29 de mayo de 2015

Mad Max Fury Road de George Miller: Cine en estado puro

























Cuando los hermanos Lumiere crearon el cinematógrafo, lo primero que proyectaron a los asombrados primeros espectadores fue un tren en movimiento. Porque la razón del cine es la imagen en movimiento y aquel que sepa como trasladar la ilusión de movimiento de la mejor manera posible es un mago del celuloide. Y la experiencia en pantalla grande de este nuevo Mad Max puede que sea de las cosas más cercanas a ese tren que puedan experimentar los espectadores multipantalla del siglo XXI.



Fury Road es una película visceral, primitiva, un tour de force narrativo, donde Miller nos narra una brutal persecución automovilística durante dos horas que pasan volando, donde a partir de un guión sencillo que no simple, nos presenta a unos personajes básicos pero perfectamente definidos de la manera más complicada, a través de sus acciones.



Nunca he sido fan de las tres primeras películas de Mad Max y vistas actualmente demuestran que Miller estaba muy dotado para la acción y el movimiento, pero las ya clásicas entregas de los 80 han quedado algo anticuadas. Y lo que consigue Miller en esta nueva entrega es dotar a esta secuela del espíritu y el tono de las originales, sobre todo de su secuela y exprimir todos los aciertos de aquella en un espectáculo audiovisual que te aturde y fascina de la misma manera que Max y Furiosa y el resto de personajes de la película encadenan set pieces de acción una detrás de otra sin respiro para llevar al espectador actual a sentir la misma fascinación básica que sintieron aquellos que vieron el milagro del celuloide por primera vez en pantalla grande.



Porque esta película es para disfrutarla en cine, con la pantalla más grande posible y el sónido Dolby Atmos a todo trapo, consiguiendo una experiencia inmersiva de primer orden donde las palabras dejan paso al ruido y la furía, dejando a los personajes que se expresen a través de lo que hacen y no de lo que dicen. A destacar la magnífica y gutural interpretación de Tom Hardy como el nuevo Mad Max y sobre todo la inmensa Charlize Theron como Imperator Furiosa, icono femenino desde ya del cine de acción de todos los tiempos y que se coloca en el podio con las ya míticas e icónicas Ripley y Sarah Connor, interpretadas por Sigourney Weaver y Linda Hamilton.



Pero lo que más me alegra de esta obra es ver que todavía es posible un cine atrevido y original en el adocenado y cobarde cine mainstream actual. Un cine que se atreve a experimentar visual y narrativamente, donde la acción es dura y sangrienta, trayendo al recuerdo no solo la obra de Miller, sino autores como Verhoeven o Carpenter. Cine de acción y ciencia ficción para adultos, sin mojigaterías y remilgos basadas en decisiones de departamentos de marketing que no han pisado un cine en su vida y que nunca han amado el medio. En definitiva, cine hecho por amantes del cine para amantes de un cine más puro que parecía que había sido dejado atrás. Ojalá este Mad Max sea solo la punta de lanza.

24 de mayo de 2015

Velvet 1: Antes del gran final de Ed Brubaker y Steve Epting. El crepúsculo de los espías de la guerra fría






















Un agente secreto muerto en extrañas circunstancias. Una secretaría que no es lo que parece. Así comienza la nueva obra de Ed Brubaker, un thriller de espías a la antigua usanza, que le vuelve a reunir con uno de sus mejores colaboradores, Steve Epting, tras su ya clásica etapa al frente del Capitán América.



Brubaker trae de vuelta el espíritu de Modesty Blaise, Ian Fleming y la Misión Imposible original, en una época en la que el romanticismo del género de espías ha desaparecido, oculto tras una maraña de tecnología y modernidad que nos había dejado huérfanos a los amantes de este género.



Pero Velvet no solo es una mirada nostálgica al género de espionaje, sino una obra de género crepuscular, donde la edad dorada de estos personajes ha terminado y les conocemos en ese momento donde comienzan a ser dinosaurios de una época pasada, individuos perdidos en un mundo que ya no es el suyo y que no conocen otra vida que esa maraña de mentiras, identidades falsas y medias verdades.



Brubaker vuelve a demostrar su dominio de la narrativa, llevando al lector al pasado y al presente sin que en ningún momento el lector pierda el hilo y más importante, el interés, no solo gracias a su destreza sino por Velvet Valentine, la heroína de la obra, el nuevo personaje femenino protagonista en una obra de Brubaker. Una mujer que tiene mucho que ocultar y que vamos descubriendo su pasado a través de los flashbacks que nos llevan a los momentos más importantes de su vida, mientras se enfrenta en el presente a una red de intrigas que se lleva gestando en su pasado sin que ella fuera consciente.



