29 de junio de 2015

Jupiter's Legacy de Mark Millar y Frank Quitely: Más de lo mismo
















Hace tiempo que la obra de Mark Millar ha dejado de interesarme como lector. Los ya lejanos tiempos de un autor escocés que entró como una apisonadora en el mercado norteaméricano con tebeos como The Authority o The Ultimates a principios de la pasada década, han dado paso a un ególatra por encima del bien y del mal, muy pagado de si mismo y que genera "big concepts" para futuribles adaptaciones cinematográficas. Y si no, comparemos los tebeos anteriormente mencionados o su Civil War o Superman Red Son, con los tebeos de su Millarworld como Kick Ass, Superior o Némesis.



Estos últimos, han sido tebeos donde la forma ha superado al fondo, donde sus personajes son réplicas de arquetipos que encima no patentó él, sino contemporáneos con mucho más talento que él, como Grant Morrison, Warren Ellis o el propio Alan Moore, pero que quizá no tienen las habilidades para desplegar unas habilidades de mercadotecnia como las de Millar.

Su limitado talento además ha quedado al descubierto, cuando autores como Brubaker, Rucka, Remender o Jason Aaron han seguido sorprendiendo a los lectores con tebeos cada vez mejores, evolucionando y sorprendiendo a los aficionados con obras con varias capas de lecturas, diversidad de géneros y mucha inteligencia.



Millar en cambio ha caído en las redes de Hollywood y los tebeos ya no son más que mero trámite para conseguir el jugoso contrato de adaptación y recicla hasta la extenuación los cuatro conceptos (humor adolescente chabacano, violencia extrema, modernidad de saldo y pinceladas sexuales de instituto de secundaria) que le han hecho famoso.



Su nuevo proyecto, junto a Frank Quitely, pareja artística del escocés en The Authority, parecía a priori un paso adelante en la carrera de Millar. Una vuelta a lo que le dio el prestigio merecido en los inicios de su carrera. Y el resultado, un tebeo anticuado con conceptos mil y una vez sobados tanto por él, como por otros autores.



Millar fusila de su catálogo, The Authority, Wanted y Civil War, en un mundo de superhéroes donde los arquetipos del héroe de la Golden Age se enfrenta a su reverso tenebroso de la Dark Age de los 80, un tema que ya han tratado con mucha mayor frescura y relevancia, autores como Alan Moore en Miracleman o Watchmen y Mark Waid en Kingdom Come.



Súmale a este refrito de ideas que en los años 90 ya estaban pasadas de moda y que dio pie al mencionado Kingdom Come, el estilo y la actitud de una nueva hornada de superhéroes jóvenes que ha sabido tratar con mucha más fortuna autores como Grant Morrison en su muy cercano especial para The Multiversity llamado The Just, donde Morrison nos mostraba un mundo donde los herederos de los grandes héroes DC eran mostrados como unos niñatos que solo viven de su presencia social y de contratos de imagen, ya que el mundo ya no los necesita.

Por lo tanto, lo que nos cuenta Millar no es que esté mal contado, sino que ya nos lo han contado mil y una veces, provocando que a cada página que pasas, sepas lo que va a ocurrir en la siguiente, viendo como el autor se plagia a si mismo y plagia a sus compañeros de profesión, en un tebeo que si lo salva algo es el trabajo de Frank Quitely, aunque hay que avisar que no es el Quitely más inspirado y como muestra, ver lo que el dibujante ha conseguido y entrega en el especial Pax Americana de Grant Morrison para la serie The Multiversity y lo que le entrega al guionista de Kick Ass.



En definitiva, si eres un fan fatal de Millar no te pierdas su nueva obra, ya que encontrarás todos los elementos que ha ido entregando a lo largo de toda su carrera. Pero si eres, como yo, un lector que se ha cansado de los trabajos de la nueva superestrella del cómic de superhéroes, encontrarás en este Jupiter's Legacy muchos motivos para seguir con la misma opinión.

24 de junio de 2015

Grendel Vs. The Shadow de Matt Wagner: Pulp en estado puro


























Cada vez que aparece una obra de Matt Wagner en el mercado es motivo de alegría para mi. El motivo, que desde que le descubrí con "Faces", el relato de Dos Caras que apareció en Legends of The Dark Knight 28-30 en el año 91, no he podido resistirme a cada nueva obra de este autor que irrumpió en el panorama editorial a mediados de los años 80.

