19 de febrero de 2017

La Visión: Poco Mejor que una Bestia de Tom King y Gabriel Hernández Walta. Nos despedimos del mejor y más revolucionario tebeo Marvel en mucho tiempo


























No me cansaré de decirlo. Tom King es lo mejor que le ha pasado al mainstream americano en mucho tiempo. Un guionista brillante, capaz de sacar lustre a personajes con décadas de historia, sobreexplotados y conseguir hacerles parecer nuevos y relucientes.



De todos sus trabajos, quizás esta Visión junto a Gabriel Hernández Walta es el trabajo que ha dejado con la boca más abierta tanto a crítica como a público. Un tebeo que se acerca más a la incomodidad paranoide urbanita del Philip K. Dick de A Scanner Darkly que a un tebeo de superhéroes al uso.



El segundo y último volumen de una obra que permanecerá en la memoria del lector mucho tiempo después de su lectura, como todos los grandes clásicos, comienza con un número unitario que para por un momento la trama principal y que nos brinda el ser testigos de la relación entre Visión y La Bruja Escarlata desde una nueva perspectiva, repasando sus altos y bajos en una reinterpretación tan respetuosa como escalofriante, que te hará emocionarte y aterrorizarte a partes iguales, con un giro final inaudito a la par que inteligente.



Ese giro da una nueva visión a lo leído y precipita los acontecimientos del arco final de la colección, repleto de bellos momentos, traiciones, tragedias y sacrificios, en la mejor tradición shakesperiana, donde el autor recupera personajes del universo Marvel olvidados e infrautilizados, dotándoles de la importancia y la presencia necesaria e introduce a Los Vengadores más tradicionales desde un prisma que recuerda la aparición de la Liga de la Justicia en La Cosa del Pantano de Moore.



Al final, las apariencias se convierten en realidades, los sentimientos forzados y fingidos en auténticos y tras todo el ruido y la furia, nos queda la historia de una familia disfuncional que pretende encajar, amar y ser amada. ¿Y no es eso lo que al final deseamos todos?

17 de febrero de 2017

Camino a los Oscar 2017 Parte 2: Entre Biopics anda el juego






































La carrera a los Oscars es fundamental para alcanzar un supuesto caché en la trayectoria de los actores de la Meca del Cine. Y es por ello que se crean productos donde el actor es la estrella, siendo el "biopic" la mejor manera de alcanzar notoriedad, prestigio y la preciada estatuilla.

Es por ello que en la cartelera coincidirán dos películas, Jackie y El Fundador que aspiran a darles el premio a Natalie Portman y a Michael Keaton. La primera ha conseguido el objetivo por Jackie, pero Keaton se deberá esperar a otra ocasión para llevarse el premio a mejor actor.



Y aunque el biopic se ha devaluado algo en los últimos años -lejos quedan los tiempos en los que obras como Amadeus o Ghandi arramplaban con todos los premios habidos y por haber- sigue existiendo este subgénero cinematográfico.

Si la tendencia al biopic da como resultados obras como Jackie, iremos por el buen camino. Porque Jackie es una cinta íntima y cruda que se centra en los días posteriores al magnicidio de JFK y las consecuencias para Jackie Kennedy, la viuda de América y figura histórica que se ha dejado de lado, centrándose la obra de Paco Larraín en diseccionar con precisión de cirujano, todo lo que acontecía en la mente y en la vida de un personaje tan hermético como la obra que se nos presenta.



Natalie Portman borda un trabajo difícil, representando la figura de una mujer tan misteriosa e infranqueable como la muerte de su marido, donde a través de la entrevista de un reportero a Jackie Kennedy, descubrimos el alma y la fuerza de una mujer torturada, tan propensa a la apertura de puertas y a la cercanía -que luego fue una máxima de la familia Obama- como cerrada y fría cuando alguien intentaba alcanzar su alma.

Larraín dota a su obra de una emotividad dura como el diamante, donde la exposición de los hechos minuciosa estéticamente, deja abierta a la interpretación, gracias a un montaje desestructurado, de la vida de Jackie previa y posterior al crimen.