Y Epting ayuda a Brubaker a trasladar este mundo perdido con un estilo gráfico claro, cinematográfico y que parece salido de las portadas de las novelas de Ian Fleming de los años 60. Modernidad y clasicismo en un tebeo que vuelve a reflejar la versatilidad y calidad del trabajo de Brubaker, y que con obras como esta, Fatale y la prometedora The Fade Out, demuestra que su decisión de abandonar el género superheróico y las grandes editoriales es lo mejor que le podía pasar a él y a sus seguidores.

21 de mayo de 2015

Elektra: Linajes de W. Haden Blackman y Mike del Mundo. A veces una imagen no vale más que mil palabras



















Elektra siempre ha sido una de mis debilidades. Las gracias hay que dárselas a su creador, Frank Miller, que la convirtió en un mito del cómic de los 80 en igualdad de condiciones con Fenix Oscura de Claremont y Byrne. Ambos personajes trágicos, mujeres fuertes y destinos fatales que dejaron en estado de shock a toda una generación de lectores.

Pero el deseo de Miller siempre fue que su personaje permaneciera bajo tierra para que fuera eterno. Marvel no le hizo caso y en los años 90 (el inicio de todos los males) resucitaron al antiguo amor de Matt Murdock en la saga "Caída del Paraíso". Como bien dijo Miller en su momento, esa no era su Elektra. Y cuanta razón tenía. Porque sin Miller, el personaje se convirtió meramente en un icónico y atractivo pin up pero que le faltaba el alma original que pudimos disfrutar en la etapa original del Daredevil de Miller o en la magistral Elektra Asesina de Miller y Sienkiewicz.



Y Marvel lo ha intentado una y otra vez, serie regular tras serie regular, con guionistas más que competentes como Peter Milligan o Brian Michael Bendis, pero nunca han conseguido dar en la diana. La razón, que el personaje de Miller cumplió una función en su momento, que está mejor muerta, como leyenda y que solo Miller supo sacar partido de esta versión de la Sand Saref del maestro Eisner.

Con la línea All-Marvel Now, Marvel ha vuelto ha intentarlo. Y en principio parecía que esta vez, obviando la profanación del cadáver, iba a acertar, tras los aciertos de esa semilínea de tebeos alternativos que Marvel ha regalado a los fans, como Ojo de Halcón de Fraction, Hulka de Soule o Los Vengadores Secretos de Charles Soule.



Y como un tebeo entra primero por los ojos, la decisión del artista que iba a ilustrar las nuevas aventuras fue Mike Del Mundo, portadista y ocasional dibujante de cómics, que es la mayor baza de la colección. Porque si ojeas el tebeo, te quedarás prendado por su estilo, la manera que tiene de componer la página y la cantidad de recursos visuales y estilísticos que entrega al lector, para que este se quede extasiado ante tal alarde visual.

El problema, que no solo de la ilustración vive el lector de tebeos que quiere algo más que un art-book. Los lectores queremos una historia interesante, que nos atrape, que nos sorprenda, que vaya a lugares y situaciones que nunca haya llegado el personaje. Y eso no lo consigue el guionista W. Haden Blackman, llegado de DC Comics tras su etapa junto a J. H. Williams en Batwoman.



Y aquí, Blackman comete los mismos errores que en Batwoman. Apoyado por el arte de ilustradores y narradores tan potentes como Williams o Del Mundo, cree que el trabajo ya está hecho. O él cree, al igual que el editor de Marvel que le ha contratado, que Elektra Asesina es la obra maestra que es, porque el trabajo visual de Sienkiewicz era algo nunca visto. Y lo era, pero si el tebeo se hubiera quedado únicamente en el aspecto visual no estaríamos casi 30 años después hablando de él. Porque Elektra Asesina es magistral por la fusión de dos talentos en su momento más alto de explosión artística. Porque ambos autores y los editores que les contrataron decidieron, no se si consciente o inconscientemente, llevar el lenguaje del cómic, el personaje de Elektra y lo que se podía hacer en el medio, hasta sus máximas consecuencias. Y lo consiguieron.

Blackman en cambio, intenta sin suerte reciclar sin entender, lo que hicieron Miller y Sienkiewicz, llevando a Elektra a caminos ya trillados, con un hilo argumental tan frágil que se quiebra en todo momento, acabando con la paciencia del lector, aburrido de soliloquios eternos y redundantes que ya se quedaron anticuados en los años 80.



Por lo tanto, a lo único que nos podemos agarrar es a Mike del Mundo, que él si que hace un trabajo superlativo. La pena, que no le haya tocado un guionista más hábil y con más recursos para que su arte no quede empañado por una narrativa tan tosca, prepotente y redundante.

