28 de marzo de 2016

La Trinidad Vengadora arranca nuevas y prometedoras temporadas






































Justo antes de las Secret Wars, los tres pilares de los Vengadores se encontraban en situación irregular los unos con los otros. Iron Man finalizaba una en principio prometedora etapa, Iron Man Superior, que se desinfló en cuanto Tom Taylor comenzó a profundizar un poco en ese Tony mezquino y malvado. Rick Remender no conseguía que su etapa al frente del Capitán América cuajara, fuera con Steve Rogers o con su nuevo sustituto, Sam Wilson. Al contrario, Jason Aaron había revuelto los cimientos del Dios del Trueno y había epatado y maravillado a los lectores con esa Thor femenina que ocultaba a una Jane Foster enferma terminal de cáncer. Era el único título de los tres que realmente merecía la pena seguir con fruición mes a mes. El objetivo de Marvel, que tras las Secret Wars, los tres títulos fueran un "must-have" para el lector. 



El primer acierto ha sido el equipo artístico de campanillas formado por Brian Michael Bendis y David Marquez para el Hombre de Hierro. Si ya habían demostrado que eran un fantástica pareja artística en el imprescindible Ultimate Spiderman protagonizado por Miles Morales, aquí y solo en dos ejemplares hasta el momento publicados, demuestran que son la pareja artística necesaria para elevar al Iron Man de los cómics y colocarlo en el mismo lugar de importancia que su contrapartida cinematográfica. Fresco, inteligente, divertido y sorprendente son los adjetivos que definen estos primeros ejemplares, con un Tony Stark más Tony que nunca, con nueva armadura, un nuevo desafío amoroso e intelectual, donde Bendis demuestra su habilidad para crear personajes femeninos. En definitiva, un tebeo que apetece leer.



La gran sorpresa es la nueva etapa del Capitán América por Nick Spencer y Daniel Acuña. Me apetecía por el dibujo de Acuña, uno de mis autores contemporáneos favoritos, pero no esperaba que Spencer lo hiciera tan bien. Y es que la verdad, la etapa de Remender me había dejado frío, con un guionista que no sabía que hacer con Sam Wilson y que solo disfruté parcialmente por el dibujo de Inmonen en los últimos ejemplares de la era Remender. Spencer, que ya hizo un magnífico trabajo en la etapa previa a Ales Kot en Vengadores Secretos, convierte al Capi y a Sam Wilson en concreto en un tebeo y héroe social y político, tratando temas candentes e impopulares en una América que deriva peligrosamente hacia el terror del radicalismo y la ultraderecha más peligrosa. Un héroe del pueblo que representa lo que debe ser el Capitán América como símbolo y que convierte a Sam Wilson, esta vez sí, en digno heredero del escudo y los ideales del héroe que representa lo mejor de América. Y por supuesto, cualquier tebeo con Misty Knight tiene un plus de calidad.





Terminamos con la segunda temporada del Thor de Aaron y Dauterman. Solo decir que sigue en plena forma y que es uno, sino el mejor tebeo que publica Marvel en la actualidad. Igual de acertado en la parte de Jane y su lucha contra el cáncer, que Aaron refleja con una dureza brutal en las primeras páginas de este nuevo capítulo y que es igual de interesante que la épica narración cercana a los tejemanejes de Juego de Tronos que se está forjando en los Reinos de Asgard. Aaron ha nacido para escribir a Thor y su ya larga etapa es muy posible que acabe superando la hasta el momento imbatida era de Walter Simonson.


26 de marzo de 2016

Los Nuevos y Diferentes Vengadores tras las Secret Wars


Seguir los pasos de autores como Jonathan Hickman o Rick Remender en sus respectivas etapas al frente de Vengadores, Nuevos Vengadores e Imposibles Vengadores puede ser una tarea difícil para cualquier autor que acometa tan titánica tarea. Ambos autores desarrollaron dos etapas que aun con sus polémicas, más Hickman que Remender, sirven como base para tratar a estos personajes en el mundo contemporáneo.

La serie central de esta nueva etapa es Los Vengadores, de la mano de Mark Waid y los dibujantes Adam Kubert y Mahmud Asrar. Para demostrar más si cabe que esta es la serie central del universo Vengador, la colección la adornan las épicas e icónicas interpretaciones de Alex Ross. Pero lo importante es el interior. Y con solo un número leído, es difícil entrar a valorar lo que nos encontraremos en esta etapa. Por ahora, solo decir que Waid les ha pillado el punto a los nuevos y jóvenes héroes de la editorial, con esa magnífica conversación y monólogos interiores que Ms. Marvel y Nova mantienen, adornado por el extraordinario arte de Mahmud Asrar. Por otro lado, tenemos lo que es el principio de lo que será el primer arco de la serie regular, con un irregular Kubert y escaso desarrollo para poder valorarlo en su justa medida. En definitiva, un aperitivo, un punto de partida que transmite frescura, pero que habrá que dejar que pasen los meses, para afirmar si esta nueva etapa Vengadora entra dentro de las épocas definitorias del supergrupo.

