30 de abril de 2017

Twin Peaks Temporada 1: Redefiniendo el serial televisivo para siempre




Hablar de Twin Peaks y lo que significó no solo para el medio televisivo sino para mi crecimiento como persona es algo muy importante para mi. Y me da miedo. Miedo porque mis palabras es imposible que hagan justicia a una obra que no es una serie más para mi, sino una obra que me ha acompañado a lo largo de toda mi vida y que me dio a conocer a quien es mi director favorito, David Lynch.

Y es que el estreno de Twin Peaks en España en Noviembre de 1990 fue un punto y aparte para mi, como amante del cine y como persona, un antes y un después. Porque su magistral episodio piloto dejó un poso que no me ha abandonado a lo largo de mi vida. Y es que en 1990, con 15 años recién cumplidos y en plena adolescencia, Twin Peaks llegó en el momento justo y perfecto. Ese momento en que estás abierto a otro tipo de obras y maneras de contar las cosas. Y, al igual que George Lucas y Steven Spielberg en los 80 con sus Star Wars, Indiana Jones o E.T., Lynch me entregó un universo eterno que cambiaría la manera que tengo de entender el arte.



La serie, co-creada por David Lynch y Mark Frost, arrancó con un episodio piloto de hora y media de duración, co-escrito por ambos autores y dirigido por David Lynch, que aparte de ser quizás la mejor hora y media jamás entregada para la por entonces pequeña pantalla, cambió el ecosistema y las ambiciones de lo que debería ser una serie de televisión demostrando que la televisión no era la hermana pequeña del cine en pantalla grande, sino que era un medio a la altura del cine y que servía para un propósito bien distinto.

Y es que Lynch y Frost, más el primero que el segundo, por razones que iré explicando en este mismo post y en los siguientes dedicados a la serie y a su precuela televisiva, decidieron subvertir lo que los espectadores esperaban y necesitaban de un serial televisivo. Y lo consiguieron, al menos en esta primera temporada, con un clásico “whodunit”, “¿Quién mató a Laura Palmer?” que atesoraba en su interior mucho más.



Porque Twin Peaks no se puede adscribir a un género, sobre todo porque es un género en si mismo. Porque preguntaros, ¿cuál es el género de la serie?¿Una intriga policíaca?¿Un serial de adolescentes a lo Nancy Drew y el club de los Cinco?¿Una versión vigorizada y exagerada de Peyton Place, Dallas o Dinastía?¿Un relato de terror? La respuesta, todos y ninguno.

La muerte de Laura Palmer, base del serial, sirve a Lynch y Frost para adentrarse en la vida de una pequeña población en el noroeste de Estados Unidos, frontera con Canadá, que vive un universo casi paralelo del resto del mundo. Y la serie, al menos por el momento no sale de dicho ecosistema. Un ecosistema donde coexisten al parecer sin ningún problema, diversos círculos de personajes, los cuales viven en un género diferente cada uno y que sirve para aportar distintos sabores y texturas a una primera temporada cuasi perfecta.



El piloto, dirigido por Lynch, sirve como punto de partida y presentación de dicho universo y personajes. Un episodio donde Lynch subvierte el drama propio de de este tipo de historias, dejando a sus personajes que transmitan sus sentimientos sin reparos. Y es que es un episodio donde los sentimientos son superlativos, donde se llora mucho, sin reparos, sin congojas, sin vergüenzas. Tanto los afligidos padres de Laura, en una escena memorable con un teléfono de por medio o en el dolor de algunos compañeros de colegio como Donna y James, aquí con pupitre vacío de por medio, en una escuela donde la muerte de una joven de 17 años, reina del baile para más seña y alumna y ciudadana perfecta en apariencia, parece que ha paralizado el tiempo.

En paralelo, Lynch nos presenta un entorno y unos personajes, que van del cinismo -Benjamin Horne, Catherine Martell.- al nihilismo, -Audrey Horne- o deudores del cine de James Dean o West Side Story, representados en personajes como James Hurley o Bobby Briggs.



