25 de octubre de 2015

Secret Wars de Jim Shooter y Mike Zeck: Cuando la nostalgia y la objetividad chocan






















Que difícil es hablar y opinar sobre un tebeo que fue un antes y un después para ti. Un tebeo que te abrió las puertas a un universo de fantasía que has seguido a lo largo de más de 30 años y que a día de hoy te da por igual alegrías y tristezas. Ese tebeo para mi es Secret Wars, el tebeo que abrió definitivamente las puertas del universo Marvel a un niño de 9 años.

Un niño que por aquel entonces era fiel lector del Conan el Bárbaro de Roy Thomas y John Buscema y que picoteaba de vez en cuando a los 4 Fantásticos y Spiderman gracias a las ediciones de Forum y Bruguera, además de a los sempiternos Batman y Superman. Pero la aparición en junio de 1985 en España del primer ejemplar de Secret Wars fue un hito en su corta vida hasta entonces, un tebeo que le atrapó y que le dio pie a comenzar a seguir al resto de personajes de un universo Marvel que por primera vez se editaba con algo de cuidado y respeto gracias a comics Forum.



Por eso es difícil 30 años después leer y opinar sobre un tebeo que fue tan importante para él. Un tebeo que siguió religiosamente mes a mes y que cuando volvió a clase tras el verano, vio como otros compañeros suyos que se convertirían en grandes amigos hasta la actualidad, también lo estaban siguiendo y disfrutando como algo nunca visto. Mes a mes, los tres acudían como un ritual a comprar el nuevo ejemplar de una colección y lo devoraban y comentaban una y otra vez en la hora del comedor, aderezado y complementado por las aventuras que desarrollaban en el recreo con las figuras de acción de Mattel, verdadero objeto de coleccionismo en aquella época.



Tras Secret Wars llegaron muchos más tebeos y alegrías, descubriendo a la Patrulla X de Chris Claremont, el Spiderman de Roger Stern, Tom de Falco y Bill Mantlo, el Iron Man de Micheline y Layton, el Capitán América de Stern y Byrne o Los Vengadores de Shooter. Y Secret Wars lo comenzó todo. Luego llegarían las Crisis de Wolfman y Perez, el Batman de Miller, el Superman de Byrne o la JLI de Giffen y DeMatteis pero esa es otra historia.

Y ahora ese niño se encuentra en la tesitura de valorar con el paso del tiempo de manera objetiva si ese tebeo que era algo como nunca se había visto hace 3 décadas ha sobrevivido al paso del tiempo y lo más importante, si en el fondo es un buen tebeo. Y la respuesta trístemente es que no.



Leída de nuevo, las Secret Wars originales, demostración fehaciente del cada vez mayor ego del editor Jim Shooter, no pasan casi ni el aprobado raspado. Cierto es que los primeros tres ejemplares de la colección son lo más redondo del conjunto, sobre todo porque Mike Zeck entrega un trabajo casi espléndido. Pero el problema es que aunque simples, estas Secret Wars se le acabaron atragantando narrativamente a Shooter.

Por supuesto, si eres un lector casi neófito como lo era yo en el año 1985, no lo notas. Pero si has leído las series regulares que aparecían por aquel entonces, puedes observar como todos y cada uno de los personajes están completamente fuera de personaje. El caso más flagrante es la Patrulla X, empezando por un Lobezno que deja fuera toda la complejidad y dramatismo que Claremont le había imbuído al personaje, convertido casi en un Ronin atormentado e involucionado por Shooter en un macarra sanguinario y poco amigable. Lo mismo decir de Magneto, el mejor villano del universo Marvel, completamente desaprovechado en esta colección. Y que decir de Jim Rhodes, un Iron Man novato repleto de dudas, inseguridades y rencores que brillaban por su ausencia en la serie regular de Micheline y Luke McDonnell.



Lo mismo para el desaprovechado plantel de supervillanos que están para hacer bulto, exceptuando al Hombre Molecular y por supuesto el Doctor Muerte, verdadero protagonista de la historia y quizás el único punto de interés de toda la colección.