Los Imposibles Vengadores también tienen un cambio de guardia, con Gerry Duggan y Ryan Stegman a los lápices. Y tras la lectura del primer ejemplar, he de decir que lo más cercano que me viene a la memoria es en el tono de la JLA de Giffen y DeMatteis, pero sin la grandeza de estos. Duggan intenta equilibrar el tono humorístico con el drama, le entrega preponderancia a Masacre, el nuevo chico de oro de la editorial, pero no consigue cuajar del todo sus pretensiones con el resultado final. El tebeo se deja leer con agrado pero sin pasiones y Gerry Duggan entrega un correcto trabajo a los lápices. 

La tercera novedad si que es una sorpresa positiva en toda regla. Porque los Vengadores de Al Ewing y Gerardo Sandoval si que son diferentes y nuevos. Siguiendo la estela del trabajo de Hickman, en concreto toda la historia de Roberto Da Costa y su compra de IMA, Ewing en estos dos ejemplares leídos hasta el momento, ensambla una reunión de héroes lo más diferente y alocada posible, con miembros de los Jóvenes Vengadores, la Chica Ardilla u Ojo de Halcón, por mencionar a unos cuantos, con toques de locura propios de la Doom Patrol de Grant Morrison, rematando el resultado con uno de los mejores villanos que han pasado por Marvel en los últimos tiempos. Una sola pista: Hickman fue el que supo sacarle todo el partido y ahora Ewing recoge el testigo. En definitiva, el "sleeper" vengador de la temporada. Y por ahora, el mejor de los tres tebeos con el título de Vengadores que publica la editorial. No cometáis el mismo error que con la última etapa de Vengadores Secretos de Ales Kot, porque esta serie promete en principio alcanzar cotas de locura similares.

24 de marzo de 2016

Batman V. Superman El Amanecer de la Justicia de Zack Snyder: Tan arriesgada como fallida






















Con los acordes del grandilocuente y a la vez íntimo tema "Beatiful Lie" de Hans Zimmer y Junkie XL comienza esta película de proporciones épicas dirigida por Zack Snyder. Una secuela de su polémica "Man of Steel" que comienza justo donde nos dejó esta. Un mundo donde la llegada de un superhombre ha dejado a unos asustados y a otros anonadados, al ser testigos de la llegada de los dioses al planeta Tierra.

A Snyder se le puede acusar de muchas cosas y casi todas con razón, pero lo que no se le puede echar en cara es que no piense a lo grande, e intente con cada una de sus obras llegar lo más lejos posible y hacer algo diferente e innovador. Otra cosa es que lo consiga.



Porque Snyder tiene más ambición que talento y sus propuestas comienzan en lo más alto, para posteriormente ir descarrilando poco a poco y este Batman V Superman es el ejemplo más claro de todo ello. Y es que el primer acto de la película es donde encontramos lo mejor de la misma. La presentación de nuestros protagonistas principales, cada uno con sus motivaciones, englobadas dentro de un universo comiquero que es más cercano a nuestra sensibilidad post 11-S como nunca hemos visto y donde las dos partes del conflicto tienen razones de peso y muy interesantes para desarrollar el mismo.



Empezamos con Affleck y su caracterización como Batman/Bruce Wayne. Perfecto en ambos casos, ya que nunca hemos visto un Caballero Oscuro visualmente tan impactante, más cercano a la imagen en el cómic y que se mueve y actúa como una verdadera criatura de la noche. Y como Wayne también la clava Affleck, con una imagen cercana al Wayne de Bruce Timm de la serie de animación de los 90 y con la psique del Batman Milleriano.



Cavill pierde la batalla ante Affleck, con un Superman/Clark Kent que es más testigo que protagonista de los acontecimientos que transcurren en la película. Por supuesto, como el héroe de Metrópolis tiene la planta, el cuerpo y la presencia para ser creíble, al igual que ya demostró en El Hombre de Acero.

Gal Gadot, aunque su presencia sea breve en el metraje y sea complicado valorarla en la misma medida que a Affleck y a Cavill, demuestra su magnetismo ante la cámara, con un personaje misterioso y sensual que una vez la vemos enfundada en su escueto uniforme de amazona, entrega al fan algunos de los mejores momentos del largometraje.



En cambio, Jesse Eisenberg funciona a ratos como Luthor, un Luthor muy diferente al de cualquiera de sus encarnaciones, que a veces está "over the top" y en otros momentos deja vislumbrar lo que sería si la película tuviera o quisiera tener más tiempo para indagar en un pasado que se nos insinúa, pero que nunca conocemos del todo. Lo mismo para Jeremy Irons, Amy Adams o Laurence Fishburne, en sus papeles de Alfred, Lois y Perry. Están bien, pero su presencia en la cinta quedan sepultados por la multitud de tramas que comienza a abordar la película.