Tras su aparente naturalidad, nos encontramos con elementos tan disruptores como embriagadores, donde en un bar de moteros escuchamos la música celestial y misteriosa de Julee Cruise o nuestro protagonista y ojo del espectador para conocer el pueblo y a sus peculiares habitantes, El Agente Especial Dale Cooper.

La aparición de Cooper en escena, aporta a la serie el elemento rompedor de un pueblo que no quiere cambiar y vive a gusto en esa dicotomía entre la placidez exterior y la oscuridad interior. Y le conocemos en su coche llegando a Twin Peaks, hablando a su grabadora y a una tal Diane, posible secretaria, a la que nunca veremos su rostro. Y es en Cooper donde Lynch y Frost representan las dos caras del pueblo y del serial, donde lo trascendente y lo trágico se aúnan con lo cotidiano y supuestamente trivial.



Porque Cooper es un investigador, un Sherlock Holmes ávido por descubrir lo desconocido y los misterios, que aunque sabiendo lo desgraciado de lo ocurrido y a medida que avanza en su investigación y en lo ocurrido a Laura y su vida pasada y oculta, se deja encandilar y enamorar de las pequeñas cosas y placeres de la vida y de los pequeños detalles de un pueblo que maravilla y asusta a partes iguales, con elementos tan importantes para el serial, como los bosques, sus abetos, el café, los donuts o la tarta de cerezas.

Esa mezcla de géneros y la habilidad para desarrollar una intriga policiaca que tanto tiene de realismo como de realismo mágico y pistas que se sirven más de la meditación y la casualidad, donde los sueños y las visiones son tan importantes como los restos de sangre o las muestras de ADN aportando esa magia que hace a Twin Peaks un serial único e inimitable.



A lo largo de siete episodios que componen la primera temporada tras el piloto, Lynch solo dirige un episodio más, el tercero -contando el piloto como el primer capítulo- donde tenemos el primer atisbo de que el realismo mágico va a hacer presencia en la serie, con el sueño/visión de la Habitación Roja que tras 27 años sigue siendo el momento quizás más revolucionario que ha visto la televisión en toda su historia, y demostrando que Twin Peaks era algo diferente a todo lo que habíamos visto y veríamos posteriormente. Bob, Mike, La Habitación Roja y el Hombre de Otro Lugar y su baile fascinante y surreal serán piezas clave de lo que será la serie en su más surrealista y fantástica segunda temporada.

El resto de directores que dirigen el serial, como Lesli Linka Glater, Trina Rathbone o Tim Hunter, siguen al pie de la letra las reglas estilísticas aportadas por el maestro Lynch, en unos episodios que se devoran como pipas gracias a una habilidad inaudita y adictiva para ir contando que le ocurrió a una Laura Palmer que ha tocado las vidas de todos o casi todos los habitantes del pueblo de manera directa o indirecta y que sirve para destapar las miserias de una población que hasta el momento parecía perfecta y sin mácula.



Ese pueblo y ese ambiente no se puede entender para el que para mi es su tercer co-creador y quizás más importante que el propio Mark Frost, Angelo Badalamenti y su banda sonora, que con contados temas, crea el ambiente sonoro de una serie y un pueblo que es imposible imaginarlo con otra música que la acompañe y que a través de piezas melancólicas y jazzísticas, demuestra también que el serial televisivo no debe quedarse con música incidental de segunda categoría.

Si hubiera que buscarle un pero a una primera temporada antológica y memorable sería su season finale, escrita y dirigida por Mark Frost, porque aunque su concatenación de cliffhangers de infarto a resolver en una segunda temporada es muy divertida y una parodia de los excesos de culebrones como los anteriormente mencionados de Dallas y Dinastía, demuestra lo que ocurriría en la segunda mitad de la segunda temporada, con un Lynch ausente.



En este episodio, Frost intenta ser más autor que Lynch. Y si este último controló su estilo para que la serie fuera una co-creación de ambos autores -aunque la realidad es que el verdadero talento lo tiene Lynch y a las carreras posteriores de ambos autores me refiero- aquí Frost rompe las reglas instauradas en la serie para desarrollar un capítulo con planos y secuencias efectistas, de tv-movie con ínfulas que en algunos momentos no parece que estemos ante el serial que nos encandiló en sus anteriores episodios, donde la extrañeza y el realismo mágico y la originalidad no venía dado por donde colocaba la cámara o por transiciones vulgares y presuntamente chocantes, sino por el ojo de un creador diferente como Lynch.