E irrumpió con Grendel, un personaje de creación propia, editado por el sello independiente Comico y que le granjeó una pequeña pero fiel legión de seguidores. El problema, que en España Grendel nunca ha conseguido llamar la atención y los pequeños intentos de traer algo de material del personaje como hicieron Astiberri y creo que Dolmen a principios del siglo XXI nunca llegó a cuajar.



Las únicas veces que en nuestro país el personaje llamó más la atención, fue en dos miniseries en las que se cruzaba con Batman, aparte de la saga mencionada de LOTDK y dos miniseries aparecidas en 2005 y 2006, también del personaje de Batman y que reinventaba el primer año del Batman de Bob Kane que respiraban ese aroma pulp y años 30 que le venían que ni pintado al personaje. La pena, que la trilogía propuesta se quedó incompleta con una tercera miniserie que nunca vio la luz.



Y ahora, gracias a que Wagner ha revitalizado a La Sombra bajo el sello Dynamite, este realiza una coproducción entre Dark Horse y Dynamite para juntar a su personaje más querido con el vigilante que ha inspirado a todos los vigilantes posteriores, incluido Batman.



El resultado, un tebeo altamente disfrutable, cuyas páginas se leen con ese miedo que muy pocas veces ocurre, de no querer que las páginas de un tebeo se termine. El motivo, la habilidad de Wagner de trasladarnos a una época, los años30, donde el lector puede respirar y sentir el ambiente, casi como si lo estuviera experimentando y lo hubiera vivido.



A través de un viaje en el tiempo, Grendel, un criminal del futuro y perfecto antihéroe llega al Nueva York de los años 30, donde La Sombra defiende a la ciudad de los criminales que la aterrorizan. Wagner fusiona a ese héroe que es casi un villano, La Sombra, frío, inhumano y manipulador, con el antihéroe carismático que es Grendel, egoista y caprichoso, tremendamente inteligente, pero muy humano en el aspecto sentimental.



Estos dos antagonistas, cada uno con sus debilidades, sirve a Wagner para volver a trasladar al lector gracias a su arte sencillo pero a su vez tremendamente detallado a una época mágica y glamourosa que trístemente cada vez es menos utilizada por los autores y menos valorada por el público actual, donde las sombras, la violencia, la arquitectura art decó y las mujeres fatales se dan la mano.



Unas mujeres que son los puntos débiles de nuestros protagonistas, que deben lidiar con su condición de mitos y leyendas, a la vez que con unos sentimientos que se convierten en puntos débiles de ambos antagonistas, más cercanos el uno al otro de lo que creen.

En definitiva, aprovechad la próxima publicación en Septiembre de este tebeo por parte de Planeta Cómic y dejaros arrastrar por el estilo, el tono y el ambiente de unos años 30 y un género, el pulp,  cada vez más lejanos y a los que cada vez se les echa más de menos. La suerte, que tenemos todavía autores como Matt Wagner para traérnoslos de vuelta.

20 de junio de 2015

Ms. Marvel de G. W. Wilson y Adrian Alphona: Sed testigos del nuevo icono Marvel




















¿Hace cuánto tiempo que Marvel Comics no crea un nuevo personaje memorable? Quizás nos tendríamos que remontar a los años 80, en plena efervescencia creativa de Claremont y Byrne en su etapa mutante, porque a partir de los años 90, Marvel no había sido capaz de crear un personaje que estuviera a la altura de los mitos creados por la editorial entre los años 60 al 70. Por supuesto que han habido reinterpretaciones fabulosas de los personajes de toda la vida de la casa, pero personajes nuevos, ninguno.



Actualmente Marvel pasa por un esplendor creativo que no veíamos hace mucho tiempo, por mucho que digan aquellos que únicamente miran al pasado con nostalgia, sin apreciar y disfrutar lo que el presente les depara. Por supuesto que hay una parcela de la editorial que lleva al extremo el sinfín de eventos multitudinarios concatenados la mayoría de las veces sin ton ni son. Pero existe una parcela de la editorial, donde podemos encontrar un sinfín de series modernas e inteligentes que devuelven la fe en el género: Silver Surfer, Ojo de Halcón, Hulka son buenos ejemplos.