19 de mayo de 2015

Copra Round Two de Michel Fiffe: Uno de los mejores cómics que puedes leer en la actualidad






































Una de mis mayores alegrías comiqueras del pasado año fue el descubrimiento de un nuevo autor, Michel Fiffe y un tebeo, Copra, recomendado con gran acierto por el gran James Simes, propietario de una de las mejores tiendas de tebeos que puedes encontrar a lo largo del mundo, Isotope Comics, en San Francisco. El tebeo, del que puedes leer la reseña completa aquí, me sorprendió por su hábil mezcla de tebeo de superhéroes inspirado sin ningún rubor por el clásico Escuadrón Suicida de Ostrande y McDonnell publicado por DC Comics en los años 80, pero que iba mucho más allá del homenaje sin más.



Porque si el primer volumen planteaba, este segundo tomo remata lo establecido en el primero, cerrando de manera brillante un primer arco repleto de sorpresas y cambios de estilo y ritmo que Fiffe sabe ir dosificando con la maestría de un autor veterano, sumándole a todo esto, que Fiffe lleva a cabo todo el proceso de elaboración del tebeo hasta el momento que este sale a la venta.



¿Y qué nos encontramos en este segundo volumen? Una mayor introspección en el amplio reparto coral que Fiffe nos presentó en el primer arco argumental. Gracias a unos textos de apoyo cada vez menos utilizados, Fiffe se adentra en la psique de cada uno de los personajes para darnos su particular visión de lo que están viviendo, ampliando y virando el significado de lo que nos muestra visualmente, sin olvidar esa imaginación desatada, la acción vibrante y una psicodelia que se antoja hija de una mezcla lisérgica entre Steve Ditko y Jim Steranko.



Y es que Fiffe y Copra bebe de lo mejor de todas las décadas de la historia del cómic americano. La grandilocuencia de Kirby, mezclada con el surrealismo de los ya mencionados Steranko y Ditko, pasando por la manera de contar historias de los años 80, con referentes como Denny O'Neill o Frank Miller, con la locura y espectacularidad desatada de un tebeo Image de los 90, pero atenuada por una historia de género negro pasada por el tamiz de la fantasía Morrisiana, que bien podría haber firmado el Greg Rucka de Queen And Country.



En un género tan explotada como el superheróico, en una época en que las grandes editoriales intentan replicar una y otra vez con mayor o menor fortuna lo realizado en décadas pasadas, es un alivio y un placer encontrar en el mercado actual una obra tan fresca, inteligente, innovadora y auténtica como este Copra de Michel Fiffe. Lo peor, que tendré que esperar la salida del tercer volumen de este éxito de la autoedición mordiéndome las uñas para ver que ha salido de la maravillosa mente de un autor excelente e inclasificable.

17 de mayo de 2015

Polar: Surgido del Frío de Victor Santos. Una maravilla visual, digna del mejor Miller o Steranko





























Cada vez es más complicado para un lector que aparezca un tebeo en el mercado que te sorprenda en las estanterías y que en cuanto lo ves tengas la necesidad irrefrenable de tenerlo en tu poder. Eso me pasó el día que apareció en nuestras librerías favoritas el primer volumen de Polar, de Victor Santos.



Victor Santos es uno de los mejores dibujantes españoles que tenemos en la actualidad. Y ha tenido la suerte y el talento necesario para dar el salto al mercado americano. Ha trabajado en proyectos con autores de tanto renombre como Brian Azzarello en la estupenda novela gráfica Filthy Rich. Pero Santos también es un autor completo como pueden atestiguarlo obras como Los Reyes Elfos o Rashomon. No contento con eso, Santos decidió dar el salto al mundo digital con Polar, para luego ser publicado su primer volumen por Dark Horse Comics en una maravillosa edición idéntica a la publicada hace menos de un mes por Norma Editorial.



¿Qué es Polar? Polar es como se llama el género negro en Francia, y la obra de Santos es ni más ni menos eso, un tributo estupendo a mi género favorito. Santos juega con todos los arquetipos del género, pero al igual que Tarantino en su fundamental Kill Bill, demuestra que jugar con las reglas de un género no quiere decir que recibamos meramente un pastiche del mismo. ¿Cómo lo consigue? Con un trabajo gráfico impresionante, donde cada página es una obra de arte por si misma, y con un sentido de la narrativa gráfica que le entronca tanto en estilo como en recursos con autores de la talla de Frank Miller, Paul Grist ,Jim Steranko o Chris Ware.



La historia, al menos en un principio, es la clásica historia de asesino a sueldo retirado, cuya organización quiere acabar con él. Pero ese solo es el punto de partida de un primer volumen que va administrando la información en pequeñas píldoras y epata al lector con una narrativa gráfica de primer orden, con un dibujo sencillo y limpio, pero donde la cantidad de recursos originales, la maestría para dominar el espacio negativo y el estilo para componer la página, hacen de Polar uno de los tebeos más bellos que nos podemos encontrar en el cómic actual.