Pero al menos en esta primera temporada, este capítulo final no empaña una temporada que posiblemente sean las mejores 7 horas y media que ha entregado la televisión en conjunto, gracias a la muerte de una Laura Palmer, imagen del serial cuya presencia se siente a lo largo y ancho de un pueblo tan encantador como misterioso, donde un semáforo en la noche, un abeto Douglas mecido por el viento o una cabaña en mitad de un bosque bajo los acordes del “Into the Night” de Badalamenti y la voz de Cruise siguen provocando las mismas sensaciones de inquietud y placer que la primera vez que lo vi hace ya la friolera de 27 años.

20 de abril de 2017

Kill or be Killed de Brubaker y Philips: Eisner, Bronson y nihilismo contemporáneo






























El duo formado por Ed Brubaker y Sean Philips tienen unas señas de identidad muy claras para todos aquellos que hemos disfrutado de obras tan excelentes como Sleeper, Criminal, Fatale y en menor medida Incognito o The Fade Out. El noir, los perdedores, las mujeres fatales y el gusto por los géneros menores y la literatura y el cine exploitation han dado a los lectores del siglo XXI unos trabajos que en líneas generales solo pueden calificarse de sobresalientes.



Por eso siempre es bienvenida una obra de dos autores como Brubaker y Philips, porque los lectores sabemos que mínimo tendremos un tebeo notable y que merece la pena, y en el mejor de los casos un tebeo brillante. Su nuevo trabajo, Kill or be Killed, tras un primer volumen recopilatorio que aúna los cuatro primeros ejemplares de su nuevo trabajo para Image Comics, da como resultado un tebeo notable que promete, pero que por el momento no sorprende como trabajos anteriores como Fatale o Sleeper.



Nuestro protagonista es Dylan, un clásico perdedor made in Brubaker que lleva una vida mediocre, lleno de complejos y resentimientos en la Nueva York actual. Una decisión que casi le hace perder la vida le convierte en un vigilante sangriento a la Charles Bronson que vive dos realidades que pueden ser ciertas o producto de la mente escindida de nuestro protagonista.



Brubaker mezcla con acierto -de la mano de un Sean Philips que ha alcanzado por el momento el climax de su habilidad artística y su compenetración con Brubaker- la suciedad y la oscuridad de una Nueva York actual barnizada con el ambiente de los peligrosos años 70 con el slice of life nihilista propio de un Daniel Clowes, más el coqueteo con elementos sobrenaturales propios de una novela pulp "under the counter" que ya trasladó con brillantez en obras como Fatale.



Philips plasma el guión de Brubaker con páginas que entremezclan con acierto el estilo clásico del dibujante con ilustraciones a toda página y textos de apoyo de novela ilustrada que traen al recuerdo el trabajo de Will Eisner en su trilogía de Nueva York sin que el contraste entre ambos estilos choque al lector.



Por lo tanto, tenemos un primer volumen escrito con pericia e ilustrado con acierto por ambos autores, que quizás no sorprenda y deje con la boca abierta como los primeros trabajos con los que nos deleitaron en la primera década del siglo XXI, pero que invita al lector a seguir desentrañando el misterio planteado por ambos artistas en futuros volúmenes de la nueva obra de uno de los equipos artísticos más estables y redondos del cómic contemporáneo.

15 de abril de 2017

Hellblazer de Peter Milligan 1(de 3). Arranca la última etapa del personaje bajo el sello Vertigo
























Tras una fabulosa etapa guionizada por Mike Carey y dos cortas etapas de la mano de la guionista Denise Mina y el guionista Andy Diggle, el ocultista más carismático del noveno arte arrancaba su final del camino de la mano de uno de los guionistas artífices del nacimiento de la línea Vertigo de DC Comics, Peter Milligan.



Peter Milligan, autor de tebeos tan revolucionarios y visionarios como Shade el Hombre Cambiante o X-Tatix para Marvel Comics, quizá no ha tenido el prestigio de coetáneos suyos como Grant Morrison o Neil Gaiman, porque Milligan ha trabajado en encargos para las dos grandes de irregular resultado y escasa pasión que han devaluado su nombre.