Y llegamos a esta nueva encarnación de Ms. Marvel, que desde sus primeras páginas nos devuelve a ese sabor fresco, novedoso y diferente que tenían los tebeos de la editorial en sus inicios. Tebeos revolucionarios, pero a su vez sencillos y sin más pretensiones que la de hacer pasar un buen rato a sus lectores. 



Kamala Khan es una adolescente pakistani que vive en Nueva Jersey y que quiere lo que todos queremos en nuestra adolescencia, encajar. Su problema, que es inmigrante, que sus costumbres familiares chocan en la sociedad americana, viviendo un tira y afloja entre sus estrictos padres y un entorno que la rechazar por ser el bicho raro, igual que el Peter Parker de Lee y Ditko.



Pero todo esto lo consigue la guionista G.W. Wilson sin recurrir a los estereotipos, sino a través de un realismo dulcificado que hace que te encariñes de nuestra joven protagonista y su entorno en las 10 primeras páginas del primer ejemplar. A partir de ahí, las nieblas terrígenas convertirán a nuestra protagonista en una heroína que igual que Peter descubrirá que todo poder conlleva una gran responsabilidad, en un tebeo que aúna con verdadero acierto el Spiderman original con Scott Pilgrim.



Un tebeo que fascinará tanto a los lectores habituales de Marvel, por supuesto aquellos que tengan la mente abierta y sobre todo a lo que más necesita el género superheróico, nuevos lectores y lectoras que pueden comenzar en este universo de ficción a través de una obra de fácil acceso e independiente del alambicado mundo al que pertenece, pero con raíces en el mismo, como pueden demostrar las apariciones de Lobezno, Carol Danvers, Capitán América o esos Inhumanos y sus nieblas terrígenas, originadoras de las nuevas habilidades de nuestra protagonista.

En definitiva, un tebeo Marvel 100%, que recupera la magia perdida y un punto de partida memorable para todos aquellos que quieran averiguar porqué Marvel fue denominada como "La Casa de las Ideas".


19 de junio de 2015

Hellblazer de Warren Ellis: Una etapa corta pero intensa
























Continúa la exhaustiva edición de ECC ediciones de la longeva serie del investigador sobrenatural más famoso del mundo del cómic. Esta vez le toca a la corta pero intensa etapa guionizada por Warren Ellis y truncada por desavenencias creativas entre el autor y DC Comics por la historia "Dispara", una crítica feroz al problema cultural y social que atenaza a la sociedad americana y que las armas son solo la punta del iceberg.

La etapa del famoso guionista de títulos como Planetary, el primer volumen de Authority o Transmetropolitan, por mencionar sus títulos más representativos, comienza con "Atormentada" una historia en seis partes que queda lastrada por la poca habilidad del dibujante John Higgins, mejor colorista (Watchmen, la edición original de La Broma Asesina) que dibujante, ya que le hace flaco favor al guión de Ennis, con composiciones de página intentando emular a Darick Robertson en Transmetropolitan sin demasiado éxito y un estilo rayando la parodia que contrasta con la tétrica historia que Ellis nos intenta narrar. Sin olvidar que el punto fuerte de Ellis no son los arcos argumentales extensos, sino las historias autoconclusivas.



Ese Ellis, incisivo, cruel y tremendamente inteligente es el que nos encontramos en los siguientes cuatro ejemplares de la colección, con cinco historias autoconclusivas que llevan al lector a los límites de la depravación de una sociedad abocada a la extinción y donde, como ya avanzaba en "Atormentada", la ciudad de Londres se convierte en el epicentro de esa Babilonia contemporánea que sirve de reflejo de nuestra sociedad actual. 

Periodistas conspiranoicos, ex-asesinos de guerra que no pueden dejar atrás su horrible pasado o leyendas urbanas que se convierten en reales solo por la creencia de sus trastornados seguidores, nos muestran un nuevo universo para John Constantine, donde lo sobrenatural deja lugar a un realismo más descarnado, no por ello menos salvaje, violento o sucio del que pudieron plasmar sus antecesores como Jamie Delano o Garth Ennis.