Y poco más os puedo decir.  Si os gusta la serie negra este es vuestro tebeo y si lo que buscáis es un tebeo que lleve hasta los límites las posibilidades del medio, también es vuestro tebeo. En definitiva, uno de los tebeos del año, compra obligatoria de este 2015 y como anotación personal, deseando que se publique cuanto antes el segundo volumen de este monumental cómic.




16 de mayo de 2015

The Multiversity de Grant Morrison: Homenaje y demostración de las posibilidades del género superheróico















Grant Morrison lleva demostrando desde sus inicios con Zenith para 2000 AD, que su amor por el género superheróico no tiene fin. Al contrario que sus contemporáneos, Morrison nunca ha querido destruir el género, ni encorsetarlo en un mal entendido realismo. Todo lo contrario, Morrison adora todas y cada una de las épocas de un género que ha vivido mil y una reinterpretaciones, reivindicándolas todas y sabiendo sacar partido de cada una de ellas, desde sus orígenes entroncados con el pulp, pasando por la Silver Age, la era Marvel o los primeros escarceos con el realismo sucio de los años 80.



No es de extrañar que Morrison fuera, junto a Mark Waid y Kurt Busiek el que intentara traer de nuevo la luminosidad al género a finales de los 90 con la JLA y posteriormente entregara tebeos tan fuera de las modas imperantes en los últimos años para las dos grandes majors como New X-Men, Batman o All Star Superman. Tebeos ambos tres, que bebían de toda la historia de los personajes, sin avergonzarse de ninguna de ellas, para entregrar un tebeo que llevaba mucho más allá todo aquello de lo que bebía, evitando reinterpretaciones o remakes inconfesos a la Busiek. En resumen, tebeos más allá de lo contemporáneo, eternos y siempre con la vista puesta en todo aquello que les había hecho evolucionar.



Porque no nos confundamos. El mayor mal que han tenido y tienen los tebeos actuales, sobre todo los que vienen de Marvel o DC es esa repetición incansable de todo aquello que ya ha funcionado, intentando hacerlo parecer novedoso, cuando es todo lo contrario. Muertes de personajes, reinvenciones, múltiples crossovers cortados todos por el mismo patrón para aparentar cambio, cuando realmente solo sirven como ilusión para devolver a unos personajes al status quo cómodo y confortable que esperan una mayoría de fans, que anhelan el cambio, pero que se revuelven cuando algún autor como Morrison, intenta llevar más allá a unos personajes que sus fans solo están relativamente cómodos con ellos cuando no les sacan de su área de confort.



Y llegamos a The Multiversity, la nueva propuesta de Morrison que se sujeta en trabajos previos del autor como Los Siete Soldados de la Victoria, su reciente Action Comics o la poco valorada pero interesante Crisis Final. Todas ellas han sido el banco de pruebas, obras irregulares, pero que le han servido al escocés para acometer la que quizá sea su gran obra magna dentro de DC Comics.

The Multiversity, con su estructura de miniserie de 2 números que sirven como apertura y colofón y siete especiales unitarios que unen ambos ejemplares, es la mejor demostración de amor que un autor haya hecho jamás al género más famoso de los cómics. Un tebeo, que lleva hasta límites insospechados la ruptura de la 4º pared, ya probada con gran éxito en obras previas del autor como Animal Man o Los Invisibles, pero donde en estas, el lector era un observador omnisciente del acontecer de la obra. En cambio, en The Multiversity, el lector se convierte en uno de los protagonistas de una obra coral que sucede a lo largo y ancho de 52 mundos alternativos, siendo causa y consecuencia de los acontecimientos que en ella ocurre.



Y si los dos números principales de la miniserie son todo aquello que debería ser un gran evento editorial, con una dosis de épica, heroísmo y espectacularidad que deja en evidencia a la mayoría de los intentos de gran evento multitudinario que inundan nuestras librerías, gracias al acertado guión de Morrison y un Ivan Reis al 100& en los lápices, la verdadera joya de esta serie son los 7 especiales publicados entre medias de estos dos números y que son lo que hace a este tebeo la obra maestra que es.



7 especiales ubicados cada uno en una de las 52 tierras del multiverso DC. 7 tierras que son más interesantes cada uno, que todo lo publicado por DC Comics en la actualidad y que deberían ser la base que llevarían a DC Comics de nuevo a la grandeza. Cada uno de los especiales tiene un tono diferente y cada uno de ellos homenajea a una época diferente dentro de la historia de DC Comics, desde el pulp de los años 30 en el especial SOS, el delicioso homenaje a los tebeos de Fawcett del Capitán Marvel del especial Thunderworld, el homenaje y reinterpretación del Watchmen de Alan Moore y Gibbons en el que es no solo el mejor tebeo de la colección, sino también uno de los mejores tebeos publicados en mucho tiempo, ese Pax Americana repleto de detalles y guiños, un trabajo de orfebrería que se convierte en una fusión entre el estilo de Chris Ware y lo plasmado por Gibbons, que se merece todas las alabanzas recibidas, gracias al sobrenatural trabajo de Frank Quitely.