Porque el resto es un reparto de hostias como panes y una excusa argumental traída por los pelos, donde héroes y villanos Marvel han sido raptados a una dimensión desconocida para que se zurren y supuestamente conseguir un premio de un ser llamado el Todopoderoso. Pero tras una primera mitad bastante correcta, aunque con los problemas de caracterización ya comentados, donde los diálogos y las situaciones que les ocurren a cada uno de los personajes podrían ser cambiados aleatoriamente por otros y no notaríamos la diferencia, la segunda mitad de la serie cae en picado, redundando en los temas ya plasmados anteriormente y mostrando una dejadez en el acabado final bastante lamentable.



Por supuesto que al niño de 9 años que fui esos detalles pasaron inadvertidos en su momento y la disfruté nunca mejor dicho como un enano. Pero otras obras contemporáneas a estas Secret Wars como los 4F de Byrne o el Spiderman de Stern siguen siendo actualmente unos pedazo de tebeos que puedes leer una y otra vez sin cansarte.

Y ese es el problema de esta colección. Un hito porque fue el primero de los mil y un eventos que la editorial comenzó a sacar anualmente y que siguen en plena forma en la actualidad, pero un tebeo con un guión muy pero que muy flojo y un arte más que correcto en los primeros ejemplares, pero que va cuesta abajo y sin frenos en su segunda mitad.



En definitiva, un tebeo que tiene más fama y reconocimiento por lo que significó para una generación de lectores, que por el tebeo en si mismo. Y gracias a ello, Panini ha publicado este mismo mes una reedición integral que solo puede calificarse de excelente. Color restaurado que es un antes y un después si lo comparas con las ediciones anteriores y una colección de extras muy completos, donde destaco por su valor sentimental el dedicado a mis añoradas figuras de Mattel y sobre todo por esas páginas originales a lápiz del primer ejemplar, donde podemos observar el caos y descoordinación que reinó en la edición de este clásico con pies de barro.

24 de octubre de 2015

La Cumbre Escarlata de Guillermo del Toro y The Martian de Ridley Scott: Irregular pero interesante homenaje a la Hammer y decepcionante panfleto de la Nasa


La semana pasada llegaron a la cartelera española dos de los títulos fuertes de la cartelera otoñal de 2015. El primero, La Cumbre Escarlata, era el retorno de Del Toro a los territorios recorridos en El Espinazo del Diablo y el Laberinto del Fauno y la segunda, el regreso de Ridley Scott a una ciencia ficción que supuestamente se le había atravesado con Prometheus la mal recibida precuela de su clásica Alien.


La Cumbre Escarlata es el mayor homenaje de Del Toro a la factoría Hammer y a Mario Bava que ha realizado hasta el momento, por supuesto pasado por su propio estilo y personalidad. De nuevo tenemos un relato gótico, donde el componente sobrenatural se entremezcla con la maldad del ser humano, donde los entes espectrales sirven como aviso y sombras de tiempos pasados para que aquellos que siguen en el mundo de los vivos no cometan los mismos errores que ellos, almas en pena que impregnan y tiñen con su sufrimiento lugares marcados por el horror y la tragedia.


Además de la Hammer y Bava, el otro gran referente de este ejercicio de estilo gótico es Edgar Allan Poe y esa mansión que recuerda a la Casa Usher del famoso relato del escritor, sin olvidar al Coppola de Dracula y al Scorsese de la Edad de la Inocencia en los recursos estilísticos y narrativos que nutren la nueva obra del director mexicano. Del Toro se rodea de un fantástico reparto donde destacan Tom Hiddleston, Jessica Chastain y Mia Wasiowska.

El problema, que el fascinante envoltorio visual marca de la casa Del Toro, no viene acompañado de un guión tan redondo como el Laberinto del Fauno o tan original como el del Espinazo del Diablo, por lo que la película, al igual que el Sleepy Hollow de Tim Burton se queda como un bello ejercicio de estilo y un homenaje plásticamente perfecto del tono de las películas de la Hammer, pero que no aporta ningún giro ni nada nuevo a un género del pasado. En definitiva, una obra correcta, pero que le falta ese punto en el guión para convertirla en una obra casi maestra como lo fue su Laberinto del Fauno.


La otra película de la semana ha sido The Martian de Ridley Scott, que al contrario del tibio recibimiento que ha tenido la de Del Toro, ha sido laureada como el gran retorno de Ridley Scott al género de la ciencia ficción. Nada más lejos de la realidad.