Pero siendo quien era y la importancia que ha tenido en el desarrollo del cómic adulto de la industria americana, era imprescindible que pusiera su talento en manos de John Constantine, el personaje por el que han pasado la gran parte de autores ingleses de la época y algunos talentos mayores del americano.



El reto de Milligan, que se encargó de las historias del personaje tras 250 ejemplares a sus espaldas, era ser capaz de aportar una visión y un tono diferente a lo realizado por autores del talento de Garth Ennis, Paul Jenkins, Brian Azzarello o Mike Carey, donde cada uno de ellos aportó matices diferentes a un personaje muy agradecido.



Milligan, de la mano del dibujante Giusseppe Camuncoli, arranca su etapa con un Constantine quizá más amoral que nunca con una historia en tres partes titulada "Costra" que nos presenta a Pheebs, el nuevo interés amoroso de Constantine, del que duda si realmente le gusta o la necesita para intentar llevar una vida normal. Esta primera historia en un primer momento quizás no aporta nada nuevo al personaje y a su entorno, pero una vez leídos los siguientes ejemplares, se demuestra como un excelente prólogo para lo que está por venir.



Y tras un interludio en dos partes dibujado por Goran Sudzuka, que trae de vuelta a través de la peste que asoló a Europa, temas como la culpa y el abuso infantil, da paso a Enganchado, una fascinante historia donde los acontecimientos y relaciones planteados en Costra, explotan de manera brillante y trágica entregando una de las historias más atractivas de la historia del personaje, de manera breve, concisa y certera para finalizar este primera parte de las aventuras de Constantine de la mano de Milligan con un epílogo en dos partes dibujado con acierto por Simon Bisley, que cierra tramas pendientes, abre otras y sobre todo deja un futuro interesante y peligroso para nuestro canalla favorito.



El volumen lo cierra una novela gráfica aparecida bajo el sello Vertigo Noir, llamada Entradas Oscuras, guionizada por el novelista Ian Rankin y dibujada por Werther Dell'Edera. El planteamiento, prometedor, parece un episodio de Black Mirror salido de la mente de Charlie Brooker, donde se da una vuelta de tuerca muy negra a los reality shows que han inundado nuestras aparatos de televisión caseros, que se lee con intensidad, sobre todo en su primer acto. A partir de la gran revelación, el tebeo peca de previsibilidad y de no saber sacar partido a una premisa que podría haber dado mucho más juego si hubiera ido por derroteros más inteligentes, pero que se deja leer con agrado.

13 de abril de 2017

Inhumanos Vs. Patrulla-X: Mes 1. Un arranque por encima de mis expectativas































Entre el uso y abuso de eventos editoriales que de un tiempo a esta parte Marvel ha inundado las estanterías y mi animadversión ya conocida hacia la nueva encarnación de Los Inhumanos que Marvel nos ha metido con calzador, entenderéis que mi interés hacia la supuesta confrontación final entre Inhumanos e Hijos del Átomo me daba bastante pereza.



Y el primer ejemplar arranca de nuevo con sobreexposición y redundancia por parte de ambas razas de las razones de cada una de ella para esa calma chicha con la que llevamos demasiado tiempo. Lo bueno, que a la mitad de un primer ejemplar de doble duración, Lemire y Soule, los guionistas artífices de este evento pisan el acelerador y nos deleitan al aficionado al comienzo de una confrontación que se debería haber resuelto hace tiempo.



La segunda mitad del comic-book ofrece al aficionado una interesante primera ronda de enfrentamientos, con un uso inteligente de las habilidades de los contrincantes de ambos bandos y escenas que traen de vuelta la ilusión por un conflicto que si no se estropea y se enfanga en próximos episodios, puede devolver lustre a unas franquicias muy desgastadas.



En cuanto a los dos tie-ins de este primer mes, centrados en las series de La Extraordinaria Patrulla X e Imposibles X-Men, decir que sirven bien su función, el primero centrado en explicar los motivos por los que Tormenta toma una decisión muy diferente a lo que nos tiene acostumbrados y el segundo, con una correcta expansión de uno de los combates meramente sugerido en el primer ejemplar de la serie principal.