Pero lo que diferencia a esta encarnación de Constantine de sus interpretaciones previas, es la propia figura de nuestro protagonista, aquí convertido casi en un ser sobrenatural por encima del resto de la humanidad que sirve como espejo retorcido de la misma y donde no hay lugar a la parte humana y sentimental de un Constantine más mito y leyenda que ser humano de carne y hueso, casi un espectro y una presencia eterna en los tétricos y neblinosos callejones de una Inglaterra post-Tatcher que no ha conseguido superarla.

La etapa de Ellis finaliza con el episodio que provocó el abandono del escritor de la colección, "Dispara", donde Constantine vuelve a jugar el papel de demiurgo y donde se nos muestra la descarnizada e inteligente visión de la enferma sociedad americana desde el punto de vista de Ellis y que tristemente vuelve a estar en auge.



Este volumen finaliza con una historia en dos partes prescindible, guionizada por Darko Macan y que sirve de fill-in improvisado para la colección tras la precipitada marcha de Ellis y la llegada del primer escritor norteamericano en tocar al personaje, el reputado Brian Azzarello en una etapa polémica como pocas y de la que ya tendremos tiempo de hablar, porque es el siguiente volumen elegido por ECC para ser publicado en nuestro país.

18 de junio de 2015

Jurassic World de Colin Trevorrow: Una secuela entretenida pero demasiado dependiente del original


























Ya han pasado 22 años desde que Steven Spielberg estrenara una de sus películas más exitosas y famosas, Jurassic Park, basada en el bestseller del fallecido escritor Michael Crichton y que provocó en el año 1993 una dinomanía sin precedentes. Los motivos de su éxito, el avance exponencial en materia de efectos visuales que dejaban en paños menores todo lo que se había hecho hasta el momento y que hizo creer a una generación de espectadores que los dinosaurios dominaban de nuevo la tierra, además de cambiar el blockbuster hollywodiense moderno.

Pero quitando su apabullante apartado técnico, la película tampoco era gran cosa, algo que el paso del tiempo ha dejado en evidencia. Un Spielberg más centrado en la producción de su Lista de Schindler, entrego una película de acción y suspense con una dirección algo plana, excepto en momentos puntuales como la primera aparición del T-Rex o el ataque de los velocirraptores en la cocina, pero que demostraba que el director de películas de aventuras tan extraordinarias como la trilogía de Indiana Jones o Tiburón, los dos referentes para este Parque Jurásico, estaba interesado en otro tipo de cine y este lo podía seguir haciendo con los ojos cerrados, pero sin la pasión de sus inicios.



Tampoco ayudaba el funcional pero francamente mejorable guión de David Koepp y un desarrollo de personajes que dejaba mucho que desear, muy alejados de ese trío de cazadores de tiburones o el icónico y carismático Indiana Jones interpretado por Harrison Ford. Sin olvidar la blandificación de personajes como el millonario John Hammond o la conversión de Ian Malcolm de fascinante científico especializado en la teoría del caos, transformado en el personaje cómico de la función.

Pero la nostalgia vende, y si no que se le digan a los que fueron niños a principios de los años 90, que han convertido el Jurassic Park original en una obra de referencia como a los que fuimos niños en los 80 lo fueron Star Wars o Indiana Jones. Y esto se ha demostrado con el fulgurante estreno de esta cuarta entrega (que obvia con razón, la mediocre secuela dirigida por Spielberg y la horripilante tercera entrega de Joe Johnston), que bebe absolutamente del filme original, a veces en demasía.



Desde sus primeras escenas, precedidad por el logo de Amblin, la película respira el espíritu de la factoría de Spielberg de los 80 y principios de los 90 por todos sus poros. Trevorrow, el director de esta secuela, homenajea al maestro en múltiples escenas y guiños que contiene la nueva entrega. Ahora, el parque fracasado de Hammond se ha reconvertido en un Disneyworld que necesita renovar de nuevo su oferta para atraer a nuevos visitantes acostumbrados a unos dinosaurios que sorprenden lo mismo que una jirafa en un zoo.

