31 de mayo de 2017

Hellblazer de Denise Mina: Prometedora pero embarullada etapa

Entre la fabulosa etapa de Mike Carey y el inicio de la para mi inédita etapa de Peter Milligan, Denise Mina y Andy Diggle se hicieron cargo de las desventuras de John Constantine. La primera de dichos autores es la que nos ocupa aquí, escritora de misterio y terror, natural de Escocia, que tuvo a su cargo al investigador paranormal más famoso del universo DC durante un intenso año que fue de más a menos.



No conozco la obra literaria de Mina, por lo que solo puedo opinar de lo primero que he leído de ella, que es este Hellblazer. Una etapa dividida en dos sagas que se continúan la una a la otra para entregar al lector una obra independiente y cerrada, más un intrascendente interludio.

La acción para Constantine se traslada a Glasgow, industrializada ciudad de Escocia que de la mano del dibujante Leonardo Manco, se convierte en una ciudad siniestra y tenebrosa, donde cualquier cosa puede salir de las grietas, esquinas y callejones. Por lo tanto es un ambiente propicio para la serie y el personaje.



El primer arco argumental, de siete episodios de duración es el más redondo del volumen. Sobre todo su arranque y su primer y segundo acto. Mina devuelve al personaje y a la colección un ambiente que provoca escalofríos y el misterio y peligro de lo desconocido, en un relato paranormal que invita a descubrir más. Pero al final del primer arco, la cosa comienza a desmoronarse, sobre todo por un caos narrativo que acelera la historia y la vuelve algo incomprensible.

Tras el interludio que además pierde al magnífico Leonardo Manco, vuelve la historia principal en un nuevo arco de cinco episodios donde Mina resuelve con más humor que terror lo avanzado en la anterior historia, devolviendo a personajes del pasado del protagonista, que se deja leer pero que no consigue situarse de nuevo en su prometedor punto de partida.



Queda por descubrir que habría sido de Mina si pudiera haber desarrollado una etapa más extensa. Las bases eran sólidas, pero no perfectamente rematadas. Pero lo mismo le ocurrió a Carey en su primer arco argumental, para luego deslumbrar con la mejor etapa del personaje, en mi opinión, junto a la de Garth Ennis. La pena, que nunca lo sabremos.

29 de mayo de 2017

The Goddamned de Jason Aaron y r.m. Guera: Weird Biblical Tales






















Entre la ingente cantidad de títulos y novedades mensuales que inundan las estanterías del cómic americano es cada vez más común que títulos potentes de autores potentes no sean destacados como deberían. El desembarco de los mejores guionistas americanos en Image Comics y la decisión de la editorial de expandir el número de títulos ocasiona que series a priori que deberían considerarse un "must" pasen algo desapercibidas en el momento de su aparición. Este es el caso de The Goddamned.



The Goddamned es el reencuentro de Jason Aaron y r.m. Guera tras la finalización de Scalped, quizás uno de los últimos títulos que aunaron calidad y comercialidad en la otrora imprescindible línea Vertigo de DC Comics. Un título que aunaba nihilismo, violencia y una visión pesimista de la condición humana que transcurría en una reserva india en Estados Unidos que se reconvertía en un noir en toda regla repleta de personajes al límite.



Aaron y Guera repiten el tono y la estética en un entorno que nadie se esperaba, El Antiguo Testamento. Y al igual que hiciera Darren Aronofsky en su irregular pero tremendamente interesante Noé, nos trae una visión salvaje y violenta de un texto que ahonda en la violencia y brutalidad de la raza humana.



Aaron reconvierte a Caín, hijo de Adán y Eva y asesino de su hermano Abel en su Conan el Bárbaro en una era primigenia de la tierra que deja a la Era Hyboria de Robert E. Howard en parque infantil. Porque la violencia y visceralidad que transmite desde sus primeras páginas no está hecha para los débiles de corazón.