En definitiva, un evento que quizás arranque mejor de lo esperado debido a las bajas expectativas puestas en él, con un buen trabajo de Lemire y Soule aderezado por uno de los mejores trabajos artísticos de los últimos tiempos del irregular Leinil Yu.

11 de abril de 2017

Snotgirl de Bryan Lee O'Malley y Leslie Hung: Tragicomedia satírica de la superficialidad contemporánea


 Bryan Lee O'Malley es uno de esos autores que convierte en acontecimiento cada obra que publica tras romper todos los moldes con su fundamental Scott Pilgrim, un tebeo hijo de sus tiempos que sabía aunar con absoluta destreza el "angst" adolescente con una inteligente aproximación a todo aquello que removía e influía -ya fueran cómics, cine, videojuegos, música o anime-, a varias generaciones de aficionados.



Y tras Seconds, su última novela gráfica, el autor canadiense, afincado actualmente en California, decidió como siguiente paso de una carrera sin mácula, aterrizar en Image Comics, la editorial actual por excelencia del cómic americano más rompedor y de calidad. La única diferencia, que O'Malley solo se encargaría de los guiones, dejando el apartado artístico en manos de la dibujante Leslie Hung.



El resultado es tan bueno por parte de Leslie Hung -una dibujante con un estilo moderno, fresco y que sabe aunar todo lo bueno del trazo de O'Malley sin convertirse en un clon del autor- que en cuanto has leído el primer y modélico número 1, te olvidas de que O'Malley no dibuja y te adentras en la divertida, mordaz y a veces terrorífica historia que ambos autores plantean.



La protagonista de nuestra historia es Snotgirl, la "Chica Moco" en la traducción, una blogger de moda superficial y acomplejada que se ha creado un personaje en apariencia invulnerable, que esconde tras de ella un mundo de complejos e inseguridades cuya vida da un vuelco tras un trágico suceso que cambiará, o no, su vida.



El tebeo tras su apariencia superficial e intrascendente, al igual que su anti-heroína- esconde en su interior un compendio de personajes y situaciones tan risibles como patéticas y que poco a poco comienza a atrapar tanto al lector como a su protagonista en una telaraña de envidias y múltiples realidades que asemeja un título en apariencia blanco con obras cinematográficas tan interesantes e irreverentes como Showgirls, Perfect Blue o Cisne Negro.



El primer volumen que ha recopilado Image Comics, contiene los cinco primeros ejemplares publicados en grapa. El resultado, un tebeo adictivo, divertido e inteligente, crítica feroz de la superficialidad más absoluta que han traído las redes sociales y sus protagonistas, esos Influencers que necesitan la atención constante para sobrellevar su patética existencia y que no puedes dejar de leer hasta que culminas un primer volumen sublime que deja con muchas ganas de que se publique cuanto antes su segundo volumen. En definitiva, una de mis series favoritas de la actualidad desde el minuto uno.





9 de abril de 2017

Viuda Negra: La más buscada de S.H.I.E.L.D. de Mark Waid y Chris Samnee: Sólida argumentalmente, brillante narrativamente






















De un tiempo a esta parte, parece estar de moda criticar todo lo que sale de la casa de las ideas, tras pasar unos cuantos años criticando todo lo que hacía DC Comics. Y como ahora los halagos son para la casa de Batman, Superman y Cía., hay que atacar todo lo que sale del hogar de las creaciones de Lee y Kirby, pareciendo que las dos grandes no pueden hacer tebeos buenos a la vez.



Y si, es cierto que Marvel está cometiendo algunos errores de peso en los últimos tiempos, pero eso no quita para que siga entregando muy buenos tebeos, porque si nos remontamos a estos últimos años y olvidándonos de las series centrales plagadas de eventos periódicos casi diarios, tenemos una gran cantidad de buenos tebeos que serán alabados por generaciones futuras como el Ojo de Halcón de Fraction y Aja, la Hulka de Soule y Pulido, Ms. Marvel de Wilson, los Jóvenes Vengadores de Gillen y McElvie, Doctor Extraño y Thor de Jason Aaron, La Visión de King y Walta o el Daredevil de Waid y Samnee.



