ver lo cercano a la realidad que ha sido el trabajo de Nick Spencer, incluso en algunos momentos visionario.



El colofón a la trama del Capi Hydra tuvo lugar el pasado mes con el número 0 de Imperio Secreto. Un tebeo redondo, perfecto punto y aparte de lo que llevaba contándonos Spencer y que involucraba ya si, a todo el universo Marvel, un universo Marvel tocado, tanto en la ficción como en la realidad. Ahora quedaba ver como continuaba dicha historia.



La ligera decepción viene al leer los tres primeros ejemplares del evento. No es que sean malos tebeos, ni mucho menos, pero no han estado a la altura de la inteligencia y originalidad que venía plasmando hasta el momento Spencer. Nos encontramos con un escenario distópico, donde nos han escamoteado partes para mi muy interesantes entre el final del número 0 y el principio del número 1, dejándonos un Hombre del Castillo K. Dickiano, que aunque mantiene dilemas morales en este Capitán América rectamente torcido, es dilapidado con la revelación aparecida en la última página del segundo ejemplar.



Spencer se centra en mostrarnos unos Estados Unidos tomados por el nazismo, algo tópico en su presentación, dejándonos a un pequeño reducto de héroes como típica resistencia y desarrollando escasamente los escenarios apocalípticos que quedaron en cliffhanger al final del número 0.



Y aunque el descenso a los infiernos de la Viuda Negra y las chocantes escenas con las que finalizan el primer y tercer ejemplar, hacen que siga interesado en ver como se desarrollarán los acontecimientos, el uso y abuso de conceptos que llevan sin funcionar muchos años en Marvel, como por ejemplo los Inhumanos y el excesivo peso que recae de nuevo sobre Los Campeones, además de un desarrollo que por el momento es excesivamente previsible, me deja un regusto agridulce, sobre todo pensando que el camino hacia Imperio Secreto había sido muy inteligente, original y sobre todo, nada previsible.

27 de septiembre de 2017

Dark Nights Metal 1 y 2 de Scott Snyder y Greg Capullo: Un arranque ambicioso y fulgurante























Tras dos modélicos especiales que servían como prólogo a Metal, donde Snyder y Tynion demostraban que la fuerza del universo DC se sustentaba en una mirada a su glorioso pasado y a su ingente cantidad de personajes creados tras más de siete décadas, Snyder toma las riendas en solitario del macro-evento DC previo al Doomsday Clock, en dos ejemplares que pueden encontrarse entre lo más divertido que ha publicado la editorial en los últimos tiempos.



Y eso que el arranque del primer ejemplar no augura nada bueno, con ese prólogo mitad Palacio de Jabba de Hutt, mitad Mojoverso de los mutantes, con una forzada escena de acción de una Liga de la Justicia salida de un sueño húmedo de Michael Bay y un Greg Capullo a medio gas.



Pero tras este poco acertado prólogo y la llegada de la Liga de la Justicia a una devastada Gotham City, provocado por la curiosidad que mató al gato de un Batman que debería estar sujetado en corto por sus compañeros de la Liga de la Justicia, comienza de verdad un Metal que continúa lo propuesto por los dos especiales que sirvieron de prólogo a esta miniserie.



Y Snyder, en estos dos especiales, de los que no contaré mucho de su argumento, para no estropear la sorpresa a aquellos que no lo han leído todavía, sabe aunar, tanto todo lo que ha ido diseminando el propio autor en sus trabajos al frente de la franquicia del murciélago, demostrando que sabía lo que se hacía, como realizando excelentes ejercicios de retrocontinuidad con obras tales como la clásica Crisis de Wolfman y Perez, la futura Doomsday Clock de Johns, pero sobre todo los trabajos más recientes de Gran Morrison en la editorial, con El Multiverso, Crisis Final y su longeva y excelente etapa al frente de Batman.