Y es que a partir del segundo acto, el largometraje comienza a abrir arcos argumentales, ideas, que servirán como puente al tercer acto y a la primera entrega de la Liga de la Justicia, sin sutilezas, sin escenas y momentos que respiren, con un plan de Luthor que no está bien cuajado, al que se le ven las costuras y que desemboca precipitadamente en un tercer acto puro Snyder, donde si el primer acto era el intento de un autor de intentar emular a sus ídolos como Frank Miller o Alan Moore, acaba convirtiéndose en un émulo de Rob Liefeld o Jim Lee.



Porque ese es el gran problema de la película. Tiene buenas intenciones, tiene buenas ideas y en su primera hora la película se desarrolla sin prisa pero sin pausa, dejándonos degustar al Batman de Affleck, su obsesión, la presentación de Diana Prince y las consecuencias de un superhombre en nuestro mundo. Pero a medida que se aceleran los acontecimientos, se acelera la manera de contar de Snyder, perdiendo el control de la narración, incurriendo en absurdos que dan pie al tercer acto de una manera interesante pero poco creíble, que necesitaba a lo mejor de unas cuantas reescrituras para que hubiera tenido el impacto emocional que debería haber tenido.

Pero ese es el gran problema de Snyder. Que sus grandes ambiciones están muy por encima de sus habilidades como cineasta. Pero él se lanza al vacío y sin paracaídas, acertando en algunos momentos, pero la mayoría de las veces patinando y demostrando sus limitaciones. En el fondo, un adolescente atrevido al que le falta la madurez suficiente para llevar a buen puerto las interesantes ideas que plantea.



El tercer acto entrega las escenas más espectaculares pero también más embarulladas. Una reunión de la santísima Trinidad de DC Comics que aunque intente parecer poderosa, le faltan los recursos narrativos de buen cineasta para que a los seguidores de los personajes se nos ponga la carne de gallina, al estilo de Whedon en sus primeros Vengadores. Snyder parece que desconfía de su talento y entrega ruido y furia embarullada de fuego y explosiones, no permitiendo al espectador disfrutar de esta reunión histórica.



Un final que es un resumen de las habilidades de Snyder, de sus pros y sus contras. Una película que fascina tanto como decepciona. Una buena oportunidad que abre puertas al futuro de DC Comics en la pantalla grande, con ideas interesantes, un tono diferente y atrevido pero que necesita quizás de un director más equilibrado entre sus intenciones y sus resultados. Un filme que no es la mayor bazofia de la historia del género de superhéroes, ni tampoco la película en la que se tiene que mirar el resto. Una obra irregular que promete más de lo que acaba entregando. 

23 de marzo de 2016

Secret Wars Apéndices (Parte 1): Parodias, Brujas y Moteros Salvajes






































Aunque las Secret Wars hayan terminado, quedan miniseries y especiales por publicar, que siguen expandiendo el universo creado para este, el evento más ambicioso en el que se haya involucrado Marvel Comics. Y como es normal, una vez terminado y embarcados ya en el nuevo y diferente Universo Marvel, es posible que muchos lectores se bajen del camino y abandonen unos pocos títulos en los que puedes encontrarte aspectos muy positivos.



Por ejemplo, Corredores Fantasma, la versión de las andanzas de uno de los personajes más icónicamente conocidos del universo Marvel, El Motorista Fantasma. Y yo, que nunca me han interesado sus publicaciones, me he llevado una grata sorpresa en esta reunión de todos los Motoristas Fantasma de la historia, en un tebeo que sorprende por su fusión de elementos que van desde la cinética y el dinamismo de la infravalorada Speed Racer de los Wachowski a la brutalidad y el salvajismo de Mad Max Fury Road. Un tebeo entretenido, fabulosamente ilustrado por Juan Gedeon.



Y de la violencia y la adrenalina de los circuitos de carrera, nos vamos a la Marvel más Shakesperiana, de la mano del universo 1602 creado por Neil Gaiman en el que fue su primer trabajo para Marvel Comics hace ya más de una década. Aquí, Marguerite Bennet y Kieron Gillen, toman el relevo del autor de Sandman y transforman a su creación Ángela, en una cazadora de brujas y seres sobrenaturales que no son ni más ni menos que los héroes y villanos Marvel pero vistos desde el prisma de la incultura propia de la Edad Media. Un buena historia, quizás en algunos momentos narrativamente torpe, pero que entrega algunas de las páginas más bellas de la editorial, gracias al arte de Stephanie Hans.



Terminamos con un especial llamado Secret Wars Too, incluido en la edición española en el séptimo y último ejemplar de Mundo de Batalla. Un tebeo de historias antológicas de caracter paródico, que será disfrutable por aquellos seguidores de títulos Marvel como Not Brand Ech o What The? y que como toda antología, tiene sus historias buenas, regulares y olvidables. A destacar "Sraw Terces" donde Hickman sabe reírse de la industria y de él mismo y "Muerte: Detrás de la Tiranía", donde el creador de The Goon nos enseña a un Muerte detrás de las bambalinas, francamente disfrutable.