A eso ayuda mucho el sucio y convulso arte de r.m. Guera, una mezcla de Carlos Ezquerra y el Bill Sienkiewicz del final de etapa de El Caballero Luna, pero con una personalidad fuerte que a través de una narrativa cortada a navaja pero sumamente dinámica, introduce al lector en una atmósfera asfixiante, poco agradable pero extrañamente atractiva.



Aaron, guionista mutante que es capaz de saltar de género y tono con suma facilidad vuelve al nihilismo de su Scalped para remodelar y sacar a flote los aspectos más sórdidos y violentos de un libro, el Antiguo Testamento, que muchos siglos después y manipulado por varias religiones, ha quedado como una obra santa, pero cuyo contenido, leído con detenimiento es más obsceno y subversivo que las obras del Marqués de Sade.



En este primer volumen, Aaron y Guera nos presentan a nuestro antihéroe, padre de la violenta humanidad, que vaga cual nómada por una primigenia tierra donde el dolor y la desolación se palpa en cada esquina, en cada lugar que nuestro protagonista visita, donde la línea entre la bondad y la maldad no es que se difumine sino que no existe y que pide al lector que se atreva a ahondar en los pozos más viles de la naturaleza humana esperando encontrar, al igual que nuestro protagonista, un momento de redención o de paz.

25 de mayo de 2017

Inhumanos Vs. Patrulla X: Mes 2: Cuando los tie-ins son más interesantes que la serie central
































Si el mes pasado comentaba que el arranque del evento que enfrentaba a Los Inhumanos contra los mutantes me había sorprendido gratamente, sobre todo porque no daba un duro por él, no puedo decir lo mismo de su segundo mes. La obsesión de Marvel y DC de publicar dos números al mes de sus series más potentes para ahogar tanto al lector como a su competencia, ha hecho mella en esta miniserie, perdiendo ya a partir de su segundo número a un ya muy irregular Leinil Francis Yu, que ya entrega un segundo ejemplar falto de planificación, estilo y épica, para dar paso a un Javier Garrón que no es santo de mi devoción a partir del tercer ejemplar que nos acompañará hasta el penúltimo capítulo de la miniserie.



En cuanto a lo que se nos cuenta, vacío y vulgar. Dos ejemplares que si ya su arte es irregular y mediocre, argumentalmente exprime dos premisas para cobrarte el doble por dos tebeos que no valen ni uno. Tras el interesante concepto, Lemire y Soule demuestran que no saben que contar para estirar el chicle seis ejemplares.



En cambio, los tie-ins pertenecientes a los tres títulos X regulares son en comparación mucho más interesantes y que demuestran que tanto Lemire, Hopeless y Bunn tenían interesantes tramas a desarrollar y que la premura y las prisas de Marvel por rebootear por enésima vez a La Patrulla X se ha cargado por el camino tres series y etapas que intentaban reivindicar y devolver el intimismo de los mejores momentos de la época Claremont.



Empezamos con la serie de Lemire, Los Extraordinarios X-Men donde el protagonismo se centra en una de las figuras más interesantes y más olvidadas de la franquicia, Forja. Aquí y en escasas 20 páginas, Lemire desarrolla el sentir del personaje, su relación con Tormenta -con momentazo Claremontiano incluído que emocionará al fan veterano- y su futuro alternativo de la mano del artista invitado Andrea Sorrentino.



Lo mismo para Cullen Bunn y su Imposible Patrulla X. Aprovechando la idea de bombero de llevarse a Los Inhumanos al Limbo, le sirve a Bunn para avanzar la trama entre Monet y Dientes de Sable, que seguramente será finiquitada tras esta IVX. Buen desarrollo de personajes y caracterización, sorpresas incómodas y un buen trabajo de Ken Lashley a los lápices.



Hopeless y su Nueva Patrulla X quizá quede un punto por debajo de sus series paralelas en un ejemplar que afronta las consecuencias a lo Romeo y Julieta que tiene el que El joven Hombre de Hielo se enamore del Inhumano Romeo y deba decidir entre la lealtad a su raza o el amor. Además, en una doble página, Mark Bagley le saca los colores a Leinil Francis Yu, demostrando como se deben dibujar tebeos de superhéroes, repletos de color, brillo, emoción y épica.