Interesante este punto del largo, porque se puede extrapolar a las audiencias del año 2015. Una audiencia que ya no tiene esa inocencia ya perdida y que nos hacía maravillarnos con los prodigios de la técnica que creo ILM en el año 93, saturados y anestesiados por la orgía de efectos digitales en los que se han convertido las películas de gran presupuesto Hollywodiense.



Así que sabiendo que la sorpresa de hace 22 años es imposible reproducirla, Trevorrow y los guionistas juegan al factor nostálgico, un mal endémico de nuestra sociedad actual, quizá huérfanos de nuevas historias y personajes que tengan la fuerza de lo que se hacía hace décadas. Y en ello está el mayor acierto y el mayor defecto de este Jurassic World. 

La película entretiene, en ningún momento aburre y el ritmo es constante y casi sin tiempos muertos. Pero en el fondo, es la misma historia del original, incluída su estructura y sus escenas de acción, da igual que aquí tengamos una nueva especie de dinosaurio, el Indominus Rex o que los Velocirraptores estén amaestrados. No hay sorpresa y casi puedes telegrafiar lo que va a ocurrir a continuación.



Lo mismo se puede decir de los personajes, aunque Chris Pratt y Bryce Dallas Howard estén mucho mejor y tengan el triple de carisma que Sam Neill o Laura Dern, porque Vincent Donofrio es el nuevo Nedry, Bryce Dallas Howard tiene el mismo problema con el compromiso y los niños que Sam Neill o la pareja de niños, aunque superior a los insoportables protagonistas del original, cumplen la misma función y además les ocurren más o menos las mismas peripecias.

En definitiva, un correcto homenaje a la obra original, excesivamente dependiente de la misma, pero que puede hacer disfrutar a una nueva generación desconocedora del original, pero a la que le falta la garra y la fuerza de la que disponía el irregular pero en momentos puntuales fascinante original de Spielberg, mucho más capaz que Trevorrow de realizar set pieces de acción que sabían sacar el máximo partido de los efectos de aquella época y con una habilidad para la composición y montaje de escenas de acción que ya han pasado a la historia del cine.

17 de junio de 2015

The Fade Out de Ed Brubaker y Sean Philips: Hollywood Babilonia























Para los aficionados a los buenos cómics, los apellidos Brubaker y Philips son sinónimo de calidad. Ambos autores, desde que se reunieran por primera vez a finales de los años 90 con La Escena del Crimen, no han dejado de entregarnos a los aficionados obra tras obra magistral, destacando Sleeper, Criminal y Fatale, esta última editada bajo el sello Image.

Y tras la finalización de Fatale, una mezcla perfecta de noir y pesadilla Lovecraftiana, Brubaker y Philips han encadenado casi inmediatamente su nuevo serial, The Fade Out, una intriga con sombras de James M. Cain y James Ellroy, que nos llevan al Hollywood de la época dorada, tras la Segunda Guerra Mundial, con el comienzo de la guerra fría y el McCarthysmo.



Nuestro protagonista, un guionista de Hollywood seco de ideas, sirve de maestro de ceremonias para conocer las bambalinas y los rincones oscuros de un Hollywood representado por todos y cada uno de los arquetipos que conocemos: El dueño del estudio, el director insoportable con ínfulas de autor, el actor galán, la estrella femenina, etc.... Pero todos y cada uno de ellos son algo más de lo que aparentan sus perfiles, algo que Brubaker va desgranando sin prisa pero sin pausa.



Todo arranca con el asesinato de la estrella femenina de una película en problemas debido a las mil y una reescrituras de un filme que demuestra que los problemas en Hollywood están desde sus inicios. Una muerte envuelta en misterio, porque nuestro protagonista la encuentra junto a él, sin saber como llegó el allí, tras una fiesta salvaje de la que no tiene más que nebulosos recuerdos de lo que ocurrió.

Esto sirve a la pareja artística para deleitar a los lectores con un relato que te atrapa desde las primeras páginas y que va desgranando sus múltiples capas y misterios a medida que pasas las páginas de un tebeo que va a más a medida que avanza la historia y del que deseas que nunca acabe, ya que la espera hasta la publicación del siguiente volumen será eterna.