Con la arrogancia y la potencia de la juventud, Snyder fusiona todo aquello que le ha gustado como lector previo de las tres décadas del universo DC que le preceden, sacando del letargo, conceptos tan sugerentes como los Blackhawks o los Challengers of the Unknown, sumado a los personajes más icónicos de la línea Vertigo, sin que chirríen lo más mínimo.



Cierto es, que los conceptos "bigger than life" de Morrison y su capacidad para reventarnos el cerebro a sus seguidores, son vulgarizados por un Snyder que no llega a los niveles de abstracción del maestro escocés, pero sería como pedirle a Star Wars que tuviera las capas y niveles de sugerencia de un Mulholland Drive.



En definitiva, Snyder y Capullo entregan al lector un tebeo acontecimiento de primer orden, sabiendo sacar partido de un rico universo DC, para entregar una historia que seguramente será más interesante aquello que sugiere que lo que finalmente muestre, pero si sigue siendo tan divertida y emocionante como en sus dos primeros ejemplares, me tendrá interesado hasta que termine su publicación en Febrero de 2018.

25 de septiembre de 2017

Black Hammer: Orígenes Secretos de Jeff Lemire y Dean Ormston. Honrando al pasado, mirando al futuro



























¿Cuántas veces se puede reinventar el género de superhéroes? Visto lo visto en el volumen total del mercado americano, en especial el de las dos grandes, pocas. Pero no porque el género esté estancado o no de más de si, sino por cobardes decisiones ejecutivas y editoriales que castran la libertad creativa de autores que si se les permitiera jugar y retorcer los conceptos básicos del género, darían como resultado, trabajos que seguirían sorprendiendo y apasionando a los lectores. Black Hammer y su guionista y creador, Jeff Lemire, son buena prueba de ello.



Jeff Lemire es más conocido por sus peores trabajos, que por sus mejores. Porque aunque comenzara a destacar en su Essex County, publicado por Top Shelf o en su magnífica reinterpretación del mito del Hombre Invisible con su The Nobody para el sello Vertigo, lamentablemente es más conocido por el común de los aficionados por sus trabajos para DC y Marvel Comics, en títulos como Justice League Dark, Justice League United, Animal Man, La Extraordinaria Patrulla X o el Viejo Logan.



De dichos títulos, solo consideraría aciertos, El Viejo Logan o su Animal Man, pero en comparación con sus trabajos previos o con Black Hammer, palidecen y demuestran que los consejos editoriales de Marvel y DC, están desperdiciando y encorsetando a la nueva generación de autores del cómic americano.



Black Hammer es un tebeo esplendoroso, una carta de amor a la historia del género, que aunque juega con los estereotipos -destacando el clasicismo pulp de los años 30, la ciencia ficción conspiranoide de los 50, el terror de la EC, el poderío bigger than life de Kirby o el nihilismo del género en la década de los 80- consigue entregar un trabajo fresco, diferente y sumamente apasionante.



El triunfo de esta nueva serie es la capacidad de Lemire de entregarnos a un variopinto elenco de Outsiders, superhéroes desplazados de su ecosistema, la subyugante y atmosférica Spyral City y colocarlos en un entorno rural, salido de una pesadilla de Norman Rockwell. 



A eso hay que sumarle seis personajes principales apasionantes, con conflictos personales muy marcados, que dejan entrever la maravillosa Patrulla X que habría sido capaz de entregar Lemire si Marvel no le hubiera impuesto un background tan pésimo para trabajar y un tempo narrativo que nos permite ahondar a la vez en la psique de cada uno de los personajes del reparto, sin ralentizar el desarrollo de una serie de misterios que se van desgranando lentamente y que a su vez, abren nuevos enigmas.