En definitiva, serie central mediocre y sacacuartos y las series regulares relacionadas con el evento, al mismo buen nivel que estaban antes de que los imperativos editoriales den al traste con tres series que llevaban un buen camino y merecían ser desarrolladas para poder explotar su potencial.

23 de mayo de 2017

Twin Peaks: El Regreso. Un David Lynch desatado y en plenas facultades creativas reinventa de nuevo el medio televisivo























Tras más de 25 años y dos tazas de café y sendas porciones de Tarta de Cerezas (gracias Marta) me metí en vena las 4 primeras horas de la continuación de una de las obras que han formado mi visión del mundo, mi manera de entender el arte y que me ha acompañado a lo largo de toda mi vida, porque nunca abandoné sus bosques, sus misterios, sus personajes y su universo, al que he vuelto incontables veces a lo largo de estos más de 25 años.



Es difícil transmitir con palabras las sensaciones y sentimientos tras cuatro intensas horas donde Lynch y Frost han dado la vuelta al serial de referencia de la historia de la televisión contemporánea, porque todo ha vuelto, pero nada es igual, al menos en apariencia. Y cuando todavía mi cabeza sigue bullendo, intentaré transmitir mis impresiones de lo que es desde ya una nueva manera de entender las series de televisión.



Primer aviso a navegantes: Este regreso de Twin Peaks no es para todo el mundo. No es un ejercicio de nostalgia y de regreso a los confortables orígenes del noroeste de Estados Unidos. Así que todos aquellos, nuevos y viejos seguidores, que crean que Lynch y Frost les van a llevar por caminos conocidos y por los Greatest Hits de la cultura popular que hicieron trascender al serial como los zapatos de Audrey, la tarta de cereza, la serrería y los culebronescos acontecimientos que allí acontecían, pueden darse por perdidos.



En cambio, aquellos que adoramos la obra de Lynch como un todo, del Lynch más experimental, más arriesgado, más abstracto, están de enhorabuena. La libertad creativa prometida por Showtime ha dado sus frutos y tenemos a un Lynch en plena efervescencia creativa, donde estamos más cerca de obras como sus cortometrajes de juventud como The Alphabet y The Grandmother (esa escena onírica con la que arranca el tercer episodio y que desde ya se encuentra entre los grandes momentos del cine de Lynch), a Cabeza Borradora, Carretera Perdida o Inland Empire.



Lynch fracciona y cuartea la trama en subtramas en apariencia independientes y completamente fuera de tono (en apariencia) a lo que los seguidores del serial estaban acostumbrados. Pero eso ya fue ocurriendo a medida que avanzaba el serial. Del piloto de la primera temporada al piloto de la segunda temporada hubo un mundo y un cambio de tono donde la experimentación Lynchiana comenzaba a florecer. Y lo mismo del piloto de la segunda temporada al magistral capítulo final con el precipitadamente terminó el serial. Y más aún con su precuela/secuela Fuego Camina Conmigo.



Porque los primeros capítulos de este regreso por todo lo alto es a Fuego Camina Conmigo lo que Fuego Camina Conmigo al piloto original. Una ruptura de las normas, un cambio de juego absolutamente fascinante que deja descolocado al espectador pero que no te permite que te pierdas ni un segundo lo que ocurre en las fascinantes imágenes que bombardean tu cerebro haciéndotelo explotar.