Y que decir de Brubaker y Philips que no se haya dicho ya. Una pareja artística que han nacido para colaborar juntos y que aquí es posible que hayan llegado a la cima de su compenetración artística, apoyados además en el color aportado por Elizabeth Breitweiser, la tercera fuerza artística del tebeo y que da ese toque de ensoñación e irrealidad que transmiten Los Angeles y Hollywood.

Un Hollywood repleto de personajes que en principio pueden abrumar por su cantidad, pero que gracias a la pluma de Brubaker y su facilidad pasmosa para describir y diferenciar con pocas palabras y unos pocos actos a unos personajes que podían caer en el esterotipo, pero que Brubaker los transforma en personajes de carne y hueso.



Noir clásico en estado puro, imprescindible para aquellos que como yo, adoramos a autores literarios como James M. Cain, Raymond Chandler o James Ellroy, un fresco perfecto del Hollywood dorado con sus luces y sombras y una demostración más, que nadie como Brubaker y Philips para llevarnos de viaje a un universo de luces y sombras,sexo y vicios, lujo y sueños rotos, personajes decadentes pero tremendamente atractivos y humanos y un contexto histórico tremendamente atractivo. Quizás nos encontremos ante su obra definitiva y decir eso después de todo lo que nos han entregado en los últimos 15 años, es decir mucho. Imprescindible.


15 de junio de 2015

East of West: El western futurista y apocalíptico de Jonathan Hickman y Nick Dragotta





























Que Jonathan Hickman no se lo pone fácil a los lectores es un hecho. Que es uno de los mejores arquitectos de historias del cómic actual también lo es. Cualquiera que haya leído sus trabajos para Marvel, como su etapa de los 4 Fantásticos o Los Vengadores actuales, habrá comprobado que Hickman no da puntada sin hilo, que tiene muy claro lo que quiere contar y que le gusta marear a sus lectores con un sinfín de datos, historias entrecruzadas, personajes y detalles en apariencia nimios que luego tienen una importancia suprema tras 40 ejemplares.



Por supuesto, también existen los "haters" de Hickman, que huyen como la peste de sus obras, debido a esa atención exigente que necesitan sus trabajos y también, rompiendo una lanza a sus haters, porque Hickman se cree más listo que nadie y a veces, se le va la mano con sus ínfulas científicas y filosóficas, sumándole el problema de que en sus trabajos para Marvel nunca ha conseguido un equipo artístico regular lo que acaba afeando el conjunto de la obra.

Ese problema no lo ha tenido en sus proyectos personales, todos ellos alojados en Image Comics, donde ha contado con equipos artísticos que son más co-creadores que dibujantes de alquiler sin la implicación con la obra que se merece, con trabajos como Pax Romana, The Manhattan Projects o este East of West que nos ocupa.



¿Y podría recomendar esta obra a alguien que le tiene alergia a Hickman? En principio sería difícil, porque ya en su primer ejemplar, Hickman bombardea al lector con una historia en la que te adentras en un maremágnum de ideas y conceptos que mezclan con verdadera pericia una historia alternativa de los Estados Unidos que no ha abandonado el ambiente de ese lejano Oeste perdido, con profecías apocalípticas y mucha ciencia ficción.



Pero a medida que te vas adentrando en la lectura de los primeros 5 ejemplares recopilados en el primer volumen de la colección, comienzas a vislumbrar el gran tapiz que Hickman ha ideado y comienzas a conocer a unos personajes que por primera vez en la historia de Hickman se alejan de esa frialdad analítica que rodea a todos los personajes de su obra, en una historia donde la racionalidad y los sentimientos van de la mano.



El otro gran acierto de un tebeo que en sus primeros cinco ejemplares ya te engancha, es el arte de Nick Dragotta, que ya colaboró con Hickman en su etapa de los 4 Fantásticos, pero que aquí explota y entrega páginas asombrosas, magníficas en su composición, diseño de personajes y narrativa cuasi cinematográfica, haciendo de la lectura del tebeo, un placer para la vista y el cerebro.



En definitiva, una nueva prueba del buen hacer de Hickman, que sabe mezclar géneros antagónicos sin que se le vean las costuras, entregando uno de los tebeos más atractivos narrativa y visualmente que te puedes encontrar en el mercado actual. 