Pero el mérito no solo proviene de la pericia de Lemire a la máquina de escribir, sino también de su compañero a los lápices en el serial, el fabuloso y nunca suficientemente valorado Dean Ormston, que consigue, a través de su tenebroso pero a la vez, limpio trazo, adentrarnos en un tebeo donde la atmósfera es todo y que demuestra también, la habilidad de Ormston de emular sin copiar, al enorme elenco de autores a los que el tebeo homenajea, destacando en particular, la lisergia de Ditko, la épica de Kirby, el tenebrismo del Aparo de El Espectro y sobre todo, el costumbrismo y naturalismo del tebeo americano, con Clowes y Burns a la cabeza.



Astiberri remata un tebeo fundamental e imprescindible, con un primer volumen editado con verdadero mimo, conteniendo los seis primeros ejemplares de una colección en un bello tomo en tapa duro, repleto de extras que harán las delicias del fan más exigente, le guste el género de superhéroes o no.

23 de septiembre de 2017

Mister Miracle de Tom King y Mitch Gerards: ¿Qué te pasa Scott Free?




















Dos ejemplares únicamente les ha hecho falta a Tom King y Mitch Gerards -el fabuloso equipo creativo al frente de El Sheriff de Babylonia- para poner patas arriba el mundo de Scott Free, alias Mister Miracle en particular y el Cuarto Mundo de Jack Kirby en general, además de poner en evidencia al resto de los títulos que editan las dos grandes.



En un ejercicio, que se asemeja en intenciones y pretensiones a La Visión del mismo King e incluso al Animal Man Morrisoniano, King y Gerards han conseguido refrescar y envolver en un aura de cotidianidad y oscuridad el mundo en le que se desenvuelve un personaje, Scott Free, que normalmente ha funcionado como personaje al fondo de la viñeta, o como alivio cómico en la excelente Liga de la Justicia de Giffen y deMatteis.



Con un arranque tan polémico como potente, donde nos encontramos a nuestro protagonista a las puertas de la muerte, tras un intento de suicidio, tan vulgar como crudo, King, apoyado en un trabajo artístico de Gerards de un precisión milimétrica escalofriante, comienza a resolver el enigma de quién es y qué le pasa a Scott Free, a través de una historia críptica, donde las pistas y los enigmas comienzan a acumularse de manera exponencial y donde la línea entre realidad y ficción se difuminan, situando a nuestro protagonista y la audiencia e un extraño pero seductor estado de duermevela.



King renueva los mil y una vez usados conceptos creados por el maestro Kirby en el centenario de su nacimiento, consiguiendo que conceptos tan usados como mal explotados, se vean desde un prisma original y muy diferente, consiguiendo que las enormes fantasías Kyrbianas se impregnen de la escalofriante realidad de un Daniel Clowes o un Charles Burns.



Y con tan solo dos números publicados de un total de doce ejemplares, el viaje que nos espera, vista la trayectoria impresionante de anteriores trabajos de King y la promesa de estos fabulosos ejemplares, es de órdago. Jack Kirby estaría orgulloso de un tebeo que sabe aunar la capacidad de los buenos tebeos de género de ir un paso por delante de todos sus contemporáneos, como el Rey consiguió en la década de los 60 y 70.

15 de septiembre de 2017

Victor Von Muerte y Riri Williams: ¿Hay vida después de Tony Stark?






































Brian Michael Bendis. Guionista amado y odiado a partes iguales. Un autor que después de más de 15 años en Marvel Comics, ha cambiado la Casa de las Ideas, tanto para bien como para mal. Y si, es cierto que en los últimos años y sobre todo por el número de páginas y series regulares que escribe mensualmente, en muchos momentos no ha estado a la altura de las circunstancias.

Pero lo que nadie le puede quitar a Bendis es que cuando acierta, acierta de pleno. Y si no me creéis, leed Alias, Su Ultimate Spiderman o su Daredevil junto a Alex Maleev. De lo mejorcito que ha tenido la Casa de las Ideas a lo largo de su ya larga trayectoria.