Pero no solo tenemos a Frank Quitely, sino también a autores tan magistrales como Chris Sprouse, Doug Manhke o Cameron Stewart, por destacar a unos pocos de los autores que se han embarcado en estos números especiales. Especiales que pueden leerse y disfrutarse de manera individual, pero que cada uno de ellos son una pieza de un maravilloso puzzle que puede leerse en el orden de publicación y de otras mil maneras, repleto cada uno de ellos de pistas, enlaces y referencias a lo leído en los demás. Sin olvidar por supuesto esa bizarrada tan maravillosa y original como The Multiversity Guidebook, especial donde aparte de avanzar la trama, incluye una guía del Multiverso, de la historia del Universo DC y fichas de cada uno de los integrantes de las 52 tierras que habitan el universo DC, que solo por esto, Morrison merece un altar entre los aficionados. Una guía tan metarreferencial, que sirve tanto al lector como a los personajes de la obra y que debería colocarse Dan Didio grapado en el cabecero de su cama, para que viera como debería gestionarse el universo DC.



Y es que en este especial, Morrison hace fácil lo difícil, sabiendo dar unidad a todo lo ocurrido en el universo DC desde sus inicios, para en 4 páginas resumir la historia de este universo y darle una unidad y coherencia que múltiples autores y editores a lo largo de 75 años no han sabido hacer.



Pero podría seguir escribiendo miles y miles de párrafos acerca de esta obra magna. Solo deciros que el punto de partida es un tebeo llamado Ultra Comics, que supuestamente está maldito. Y nada más voy a contar, porque la grandeza está en que vosotros como lectores lo vayáis descubriendo mes a mes leyendo cada especial. Espero que lo disfrutéis como yo y que cada mes releáis lo leído y leáis el correspondiente al mes, porque The Multiversity tiene tantas capas, tantos detalles y tanta maravilla en cada una de sus páginas que releerlo no será una obligación sino un verdadero placer.

12 de mayo de 2015

El Soldado de Invierno: La Marcha Imparable. Un Remender menor pero interesante





























Aprovechando el pasado año, el estreno de la secuela cinematográfica del Capitán América, Marvel Comics nos entregó una nueva historia centrada en Bucky Barnes, el Soldado de Invierno, centrada en los años en los que el antiguo sidekick de Steve Rogers seguía controlado por la KGB. Los responsables de contar una de las historias no contadas de la mejor resurrección de un personaje de cómic, fueron Rick Remender y Roland Boschi.



Remender es conocido por los aficionados a que sus proyectos siempre son diferentes, pero apoyados en un conocimiento del universo Marvel fuera de toda duda. Aquí, Remender nos emplaza a los años de la guerra fría, al Nick Furia de Steranko, entregándonos un tebeo de trama sencilla donde Bucky Barnes es un invitado especial de su propia obra, entregándole el protagonismo al agente Shen de Shield, un buen hombre en tiempos difíciles, enamoradizo y noble, que tendrá que afrontar a lo largo de toda la obra, si los amos a los que sirve son muy diferentes de aquellos a los que le persiguen.



Bucky Barnes sirve para convertirse en el reflejo de Shen. Un buen hombre al que los poderes en la sombra le han convertido en una perversión de los ideales que seguía, en una intriga a tres bandas donde Shield, la KGB e Hydra persiguen a dos ex-científicos nazis que tienen en su poder una fórmula que para aquel que la posee, dominará el mundo, exterminando a los rivales en el camino.



Pero no penséis que este tebeo es una digresión política a la Oliver Stone, sino que son temas implícitos en la obra, donde el verdadero protagonista es la acción y el dinamismo cinético, en un tebeo entretenido, lleno de acción e ilustrado con prestancia por Roland Boschi.



¿Un tebeo imprescindible? Ni mucho menos. ¿Una de las obras de referencias de Remender? Tampoco. Pero el conjunto, una lectura agradable, narrada con brío, visualmente atractiva y que bajo su capa de intrascendencia, plantea una serie de temas que todos aquellos que vivimos en este mundo actual, deberíamos plantearnos unas cuantas veces.

11 de mayo de 2015

Batman de Scott Snyder y Greg Capullo: De Kane a Nolan, pasando por Miller

























Scott Snyder ha pasado de ser una joven promesa apadrinada por Stephen King, a través de uno de los pocos tebeos que le quedan importantes a la línea Vertigo a verdadera estrella de DC Comics junto a un Geoff Johns que anda un poco de capa caída en estos últimos años. Y Snyder debe darle las gracias al Hombre Murciélago por ello.