Este último es el más destacado porque no solo demostró que era posible una fusión de clasicismo y modernidad en la Marvel actual, que la estética y el tono ligero podían convivir para entregar al aficionado un tebeo, como dirían los americanos "for the ages", sino que fue la unión de una pareja artística perfectamente en sincronía que también nos entregaría un delicioso relato de la creación del trístemente fallecido Dave Stevens, Rocketeer y el tebeo que nos ocupa, la nueva etapa de la Viuda Negra, tras la estimable etapa de Edmonson y Noto.



Y Waid y Samnee no decepcionan, entregando un primer arco argumental de seis ejemplares, que comienza "in media res" con un primer ejemplar que no da respiro al lector y a nuestra protagonista, en 20 páginas repletas de piruetas narrativas, momentos icónicos e imparable acción, con un Samnee en estado de gracia.



Porque si Samnee nos había deleitado y dejado con la boca abierta en anteriores trabajos, aquí da su do de pecho, en un trabajo que aúna elementos narrativos propios del Steranko de Nick Furia y el trazo y la composición elegante de Alex Toth y sus maravillosos claroscuros que fusiona el ambiente de un tebeo de espías de la guerra fría, con el colorido y el sentido del espectáculo del mejor tebeo Marvel.



Waid y Samnee, que aquí se convierte en co-guionista demostrando la sincronía de uno de los mejores equipos creativos del cómic actual, entregan una historia que salta del presente al pasado y de localización en localización a ritmo vertiginoso, donde las páginas son devoradas con premura pero con la pena de querer quedarte ensimismado en cada página, en cada viñeta, deseando que el tebeo no acabara nunca en una historia que partiendo de la base del espía injustamente acusado de traición, da varios vuelcos a lo largo de sus frenéticos seis primeros ejemplares, donde las convenciones del género son utilizadas por Waid y Samnee para sorprender a sus lectores en una historia que sabe no solo sacar partido a la historia pasada de la espía más famosa del universo Marvel, sino a la historia pasada de la editorial.

7 de abril de 2017

Superman Reborn de Tomasi, Gleason, Jurgens y Manhke. El Hijo de Krypton renace a lo grande


























Desde el pistoletazo de DC Rebirth en Junio del año pasado, hemos sido testigos de como la longeva editorial ha intentado reconducir una linea editorial fallida en líneas generales, con títulos de calidad en algunos momentos, pero errónea en su tono. Este Rebirth en el escaso tiempo que lleva en las librerías les ha servido, también en líneas generales, en devolver el lustre sin perder de vista las nuevas tendencias y traer de vuelta lo que hizo grande a sus personajes.



Y el personaje que mejor parado ha salido de esta supuesta vuelta a los buenos viejos tiempos ha sido Superman, sobre todo por el trabajo de Peter Tomasi y Patrick Gleason en la serie Superman, donde han conseguido devolver la esencia y el "sense of wonder" que había perdido el personaje en las últimas décadas y que había tocado fondo con esa versión excesivamente sombría y escasamente humana de Los Nuevos 52.



Y es que el personaje ha sufrido tsunamis editoriales desafortunados en los últimos tiempos. Creyendo erróneamente que el personaje necesitaba opacarse y asemejarse al Hombre Murciélago, DC Comics desprendió al personaje de todos sus elementos reconocibles y con ello el personaje perdió el apoyo de sus lectores.

Ahora, Gleason y Tomasi junto al veterano Dan Jurgens, guionista del otro título del hijo de Krypton, Action Comics, nos entregan un crossover en cuatro partes y limitado al mes de Marzo y llamado Renacimiento, donde todos los misterios del último año dentro de las dos series principales del personaje, más el misterio de Watchmen, comienza a tomar forma.



Y sin desvelar demasiado, ya que las revelaciones son sorprendentes, inteligentes y muy interesantes, y no quiero estropearlas a aquellos que no han tenido la oportunidad de leerlo, decir que la saga es un tebeo modélico tanto para el género superheróico como sobre todo para el personaje, que recupera su esencia, su importancia y su lustre, sabiendo asimilar e integrar los casi 80 años de historia del personaje en un ejercicio que sobrevuela la realidad y la metaficción, casi un Animal Man Morrisoniano para no iniciados.