Porque The Martian es una película fallida. Una película que durante su visionado me trajo al recuerdo tres obras: Náufrago de Robert Zemeckis, Moon de Duncan Jones y Gravity de Alfonso Cuarón. Y aunque Scott las intenta emular queda muy por debajo de ambas tres.

Los motivos, que la odisea del astronauta protagonizado por un correcto Matt Damon, en ningún momento es creíble y su personaje logra empatizar con el espectador. Primero, porque la película habilmente comienza con el accidente, pero eso no me permite que conozca a nuestro personaje y su interacción y relaciones con el resto de un equipo que posteriormente volverá a por él.

Segundo, porque tampoco sufro por él en ningún momento. La razón, que la película se centra en exceso en lo que ocurre fuera de Marte, lo que motiva que la sensación de soledad y abandono que sufre a lo largo de tres años (que se dice pronto) el personaje de Damon no se siente en ningún momento, aparte de que muchos de los giros de la película que podían haber dado a equívocos y paranoias varias para una persona aislada, quedan dilapidados por conocer lo que acontece en la tierra.

Y el peor de todos los males, que lo único que le vemos hacer al personaje de Damon es plantar patatas. En ningún momento lo pasa mal, excepto en una escena casi al principio de la película que te hace temer lo peor, pero que se soluciona de una manera excesivamente rápida, sin tiempo de hacer sufrir a nuestro protagonista.

La labor de Scott es correcta pero sin aportar nada a un género que tanto con la mencionada Gravity como con la magistral Interestellar de Nolan, ha elevado de nuevo el género de ciencia ficción espacial. Nada de lo que da la elegante pero fría dirección de Scott es novedoso o sorprendente. Y si a eso le sumamos que el ligero y excesivamente humorístico guión de Drew Goddard choca con la frialdad de Scott, nos encontramos con un coctel indigesto que solo gustará a la Nasa y a aquellos espectadores que no son amantes de la ciencia ficción. En definitiva, un bluff de cinta, una película que aunque sea el éxito del momento, no pasará ni por asomo, a los anales de la ciencia ficción.

18 de octubre de 2015

Secret Wars Mes 2 (parte 2): Revelaciones en la serie principal y variedad de géneros en los tie-ins






































Terminamos el repaso a lo que han dado de si las Secret Wars en su segundo mes de publicación en España, comenzando con el cuarto número de la serie regular. Un ejemplar que trae nuevas sorpresas sobre como llegó Muerte a convertirse en el dios de este universo y su sorpresa al descubrir a los supervivientes de los antiguos universos, sobre todo por la aparición de su némesis, Reed Richards. Un número quizás algo por debajo a los tres anteriores, pero muy interesante, ya que las piezas se comienzan a colocar en el tablero, dejando además dos impactantes escenas que os dejarán con la boca abierta.



En cuanto a la serie antológica, Secret Wars Mundo de Batalla, que engloba las series Battleworld y Secret Journal, decir de nuevo que como toda antología, la calidad es desigual, destacando la divertida y diferente historia de ese team-up imposible entre Howard el Pato y Blade, pero sobre todo el relato de Matt Murdock y Elektra en el mundo gobernado por Mister Siniestro, con una vuelta de tuerca a la trágica historia de amor entre ambos personajes, con una idea muy inteligente y descubriéndonos a un dibujante que puede dar mucho que hablar, Jonathan Marks.



Y llegamos a las series paralelas a la serie principal, que como en el anterior post dedicado a las Secret Wars, las englobaremos en el apartado de Imprescindibles, Prometedoras y Decepciones.

Imprescindibles: Capitana Britania y los Defensores, Fuerza V y El Guantelete del Infinito

Capitana Britania y los Defensores es la confirmación de que el equipo creativo formado por Al Ewing y Alan Davis, tras los interesantes resultados de su Siempre Ultrón, no fue flor de un día. Porque al igual que en Siempre Ultrón, Ewing se saca de la manga una nueva distorsión del universo Marvel repleta de giros ingeniosos e inesperados y una metalectura de las propias Secret Wars, donde los protagonistas de la historia empiezan a dudar de que aquello que están viviendo sea la "realidad", comenzando a recordar sus vidas pasadas. Davis como siempre, realiza un trabajo impecable, siendo el autor de los 80 que mejor ha sabido mantenerse tras cuatro décadas de trabajo.