Lo cierto es que en los últimos años, exceptuando su magnífico Miles Morales/Spiderman, el número de errores o desinflamientos ha sido mayor que sus aciertos. Como ejemplos, su fulgurante arranque con la Patrulla X, pero que fue languideciendo a lo largo de su etapa, aunque nos dio un epílogo memorable, o su insulsa etapa al frente de los ahora exitosos Guardianes de la Galaxia, donde sus tics de escritor y su tendencia a la descompresión narrativa llegaba a límites insospechados. Y por supuesto, Civil War 2 fue un descalabro de proporciones infinitas.

Aún con todo eso, a mi, personalmente, siempre me llama la atención cada trabajo que entrega el guionista más importante de la Marvel del siglo XXI. Y su Iron Man no iba a ser una excepción, sobre todo si le acompañaba David Marquez a los lápices. Y su primera iteración, donde Bendis dio la vuelta a este Iron Man post-Secret Wars, solucionando de la mejor manera posible, la absurda revelación de Kieron Gillen de que Howard y María Stark no eran los padres biológicos de Tony, en un cierre de primera temporada emotivo.



En Civil War 2, Tony Stark fue protagonista predominante del conflicto contra Carol Danvers, quedando este en estado vegetativo tras su combate con su antigua aliada. Pero Bendis tenía un plan desde el principio de su etapa al frente del Vengador Dorado, con la aparición de un Victor Von Muerte que quería enmendar su aciago pasado y una adolescente afroamericana llamada Riri Williams que tenía el mismo talento para la ciencia y la tecnología que el propio Tony.

Es así, en el panorama post-Civil War 2 que las series del vengador dorado dan un giro de tuerca, con dos series regulares que viajan en paralelo y que aunque se puedan leer por separado, se disfrutan mucho más si las lees ambas. En ellas, Bendis les da el protagonismo a un villano con intención de redención, pero que toma el legado de Tony Stark sin este habérselo ofrecido y a una chica afroamericana que desde ya, se convierte en uno de los mejores personajes salidos de la mente de Bendis, Riri Williams, a la que el lector le coge cariño desde el primer ejemplar, con su triste y emotiva historia de origen, donde de nuevo la responsabilidad y la pérdida de seres queridos se implanta en la génesis de la heroína.



Bendis está acompañado en las tareas gráficas por un antiguo aliado, Alex Maleev, que le da el tono sombrío y más sobrenatural que necesita la serie de Muerte y para las aventuras de Riri Williams, a un Stefano Caselli que ha evolucionado, y de que manera, entregando unas páginas que son una pura maravilla.

El guionista no olvida a los personajes introducidos en su primera etapa con Tony Stark al frente, en concreto los diferentes personajes femeninos, los cuales son la especialidad del escritor. En primer lugar, tenemos a Amara Perera, otro de esos personajes Bendisianos a los que coges cariño desde el primer momento y que están repletos de carisma, que tras sus escarceos con Tony, se ve enredada en una extraña relación de amistad/atracción con Victor von Muerte, que puede dar grandes momentos al serial. Y por supuesto no podemos olvidar la introducción al universo del vengador dorado de Mary Jane Watson, que junto a la madre biológica de Tony y la siempre bienvenida Pepper Potts, servirán de apoyo logístico a Riri Williams y serán la trinidad que mantendrá Industrias Stark a flote frente a tiburones de los negocios despiadados, hasta que Tony vuelva de su letargo.



En la serie protagonizada por Victor Von Muerte, además de la interesante Amara Perera, tenemos a otras dos mujeres de armas tomar, como son la ex-directora de Shield, María Hill -otro acierto y creación de Bendis- y el regreso de entre los muertos de la madre de Victor Von Muerte, que introduce al universo tecnológico en el que se mueve esta parcela de Marvel, un componente sobrenatural que queda realzado por el trazo sombrío y desgarbado de Alex Maleev.