11 de junio de 2015

Southern Bastards de Jason Aaron y Jason Latour: Aaron vuelve a sus raíces





























Jason Aaron deslumbró hace ya casi 10 años gracias a Scalped un thriller noir centrado en la vida de una reserva india y nos descubrió a un autor poderoso, sucio y nada temeroso a la hora de plasmar una violencia realista que desbordaba el papel impreso, además de ser capaz de desarrollar un elenco de personajes nada amigables pero tremendamente carismáticos.

Del sello Vertigo y Scalped, Aaron desembarcó en Marvel Comics, con títulos tan memorables como Lobezno y los X-Men y su actual etapa al frente de Thor. Y demostró que era capaz de lidiar tan bien con superhéroes como con entornos realistas, desarrollar giros insospechados y demostrar que seguía atinando a la hora de crear personajes y hacer evolucionar personajes ya existentes con muchas décadas a sus espaldas.



Pero Aaron llevaba mucho tiempo sin realizar un proyecto personal y visto que la línea Vertigo de DC Comics no pasaba por sus mejores momentos, ha tomado el mismo camino que otros grandes nombres del cómic actual -Brubaker, Rucka, Morrison, Fraction, Remender, etc...- y se ha llevado su nuevo proyecto personal a la mejor editorial que te puedes encontrar en estos momentos para esta clase de proyectos, Image Comics.

Su compañero de fatigas en la parte artística, Jason Latour, es un viejo amigo de Aaron. Juntos colaboraron en algunos ejemplares e Scalped y luego Aaron le ha introducido como guionista dentro de Marvel Comics. El otro nexo común que une a ambos autores son sus orígenes, el sur de los Estados Unidos.



Y es que el sur de Estados Unidos y los pequeños pueblos que existen son otra America, una America que les viene muy lejana a los habitantes de ciudades como Nueva York, Los Ángeles, Chicago o San Francisco. Es la América del miedo al diferente, abducida por los fundamentalismos religiosos y donde la cerveza, el fútbol (americano, por supuesto), la ignorancia y la violencia están a la orden del día. Pero también es la América más pura, que quizás no ha abandonado o dejado atrás del todo ese Lejano Oeste.

Nuestro protagonista, Earl Tubb, es un hombre maduro, al estilo del Gran Torino de Clint Eastwood que vuelve a un pueblo natal al que nunca quiso volver, por obligaciones de caracter familiar. Lo que descubre a los pocos minutos de volver, es que el pueblo no solo sigue igual, sino que ha entrado en una decadencia absoluta, debido a un no elegido líder que controla la ciudad, unas fuerzas del orden colocadas a dedo y una población cobarde que si tiene su ración de cerveza, costillas y fútbol no hará nada para cambiar las cosas.



Esta premisa argumental nos devuelve a ese Aaron duro, inhóspito y tremendamente cruel que recordamos de Scalped. Un tebeo cuya violencia impacta como el golpe de un bate de beisbol. Pero no por su impacto visual, ya que la mayoría de las veces la brutalidad se queda en off, sino por la carga de fatalidad que transmiten sus páginas y lo que vamos conociendo de este pueblo y de su protagonista, un hombre violento, pero honesto, honrado y recto, el adalid de lo que se considera un buen americano, la única esperanza de un pueblo que desprecia pero que es su hogar con el handicap de que ese pueblo le necesita pero no le quiere, porque en el fondo no quieren que cambien las cosas en esa America profunda.

Para equilibrar esta carga de fatalidad y oscuridad que transmite la obra, tenemos el excelente trabajo gráfico de Jason Latour, que consigue fusionar con éxito la suciedad con un estilo cartoony y limpio, apoyado por su magnífico uso del color que juega con todas las gamas del rojo, el color de la obra y metáfora de la ira contenida y la rabia que siente nuestro protagonista.



En definitiva, un nuevo y excelente trabajo de Aaron, donde vuelve a demostrar que sigue siendo un autor versátil, capaz de pasar de la luz a la oscuridad sin problemas y reafirmando que en ambos extremos se siente igual de cómodo.