Fuerza V con su segundo ejemplar sigue demostrando que es la mejor de las series que han salido gracias al mega-evento. Una delicia de personaje e historia, con un segundo ejemplar que sigue avanzando en el desarrollo de personajes y trama, mejorando los aciertos del primer número, con un Jorge Molina que con trazos de Inmonen entrega un apartado artístico de primera.



La tercera y última dentro de la categoría de imprescindibles es el segundo ejemplar de El Guantelete del Infinito, ya que tras un primer ejemplar correcto, plasma todo su potencial en estas escasas veinte páginas, donde Duggan mezcla con acierto relaciones familiares, viajes en el tiempo y acción superheróica, apoyado por el mejor trabajo gráfico de Dustin Weaver hasta la fecha.



Prometedoras: Marvel Zombies y X-Men'92

Las dos series que engloban esta categoría, eran las dos series que menos esperanzas tenía de todas las publicadas este segundo mes. La primera, Marvel Zombies, porque creía que el sobreexplotado concepto de las Marvel Zombies creado por Mark Millar y expandido por Robert Kirkman, poco más podía aportar. Y flaco favor le hacía la portada de un noventero y mediocre Ken Lashley. Pero el interior es otra cosa. Lo primero, la atractiva Elsa Bloodstone y sobre todo la sorpresa artística de Kev Walker, autor de relleno en Los Vengadores de Hickman y que aquí te deja con la boca abierta con su trazo, su narrativa y la atmósfera opresiva pero cartoony que sabe aportar al tebeo. Como muestra, ese magnífico y zombificado Juggernaut que os dejo a continuación.



La segunda colección es X-Men'92, inspirada en la serie de animación de los 90, que a su vez estaba inspirada en su forma en los X-Men de Jim Lee, quizás la peor época que recuerdo de la franquicia mutante. Pero Chris Sims y Chad Bowers, sus guionistas, saben sacar partido del endeble material original, con sus guiños a los seguidores de la serie de animación y la aparición de una nueva versión de Cassandra Nova, personaje creado por Grant Morrison a principios de la década pasada, que ha llamado mi atención. Lo peor, el dibujo de Scott Koblish, homenajeando los ahora recordados con nostalgia pero siempre horribles, tebeos de los años 90.



Decepciones: Relatos Salvajes

Mi decepción de este bloque de series han sido los Relatos Salvajes de Jason Aaron y Mike del Mundo. Quizás porque era mi tie-in más esperado este mes y por la calidad de ambos autores. Y no es que sea un mal tebeo. Aaron se imbuye del espíritu de los magazines de fantasía heróica de la Marvel de los años 70, utilizando a Arkón, como sustituto de un Conan que Marvel ya no puede usar. Pero este primer ejemplar realmente poco cuenta, pero deja la esperanza con la aparición de Morgana le Fey en sus últimas páginas. Y Mike del Mundo me provoca la misma sensación que en su Elektra junto a W. Haden Blackman. Es un ilustrador magistral, imbuido de Frazzeta y Sienkiewicz, pero que no tiene las habilidades de narrador gráfico de este último, distrayendo más que consiguiendo que el lector se adentre en la historia que Aaron está contando.



Y hasta aquí el repaso de este segundo mes de las Secret Wars. Un mes interesante, con una mezcla de géneros y estilos con una calidad media muy alta, que demuestra que Marvel ha puesto todo su empeño para convertir estas Secret Wars en el evento que sirva como ejemplo para lo que vayan a hacer en los próximos treinta años

16 de octubre de 2015

La Tumba de Drácula de Marv Wolfman y Gene Colan: El clásico de terror de los 70, en la mejor edición que os podéis imaginar






































Los años 70 fue una década de cambios para Marvel Comics y el mundo del cómic americano. El comics code instaurado en la década de 1950 y que castró la libertad creativa de tantos autores y editoriales en pos de un proteccionismo reaccionario fue abriéndose lentamente en la industria del cómic. Y Marvel Cómics aprovechó, en la que quizás sea su época más bizarra y experimental.



Y si tenemos que recordar de memoria tebeos memorables de dicha década, uno de los primeros que nos viene a la cabeza es La Tumba de Drácula. Un tebeo que se ha seguido reivindicando década tras década, considerada actualmente uno de los puntales creativos de la historia de la editorial.