22 de marzo de 2016

Daredevil Temporada 2: Más grande, más ambiciosa, más irregular, pero también más apasionante














El año pasado se me acabó pasando el reseñar la primera temporada del Daredevil de Netflix. Como ese error ya no lo puedo solventar, solo decir en breves palabras, que Netflix bordó su primer acercamiento a Marvel, con una primera temporada de origen que se podía mirar a la cara con inicios como Batman Begins, con una aproximación al mundo de Matt Murdock soberbia, empezando con un reparto de campanillas que se convertían inmediatamente en los personajes y una sabia adaptación de mil y un cómics del personaje para hacer una recreación adulta e inteligente que supo satisfacer tanto a los seguidores de toda la vida del personaje, como a nuevos aficionados que se engancharían irremediablemente a la vida marcada por la tragedia constante de El Hombre sin Miedo.



Y si la primera temporada fue el Batman Begins de Daredevil, esta segunda temporada es su Dark Knight. Una temporada aún más arriesgada que la anterior, tanto en "scope" como en su mayor acercamiento al lenguaje de las viñetas y a la fantasía del material original, sin olvidar por supuesto ese realismo urbano que tan buenos resultados dio en la primera temporada, oscuro y sórdido, que aquí se acrecienta con la entrada de El Castigador en escena.

Un Castigador interpretado magistralmente por Jon Bernthal, en una de esas caracterizaciones que hacen historia, como el Superman de Reeve o el Joker de Heath Ledger. Una interpretación cargada de magnetismo y que convierte al resto del reparto en meros secundarios, cuando Frank Castle entra en escena.



Y es que la trama del Castigador es el motor de esta segunda temporada, que entrega momentos tan memorables como la conversación entre Frank y Matt durante todo el episodio 3 o el juicio de Frank Castle, con momentos que dejan sin aliento. Además, los guionistas y la interpretación sobrehumana de Bernthal consiguen crear un Castigador temible pero completamente humano y con debilidades, que aterroriza de la misma manera que emociona.



La otra gran trama de la temporada es el regreso de Elektra a la vida de Matt y el surgimiento de La Mano. Y si esta trama entrega algunos de los momentos más Millerianos visualmente hablando y escenas de acción absolutamente impresionantes en concepción y ejecución, también he de decir que aún gustándome me ha dejado un cierto regusto de decepción. El motivo no se le puede achacar a la actriz elegida para acometer el reto, Elodie Yung, que está perfecta en ese personaje entre la seducción y el peligro, ya que su química con Charlie Cox, un perfecto Daredevil y Matt Murdock, es indudable. El motivo, para mi, y sin entrar en detalles que estropeen la trama a aquellos que todavía no la habéis visto, es la decisión de no utilizar la primera historia del personaje, la creada por Miller en su primera etapa al frente de la serie regular de Daredevil a principios de los 80, sino la reinterpretación de Elektra que hizo Miller en la miniserie Daredevil El Hombre Sin Miedo junto a John Romita Jr. en 1993. Es cuestión de gustos y yo me quedo con la original, porque el desarrollo de la misma le da una potencia y un elemento trágico a su relación con Matt, que la que luego ideó Miller en dicha miniserie.



Pero habrá que ver como se desarrollan los acontecimientos en la tercera temporada de la serie, ya que queda mucha tela que cortar entre Daredevil, Elektra, La Mano y Stick. Lo que si que es cierto, es que si la trama de Frank Castle es completamente satisfactoria, la de la Mano, Elektra, Stick y Matt, queda algo inconclusa y en algunos momentos incongruente o falta de explicaciones en algunos aspectos, como por ejemplo toda la trama de los adolescentes raptados. Pero como he dicho antes, me reservo mi opinión final a lo que puedan contarnos en próximas temporadas.



Entre estas dos grandes tramas, Matt tiene que lidiar con Karen, su relación con Foggy y los problemas de su vida personal, representadas en el bufete de Nelson y Murdock. Y aquí también me quedo con ganas de más, de más conversaciones con Foggy, con Karen, pero es que las dos tramas principales no dejan casi espacio para desarrollar esto. Y por supuesto, la sombra de Wilson Fisk es alargada.



Pero el resultado global es espectacular. Porque quitando esas pequeñas cosas de fan quejicoso que soy, la temporada se devora a velocidad inaudita, sabiendo dejar los cliffhangers perfectos para engancharte y hacer un "binge watching" voraz de 13 episodios de una temporada que abraza sin ningún tapujo el origen comiquero y el carácter fantástico de algunas partes de la trama, sabiendo elegir elementos de múltiples etapas del personaje, guiños a las viñetas de lo más sutiles incluídos, para sorprender tanto a los nuevos seguidores del personaje, como a los que hemos leído casi todo lo publicado del mismo.

