31 de agosto de 2017

The Wildstorm de Warren Ellis y Jon Davis Hunt: Una reinvención minimalista







































25 años han pasado desde que el sello Image llegara a nuestras vidas. Un universo Image que apareció debido al ímpetu y la arrogancia de unos jóvenes “hot artists” que tras vender millones de ejemplares de los quizá peores tebeos que el género de superhéroes ha sido capaz de entregar a los aficionados, pensaron, no sin razón, que porqué tenían que repartir el pastel con magnates codiciosos, si ellos podían ser los magnates.

Y fue así como Image Comics apareció como un huracán en el mercado del cómic estadounidense. Una editorial comandada por Todd MacFarlane, Rob Liefeld, Erik Larsen, Jim Valentino, Marc Silvestri y Jim Lee. Este último, junto a Marc Silvestri, inauguraron Homage Studios, ya que dentro de Image coexistían los diferentes sellos de los miembros fundadores. Poco después, los caminos de Silvestri y Lee se separaron y ambos fundaron sus propios sellos, con mayor y menor fortuna. Silvestri, Top Cow y Lee, Wildstorm Studios.






En su sello, Jim Lee creó a los Wildcats, un supergrupo excesivo y cromado, que bebía en muchos aspectos de su paso por los X-Men de Chris Claremont, pero a los que adornó con elementos de conspiranoia, extraterrestres, organizaciones gubernamentales secretas que querían dominar el mundo, etc… De dichos Wildcats, aparecieron posteriormente otros títulos que con mayor o menor fortuna fueron dando forma a un sub-universo que en los 90 hizo mucho ruido, como Stormwatch, Gen 13, Team 7, Deathblow, etc…

Pero el ruido y la furia de sus inicios no se podían sostener sin escritores que dieran forma y sentido a unos tebeos que al quitarles el novedoso y efectista color digital, las splash pages de dos y cuatro páginas o el incesante desfile de cuerpos siliconados y venas hinchadas, no conseguían transmitir al lector a partir del tercer ejemplar, las ansias por seguir comprándolos.

Por ello, Jim Lee, el más inteligente de todos los fundadores de Image, decidió contratar a guionistas de renombre para que dieran forma a ideas que no eran malas, pero que guionistas como Brandon Choi no eran capaces de sacarles partido. Y así llegó Alan Moore a las páginas de Wildcats y demostró, sin esforzarse mucho, que esto de los tebeos no era solo juntar unas cuantas splash pages y unos pocos pin ups.

Moore se quedó lo suficiente para crearle una base a ese universo Wildstorm y cobrar el sustancioso cheque que Jim Lee le ofreció. Pero de nuevo, una vez desaparecido el guionista de Northampton, el universo Wildstorm se volvió a quedar huérfano y sin rumbo. Pero hete aquí, que apareció Warren Ellis, un guionista inglés que estaba comenzando a despuntar en Marvel y en el sello Vertigo de DC, sobre todo con su punzante Transmetropolitan y Jim lee puso el ojo en él. El guionista era irreverente, tenía buenas ideas y encima no cobraba lo que cobraba Moore.








Ellis le entregó uno de los títulos que menos vendía de su línea editorial, el cual languidecía en las librerías, Stormwatch y le dejó que hiciera con el lo que quisiera. Y vaya si lo hizo. Stormwatch pasó de ser el título que nadie leía, sino el título que había que leer a finales de los años 90. Y es que Stormwatch era un tebeo moderno, que sabía aunar la espesura e inteligencia de la invasión inglesa de finales de los 80, con la espectacularidad y el arrojo bien entendido que intentó llevar a cabo la primera generación Image.

De Stormwatch, salió como continuación y evolución mejorada el mítico The Authority de Ellis y Hitch, creando una nueva manera de entender el tebeo de superhéroes como gran blockbuster cinematográfico que influiría en la manera de hacer tebeos en el siglo XXI, con ejemplos tan memorables como Los Ultimates de Millar y Hitch, por poner un ejemplo.






Pero el sello Wildstorm comenzó a languidecer a principios del nuevo siglo, quizás porque los aciertos de Ellis se trasladaron a las grandes editoriales que entendieron que no podían volver a los tebeos de los 70 y los 80 y aunque Lee entregó una fascinante coda a sus Wildcats en la imprescindible etapa de Joe Casey, junto a los dibujantes Sean Philips y Dustin Nguyen, su universo y sus personajes durmieron el sueño de los justos.

Y tras varios intentos fallidos de traer de vuelta a dichos personajes, con autores como Grant Morrison al frente, o ese tímido y fracasado intento de integrarlos en la continuidad del universo DC en sus Nuevos 52, este año, que se cumplen 25 años del sello, DC y Jim Lee les vuelven a dar una oportunidad.






Y así llega a nuestras librerías The Wildstorm, una maxiserie de 24 ejemplares, dividida en cuatro arcos argumentales de seis ejemplares cada uno, que acaba de terminar su primer acto. El responsable de la obra y de la línea editorial es de nuevo Warren Ellis, al estilo del sello Young Animal comandado por Gerard Way, también para DC Comics.

El resultado, tras leer el primer arco argumental es más que interesante y promete una historia que bebe de sus orígenes, pero que da un paso al futuro y entiende que no puede ahondar en la nostalgia de unos tebeos por los que el tiempo no ha pasado bien por ellos. Tampoco Ellis pretende repetir o emular los éxitos de su anterior etapa la frente de Stormwatch y Authority, mirando más el minimalismo y la composición de tebeos más introspectivos, como el Watchmen de Moore o los trabajos de Chris Ware, para aproximarse al universo Wildstorm desde una perspectiva más realista, dentro de los márgenes que permite el género de la ciencia ficción.