Los artífices de tamaño éxito fueron dos autores, Marv Wolfman y Gene Colan, que a lo largo de 70 entregas introdujeron al vampiro más famoso de la historia dentro de su universo de ficción. Y eso que los primeros ejemplares de la colección hasta la llegada de Wolfman en el número 7 fueron algo titubeantes, si no fuera por el asombroso trabajo a los lápices de Gene Colan. Porque en el fondo, los guiones de autores tan dispares como Gerry Conway, Archie Goodwin o el veterano Gardner Fox, no eran más que una puesta a punto en forma y fondo del estilo de las clásicas historias de terror de E.C. Comics, con narrador omnisciente y todo.



Pero dentro de esa irregularidad, ese grupo de guionistas plantaron las bases para que Wolfman sentara las bases de su versión contemporánea del mito de Drácula, pariente lejano en algunos aspectos a la reversión del mito vampírico que Joss Whedon entregara en su obra maestra Buffy la Cazavampiros. 



Porque Wolfman lo que creó a lo largo de 70 números fue un culebrón sobrenatural donde reinaba la presencia del Señor de los Vampiros, verdadero protagonista y antihéroe de la colección y que también servía de precedente en el proceso de humanización del personaje que llevara a cabo con absoluta maestría Francis Ford Coppola en su largometraje de 1992.



Wolfman arranca con fuerza en el séptimo ejemplar de la colección, cogiendo los elementos planteados por los autores previos, como ese nuevo grupo de cazavampiros descendientes directos de los cazavampiros originales de la novela de Stoker como Quincy Harker o Rachel Van Helsing, a los que se les unía el último heredero de la dinastía Drácula, Frank Drake. Sin olvidar al que quizás sea el personaje más icónico salido de la colección, ese Blade que dos décadas después protagonizaría una trilogía de películas y que daría arranque al dominio absoluto del universo Marvel en la taquilla internacional.



El problema del serial, leído con el paso del tiempo y de un tirón, gracias a la fabulosa reedición que se acaba de publicar en nuestro país en cuatro volúmenes, es que el tiempo ha hecho mella en ella. Si el primer tercio de la colección no da respiro al lector con las múltiples tramas y subtramas que crea el guionista y el magnífico equilibrio en el desarrollo de los cazavampiros y el propio Drácula, pierde algo de fuelle con la saga del Doctor Sol, una buena idea alargada en exceso y que no da lo que prometía su intrigante premisa y vuelve a encaminar el sendero en el último acto de la colección, donde lamentablemente el protagonismo absoluto de Drácula como antihéroe atormentado, deja poco lugar a continuar desarrollando al grupo de cazavampiros, convertidos en meros estereotipos cuyos traumas sin desarrollar acaban convirtiéndoles en caricaturas de los mismos, sin olvidar a personajes tan poco agradecidos como Harold H. Harold, recurso cómico y liviano que no encuentra su sitio en la colección y que sirve de precursor del Rick Moranis de los Cazafantasmas, para llegar a una saga final que debido a la prematura cancelación de la colección en su número 70, los autores tiene que resolver de manera precipitada, cuando el destino de los personajes habría necesitado unos cuantos ejemplares más para rematar la colección de una manera apoteósica, quedando el sacrificio final de Quincy Harker apagado en el devenir de mil y un acontecimientos que asfixian el desenlace.



Pero esos detalles se olvidan una vez pones tus ojos en el trabajo artístico de Gene Colan, autor imprescindible del panorama comiquero estadounidense y obra magna del artista. Su narrativa, su uso de las luces y las sombras, su trazo sucio pero elegante y sensual es una delicia para cualquier aficionado al noveno arte. Y sin fallar ni en una sola entrega, en un trabajo que luce igual de bien en blanco y negro que en color, otorgando a los guiones de Wolfman una atmósfera y un estilo propio que quizás sin Colan no habría alcanzado la merecida fama que tiene la serie.