La primera vez que Snyder puso las manos sobre el inmortal personaje de Bob Kane fue en el año 2010, en la veterana cabecera Detective Comics, donde el escritor pudo jugar lo justo con la franquicia (en ese momento el hot artist de Batman era Grant Morrison), pero lo suficiente para ver que Snyder tenía madera para llevar las riendas del Caballero Oscuro. En esta primera aproximación a Gotham City, se tuvo que conformar con Dick Grayson como Batman (en esos momentos Bruce Wayne estaba viajando por el tiempo gracias a la febril imaginación de Morrison), pero demostró que sabía tratar el universo grim and gritty de Gotham City como nadie, sobre todo con la miniserie Las Puertas de Gotham, donde comenzó a profundizar en el que es el otro protagonista de su etapa, la propia ciudad de Gotham City, su pasado y su profunda influencia casi sobrenatural (se nota que uno de los tebeos que marcó a Snyder en su infancia/adolescencia fue la historia en tres partes aparecida en la colección de Batman entre los números 452 al 456 guionizada por Peter Milligan y que es una pequeña joya de culto) en el devenir de la historia de nuestros personajes. Sin olvidar su magnífico ejercicio de retrocontinuidad con el hijo de James Gordon, un personaje aparecido únicamente en el Año 1 de Miller y Mazuchelli y que nunca más se supo de él. Snyder lo recupera convirtiéndolo en un escalofriante asesino en serie en su mejor historia en Detective Comics.



Pero la gran oportunidad le llega con los nuevos 52, ya que DC le da la serie estrella del personaje, Batman, juntándole con el dibujante Greg Capullo, perfecta elección ya que el artista estaba acostumbrado a recorrer los callejones y los lugares más oscuros gracias a su larga etapa en el Spawn de McFarlane. Y un breve inciso antes de entrar a hablar de la serie en profundidad. Debo quitarme el sombrero ante el trabajo de Capullo en esta serie, ya que aunque su estilo y sus antecedentes no van con mis gustos personales, he de decir que el trabajo que ha realizado en esta serie es encomiable y muy por encima de lo que estamos acostumbrados en una serie regular, consiguiendo con Snyder una regularidad y una unidad que ya le gustaría a más de una, dos y tres series de éxito de la actualidad.



Y para aproximarnos a esta colección, la podemos ver desde dos puntos de vista completamente diferentes. Existen dos tipos de lectores, aquellos que acaban de incorporarse al mundo de los tebeos, llenos de interés, inocencia y ganas de más, y aquellos, entre los que me incluyo, que llevamos más de 30 años leyendo las aventuras de estos personajes de ficción. Para los primeros, este tebeo se convertirá en una referencia y seguramente el pilar por el que evaluarán las futuras obras que se hagan de Batman, aparte de que no lo leerán, lo devorarán y los talluditos, que aunque lo disfruten, levantarán la ceja en señal de displicencia y se perderán ese disfrute inocente que se tiene cuando se es más joven y se ha leído mucho menos, además de que lo tenderán a comparar con aquello que le marcó en su infancia/adolescencia.



Porque parece que se nos olvida, pero el Batman de Miller apareció ya hace casi 30 años. Y yo lo leí en la edad más impresionable que se pueda leer, los 12 años. Y fue una revelación, un impacto de tal calibre, que no he vuelto ha recibir con tanta intensidad en las miles de lecturas que he leído posteriormente. Para mi ese era el Batman definitivo, pero por ejemplo no para mi padre, lector más acostumbrado a los tebeos de la Golden y la Silver Age, y al Batman Pop televisivo. Era un nuevo Batman, para una nueva audiencia y perfecto para los años 80.

¿Y a dónde quiero llegar con todo esto? Que el Batman de Snyder y Capullo, salvando las distancias, es el Batman referente para los lectores adolescentes del siglo XXI. Es un Batman para las nuevas audiencias influenciadas por el Batman de Nolan, que con sus peros, como toda obra de arte, ha transformado de nuevo al personaje para toda una nueva generación. La diferencia con Miller, que Miller y la mayoría de los grandes autores de los 80 querían romper con el pasado de manera brutal y los autores de nueva generación, entre los que se encuentra Snyder, quieren cambiar, pero mirando a los 75 años de historia del personaje.



Snyder ha distribuido su etapa al frente del personaje en estos primeros 40 números, en cuatro grandes etapas: "La Corte de los Búhos", "La Muerte de la Familia", "Año Cero" y "El Juego Final". Las cuatro intentan romper los cimientos del personaje y cada una de ellas se antoja como la historia definitiva. La primera, es un nuevo ejercicio de retrocontinuidad donde Snyder hace lo que mejor sabe, cambiar nuestra percepción de lo que conocíamos de Gotham City, a través de una sociedad secreta, Los Búhos, que han controlado el destino de Gotham City desde tiempos inmemoriales, la segunda y la cuarta son las dos historias definitivas de Batman y el Joker, sobre todo la segunda y la última que nos queda es "Año Cero", donde Snyder se atreve a enfrentarse con una obra clásica, Año Uno, reinterpretando el origen de Batman.