Cierto es que como siempre con Bendis, la narrativa tarda en arrancar y se necesita de varios ejemplares para poder disfrutar la serie como se merece. Pero una vez pasado este trance, nos encontramos con dos series frescas y diferentes, con el toque Bendis, con dos protagonistas que tienen mucho potencial y un reparto de secundarios, némesis y tramas y sub-tramas que si Bendis no abandona pronto y la desarrolla con tiempo, pueden darnos unos nuevos y diferentes Iron Mans, un soplo de aire fresco en una franquicia que pocas veces ha tenido la oportunidad de brillar y ser aprovechada como se merece.

12 de septiembre de 2017

Vengadores y Campeones de Mark Waid: ¿Es posible y necesario devolver el sabor clásico a los tebeos Marvel?







































Mark Waid es uno de los autores imprescindibles para entender los tebeos que intentaron romper con la influencia de los autores ingleses de finales de los 80 en los tebeos americanos. Junto a Kurt Busiek, comenzaron a desarrollar una serie de tebeos que intentaron devolver aquello que les faltaba a los lectores veteranos los elementos que se habían perdido a finales de los 80 y a principios de los 90, con obras como Astro City o Marvels, Busiek o Kingdom Come, El Capitán América o Kazar, Mark Waid.

El paso de las décadas ha sentado mejor a Waid que a Busiek, sobre todo en los últimos años, cuando Waid ha entregado una memorable etapa de Daredevil, que se acercaba más al Hombre sin Miedo, pre-Miller, pero sin olvidar la oscuridad que se cernía y se cierne alrededor del personaje.



Y así, tras la marcha de la amada y odiada a partes iguales etapa de Jonathan Hickman al frente de Los Vengadores, Mark Waid tomó las riendas del título principal de Los Vengadores tras las Secret Wars. Parecía que el tono clásico de Stern, Shooter o Thomas iba a volver al tebeo de referencia del lector de la Marvel clásica, huérfano de su serie y de sus personajes, desde que Brian Michael Bendis tomara las riendas de los mismos en el año 2004.

El primer acto de esta etapa de Mark Waid, aunó a jóvenes y viejos héroes, en una extraña fusión que nunca llegó a cuajar, porque los acontecimientos de Civil War 2 no le dejó tiempo al guionista para ahondar en esta ecuación de viejas glorias y superhéroes de la nueva Marvel. Y el grupo se deshizo, entre los jóvenes Vengadores que fundaron su propio equipo, Los Campeones y los héroes veteranos, o por lo menos sus símbolos, que se habían quedado sin medio equipo y sin financiación, con un Stark en coma y un nuevo comienzo en apariencia fulgurante, para ambos equipos.



Waid arranca su nuevo volumen al frente del supergrupo, apoyado por un villano clásico, Kang, que le sirve para rematar una historia que comenzó en su anterior arco argumental, pero que quedó inconcluso con la llegada de la mencionada Civil War 2 y sus múltiples tie-ins. A los lápices le abandona un desmejorado Adam Kubert y se le une Mike del Mundo, un fascinante ilustrador, pero que no encaja en las historias que plantea Mark Waid.

Porque lo que no llego a entender es si Marvel quiere reencontrarse con el lector veterano, le da un dibujante que no está a gusto con el género y el tebeo que le encomiendan, consiguiendo que los guiones a priori interesantes de Waid no cuajen y se corten como la mayonesa con el atrevido pero muchas veces ininteligible arte de Del Mundo, en una historia de paradojas temporales algo vacía y precipitada al que no ayuda el trabajo de Del Mundo, donde un Carlos Pacheco o un Leonard Kirk habrían encajado mucho mejor.



Los Campeones en cambio funciona mejor en su conjunto. En ella, Waid vuelve a reunirse con Humberto Ramos tras su Impulse para DC Comics y uno de los iniciadores del amerimanga en el cómic americano. Y si sus Vengadores pretenden ganarse a los lectores que se iniciaron en los años 80, estos Campeones van dirigidos a los que comenzaron a leer en los años 90 y se quedaron fascinados por tebeos como Gen 13.