Por supuesto que los defectos de la colección los estoy viendo a 4 décadas vistas. En su momento, la colección fue una revolución tanto en forma como en fondo, tocando temas y situaciones que el lector Marvel habitual no estaba acostumbrado a encontrar entre las páginas de los tebeos de la Casa de las Ideas, donde Wolfman y Colan rozaban los límites de lo permitido por el Comics Code, que aunque más permisivo, seguía siendo una losa para la libertad creativa de los autores en aquellos tiempos.



En definitiva, si nunca has leído La Tumba de Drácula, debes leerla para adentrarte en un tebeo que allanó el camino a otras obras posteriores, además de tener en tu poder una de las cumbres artísticas del tebeo americano, y si ya lo has leído y tienes otra edición anterior, solo decirte que nunca has visto brillar el trabajo de Colan, como en esta restauración del material original que se acaba de editar en España gracias a SD y Panini Comics dentro de la línea Marvel Limited Edition. Una de las obras del año.

4 de octubre de 2015

Secret Wars Mes 2 (parte 1): Un evento central que no deja de sorprender y un montón de series paralelas que van de lo genial a lo prescindible







































Entramos en el segundo mes del evento Marvel que en fondo no deja de ser un repaso y homenaje a más de 60 años de historias. Un mes en el que el número de series paralelas inundan las estanterías para adentrar al lector en un nuevo universo diferente pero tremendamente familiar.

La serie principal continúa y mantiene el interés prometido en las dos primeras entregas, dejándonos vislumbrar el destino de los supervivientes del viejo universo, entregando al lector reuniones míticas, dejándonos boquiabiertos con el destino de personajes como La Antorcha Humana, 100% Hickman en su originalidad y dimensión e intrigándonos con esa extraña relación entre Sue y Muerte.



Pero no solo de la serie principal vive el aficionado de estas Secret Wars, ya que gran parte del atractivo de esta nueva y grandilocuente historia son las historias paralelas de esos 40 mundos que conviven entre los restos que Muerte ha salvado del fenecido universo Marvel, repartido en la edición española dentro de las series regulares y múltiples series y especiales de los que estos son solo la primera batida de un mes que todavía tiene que entregarnos otros 8 ejemplares relacionados con Secret Wars.

Las imprescindibles: Thors, Peque Marvels y El Ascenso de Attilan.

Estas tres colecciones se sitúan por encima de la media de las series paralelas. El motivo principal, que ninguna de las tres necesitan o viven de historias del rico pasado de la editorial. La mejor de todas ellas, Thors de Jason Aaron y Chris Sprouse, una buddy movie de policías con martillo, donde el quién mató a es el leit motiv de una colección que sigue demostrando el buen hacer de Aaron con el Dios del Trueno y su entorno. Y que decir del arte de Chris Sprouse, impecable.



El ascenso de Attilan sigue sorprendiendo y superando los aciertos de su primer ejemplar, con la riqueza de conceptos que Charles Soule impregna en este universo Inhumano impregnado de Art Decó y el clásico Casablanca, con ese Rayo Negro muy cercano al personaje encarnado por Humphrey Bogart y apariciones estelares como Kamala, más conocida por ser la nueva Ms. Marvel.



La tercera imprescindible del mes, poca relación tiene por el momento con el evento central, al menos por el momento, aparte de ser una de las tierras pertenecientes a ese nuevo mundo. Me refiero a Peque Marvels, esa pequeña joyita que nos regala Skottie Young, donde sus representaciones infantiles de los héroes Marvel, cobran vida en un tebeo ligero, muy divertido y que puede ser disfrutado por cualquier tipo de público.



Las prometedoras: El Viejo Logan, Años del Futuro Pasado y Proyecto Exterminio.

El serial guionizado por Bendis e ilustrado de manera apabullante por Andrea Sorrentino no se cuela en el lugar de las series imprescindibles por una primera mitad en el segundo número ciertamente floja donde quitando la aparición de una Thor Corp y el arte de Sorrentino, demuestra que Bendis cuando quiere sabe estirar el chicle de maneras insospechadas. Pero la segunda mitad del ejemplar, con la aparición de los personajes de La Era de Apocalipsis, suben las revoluciones de una serie que puede convertirse en imprescindible a partir del mes que viene.