Poco quiero contar de lo que acontece en estas primeras cuatro horas que si continúan con el mismo nivel van a dar como resultado las 18 horas más extrañas, terroríficas, absurdas, hilarantes y embriagadoras que han dado el medio televisivo en toda su historia. Ya habrá tiempo de ir analizando minuciosamente lo acontecido en cada episodio, en cada escena, en cada minuto. Solo un consejo, dejaos llevar de la mano del mayor prestidigitador de la historia del cine, no tengáis miedo a no comprender, disfruta de las sensaciones que como un mazo caen en ti a medida que se va desgranando la madeja y por supuesto, revisad no una si no varias veces la magistral y vapuleada Fuego Camina Conmigo, y sus Missing Pieces, porque hace 25 años Lynch plantó la semilla de esta obra magna que no ha hecho más que empezar. No os arrepentiréis.

20 de mayo de 2017

Twin Peaks: The Missing Pieces. El regalo de Lynch a los verdaderos fans






















Aunque el metraje de Fuego Camina Conmigo, la precuela/secuela con la que Lynch puso punto final al universo de Twin Peaks allá por 1992 tenía una duración de dos horas y cuarto, el cineasta había rodado más, mucho más. Tanto, que se rumoreaba que la obra en sus orígenes y antes de su montaje final alcanzaba las cinco horas de duración.



Mi primer contacto con estas escenas eliminadas fue tras la lectura del guión original a finales de los años 90. Tras leerlo ávidamente, fui consciente de que había mucho más que se nos había escatimado. Y como yo, mucha gente debió pensar lo mismo, porque durante casi dos décadas hubo mil y un intentos a través de peticiones y firmas de fans para que este metraje que se nos había escamoteado fuera distribuido y montado, ya fuera como director's cut de la película o por lo menos como escenas eliminadas.



Y en 2014 se obró el milagro, ya que la gran sorpresa de la edición restaurada del serial y la película con multitud de extras y una calidad de imagen y sonido que no imaginábamos ni en nuestros mejores sueños, traía en su interior la guinda del pastel. Un contenido que por si solo convertía en un "must" la compra de la edición. Esa guinda era "Twin Peaks: The Missing Pieces", hora y media de contenido inédito, perteneciente al metraje nunca visto de Fuego Camina Conmigo, totalmente restaurado y editado por el propio Lynch.



Esa hora y media se dividía en 30 escenas de mayor o menor interés, donde podíamos vislumbrar la idea original del largometraje y también entender el porqué muchas de ellas se quedaron en la sala de montaje. 



Montadas de manera cronológica y fácilmente integrables para todo seguidor acérrimo de la película y el serial, esta hora y media contiene escenas supérfluas pero que traen de vuelta a personajes que no veíamos desde el serial como Lucy, Andy, Hawk, el Sheriff Truman, Josie o Pete Martell, pero que una vez vistas, entiendes el porqué de su exclusión del montaje final. Son escenas 100% Twin Peaks, donde el humor y la melancolía hacen acto de presencia, pero que rompían el via crucis de los últimos siete días de Laura Palmer.



Otras en cambio, aunque prescindibles, son fascinantes, como la bella y melancólica escena entre Ed y Norma en el interior de un coche escuchando el embriagador tema principal de la película. Otras escenas son muy interesantes como la versión contraria a la escalofriante cena en familia de los Palmer vista en el filme, donde un Leland cariñoso enseña a su mujer e hija a hablar en Noruego, enlazando con la subtrama con la que comienza el serial de los negocios de Benjamin Horne con el bosque de Ghostwood.



Aún más interesante es la escena en casa de los Hayward, donde el Doctor Hayward reconforta a una Laura en el punto de ruptura y con un final dramático y abrupto provocado por la llamada de Leland a su hija. Nunca una mirada como la del doctor Hayward a su mujer Eilleen dice tanto con tan pocos recursos.



También hay escenas prescindibles como la de Laura y el camionero amigo de Leo o la de Laura y su madre sobre los cigarrillos, pero son bienvenidas para todos los amantes del universo Peaker, porque es una última oportunidad de ver a dichos personajes.