El supergrupo está formado por las nuevas generaciones de héroes Marvel, comandados por Kamala Khan y secundados por fan-favorites como Miles Morales, la hija de La Visión de Tom King, Amadeus Cho o el nuevo Nova. Y es un supergrupo que lucha por el ciudadano de a pie, por problemas sociales y se comunica a través de las redes sociales.



El problema, a parte de que en siete números tampoco a pasado gran cosa, ni se arranca una trama que invite a seguir la colección como si te fuera la vida en ello, es que un escritor que ya peina canas, quizá no sea el indicado para dar voz a unos millenials que son como extraterrestres para todos aquellos que no han nacido a partir del año 2000.

Por eso lo más destacable, a parte del carisma que desprenden estos personajes, más por el trabajo que han hecho otros autores en sus series respectivas que por lo conseguido por Waid, es el arte de Humberto Ramos, que consigue que la lectura de este tebeo ligero sea agradable, aunque eso no quita que una vez leído, se olvide con la misma facilidad que se ha leído.



En definitiva, dos intentos de traer una magia perdida que no consigue cuajar porque ambas series se quedan a medio gas de sus intenciones y porque seguramente la magia de tiempos pasados nunca se puede traer de vuelta y lo que hay que hacer es realizar tebeos contemporáneos que sean tan buenos y relevantes como aquellos en los que estas dos series intentan mirarse sin conseguirlo.

9 de septiembre de 2017

Pájaro Burlón de Chelsea Cain: La Agenda Feminista de Bobbie Morse



























Este verano, al fin los lectores de Marvel en particular y los lectores de buenos cómics en general, hemos sido obsequiados con un volumen integral con la tristemente corta serie regular de Pájaro Burlón, de la mano de la novelista Chelsea Cain en la que ha sido su primera, y espero no última, incursión en el noveno arte.



Pájaro Burlón, o Bobbie Morse, no ha tenido una cronología muy gloriosa que digamos. Comenzó como novia de Ka-Zar, para continuar siendo la novia y posterior esposa del mucho más famoso Ojo de Halcón, estando siempre a la sombra del héroe y cuya historia dentro del universo Marvel ha pasado por todos los estados, incluido la muerte.



Bobbie necesitaba un autor que supiera sacar de ella todo aquello, tanto positivo como negativo, que la hacía única, como hizo John Byrne con Hulka en los 90 y reivindicarla como a una heroína a seguir y adorar.



Cain sienta las bases del personaje en un especial dedicado al personaje, dentro de los festejos del 50 aniversario de la creación de Shield, acompañada por una artista de auténtico lujo como es Joelle Jones, para redefinir la personalidad y las características diferenciales de una superheroína sin pelos en la lengua, autosuficiente y muy pero que muy divertida.



Y es en su corta serie regular, donde Chelsea Cain consigue brillar, y con ello la protagonista del comic book, con dos arcos argumentales que saben sacar punta a las convenciones del género, tanto de superhéroes como de espías, en un trabajo que aúna reivindicación, humor y la ruptura de la cuarta pared y la estructura habitual de este tipo de relatos, sobre todo en su primer arco argumental, donde nos encontramos con cinco capítulos que pueden leerse de manera autoconclusiva, pero que toman aún más forma y significado, si se leen en su totalidad, con la peculiaridad que podrían leerse en cualquier orden, sin alterar su significado.



La habilidad de Cain es tan grande, que incluso en en un segundo arco argumental que está supeditado tangencialmente con los acontecimientos de Civil War 2, es capaz de sacarle punta y continuar desarrollando su arco argumental y el desarrollo de su personaje principal, incluso con injerencias editoriales.