Y de La Era de Apocalipsis a otra historia clásica de la Patrulla X, quizás la más clásica: Días del Futuro Pasado, reconvertida de días a años. Un primer número correcto que como toma de contacto a este futuro post-apocalíptico mutante se deja leer con agrado, pero que el recuerdo de Claremont y Byrne le hace un flaco favor a los guiones de Marguerite Bennet (mucho mejor en Fuerza V) y por supuesto, la comparativa de Mike Norton imitando al maestro Byrne, palidece en comparación.



De los clásicos 80 nos adentramos a los hiperbólicos años 90, con Proyecto Exterminio, la serie que lleva hasta sus máximas consecuencias los excesos del crossover que fue el punto y aparte entre Claremont y sus queridos mutantes. Ruído y furia, múltiples mutantes armados hasta los dientes y ambiente paramilitar que Marc Guggenheim sabe homenajear con ironía, enfrentándolos a esa Patrulla X que vive idílicamente en la edad dorada de los personajes haciendo oídos sordos a la tragedia de Genosha. Carmine di Giandomenico hace un magnífico trabajo imitando y llevando a límites insospechados los excesos gráficos y narrativos de una generación de autores que dejaron su huella en el género, aunque el paso del tiempo los haya convertido en motivo de mofa.



Las decepciones: Hail Hydra, Futuro Imperfecto y La Guerra de las Armaduras.

Terminamos la primera parte de este repaso al segundo mes de las Secret Wars, con tres colecciones que sin ser malas o prescindibles, dejan mucho que desear teniendo a su disposición a tres de los mejores guionistas que han tenido el género superheróico, Rick Remender, Peter David y James Robinson.



Remender es el encargado de Hail Hydra, donde hace protagonista a Nómada, el hijo adoptivo de Steve Rogers de la Dimensión Z gobernada por Arnim Zola, aventura narrada por el guionista cuando comenzó su irregular etapa al frente del Centinela de la Libertad. Un tebeo que arranca con buenas ideas pero con ritmo irregular y que tiene conceptos interesantes, que beben de El Hombre en el Castillo de Philip K. Dick o el 1984 de Orwell, pero que tropieza por el protagonismo desmedido a un personaje tan anodino como Nómada. En cambio, Roland Boschi, entrega uno de los mejores trabajos gráficos de su carrera.





Y del Capitán América pasamos a Hulk, en una serie que continúa la clásica Futuro Imperfecto de Peter David y George Perez. El problema, que David, guionista de nuevo de esta distopía donde Hulk es el dictador conocido como el Maestro, no consigue interesar al lector en un primer número que lógicamente queda lastrado por la pésima narrativa de Greg Land. En definitiva, un tebeo que cuenta bien poco y que no deja con muchas ganas de saber como continúa la historia.



Terminamos el repaso con La Guerra de las Armaduras, reinterpretación de la clásica historia de Iron Man aparecida a finales de los 80 con guiones de David Micheline y dibujada por Bob Layton. James Robinson entrega un entorno frío y mecanizado, que me recuerda a la olvidada novela gráfica Batman Justicia Digital realizada enteramente por ordenador por el artista Pepe Moreno y que lamentablemente la frialdad de la historia se transmite a la lectura, aunque puede merecer la pena por el interesante arte de Marcio Takara.

Y hasta aquí el repaso de lo que ha dado de si por el momento el segundo mes de las Secret Wars. En quince días, volveré para repasar la cuarta entrega del evento central y el resto de series que quedan por publicar este mes por parte de Panini, como la prometedora Relatos Salvajes de Jason Aaron Mike del Mundo, entre otras.













2 de octubre de 2015

Spider-Gwen y Silk: Las nuevas heroínas del Spiderverso


La llegada de Dan Slott ha traído savia nueva a un universo arácnido que se había quedado seco de ideas. Desde su llegada a la franquicia arácnida, el mejor guionista que ha tenido el personaje desde los tiempos de Roger Stern, ha sabido hacer olvidar el odiado Mefistazo, ha devuelto la esencia al personaje y a su entorno y sobre todo ha sabido innovar y provocar a los lectores con etapas tan memorables como Spider-Island, Spiderman Superior o la última gran epopeya del autor, Spiderverso.

En Spiderverso, Slott dio rienda suelta al aficionado que lleva dentro y sorprendió a los lectores con su representación de los cientos de Spiderman que pueblan ese multiverso Marvel que ha acercado a la casa de las ideas a las Tierras Infinitas de su rival, DC Comics.