En cambio, El Fundador de John Lee Hancock, que ya se adentró en las arenas del biopic con Salvando a Mr. Banks, nos entrega una obra correcta pero que poco aporta a la historia del cine, con un trabajo que se deja ver con interés, pero que deja escaso poso en el espectador.

Y es que la historia de como un comercial sin escrúpulos convirtió Mc Donalds, de negocio familiar a megacorporación mundial, dejando cadáveres empresariales a su paso, es interesante desde el punto de vista de la cultura que nos rodea, pero el filme no va más allá del telefilme de sobremesa.



La interpretación de Keaton, que debería ser el punto álgido del largometraje y la razón de ser del mismo, es un festival de histrionismo, más cercano a Bitelchús que a su concisión en Spotlight. Cierto es que lo que Keaton quiere es llevarse la estatuilla tras perder injustamente ante Eddie Redmayne cuando estuvo nominado por Birdman. Y es que su papel en Birdman es bigger than life, pero no es lo mismo que te dirija Iñarritu, que Hancock.



En definitiva, dos filmes correctos, donde Jackie destaca por méritos propios por sus riesgos estilísticos aunque El Fundador no puede considerarse una mala película, sinoque intrascendente y vulgar.

16 de febrero de 2017

Civil War 2 Mes 6: Conversaciones trascendentales






































A un mes de finalizar el evento que conmemora la rompedora obra original de Mark Millar y Steve McNiven publicada hace ya la friolera de 10 años, podemos concluir que la serie central ha sido estirada hasta límites insospechados, aportando muy poco narrativamente, aparte de momentos chocantes que luego han sido desarrollados en la serie central de manera algo vaga.



Buen ejemplo es el número 7 de la serie central, donde el mismo es una larga conversación entre el Capitán América y Miles Morales tras la efectista doble página donde veíamos ese posible futuro con Miles acabando con el Centinela de la Libertad.



Pero donde Civil War II si ha destacado por méritos propios es en algunos de los tie-in que rodean la serie central. En concreto este mes en las series regulares de Iron Man, Capitán América y Hulk.



La serie de Tony Stark llega a su cierre de primera temporada en manos de Brian Michael Bendis con un tríptico de historias que rematan un primer volumen apasionante y que deja para el recuerdo una fabulosa conversación entre Carol y Tony que ya habría podido tener la serie central del evento.



Lo mismo para el ejemplar de Hulk con una bella y emotiva conversación con catarsis final entre Amadeus Cho y Clint Barton que sirve como epílogo a la muerte de Bruce Banner. En cambio, en la imprescindible serie del Capitán América, seguimos siendo testigos del maquiavélico plan de este Steve Rogers dominado por Hydra y sus tejemanejes para alcanzar el objetivo de la organización, donde su punto álgido es la conversación de este con Tony Stark para llevarle a una confrontación final con Carol Danvers que se augura trágica para Stark tras la última página de la serie central del evento.



Las otras tres series que giran alrededor de esta secuela de Civil War, Spiderman, Los Vengadores y Eligiendo Bando, no son imprescindibles para el seguimiento del evento central. Cierto es que el Spiderman de Morales sirve para averiguar como se siente el entorno de Miles tras convertirse este en el enemigo número 1 para la seguridad nacional. En cambio, el ejemplar de Los Vengadores de Waid, donde Thor debe decidir en que bando posicionarse es una mera excusa para que Waid y un Adam Kubert en muy baja forma nos entreguen un fill-in de escasa trascendencia.



Para finalizar este penúltimo mes del evento, destacar en la serie Eligiendo Bando, la historia protagonizada por Jessica Jones, que nos sirve para tener un primer contacto con la guionista Chelsea Cain, a la espera de su Pájaro Burlón y el relato dibujado por Sana Takeda, la ilustradora de la serie de Image Comics guionizada por Marjorie Liu, Monstress.

15 de febrero de 2017

Trinity de Francis Manapul. Un tebeo tan bello como redundante






















De un tiempo a esta parte y tras el traspiés de los nuevos 52, DC Comics está intentando devolver el lustre y el brillo a su universo superheróico, intentando remarcar y destacar el hecho de que tiene los iconos más importantes del mundo del cómic, dejando atrás en parte ese oscurantismo desorbitado y devolviendo la luz a un universo que lleva quizá demasiado tiempo en las sombras.