Y quitando polémicas absurdas que solo pueden sentar mal a todos aquellos que siguen viviendo en la edad de piedra, Pájaro Burlón es un pedazo de tebeo, divertido como pocos y con el que no me había reído tanto desde los tiempos de la JLI de Giffen y DeMatteis, que demuestra que no hay malos personajes, sino autores más o menos dotados, consiguiendo poner en primera línea de actualidad a un personaje maltratado a lo largo de las décadas y que merece una segunda serie regular, por supuesto con Chelsea Cain a los mandos. Un tebeo que sigue dando esperanzas a la veces adocenada producción de las dos grandes.


7 de septiembre de 2017

Omega Men de Tom King: Original y auténtica Sci-Fi política






















La buena ciencia ficción, desde sus orígenes, ha servido para explicar y entender la realidad contemporánea que vivimos. Obras como Un Mundo Feliz, 1984, Farenheit 451 o más recientemente, películas como Matrix, Blade Runner o Moon, por poner algunos ejemplos, nos señalaban de lo que estaba ocurriendo en la actualidad de cada momento y nos advertían de los peligros del futuro más inmediato.



Omega Men de Tom King, es un ejemplo perfecto de todo ello. En un mundo contemporáneo, donde el terrorismo, las políticas encubiertas de los gobiernos occidentales y el fantasma del fascismo resurgiendo, tras una crisis económica que ha separado aún más la distancia entre ricos y pobres, King, acompañado por el dibujante Barnaby Bagenda, nos muestra una zona cuasi desconocida del universo DC, para plantear una historia donde los héroes son supuestos villanos y los puntos de vista y la información de la que se dispone, son claves para entender las motivaciones de unos personajes que se mueven en una zona de grises.



También le sirve esta obra a King, para recuperar a unos personajes olvidados de principios de los 80, creados por Marv Wolfman, en una operación, que salvadas las distancias, es parecida a lo acometido por Alan Moore con los héroes de la Charlton en la seminal Watchmen. Incluso la estructura de la obra y la división de paneles en cada página del serial, bebe, y mucho del experimento casi matemático del trabajo de Moore.



Y aunque los Omega Men son los titulares de la obra, el héroe redimido de la misma es el Green Lantern también conocido como Kyle Rayner. Un Green Lantern aparecido en los años 90, cuando DC Comics no sabía que hacer con sus personajes cuasi centenarios e intentó revitalizarlos con nuevos rostros, algo parecido a lo que está ocurriendo en el universo Marvel, con más fortuna por parte de estos.



Así, Rayner, héroe a su pesar, en su momento más bajo, cae presa de un en apariencia, grupo terrorista, sanguinario y sin escrúpulos, para a partir de ahí, convertirse en la única luz de decencia de un universo y un entorno, donde los héroes de una sola pieza, poco pueden hacer, por muchos anillos de poder que posean.



Como puntos negativos, solo destacar un par de ellos. El primero, la horrible decisión de ECC, de titular el volumen con un Green Lantern presenta, pareciendo que estamos en la época de Novaro y demostrando que no tienen ninguna confianza e idea del producto que están entregando a los lectores españoles. Porque es un tebeo del guionista más en alza del panorama americano de la actualidad, Tom King.



También fue el tebeo que dio a conocer a King. Y ahí viene el problema. Debido al retraso en su publicación en castellano, ya nos han llegado los siguientes trabajos de un guionista que no hace más que mejorar a cada trabajo que entrega, como atestiguan El Sheriff de Babilonia, La Visión y la nueva y fulgurante etapa de la serie regular de Batman. Y como el listón está muy alto, la lectura de este más que estimable tebeo, queda algo dilapidada por el hype precedente.



Pero eso no quita para que nos encontremos con una de las novedades editoriales imprescindibles del panorama actual. Una buena muestra de ciencia ficción política, con personajes atractivos y planteamientos arriesgados y polémicos. Os aseguro que no os dejará indiferentes.
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