21 de marzo de 2016

Paciencia de Daniel Clowes: Una obra maesttra sobre el amor, la obsesión y la existencia





















Daniel Clowes no es un autor para todo el mundo. Sus intrincadas piruetas estructurales, unos personajes que sirven de reflejo la mayoría de las veces como reflejo nada distorsionado de lo peor de todos nosotros y una visión muchas veces negra de la existencia humana puede provocar el rechazo de los lectores que solo buscan un entretenimiento ligero para pasar la tarde.



Pero lo que destaca sobre todo en la obra de Clowes es la intención del autor de no quedarse nunca estancado, de abrir nuevos territorios inexplorados para que su obra siga siendo igual de fresca que cuando publicó su primera,interesante e irregular obra, Lloyd Llewelyn.







Y aunque Clowes ha jugado con los géneros en algunas de sus obras pasadas, nunca había tocado la ciencia ficción como base de uno de sus proyectos. Por supuesto, en manos de Clowes, el trabajo no es una obra de ciencia ficción al uso. La razón, que el trasfondo de la ciencia ficción sirve a Clowes para hablar de lo que mejor se le da: las relaciones personales, la mezquindad de todos los seres humanos, los secretos que no dejan avanzar y el amor por un ideal.



A través de un ejercicio de estructura impecable en cuatro tiempos y un mismo espacio, seremos testigos de una odisea a través del espacio tiempo con ecos Ditkianos pero a la vez profundamente íntima, donde conoceremos a través de dos puntos de vista, la historia personal y de pareja de Jack y Paciencia, uno el protagonista activo del relato y la segunda, que da título a la obra, protagonista espiritual y motivador de nuestro co-protagonista.



180 páginas visualmente bellas, deudoras estéticamente de los cómics de los años 50 y 60 (que grande habría sido que el color hubiera sido con tramas, sobre todo en la parte de 1985) que una vez comienzas a leer no puedes abandonar para alcanzar un clímax inevitable que ha llegado a través de varios giros argumentales tan perfectamente planteados que incluso el autor a través del protagonista del mismo, chafa los deseos de un lector que pretende ir unos cuantos pasos por delante del autor, cuando este va kilometros por delante de él.



En definitiva, un tebeo imprescindible en tu tebeoteca, quizás la obra de Clowes que más me ha gustado de manera visceral, rematado por una edición apabullante de mano de Fulgencio Pimentel, que obviando algunos errores tipográficos, raya la absoluta perfección.

19 de marzo de 2016

El camino a Batman V. Superman Parte 4 (2008-2013): De Caballeros Oscuros y Hombres de Acero





































Aunque Batman Begins y Superman Returns recaudaron más o menos la misma cantidad de dinero en las taquillas de todo el mundo, la percepción de las mismas que tuvo Warner Bros, los aficionados y el público fueron distintas. Mientras Batman Begins sorprendió por un tono que se alejaba de todo lo que se había hecho hasta el momento en materia de superhéroes en la gran pantalla y descubrió al gran público un Batman que no conocían pero que los aficionados al cómic habían disfrutado durante las dos décadas pasadas con títulos como Dark Knight Returns, Año Uno o El Largo Halloween, Superman Returns, con una campaña publicitaria mucho más agresiva, pasó sin pena ni gloria entre los aficionados y el público, con un título donde Singer no supo remozar al Hombre de Acero de la misma manera que Nolan hizo con el Cruzado de la Capa.


Así que Warner decidió apostar de nuevo por el título que le había funcionado bien, anunciando una secuela a estrenar en 2008 que llevaría el título de "El Caballero Oscuro", interpretada por el mismo elenco del título previo y que incorporaba a la némesis por antonomasia del personaje, El Joker, lo que llamó más la atención del público. Por supuesto, el actor elegido, Heath Ledger, fue denostado por una gran parte de la afición, los mismos cerrados de miras de siempre, porque consideraban que no era el adecuado para interpretar al personaje. Una sola imagen hizo que cambiaran de opinión.

Pero no solo eso, después de un teaser trailer que enseñaba nada pero que decía mucho del tono del largometraje, además de una campaña viral online que fue pionera en el buen uso de las redes sociales y páginas web para que la película estuviera en boca de todos, el primer trailer del largometraje dejó con la boca abierta a todo el mundo.





La triste muerte del actor Heath Ledger a principios de 2008, a unos seis meses del estreno del filme, aumentó aún más si cabe el hype por una película que no necesitaba más. En el momento de su estreno se convirtió en un auténtico fenómeno social y la imagen e interpretación de Heath Ledger como el Joker le convirtió en icono cultural perenne .

Y la película dio todo lo que prometía y mucho más. Si el primer filme de Nolan era un espectáculo más humilde y pequeño, dentro de lo pequeño que es un blockbuster hollywodiense, esta secuela fue más grande y más arriesgada si cabe. Cierto es que algunos de los aciertos del filme previo fueron algo olvidados, como esa fotografía ocre y casi del fin del mundo que tenía el original o el destino de los Narrows.