En La Corte de los Búhos, Snyder juega con el elemento sobrenatural, algo a lo que volverá en la última saga hasta el momento de la colección, recogiendo elementos que autores como Morrison en "Gothic" o "Arkham Asylum" o Peter Milligan en la ya mencionada "Dark Knight, Dark City", pero jugando con el lector, al igual que las némesis hacen con nuestro torturado protagonista. Y quizás la resolución de las mismas no sean tan redondas como el inicio y el nudo de las mismas, pero el camino os digo que es apasionante.



Lo mismo puedo decir de la aproximación al Joker en las dos historias que ha creado Snyder. Un Joker al que Snyder devuelve el misterio y el horror de la primera aparición del personaje en el Batman 1 de 1940. Pero como buen conocedor de la historia del mismo, Snyder coge lo mejor de todos los Joker aparecidos (el aspecto de Ledger, con la frialdad del de Miller, pasado por el toque sobrenatural y fantasmagórico que le imprimió Morrison) pero haciéndolo pasar por algo fresco y nuevo y profundamente terrorífico. Snyder consigue que los lugares comunes de las historias de Batman parezcan nuevas, por mucho que seamos lectores novatos o antiguos.

Y no hay mejor ejemplo de este mezcla de épocas para crear un panorama que parezca nuevo que "Año Cero", quizás la etapa más irregular de la colección pero donde Snyder arriesga recontándonos el origen de Batman en 11 ejemplares, muchos de ellos con más páginas de lo habitual. La excesiva duración de la historia a veces le juega malas pasadas y algunos tramos no son tan interesantes como otros (la diferencia entre el primer acto donde Capucha Roja es la némesis, y el último acto con un Riddler interesante, pero que quizás no era el villano que Batman necesitaba para convertirse en la leyenda que es).



Pero quitando esos detalles, es muy interesante ver como Snyder aúna los tópicos ya manidos perpetrados por Miller y Nolan (policía corrupta, una Gotham City ejemplo de la ciudad occidental decadente por antonomasia) con sus homenajes al Batman original (genial ese primer uniforme con los guantes morados de los tiempos de Bob Kane) o como ahonda en el pasado de la familia Wayne, para entregar al lector un tebeo que no es tan redondo como el Año Uno de Miller, pero que si que sabe jugar mejor con todo lo que se ha hecho en toda la historia del personaje.



Ahora mismo, la colección ha parado hasta el mes de Junio, donde Snyder ha vuelto a dar una vuelta de tuerca. Una vuelta de tuerca que hemos vivido hace poco y también hace 20 años, pero que aun manida, sorprenderá a los noveles y tiene intrigado a los veteranos, no por lo que ocurrirá, que todos lo sabemos, sino a como lo desarrollará. Mi fidelidad la tienen, porque aunque sea la mitad de bueno de lo que nos han entregado hasta el momento, seguirá siendo excelente.

3 de mayo de 2015

Los Vengadores: La Cólera de Ultrón de Rick Remender, Jerome Opeña y Pepe Larraz. Cuando el formato es el problema
























¿Recordáis cómo eran los tebeos en los años 80? Papel de baja calidad y color de trama a veces ininteligible. Los seguidores de los tebeos en esa época mirábamos con ojos envidiosos esos álbums franceses con buena impresión, mejor color y formato "de lujo". Todos suspirábamos porque en algún momento nuestros queridos tebeos fueran editados con el respeto y la calidad que se merecían. Y ahí llegaron las novelas gráficas Marvel, encabezándolas "La Muerte del Capitán Marvel" de Jim Starlin, un tebeo, que cumplía las premisas de lo que se debería publicar en un formato de lujo: Un buen guión, un buen dibujo y una historia importante y trascendental que se mereciera ese tratamiento especial, además de que en la era del Comics Code, se pudieran publicar obras que se salieran del tono para todos los públicos que tenían las series regulares. 

Después vino DC Comics y su formato prestigio, inaugurando la línea Frank Miller, primero con "Ronin" y posteriormente "The Dark Knight Returns", dos tebeos diferentes dentro del mainstream de esa época y que quería alcanzar a nuevos aficionados y recompensar con material de mejor calidad técnica a aquellos lectores de toda la vida. Y todo esto, antes del color digital y el papel satinado de alto gramaje que inundaría la industria a principios de los años 90.