10 de junio de 2015

Sense8 de los hermanos Wachowski y J. Michael Straczynski: Una serie única, irregular pero apasionante

























Una cosa que no se les puede echar en cara a los hermanos Wachowski es que no sean ambiciosos. El problema de esa ambición, es que siempre sus proyectos están en la cuerda floja y son capaces a la vez de lo sublime a lo ridículo. El primer Matrix tenía todo de lo primero, pero en sus denostadas secuelas, los Wachowski te daban una de cal-la persecución por la autopista, la conversación con la Oráculo y con el Arquitecto, el enfrentamiento final con Smith- con otra de arena- todo Zion, en especial esa rave party improvisada.

Tras las secuelas de Matrix, los Wachowski pasaron de amados a odiados, culpa de unos fans que no supieron aceptar las secuelas que entregaron, que aunque irregulares en algunos aspectos, los revisionados las colocan entre las obras más interesantes que podemos encontrar en la ciencia ficción de los últimos 15 años.



Lo mismo ocurrió con Speed Racer, un entretenimiento para todos los públicos y la mejor traslación del lenguaje del anime al cine de imagen real, que no supo encontrar su sitio y una película a reivindicar desde ya. Y llegamos a sus dos últimas obras, El Atlas de las Nubes y Jupiter's Ascending. La primera, un intento fallido de realizar su obra total, una obra coral y multigenérica donde la forma podía con el fondo y donde las historias interesantes se solapaban con otras bastante insulsas. De Jupiter's Ascending mejor ni hablamos, un desastre sin pies ni cabeza, un intento de space opera inocente, que quedaba lastrado por el bombardeo de ideas que no encontraban su lugar en una obra que avanzaba a trompicones sin mucho sentido, eso sí, visualmente apabullante.



Es posible que el largometraje no sea el lugar más indicado para que los Wachowski puedan plasmar todo el torrente de ideas que sus cabezas vomitan a velocidad de vértigo, y quizás por eso su última obra, Sense8 haya acabado siendo un proyecto para televisión, acompañados por J. Michael Straczynski, creador de Babylon 5 y guionista de cómics como Rising Stars o una larga etapa en Amazing Spiderman que comenzó muy bien.



¿Y qué tal les ha sentado el paso a la televisión? La verdad es que estos 12 episodios de la que se augura una primera temporada de una serie de 5, según palabras de Straczynski, me ha provocado sensaciones encontradas. Los Wachowski se toman su tiempo y aunque eché pestes sobre la serie en su primera mitad- personajes estereotipados, ideas mil y una vez vistas tanto en su obra como en las de otros autores, en especial Grant Morrison y sus Invisibles- la verdad es que no era capaz de dejar de verla.



Los problemas que les encontraba, los mismos que recorren toda su obra. Una ambición descontrolada, ideas filosóficas metidas a capón, fusión de géneros que iban de lo ridículo a lo sublime- Bollywood, drama carcelario, dramas personales, mafia, soap-opera, ciencia ficción, etc..... Pero todo cambia a partir de su segunda mitad, los Wachowski empiezan a controlar y a hacer avanzar esta mezcla de Matrix, El Atlas de las Nubes, el cine de Iñárritu y Lost, convirtiendo a sus estereotipados personajes en personas de carne y hueso, equilibrando los géneros y fusionándolos y entregando escenas memorables como el desgarrador flashback de uno de los protagonistas en la season finale, la escena del concierto de música clásica, o la conexión musical entre todos los Sense8 con reminiscencias del Magnolia de Paul Thomas Anderson.



No se como terminará esto. No se si los Wachowski sabrán resolver todo aquello que plantean a la altura de su ambiciosa premisa, tanto en la forma como en el fondo. Pero creo que su implicación, como en todos sus proyectos, fallidos o no, es plena- han co-escrito con Straczynski todos los episodios y dirigido más de media docena de los 12 capítulos del serial. Y las sensaciones, buenas y malas, que me han proporcionado el visionado de la temporada completa no me han dejado indiferente. Y eso es algo difícil de conseguir. No creo que el camino sea perfecto, pero la grandeza de muchos momentos y el atrevimiento de la propuesta, bien merece mi atención y la de todos los espectadores que busquen algo único y diferente.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...