Pero lo que recibimos a cambio no puede ser obviado. Más que una película de superhéroes al uso, El Caballero Oscuro era un thriller imbuido del tono y la estética de un filme de Michael Mann. Un thriller criminal de ritmo vertiginoso y puntos de giro constantes, con una atmósfera y un tono opresivo que arrastraba y sigue arrastrando al espectador del filme.




Un Heath Ledger en plenitud artística, entregando un villano más grande que la vida, un terrorista anarquista cuyo único fin es el caos y que se comía a todo el reparto en sus memorables intervenciones en pantalla. Un Joker muy diferente del que hasta el momento habíamos conocido en sus contrapartidas audiovisuales o de papel, pero perfectamente adaptado a una nueva y diferente Gotham, sin perder sus características señas de identidad.

Christian Bale sigue estando perfecto tanto de Bruce Wayne, como de Batman, pero es cierto que el actor brilla menos que en la anterior entrega, porque aquí el show está repartido entre el Joker, motor de la historia pero no centro de la misma, y los verdaderos protagonistas del largometraje, Harvey Dent, interpretado con maestría y convicción por un Aaron Eckhart que posteriormente no ha tenido suerte en la gran pantalla y un Jim Gordon de nuevo interpretado por un Gary Oldman que había nacido para el papel.

Y es que la historia entre Harvey, Gordon y Batman es el centro y el tema principal de la película. El auge y caída de unos justicieros, cada uno más cerca o más lejos del lado de la ley, que intentaron cambiar las cosas y fallaron estrepitosamente y cuyo desenlace frío y cruel remata con primitiva brutalidad el tercer acto de una película absolutamente fascinante.




Cierto es que en esta secuela comenzamos a ver las a veces pequeñas trampas de guión que Nolan y su hermano introducen a lo largo de todo el metraje y quizás tras la captura del Joker por Gordon y Batman, los planes del Payaso del Crimen se hacen algo cansinos y repetitivos, además de que Nolan nos cuela la escena del dilema moral de los barcos que es excesivamente previsible y que ralentiza el clímax de la película.

Pero son pequeños detalles que no empañan una película que ya ha pasado con letras de oro a la historia del cine. Un filme que demuestra que las secuelas pueden estar a la altura de una magnífica obra original, e incluso superarla en algunos aspectos, si la persona a bordo de la nave tiene una interpretación tan interesante e inteligente como la que tuvo Nolan.

Cuatro años después y como fin de fiesta, llegó "The Dark Knight Rises", donde Nolan debería haber rematado los logros conseguidos en las dos anteriores entregas. El problema es que no lo consiguió y no fue un problema de expectativas. El problema, que Nolan arranca con una premisa ya de por si errónea y que destruye lo que prometía la brillante escena final de "El Caballero Oscuro".






Han pasado ocho años y Batman ha dejado de luchar por el alma de Gotham. Bruce Wayne se ha recluído en su mansión, sin apenas contacto con el mundo exterior, sobre todo porque no soporta la pérdida de Rachel, su antiguo amor, la ciudad de Gotham llora a Harvey Dent y odia al supuesto asesino del mismo, Batman, mientras Gordon se reconcome por dentro sabiendo que todo es una gran mentira, propiciada por el mismo y Batman, para salvar el espíritu de la ciudad y que no cayera en el caos que deseaba el Joker.

Pero Gotham está mejor que nunca, por lo que demuestra que está mejor sin Batman. Lo que no sabe es que el enemigo está en casa, en las alcantarillas, con una nueva y remozada Liga de las Sombras que quiere acabar el trabajo que no pudo rematar Ras Al Ghul, capitaneados en apariencia por Bane, interpretado con acierto por un Tom Hardy que lamentablemente tiene que lidiar, como todo el reparto, con un guión que no está a la altura.

Un guión que sabe donde se quiere dirigir y que queda demostrado en ese epílogo que es lo mejor de la película, pero no sabe llegar a él. La ambición de Nolan, que tan bien le sirvió en las dos entregas anteriores, aquí se le hace bola, con una película desmedida en número de personajes, tramas y subtramas y duración.




Nolan intenta no solo cerrar la vida y muerte de un mito, sino también los cabos sueltos de la primera y segunda entrega, presentar nuevos personajes como Catwoman, Bane y Thalia Al Ghul. Si eso no fuera suficiente también quiere introducir la idea del legado con Joseph Gordon Levitt, el nuevo Batman/Robin y un sinfín de personajes como el compañero de Gordon, por poner un ejemplo, que no le interesan a nadie.

Y no es que el compañero de Gordon, el personaje de Joseph Gordon Levitt, Selina Kyle, Bane o Talia no sean interesantes a priori, sino que no hay tiempo para desarrollarlos de manera creíble e interesante, así que la película va saltando de uno a otro, sin que ninguna de las tramas tengan el menor interés para el espectador.

El caso de Gordon Levitt, como Blake, es el más flagrante. De acuerdo con introducir a un pseudo Robin, nuevo Batman en la saga, pero no de una manera tan torpe. Un personaje que descubre identidades secretas y giros de la trama que solo conocen los espectadores, porque es necesario para que avance a trompicones la misma, no porque tenga sentido.