Uno de los tebeos de este Renacimiento de DC Comics que mejor ejemplifica este salto de la oscuridad a la luz es Trinity, la nueva unión del trío de héroes por antonomasia de la editorial, Batman, Superman y Wonder Woman. El encargado de este título estrella de la editorial como autor completo es Francis Manapul, uno de los dibujantes más atractivos de la actualidad, con un trazo que fusiona el gusto por el detalle de Travis Charest, con las composiciones arriesgadas de J.H.Williams y los tonos pastel del Superman: 4 Estaciones de Tim Sale.



El resultado, un tebeo que se lee con agrado, que no cuenta nada nuevo a los lectores veteranos, pero que sirve como punto de enganche a nuevas generaciones de lectores que quieran descubrir los mecanismos que hacen funcionar a esta trinidad superheróica. Y es que Manapul acierta de lleno en las interacciones y comportamientos de los tres personajes, sabiendo equilibrar los pros y los contras de tres héroes complementarios.



El mejor ejemplar de los cinco publicados hasta el momento es el primero de ellos, donde sirviéndose de la llegada del Superman Post-Crisis y la muerte del fallido Superman de Los Nuevos 52, da pie a una entrañable cena hogareña en la granja de Clark y Lois, donde los comensales, aparte de ellos dos, incluyen a su hijo Jon y a dos invitados estrella, Bruce y Diana.



A partir de ahí y sin desvelar mucho de la trama, decir que Manapul se sirve de la clásica y magistral historia de Superman escrita por Alan Moore en 1985, "Para el Hombre que lo tiene todo" para adentrarnos en las psiques de los tres protagonistas y desgranar aquello que los hace tan diferentes pero a la vez tan parecidos. Un repaso por los hitos de sus orígenes que harán las delicias de los no iniciados y que dejará con sensación de deja vu a aquellos lectores veteranos.




La serie se sustenta en el fastuoso arte de Manapul, pero tropieza cuando el artista no puede cumplir los plazos de entrega y tiene que delegar el apartado gráfico -el punto fuerte tanto del artista como de la colección- en manos menos capaces como las de Clay Mann o Emanuela Lupachino. Y no es que lo hagan mal ya que mantienen el tipo, pero palidecen al lado del arte de Manapul ya que si los guiones de este mejoran con sus propios lápices, cuando acompañan el arte de compañeros menos capaces, dejan vislumbrar las costuras.



En definitiva, un tebeo muy recomendable para lectores que se quieran iniciar en este universo con casi 80 años de antiguedad, pero que dejará algo indiferente a los veteranos, aunque solo por disfrutar del arte de Manapul, bien merece la pena la compra del serial.

14 de febrero de 2017

La Bruja Escarlata de James Robinson y VV.AA. Reivindicando a Wanda Maximoff



  
Que Wanda Maximoff, alias La Bruja Escarlata es uno de los personajes más interesantes no solo de Los Vengadores sino de todo el universo Marvel es un hecho. Pero casi siempre ha estado a la sombra de los hombres de su vida, ya sean su supuesto padre/no padre Magneto, su posesivo hermano Mercurio o su trágico matrimonio con La Visión.



A Wanda siempre le ha hecho falta salirse del entorno Vengador, curar las mil y una tragedias y errores que ha cometido en su vida y acercarse, tanto ella como el lector a ese entorno sobrenatural y mágico que tan bien le ha venido a DC Comics y que tan poco ha sabido aprovechar el universo Marvel.



Y ya que Marvel este último año había aprovechado el estreno cinematográfico del Doctor Extraño para devolver al Maestro de las Artes Místicas a la primera línea, con una serie regular maravillosa de la mano del excelente duo creativo formado por Jason Aaron y Chris Bachalo y había entregado de la mano de Tom King y Hernández Walta el mejor tebeo que Marvel ha publicado en mucho tiempo, La Visión, su partenaire en el mundo del cómic no podía ser menos.