En cuanto a la primera parte de la obra, la relacionada con el caso de Teresa Banks, también hay mucha tela que cortar. A destacar, la escena donde interactúan Cooper y Sam Stanley tras la desaparición del Agente Desmond y que enlaza con el piloto de la serie. Pero sobre todo la extensión de la trama de Philip Jeffries, el agente especial del FBI y viajero espacio temporal interpretado por el fallecido David Bowie y que aquí se extiende sacando a la obra de su microuniverso llevándonos a un hotel en Buenos Aires y ayudándonos, con una versión extendida y de diferente montaje, a ser testigos de esa reunión de los seres de otro lugar en el almacén de oportunidades, enlazando de nuevo la película con la primera visión/sueño de Cooper en la primera temporada del serial.



La guinda final es el epílogo que le da a la obra, un salto al final de la segunda temporada, donde vemos esbozos del futuro de Annie Blackburn, el fatídico anillo y el destino del Agente Cooper y que abre la puerta a acontecimientos que muy posiblemente veremos en la ansiada nueva temporada. 



En definitiva, el que creímos regalo de despedida a los fans del serial más de culto de la historia de la televisión en Agosto de 2014, se convirtió dos meses después en el prólogo de una nueva temporada de Twin Peaks. Casi tres años después de dicho anuncio, quedan pocos días para que comience de nuevo el serial más importante e influyente de la historia de la televisión, donde volveremos a una localidad donde lo bello y lo siniestro se dan lo mano, donde las lechuzas no son lo que parecen, los pájaros cantan una bella canción y siempre hay música en el aire. Laura Palmer ya se lo dijo a Cooper y a los fans, "En 25 años nos volveremos a ver". La promesa se ha cumplido y aquí estoy yo, mordiéndome las uñas.

18 de mayo de 2017

Alien Covenant de Ridley Scott: Vulgar y prescindible regreso de los xenomorfos














Hace ya cinco años que Ridley Scott volvió al universo de Alien con su precuela Prometheus. Y yo defendí una película que fue vilipendiada en el momento de su estreno. Vuelta a ver cinco años después, es cierto que el guión de Jon Spaiths y Damon Lindelof necesitaba de un par o tres de reescrituras para que la interesante premisa no fuera disminuida por un desarrollo y construcción de personajes deficiente que lastraban el producto final.



Pero lo que no se puede negar es que Prometheus abría un nuevo camino a una fórmula que ya se había desgastado y donde el mismo Scott y James Cameron habían dicho todo lo que se podía decir en el género de la "cacería de bichos" con dos obras maestras e imperecederas de la ciencia ficción como fueron Alien y Aliens.



Prometheus no solo tenía una premisa atractiva -nuestro origen como especie- sino que nos desvelaba quiénes eran esos Space Jockeys que nos dejaron intrigados a los seguidores de la cinta original, diseñados por el gran H.R.Giger. Prometheus nos revelaba que eran una raza denominada Los Ingenieros y que eran los creadores de la raza humana, que por motivos desconocidos estaban decepcionados con su creación y crearon un virus que serviría para crear una criatura, todavía un protoxenomorfo, que nos extinguiría.



Covenant, secuela de Prometheus y de nuevo precuela del Alien original, nos revelaría quiénes eran esta raza, porqué nos odia y enfrentaría a los protagonistas supervivientes de la anterior entrega, Elizabeth Shaw y David, el fantástico androide interpretado por un magnífico Michael Fassbender, con los Ingenieros y su planeta natal.



Pero el mal recibimiento por parte de los fans y la crítica de Prometheus -una cinta que con sus errores era muy superior a Alien 3 o Alien Resurrection- creo que hizo que Scott intentara un híbrido que devolviera la predominancia de la criatura que demandaban unos fans reacios al cambio de la fórmula y poder continuar la historia planteada en Prometheus.



El problema, que la obra resultante es uno de los trabajos menos inspirados de Scott. Lo que continua la denostada precuela tiene los mejores momentos de la cinta con un soberbio Fassbender en un doble papel que da como resultado inteligentes escenas sobre lo que nos hace humanos y que emparenta la película con el Blade Runner del mismo Scott. En cambio, el tema de los Ingenieros y Elizabeth Shaw se despacha de manera brusca y las "revelaciones" de este nuevo filme son redundantes y quedan suficientemente explicadas para aquel que quiera ver con un mínimo de inteligencia el corto "Alien Covenant: The Crossing" que publicó Scott a escasas semanas del estreno de la cinta. El resto, redundancia.