Y es en Spiderverso donde se estrenó un personaje que ha provocado en poco tiempo una pasión que pocas veces se ve en el sector, Spider-Gwen, una Gwen Stacy de una tierra paralela, donde fue ella y no Peter Parker quien fue picada por una araña radioactiva y donde Peter Parker murió en sus brazos, marcándola de por vida.

Tras su presentación en Spiderverso, la nueva heroína Marvel se merecía una serie regular. Pero antes de eso, Marvel ha probado con una miniserie de cinco ejemplares, guionizada por Jason Latour y dibujada por Robbie Rodríguez. Una miniserie que muy posiblemente el hype provocará que no se valore de manera justa.

Porque Spider-Gwen es un tebeo correcto, gráficamente muy atractivo si te gusta el estilo imperante en la actualidad y que está influído por autores como Bryan Lee O'Malley y series como la nueva Batgirl de DC Comics. Y como todo universo alternativo, sus mayores bazas es conocer las diferencias con el universo Marvel tradicional.


Y aquí tenemos a un Matt Murdock corrupto y sanguinario que trabaja a las órdenes de Kingpin, unos tíos Ben y May que son vecinos de Gwen y de su padre, el capitán Stacy y un entorno hipster para Gwen, donde ella es la problemática batería del grupo The Mary Janes, donde volvemos a ver la rivalidad entre Gwen y Mary Jane desde una óptica diferente.

El problema, que muchos elementos de esta serie los estamos viendo en trabajos más interesantes como la anteriormente mencionada Batgirl o la nueva Black Canary de DC Comics y que su mezcla entre tebeo modernete y ligero, frente al tono algo oscuro y siniestro de las némesis de la protagonista y su entorno, no llegan a cuajar del todo bien, al menos hasta el momento.

Como puntos positivos, el arte de Robbie Rodríguez, las apariciones de Spider-Ham, y sobre todo el diseño del uniforme de Gwen, un clásico desde su primera aparición. Habrá que esperar a su serie regular, y descubrir si estamos ante un buen tebeo o una gran maniobra de marketing por parte de la editorial.


La otra nueva protagonista arácnida en el universo de Peter Parker es Silk, también conocida como Cindy Moon y su primera aparición también ocurrió en el Amazing Spiderman de Dan Slott, pocos meses antes de Spiderverso y coincidiendo con el evento Pecado Original.

Un evento cuyo resultado final dejó bastante que desear, pero que gracias a él nos ha traído a una nueva y fabulosa Diosa del Trueno y en el universo arácnido, a un personaje con mucho potencial, ya que Cindy Moon también fue picada por la misma araña que picó a Peter Parker. En el momento que ambos se conocen, la pasión se desata entre ellos.


Pero también descubrimos que Cindy vivió encerrada 10 años por Ezekiel, el personaje creado por Stracinsky en su etapa arácnida y cuya familia de mata-arañas fueron la némesis del Spiderverso.

La serie regular, firmada por Robbie Thompson a los guiones y dibujada por Stacy Lee, no ha tenido ni de lejos el revuelo de Spider-Gwen, pero una vez leídas ambas colecciones, Silk demuestra ser un tebeo mucho más interesante que su mediática compañera.


Los motivos, que Robbie Thompson sabe equilibrar con mucho más acierto, la mezcla entre cómic indie y tebeo de superhéroes de toda la vida. Cindy es un personaje que se deja querer desde el primer ejemplar, gracias a la habilidad de Thompson para contarnos su historia pasada y su historia presente, desde la mala relación y desaparición de su familia, a la ruptura con su novio, hasta su enemistad actual con la Gata Negra, la villana de la colección, su complicada relación con Peter Parker y su nuevo trabajo con Jameson.

Y el otro gran descubrimiento de la colección es el dibujo de Stacy Lee, muy influenciado de nuevo por Bryan Lee O'Malley, pero que transmite una frescura absoluta a un tebeo que no intenta reinventar la rueda, pero que tampoco lo necesita.


En definitiva, dos nuevos personajes y dos nuevos tebeos cuyos valores positivos superan a los negativos, dos lecturas agradables y entretenidas que no pasarán a la historia del cómic como obras cumbres del género, pero que harán pasar un buen rato a todo aquel que se acerque a sus páginas.

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