Anne Hathaway está perfecta como Catwoman y Selina Kyle, siendo quizás lo mejor de la película, pero su personaje y su relación con Bruce Wayne/Batman tiene tanta tijera que sus dudas o su enamoramiento no son creíbles. Se enamora de Bruce y el de ella, porque tienen que estar al final juntos, no porque veamos realmente una relación que se va construyendo.

Lo mismo para el Bane de Hardy, imponente físicamente, pero que pasa de ser un pseudo-Joker (imitando planes que eran del Payaso pero que a él no le pegan y haciendo algo que Nolan no había hecho hasta el momento, vivir de las rentas y lo que había funcionado en el pasado) a Ubú, que entenderán aquellos que hayan leído La Saga de Ras Al Ghul de O'Neill y Adams.

Entre tanto personaje principal nuevo y secundario, los personajes de las anteriores entregas poco pueden hacer. Morgan Freeman como Lucius Fox, aparte de darle a botones todo el tiempo y entregarle nuevo equipo a Bruce Wayne, poco más aporta a la película. Michael Caine que tan brillante había estado en las dos anteriores entregas, no es capaz de imprimir credibilidad a su personaje y a la relación de este con Bruce, no por culpa del actor, sino porque su arco argumental es absurdo, siendo el momento clave, la discusión con Bruce acerca de la carta de Rachel. Entiendo que Bruce se sienta levemente traicionado, pero que eche y tire por la borda la relación con la persona más querida para él y en el fondo su figura paterna, compartida con James Gordon, es hilar demasiado fino, quedando finalmente ridícula.




Lo mismo para Gordon, que aparte de estar en la cama del hospital dos tercios del metraje, los momentos en que su personaje tiene que tomar alguna decisión es para fusilarle. Y Bruce Wayne/Batman, un poco lo mismo. Bruce Wayne y sus idas y venidas entre el hombre que quiere vivir una vida personal y tranquila y el justiciero atormentado que no puede dejarlo, se balancea sin sentido por una película que además rompe con la idea del mito y la leyenda, siendo plasmadas las apariciones de Batman de la manera más insulsa de toda la trilogía, por un Nolan que incluso se le ve pobre en dirección y soluciones visuales.

Y aunque la película no fue recibida con alborozo como su anterior entrega, el resultado comercial fue superior al de la secuela. Objetivo cumplido para Warner, que había logrado su saga comiquera mejor recibida por crítica y público. Ahora les tocaba volver al Hombre de Acero.

Un Hombre de Acero que volvió a las pantallas el verano de 2013, de la mano del director Zack Snyder y producida por un Christopher Nolan que también estuvo involucrado en el guión de la misma junto a David Goyer, co-guionista de la trilogía del Caballero Oscuro.

El objetivo de Warner era hacer un lavado de cara atrevido y arriesgado y que coqueteara con el lado oscuro de Superman, al estilo de lo que habían conseguido con Batman. ¿Era posible coger el tono oscuro y realista de Batman y trasladarlo al previamente colorido y más inocente universo de Superman? Si y no.




Considero que este Hombre de Acero fue, es y será excesivamente castigada por una gran parte del público y los aficionados por las razones equivocadas. La primera, que consideran que es demasiado oscura y realista. La oscuridad del filme de Snyder, al igual que expliqué en cuanto al Batman de Burton es que esa oscuridad en el fondo es algo impostada, ya que Snyder lo que hace es bajar el brillo y el contraste de cada uno de los planos, porque Superman en manos de Snyder sigue siendo una película donde el realismo no lo veo por ningún lado (y bien que hace) en esas mega-batallas en los cielos de Smallville o Metrópolis.

Si que es cierto que aquí las consecuencias de la destrucción no es una algarabía como en el resto de cintas superheróicas, pero creo que la razón es que vivimos, mal que nos pese, en un mundo Post-11S, algo que queda muy bien reflejado en la trilogía de Batman de Nolan y que aquí también se demuestra en esa Metrópolis repleta de ciudadanos aterrorizados por una amenaza desconocida y temible que deja a los seres humanos ateridos y conmocionados. El mundo en el que vivimos, sencillamente.

Y creo en esa visión, porque estos héroes inmortales deben reflejar, para seguir siendo vigentes, el zeitgeist de la época en la que viven. No somos los mismos que eramos en 1978, más inocentes o más pequeños, igual que la sociedad, en los años 60, no era la misma para recibir el Batman de Adam West, que el que leyó el Dark Knight de Miller a finales de los 80. Todas obras que reflejaron a la perfección el espíritu y el ambiente que se respiraba en las calles.




El otro gran problema y que es el que ha provocado que la película sea menospreciada y vapuleada por una ingente cantidad de personas es el momento en el que Kal-El decide tomar la vida de Zod. Una decisión que en el contexto del largometraje es completamente consecuente con el tono y con lo que nos están contando. Que Superman deba o no matar, eso es un debate de aficionados, pero que no debe ser un impedimento para que un autor tome las decisiones que deba tomar con un icono de casi 80 años que está abierto a múltiples interpretaciones.