De la mano de un guionista tan capacitado para integrar superhéroes y magia como James Robinson -como muestra su imprescindible Starman para DC Comics- y un elenco de lo más variado y experimental en el apartado gráfico que puede ofrecer el mainstream actual con figuras de primer orden como Javier Pulido, Marco Rudy, Vanessa del Rey o el recientemente fallecido Steve Dillon, Wanda Maximoff emprende un camino para restaurar una magia que se ha desestabilizado -leer la imprescindible Doctor Extraño de Aaron para más información- y de paso descubrirse a si misma y averiguar el porqué del miedo a su persona, tanto en su faceta de Bruja como de Mujer.



Robinson entrega un primer volumen de cinco ejemplares con un modelo autoconclusivo, un viaje iniciático donde Wanda va de Nueva York a Grecia, de Grecia a Irlanda y de allí a España, en concreto a Logroño para expandir un universo Marvel que fusiona sin estridencias las leyendas griegas, la inquisición española y los problemas de la Irlanda actual en un tebeo que solo ha rascado la superficie de lo que puede dar de si, si Marvel le da el tiempo suficiente a Robinson para que pueda plasmar unas ideas, que como siempre con el guionista, necesita de fuego lento y paciencia.



El apartado gráfico es surreal, psicodélico y rompedor, como toda buena serie que rompe los límites de la percepción de la realidad debe hacer. A destacar el trabajo Ditkiano de un Javier Pulido inmenso como siempre y las excelentes composiciones visuales y atmosféricas de Marco Rudy. En definitiva, un tebeo por el momento interesante, visualmente muy atractivo y con una protagonista con un carisma y una presencia inmenso y aun por explotar.


13 de febrero de 2017

Legion y Riverdale: Dos nuevas adaptaciones al cómic televisivas, tan atractivas ambas, como radicalmente opuestas






































De la nueva hornada de series televisivas que han comenzado este 2017, hay que destacar dos nuevos títulos cuyas raíces provienen del mundo del cómic, la primera de los cómics de X-Men, en particular de la etapa al frente de los Nuevos Mutantes de Chris Claremont y Bill Sienkiewicz y la otra de uno de los grandes iconos de Estados Unidos, Archie.



La primera de ellas, Legion, ha sido una de las mayores sorpresas que me he llevado en mucho tiempo. Una serie de la que no tenía muchas expectativas, debido al desconocimiento de quien estaba detrás de ella, pero que tras su estreno la semana pasada, solo pude escuchar alabanzas, entre ellas, las de los mismísimos Chris Claremont y Bill Sienkiewicz, creadores de Legión desde sus perfiles de Facebook.



La curiosidad pudo conmigo y me dispuse a ver su episodio piloto. El resultado, una verdadera maravilla, un capítulo sin mácula, donde veo por primera vez como debe ser la traslación del lenguaje del cómic al mundo audiovisual, donde el montaje, el uso de los planos y las superposiciones remite a la manera de narrar propia del tebeo y más específicamente a los experimentos narrativos que Sienkiewicz comenzó a experimentar en Los Nuevos Mutantes y que en el piloto es plasmado a través de lo anteriormente mencionado, al igual que el uso del color y la inteligencia en el uso tanto narrativo como visual del slow motion para reflejar de la mejor manera el impacto de una buena splash page en el noveno arte.



Además, como historia de origen es fabulosa, con una narrativa desestructurada que va construyendo un puzzle que va del presente al pasado y a la vez a la mente disociada de su protagonista, en una historia que es una mezcla perfecta y original de Alguien voló sobre el nido del cuco, el cine de horror, de conspiraciones y el género superheróico, dando como resultado una evolución del género en el ámbito audiovisual como lo fue el trabajo de Sienkiewicz en los años 80 y los primeros trabajos de los autores de la línea Vertigo como el Shade de Peter Milligan y Chris Bachalo.



La otra sorpresa agradable es Riverdale el traspaso del universo Archie al mundo de las series juveniles, teniendo como referente las nuevas series que reciente aparición que han hecho madurar, para un público juvenil de la mano de Mark Waid y Roberto Aguirre Sacasa, que es también el artífice de este traspaso de Archie y su universo, junto a otros personajes como Jossie y las Pussycats al medio televisivo de imagen real.