Y entonces, ¿que le queda a la cinta?. Una nueva tripulación, la de la nave Covenant, que hace buena a la de Prometheus. Un grupo de personajes estereotipados, poco inteligentes y de escaso carisma que únicamente sirven para ir cayendo como moscas -en situaciones que supuestamente deberían provocarte un escalofrío y que te provocan la risa- a manos de unos xenomorfos, nuevos y vintage que ya no provocan la misma sensación de desasosiego.



Pero diréis, bueno, las obras de Scott, sobre todo las relacionadas con la saga Alien, por lo menos son un festín visual de primer orden. Pues no, porque este Covenant nos entrega al Scott menos inspirado, un Scott que sigue siendo elegante en la puesta en escena, pero que aquí no nos aporta nada que nos deje con la boca abierta, que nos maraville, sin ninguna idea original como si tenía Prometheus que te podía hacer perdonar algunas de las torpezas de guión.



En definitiva, una cinta torpe, repetitiva y vulgar, que intenta aunar sin éxito a dos tipos de público enfrentado que da como resultado una obra repleta de tópicos, previsible y que a medida que va avanzando va de más a menos, demostrando que la dictadura del fandom da como resultado híbridos indigestos y vulgares como este Covenant que nos ocupa. 

14 de mayo de 2017

Nowhere Men de Eric Stephenson y Nate Bellegarde. Los 4F se fusionan con Los Beatles en un interesante pero fallido experimento




















La Nueva Frontera de la que hablaba Kennedy durante su corto mandato inspiró a la humanidad y a la cultura de principios de los años 60, hasta que esa inspiración y esperanza fue truncada por la triste realidad. Y de eso trata estos Nowhere Men, una obra de ciencia ficción retro que aúna de manera inteligente a dos iconos de los 60 tan reconocibles e innovadores como Los Beatles y los 4F de Lee y Kirby.



Y es a través de una obra que entremezcla con acierto y originalidad la narrativa gráfica del cómic con documentos, entrevistas o artículos de revistas de los años 60 y que es reproducido de manera fabulosa por Fonografiks, quizá el mejor estudio de diseño que se puede encontrar en la industria del cómic americano actual lo mejor de la obra.



Porque esta historia de cuatro genios de la ciencia, reflejo de Paul, John, George y Ringo, cuyas ambiciones personales y diferencias éticas y morales que les llevan a la desgracia, no consigue arrancar del todo porque Eric Stephenson no consigue dotar de alma a unos personajes y a una obra que sobresale estructuralmente, pero patina en conseguir que empaticemos con aquello que nos cuenta.



La obra arranca de manera atractiva y conocemos poco a poco, en base a flashbacks, retazos de información en distintos formatos, el auge y caída de este grupo de socios, desde el luminoso pasado al convulso presente. Y Stephenson da la vuelta a acontecimientos míticos de la historia del cómic, como el "accidente" de los 4F, pero falla estrepitosamente en dotar de ritmo y alma a un sinfín de tramas y subtramas donde llega un momento que se solapan y superponen sin dar una resolución eficaz a ninguna de ellas.



Tampoco el trabajo de Nate Bellegarde ayuda a que el conjunto sobresalga. Y no es que lo haga mal, sino que comparado con el diseño que adorna al envoltorio del cómic, este queda muy por debajo con un trazo que se asemeja al trabajo de autores como James McElvie, pero sin la garra y personalidad de este.



Por lo que al final el tebeo queda como una interesante curiosidad, un experimento con elementos muy potentes y potencial para haberse convertido en una posible obra de referencia y culto, pero cuya resolución lo deja como una rareza que no explota como se merece su interesante y atractiva propuesta.
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