Que la cinta de Snyder tiene defectos, por supuesto. Para mi el más flagrante es su diseño de producción, que no es malo, pero tampoco excepcional. Le falta originalidad, como ejemplo, ese Krypton que es una mezcla hipervitaminada entre los mundos de las precuelas de Star Wars, Avatar, Matrix y el Giger de Alien. Y tampoco hace daño, pero es algo vulgar y nada especial. Otro defecto que se le podría sacar es que el equilibrio entre intimismo y espectacularidad puede que caiga en el exceso en el tercer acto del filme, donde Snyder se embriaga de ruido y furia y no deja que el largo y los espectadores tomen aire y respire.




Pero contra eso, tenemos un primer acto muy estimable, sobre todo la parte donde nos cuentan de nuevo, a base de flashbacks, el origen de Superman de una manera menos idealizada de lo que estábamos acostumbrados, con un Jonathan Kent más reacio a la bondad de la raza humana y que afectará a las decisiones que Clark tome a lo largo de esta primera entrega, donde vemos a un Superman mucho más falible y con debilidades que el que habíamos visto con anterioridad.

En definitiva, no una película perfecta, pero si que en mi modesta opinión, el mejor largometraje y más redondo de las tres interpretaciones que ha tenido el Hombre de Acero hasta el momento en pantalla grande. Una película que seguramente el paso del tiempo y el resultado de ese inminente Batman V. Superman, hará que se cambie la opinión sobre la misma. Yo lo espero con ansias.

17 de marzo de 2016

Almóndigas del Espacio de Craig Thompson: Una maravillosa obra para todos los públicos































Cuando cualquier aficionado a las viñetas piensa en Craig Thompson, lo primero que le viene a la cabeza es melancolía. Adios Chunky Rice, Blankets o Habibi son obras donde la belleza, la tristeza y la nostalgia de los recuerdos y las vivencias impregnan las páginas de la obra de uno de los mejores autores de los últimos 15 años.



Pero Thompson ha querido cambiar de registro y por el recibimiento que han tenido estas "Almóndigas", creo que el tebeo ha pasado algo desapercibido por el público, debido a que es un tebeo considerado infantil. Y este prejuicio puede provocar que no se valore este nuevo trabajo como se merece.



Comencemos por lo más importante, "Almóndigas del Espacio" no es una obra infantil ,sino una obra para todos los públicos. Para los lectores de menor edad el tebeo será una manera maravillosa de adentrarse en el noveno arte y disfrutarán con los carismáticos y entrañables personajes que crea el autor canadiense y los adultos recuperaran la magia perdida u olvidada gracias a un tebeo positivo y dinámico. Pero detrás de esa capa de color y luminosidad, Thompson no olvida el tratar temas que hagan pensar y por ello recrea un futuro no tan lejano del mundo en el que vivimos, donde la diferencia de clases y el medio ambiente es un problema que necesitamos arreglar cuanto antes, sino queremos acabar viviendo como los personajes de esta obra.



Por supuesto, al tratarse de una obra para todos los públicos, el autor no se centra en darnos un tratado sobre el medio ambiente y la lucha de clases, pero al igual que los maestros de Pixar (este tebeo sería una magnífica película del sello) han logrado con su magistral Inside Out, es lo suficientemente inteligente para que los adultos encuentren temas que les hagan pensar y los más pequeños puedan comenzar a comprender los problemas de una sociedad que les ha tocado vivir y que tendrán que afrontar cuando sean adultos.



Porque los niños no son tontos, aunque muchos quieran considerarlos así, y Thompson lo sabe. Por supuesto, lo adorna en un mundo de imaginación infinita, donde el autor da rienda suelta a diseños de una belleza indescriptible y unas composiciones de página asombrosas, repletas de viñetas que cada una de ellas explican muchas veces una historia por si mismas. Pero detrás de todo esto, el autor sigue indagando en la cuestión más importante de toda su obra. El amor. Y si en sus trabajos anteriores ya trató el amor por un amigo, por un amor perdido de juventud o el amor en una cultura que desconocemos desde occidente, aquí es el amor de la familia, el amor por lo diferente, por lo que nos hace únicos, en una sociedad que cada vez más valora más la gris mediocridad de unos individuos replicas los unos de los otros. Y lo trata con tanto gusto, con tanto cariño y crea unas relaciones personales tan maravillosas entre todos los personajes de la obra, que convierte la lectura de este volumen en toda una delicia.



Así que os pido que no os quedéis en la superficie, que creáis que este tebeo no es para vosotros. Recuperad a ese niño que lleváis dentro y adentraos en el universo que ha creado Thompson. Un universo y unos personajes que nos harán reír, llorar, enternecernos y que al final nos harán pensar y que una vez terminado añorarás el tener que despedirte de unos personajes repletos de magia.
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