Así que si estás disfrutando la etapa de Tomasi y Gleason, quieres saber que ocurrió realmente con el Superman de Los Nuevos 52, descubrir el misterio de porqué tenemos entre nosotros a Superman, Lois y Jon de la Tierra previa a Flashpoint y quieres saber más del misterioso Mr. Oz y su relación con la chapa del Smiley descubierta por Batman y Flash en el especial Rebirth de Geoff Johns con que arrancó esta por el momento memorable etapa y comenzar a vislumbrar las implicaciones del universo Watchmen en la nueva continuidad DC, este es tu tebeo, que demuestra que todavía es posible desarrollar y entregar a los lectores un tebeo de superhéroes que aúne tradición y modernidad sin dilapidar tanto los aciertos como los errores del pasado.

3 de abril de 2017

Gotham Academy Second Semester: Segunda temporada para uno de los mejores y menos reconocidos tebeos de la actualidad


































Previamente al resurgimiento de DC Comics bajo el nombre de DC Rebirth, que estamos disfrutando en la actualidad, DC Comics estaba bajo el paraguas de Los Nuevos 52, una época que puede que sea recordada como una de las peores de la historia de la editorial. Pero aunque el conjunto fue equivocado, salieron buenos tebeos de aquella propuesta.





Concretamente dos de ellos aparecieron en Octubre de 2014, realizados por la pareja de guionistas formado por Brendan Fletcher y Becky Cloonan, Batgirl y Gotham Academy. La primera de ellas fue un éxito rotundo, pero la segunda se ha convertido en un pequeño título de culto que lamentablemente no está teniendo la repercusión y el aplauso unánime que se merece.

La ocasión para alabar las virtudes de la obra se refuerza porque DC en su Rebirth ha decidido seguir apostando por un segundo volumen del tebeo, subtitulado Second Semester tras un excelente primer volumen formado por 18 ejemplares y un Annual que enlaza ambos volúmenes.



El éxito de la propuesta se encuentra en su fusión de géneros e influencias, que van desde Harry Potter a El Club de los Cinco de Enyd Blyton, pasando por el terror de Junji Ito, además de adentrarse en la historia oculta de Gotham, de sus familias, en especial los Cobblepot y sobre todo los Arkham.

Nuestra protagonista es Olive, una adolescente que oculta un oscuro pasado conocido por el Caballero Oscuro y que entra en una institución escolar junto a un genial reparto de compañeros y secundarios donde lo extraño y lo mundano se dan la mano de una manera completamente orgánica y fluida.



Porque en Gotham Academy es tan importante las relaciones de los personajes y sus interacciones, tanto entre ellos como entre sus profesores, como los sobrenaturales acontecimientos que les rodean, donde Olive y su mejor amiga Maps, reúnen a un peculiar elenco de personajes que se asemeja en muchos aspectos a lo mejor de Blyton o la pandilla de Scooby Doo.

Ese acercamiento al cartoon lo aporta Adam Archer, su dibujante, que le da un aura de serie de animación de los sábados por la mañana al tebeo donde lo naive se da lo mano con lo macabro gracias a un estilo brillante y espectacular.



La historia de este segundo volumen no se entiende sin haber leído el primero, porque sus guionistas saben ir dosificando la trama y su información de manera harto inteligente, dándonos pinceladas del pasado tanto de Olive como de la escuela y aquello que oculta sus largos corredores y sus pasadizos subterráneos, haciendo partícipe al lector de los descubrimientos de la pandilla, casi como si fueras uno de ellos.



Así que os recomiendo que no os perdáis Gotham Academy. Un tebeo diferente a todo lo que publica DC en la actualidad, con personalidad propia aunque pertenezca al universo Batmaniano. Un tebeo que se lee con agrado, magníficamente escrito y dibujado, nada pretencioso y que el paso del tiempo lo situará dentro de la categoría de obra de culto. Y si no, tiempo al tiempo. 
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