Entremezclando con talento y gusto el trabajo de Waid y el de Aguirre Sacasa con su tenebrosa y adictiva "El Más Allá de Archie" junto con toques marca de la casa de la cadena CW predominantemente juvenil (la cantidad de veces que le vemos el torso desnudo a Archie) al estilo de Gossip Girl y sumándole pinceladas autoparódicas que remiten al Scream Queens de Ryan Murphy y el surrealismo bello y tenebroso del Twin Peaks de Lynch y Frost, dan como resultado un serial sexy y atractivo.

Una vuelta de tuerca a un universo eterno, donde el sueño y la pesadilla americana se dan la mano y que atrae al público adulto a través de esa autorreferencialidad que le permite el chiste privado de unir en una misma serie al Luke Perry/Dylan de la famosa Beverly Hills 90210 de Aaron Spelling como el padre de Archie, junto a Madchen Amick/Shelly de Twin Peaks como madre de Betty, auténtica arpía salida de Melrose Place o Dinastía, reflejando esa extraña y sugerente mezcla entre lo "arty" y lo "trash", entre la intrascendencia y lo universal.

12 de febrero de 2017

Muerte de X y Legión: El difícil legado del padre






































El 2017 ha comenzado para los fans de los mutantes en España con dos novedades, que aunque muy diferentes en forma y fondo, coinciden en un tema fundamental, como continuar el legado de Xavier tras la muerte del mismo hace ya casi 5 años a manos de Cíclope.



La primera serie es una limitada, de escasos cuatro números, llamada La Muerte de X y es muy esperada porque llena el hueco dejado, en concreto 8 meses de tiempo Marvel, entre el final optimista de la etapa Bendis y las series aparecidas tras la finalización de Secret Wars, donde si eres seguidor de las series de Lemire, Hopeless y Bunn, sabrás que la supervivencia mutante pende de nuevo de un hilo, debido a las nieblas terrígenas de los Inhumanos y que Cíclope siguió su camino hacia el radicalismo, muriendo y siendo odiado por toda la humanidad.



La labor de contar este hueco viene de la mano de Jeff Lemire y Charles Soule, responsables ambos del destino actual de mutantes e inhumanos. El resultado en estos dos primeros ejemplares es entretenido, quizá algo precipitado en sus motivaciones por la escasa duración de la miniserie, pero que se deja leer con agrado, teniendo como responsable en el apartado gráfico a Aaron Kuder, seguidor del estilo de autores como Frank Quitely, que sin llegar a ese nivel, entrega un trabajo estimable pero que falla estrepitosamente al representar la ciudad de Madrid.... con lo fácil que habría sido buscar en Google.



La otra serie a destacar es Legión, rescatada del limbo por Panini gracias a la fabulosa serie de FX dedicada al hijo de Xavier. Esta Legión, una serie de 24 números que Panini editará en España a lo largo de 12 entregas dobles, es realmente el segundo volumen de la serie X-Men Legacy y fue uno de los títulos principales de lo que se dio por llamar Marvel Now allá por 2012.



El tebeo es una arriesgada propuesta muy alejada de los títulos mutantes convencionales, de la mano de Simon Spurrier, guionista británico irreverente y al que habrá que seguir con atención, que entrega un tebeo que aunque le cuesta arrancar en su primer ejemplar, en seguida coge empaque y a lo largo de sus primeras cuatro entregas, repletas de conceptos novedosos y originales, mala baba y una visión diferente e irreverente del universo creado por Chris Claremont.



El dibujante elegido para acompañar los guiones de Spurrier es Tan Eng Huat, que con su trazo feista a lo Carlos Esquerra y ayudado por el color de Jose Villarrubia, aporta un estilo diferente a un serial que no debería quedar en el baúl de los recuerdos y ser recomendado no solo por los fans de los mutantes, sino por todo lector de tebeos.