Ya entrados en el nuevo siglo, la aparición del paperback como formato favorito para los lectores, fue dejando a la grapa en un segundo plano, ya que todo se comenzó a considerar novela gráfica, o tomo, ya fuera reedición de material antiguo, recopilación de las grapas mensuales que habían estirado la duración de una historia para que quedara perfecta para su recopilación en formato tomo y gran lujo, etc.... Por lo que la novela gráfica original, como formato especial ,solo destinada a personajes y a autores de renombre, había perdido su razón de ser, en una época en la que todo es "novela gráfica".

Pero llegamos a estos últimos años y la irrupción de los superhéroes en el inconsciente colectivo, y una nueva generación de aficionados proveniente del celuloide que hay que intentar atrapar a toda costa al mundo original donde esos personajes nacieron, los tebeos. Pero no vale un tebeo de grapa costroso que no luce nada, y tampoco les podemos hacer sufrir leyendo el tomo recopilatorio de la nueva etapa de Los Vengadores de Hickman que a su vez viene del crossover de turno de Brian Michael Bendis, que se ancla en la etapa X de Gran Morrison en el universo mutante. Eso es demasiado para un lector novel que se adentra en un universo al que solo están preparados los ya conversos.



Así que Marvel decide sacar una línea de novelas gráficas autoconclusivas de sus personajes más populares (Vengadores, X-Men y Spiderman hasta el momento) para que cualquiera que salga del cine pueda tener una recompensa en papel que no le provoque dolores de cabeza.

Y así llegamos a la última novela gráfica Marvel, aparecida semanas antes del nuevo estreno "Vengadores La Era de Ultrón", con Los Vengadores y Ultrón como verdaderos protagonistas de la historia. ¿Pero es posible que un espectador que acaba de ver la última de Whedon se compre este tebeo y se entere de algo? La respuesta, ni de lejos. Las razones, a continuación.

Rick Remender ha ido creando su propio ecosistema dentro de un ya de por si convulso universo Marvel con más de 50 años de historias. Y si sigues el trabajo de Remender dentro de Marvel, veremos que comenzó en X-Force, continuó en una breve etapa en Vengadores Secretos y ahora mismo está desarrollando una larga etapa al frente de Imposibles Vengadores que basa parte de sus tramas en lo plasmado anteriormente en X-Force y Vengadores Secretos y que ha llegado a su máxima expresión en el último gran evento Marvel hasta que lleguen las nuevas Secret Wars, "Axis".



Y esta novela gráfica no es diferente. En ella, Remender se atreve con la historia definitiva entre Ultrón y su padre, Hank Pym (aquí el espectador cinematográfico ya le habremos perdido). Y Remender lo borda, añadiéndole capas de humanidad al robot, y llevando al extremo la frialdad de un Hank Pym que nunca ha sido del todo trigo limpio. Y en esta parte del tebeo es donde nos encontramos los mayores aciertos del mismo, llevando a ambos personajes a una situación de difícil retorno y que deseo que Remender desarrolle en Imposibles Vengadores.

Porque aquí está el gran problema de esta novela gráfica. Que no necesitaba ser una novela gráfica, sino una saga dentro de Imposibles Vengadores. Lo primero, porque sus protagonistas son el equipo que ha quedado en la serie regular, tras los sucesos de Axis y segundo, porque quitando las primeras 20 páginas del tebeo donde aparece una escena del pasado con Los Vengadores conocidos por el gran público, estos ya no vuelven a aparecer. El resto, personajes secundarios de una serie secundaria para el gran público como fue la etapa de Remender en Vengadores Secretos, el regreso de Starfox (de lo cual me alegro) y una historia que solo tiene sentido si eres lector veterano. El lector casual se quedará con cara de poker.



Por lo tanto, el formato novela gráfica le viene grande a esta historia. No es un relato autocontenido, porque se basa en el pasado y deja abiertas puertas al futuro. Y si ya he expuesto que el aficionado casual se quedará tan frío, por su desconocimiento de las historias-río de estos personajes, el lector habitual se preguntará porqué tiene que pagar un precio más alto por 120 páginas que habrían costado mucho menos por capítulos en la serie regular donde debería aparecer, que es Imposibles Vengadores. Sobre todo, cuando Marvel hace una chapuza tan grande como encargar los dibujos a Jerome Opeña y por las prisas y la mala organización, tenga que acabar el trabajo Pepe Larraz, que hace un trabajo muy correcto por otra parte, pero es como si te compras el último álbum de Manara y las últimas 20 páginas te las dibuja Jordi Bernet. Pues como que no.

Así que en resumen, La Cólera de Ultrón es un buen tebeo de Los Vengadores y sobre todo de Hank Pym y Ultrón, pero la trascendencia que quiere evocar  el formato Novela Gráfica, provoca que los muchos aspectos positivos que el tebeo atesora, queden lastrados por las expectativas que dan las "ediciones de lujo".
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