22 de octubre de 2014

Black Canary and Zatanna: Bloodspell. Recuperando el estilo de una DC desaparecida



















¿Recordáis una época en la que los tebeos de superhéroes eran más ligeros, más agradables y eran un entretenimiento para todas las edades? Una época en la que la oscuridad impostada, la violencia gratuita y el pesimismo no aparecía en este universo de cuatricomía, salvo honrosas excepciones, más como experimento que como norma no escrita. Pues aquellos que como yo añoramos esa época ya casi desaparecida, disfrutaréis de este team up entre dos de las superheroínas más carismáticas del universo DC, Canario Negro y Zatanna.



No es casual que el encargado de esta hazaña sea Paul Dini, fan y verdadero creyente del universo DC tradicional y que nos regaló en la década de los 90 la serie animada de Batman, una verdadera oda al personaje y la que es hasta el momento la adaptación más fiel del personaje en otro medio que no sea el impreso. Porque Dini adora el universo DC, sus personajes y su personal idisioncrasia, desaparecida ahora en los nuevos 52.



Porque esta novela gráfica, aunque haya aparecido este 2014, es un proyecto que presentó Dini en el año 2005 y se nota. Es un tebeo sencillo, ligero, pero muy auténtico. Un tebeo que cuenta una aventura que no pretende cambiar el mundillo, ni a sus personajes, ni pretende alzarse con miles de premios Eisner, o ser carne de especuladores de portadas variantes. Simple y llanamente pretende hacer pasar al lector un buen rato. 



Y lo consigue gracias a una historia sencilla que mezcla la intriga criminal con el elemento sobrenatural, pero que sirve de excusa para dar a conocer al lector la amistad entre dos de las mejores heroínas que ha dado el universo DC, ya que a través de flashbacks, conoceremos la historia de amor entre ambas, y así poder Dini utilizar el amplio y variado abanico de personajes, situaciones o lugares que el universo DC atesora en sus más de 75 años de historia.



Si el trabajo de Dini es encomiable en su resultado y pretensiones, no puedo dejar de hablar de su partenaire artístico, Joe Quiñones, un nuevo talento que desde ya entra en el top ten de dibujantes cartoony, o más cercanos a la animación, donde Darwyn Cooke y Bruce Timm ostentan el trono. Un trazo limpio, una facilidad para la narrativa y un magnífico talento para las expresiones faciales, hacen que el tebeo sea un disfrute tanto mirarlo como leerlo.



Quizás algún lector pueda sentirse decepcionado por el formato elegido para la ocasión, una novela gráfica. Algo caro para un tebeo que no deja de ser una aventura divertida de dos personajes digamos "menores" de DC. Pero quizás también es la única manera de llamar la atención al potencial lector y que se atreva con otro tipo de tebeos que no estén involucrados en una nueva macrosaga, la muerte de un personaje o pertenezca a la sobresaturada Bat-familia.  Dadle un tiento, que seguro que lo disfrutaréis. La edición (repleta de extras, con bocetos, páginas originales y el tratamiento y guión original) y el tebeo lo merecen.

20 de octubre de 2014

Perdida de David Fincher: Un magistral thriller que nos devuelve al mejor Fincher

Si a David Fincher se le da algo muy bien son los thrillers. Lo atestiguan títulos tan emblemáticos de las tres últimas décadas como Seven, The Game o Zodiac. No solo por su capacidad para ambientar sus películas en esa atmósfera turbia y malsana, sino también por saber sacar partido a guiones cuasiperfectos donde la ambigüedad están a la orden del día.

Incluso su magistral La Red Social, para mi el mejor título que ha realizado Fincher, se podría considerar un thriller, ya que la historia de la creación de Facebook era un relato narrado a muchas bandas y donde el director dejaba a la elección del espectador el tomar partido por las muchas incógnitas que habrían los protagonistas de una de las obras fundamentales de los últimos 10 años.



Y tras la insípida "Los Hombres Que No Amaban a Las Mujeres", volvemos a encontrarnos con una obra que aúna una magnífica dirección con un guión casi sin aristas. Y eso es gracias a Gillian Flynn, escritora de la novela original, que se convierte en la nueva y perfecta aliada de Fincher como lo fue en el pasado Andrew Kevin Walker o Aaron Sorkin.

El guión de Flynn y la dirección de Fincher atrapan al espectador durante las dos horas y media que dura el largometraje. Un metraje que no cansa en ningún momento, gracias a la narrativa basado en varios puntos de vista y con saltos en el tiempo que van encajando las piezas de un puzzle maquiavélico que deja al espectador satisfecho pero con un regusto malsano al terminar la proyección y que acerca al cineasta a la obra de autores como Hitchcock o Paul Verhoeven.



La mención de estos dos autores no es gratuita, ya que aparte de ser ambos maestros del suspense y creadores de atmósferas malsanas, también se les recuerda por su malsano sentido del humor. Y es que por primera vez en la obra de Fincher, encontramos sentido del humor, un sentido del humor ácido y nada complaciente, pero que aleja la trama del thriller al uso.

Fincher vuelve a dirigir con verdadera precisión de cirujano, con una narrativa compleja estructuralmente, pero visualmente clásico, alejada de los geniales excesos de sus primeros trabajos como Seven o El Club de la Lucha y que la acerca a obras más maduras y clásicas visualmente que no de estructura como Zodiac o La Red Social, que refuerza el sólido guión de Flynn. La única concesión al efectismo es en una de las últimas escenas del filme, donde los parecidos con Verhoeven se acrecentan y que pocos espectadores olvidarán tras verla.



Pero una buena dirección y un buen guión necesitan de buenos actores para que el resultado sea memorable. Y aquí tanto Ben Affleck como Rosamund Pike dan el do de pecho. Affleck, llevando el 80% del peso de la película en sus hombros y demostrando a sus haters que es tan buen actor como director y que todavía le queda mucho por demostrar. Y lo de Rosamund Pike es magistral. Cada escena en la que sale roba la pantalla con su magnetismo y su interpretación queda desde ya en los anales de su género... y hasta aquí puedo leer para no estropear las múltiples sorpresas que nos depara la cinta.

En definitiva, un thriller impecable, un Fincher en plena forma, uno de sus mejores trabajos y una de las cintas imprescindibles del 2014. ¿Se puede pedir más?


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