11 de febrero de 2017

Camino a los Oscar 2017 Parte 1: Del musical social a la epopeya fallida, de la fabulosa oda al feminismo al dramón de sobremesa, pasando por la intelectualidad vacua y el western rural con toques de denuncia social






































Sing Street de John Carney.

En este repaso para valorar aquellas películas que compiten en la carrera para los Oscar 2017, comienzo con una que no está nominada a ninguna de sus categorías. La razón de su inclusión no es otra que la nueva obra del autor de Once y Begin Again debería competir en la categoría a mejor película porque es una de las mejores obras del pasado año. Una obra tan humilde como brillante, sentimental y positiva que reúne todos los aspectos positivos de sus dos anteriores trabajos y los potencia hasta límites insospechados en la historia de un chico de barrio de clase trabajadora en la tumultuosa Dublín de los años 80 donde los sueños y el amor se enfrentan a una realidad social y familiar compleja, donde la música como en todos los trabajos de Carney sirve como revulsivo del cambio.

Vivir de Noche de Ben Affleck.

Por razones parecidas pero diametralmente opuestas incluyo el nuevo trabajo de Ben Affleck como director. Un trabajo que aspiraba a ser uno de los "must" del año pero que refleja lamentablemente el complicado año tanto personal como profesional por el que pasa el actor/director. Vivir de Noche es un bello descarrilamiento de trenes. Un trabajo visualmente poderoso y deslumbrante, que se merecía alguna nominación en los apartados técnicos, pero que fracasa estrepitosamente en su intento de abarcar una novela de Dennis Lehane, donde el desequilibrio tonal y el intento de abarcar múltiples temas en un ajustado metraje de escasas dos horas acaban provocando el tedio y el desinterés de aquello que en el fondo vislumbras quiere contarnos el autor. 

20th Century Women de Mike Mills.

Una triste nominación al mejor guión original consigue una obra que hace un par de décadas o menos habría podido considerarse entre una de las posibles triunfadoras de la gala, al estilo de American Beauty en el año 2000. Y aunque no alcanza las cotas de brillantez de esta última, la obra de Mike Mills es un alegato feminista inteligente a través de los ojos de tres mujeres, las excelentes Annette Bening, Elle Fanning y Greta Gerwig y los hombres que son transformados por su influencia. Una bella e inteligente historia, con un montaje y un estilo visual que la ponen por encima de otros productos correctos pero demasiado encasillados en el telefilme de sobremesa como The Kids are Alright, que deja un poso a todo aquel que la ve.

Manchester by the Sea de Kenneth Lorgan.

En cambio, una de las grandes triunfadoras de las nominaciones y la única película que puede hacer sombra a La La Land en la entrega de premios es este trabajo sobrevalorado y sobredimensionado. Cierto es que la película no es mala y tiene sus momentos poderosos, sobre todo ese flashback a mitad del largo que da sentido a todo lo que nos está contando, completamente escalofriante y que la interpretación de Casey Affleck es uno de los mejores trabajos actorales del año. Pero la película se ve con la misma facilidad que se olvida y seguramente en un par de años nadie se acordará de ella.

Paterson de Jim Jarmusch.

Sin nominaciones pero con muchas posibilidades de ser nominada, el nuevo trabajo del director Jim Jarmusch ha sido recibido con halagos casi unánimes. Desde mi punto de vista, una obra soporífera donde nada ocurre y todo sigue igual. Seguramente muchos me dirán que así es la vida y que Paterson es una obra maestra del tedio de nuestra sociedad actual. Pero también a mucha gente le gusta la obra de Harvey Pekar o El Caminante de Jiro Taniguchi y a mi solo me provoca bostezos.

Comanchería de David MacKenzie.

Una de las grandes sorpresas de este año, que ha sido nominada a varias categorías entre ellas a mejor película, mejor guión original y actor secundario. Pocas posibilidades tiene exceptuando la de secundario para un Jeff Bridges inmenso que cada vez se parece más a William Hurt y que destaca por su fantástico ritmo, una poderosa dirección y una historia con ecos de la fabulosa Un Mundo Perfecto de Clint Eastwood que sirve además como poderosa denuncia a los verdaderos ladrones del siglo XXI, los bancos.
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