Por ello, los uniformes extravagantes y el spandex no hacen acto de presencia en las páginas del tebeo y sus abigarrados personajes, reconocibles para los que leímos los tebeos originales, mantienen su esencia pero sin elementos efectistas que nos hagan distraernos de lo más importante, la historia.

Y en este primer acto, Ellis desarrolla un primer acto que te va atrapando lentamente desde un primer y fascinante plano secuencia que nos muestra a los protagonistas de nuestra obra. Unos personajes que en principio parecen discurrir por líneas argumentales paralelas, pero que antes de que acabe el primer ejemplar, ya estarán inexorablemente unidos.






Ellis consigue aunar a lectores nuevos y a veteranos, con personajes y situaciones que hacen referencia a lo que vimos en los tebeos originales, pero dándoles una vuelta de tuerca que guiña al ojo al lector veterano, pero sin perder por el camino al lector que se adentre por primera vez en este universo de ficción.

El guionista se apoya en el buen hacer de Jon Davis Hunt, un dibujante sin florituras pero excelente narrador, que sabe darle el ritmo que necesita la historia que nos está contando Warren Ellis, una historia que está muy influída por la excelente y olvidada etapa de Joe Casey al frente de estos personajes.








Así que si eras seguidor de Zealot, Spartan, Voodoo, Henry Bendix, Deathblow y demás personajes de los años 90, te encontrarás con los mismos personajes, pero desnudados de todos los elementos excesivos con los que fueron adornados por Lee y cía, pero perfectamente reconocibles. Y si eres un lector que se adentra por primera vez en dicho universo, te encontrarás con una historia de conspiraciones, alienígenas y secretos del nuevo orden mundial, que te atrapará desde las primeras páginas del primer ejemplar.

29 de agosto de 2017

Super Sons de Peter Tomasi y Jorge Jiménez: Ligera y refrescante reinvención del concepto de World's Finest























Desde que en 1941 apareciera el primer número de World’s Best Comics, cambiado a partir del segundo número por el más reconocible título de World’s Finest Comics, Batman y Superman han tenido, a lo largo de casi 80 años, siempre un título en el que ambos justicieros, tan parecidos en su lucha, como distintos en su aproximación a la misma, han unido fuerzas, casi siempre con resultados poco memorables.






La razón, que los sucesos que en dichas series en las que han compartido cabecera, desde la primigenia World’s Finest a las más recientes Batman/Superman o Superman/Batman, nunca han sido memorables, ya sea por la escasa capacidad de los autores que han estado involucrados, o porque los acontecimientos memorables de ambos personajes se narraban y se narran en sus propias series regulares.






Cierto es que existen etapas o especiales que rompen dicha norma, como la fabulosa miniserie de tres ejemplares Prestige aparecida en 1990, realizada por Dave Gibbons y el gran y nunca suficientemente laureado Steve Rude, o algunas de las historias que Jeph Loeb, junto a EdMcGuinness o Carlos Pacheco, realizara en la serie regular Batman/Superman aparecida en 2003.






La última intentona de hacer relevante dicha cabecera fue en el año 2013, en la infausta etapa conocida como Los Nuevos 52. Los autores a cargo de la misma fueron el competente Greg Pak y el atmosférico Jae Lee. Pero Lee abandono pronto el barco y la serie, como los volúmenes anteriores fue languideciendo en las estanterías de las librerías especializadas.






¿Cómo volver a recuperar el espíritu de World’s Finest y hacerlo relevante y atractivo para las nuevas generaciones? Peter Tomasi, el guionista que ha conseguido triunfar con su revisitación del mejor Superman desde los tiempos de John Byrne, tiene la respuesta: Jon Kent y Damian Wayne.






Tomasi, junto al dibujante Patrick Gleason, tomó el relevo de la serie Batman y Robin, tras la marcha de Morrison de las series del murciélago y abrazó a Damian, creación de Morrison, convirtiéndolo en un memorable personaje, tanto junto a Dick Grayson, como junto a su padre, Bruce Wayne.






Lo mismo ha conseguido dicha pareja creativa con Jonathan Kent y su padre Clark, entregando otro memorable personaje que está en el mismo camino de aprendizaje que Damian. Y como sus padres tienen bastante de lo que preocuparse en sus series regulares centrales, el paso lógico era entregarles una serie para ellos solos, donde pudieran aprender, equivocarse y convertirse en los nuevos Batman y Superman.






Y eso hace Tomasi junto al dibujante Jorge Jiménez. Aventuras ligeras, que no intrascendentes, donde el guionista sigue construyendo grapas de 20 páginas que se leen con verdadero disfrute y donde el protagonismo de los dos jóvenes héroes queda perfectamente repartido, aunque Damian destaca sobremanera, convertido en esa réplica paródica de su propio padre, con guiños al Batman de la Lego Película.








Jorge Jiménez remata una colección que devuelve el sentido de la maravilla y el optimismo al universo DC, con un perfecto equilibrio entre humor, acción y sentimientos, demostrando que a estos nuevos iconos de DC, les queda mucho camino por recorrer.

28 de agosto de 2017

Los Defensores: Mediocre reunión de los héroes urbanos de Marvel






Netflix comenzó su asociación con el universo Marvel cinematográfico de manera rotunda con la primera temporada de Daredevil, entregando 13 episodios que sabían transmitir el tono del personaje de la etapa Miller y continuadores, con una dirección, una puesta en escena y unas interpretaciones excelentes, rematado por un villano de primera, gracias al Kingpin de Vincent D’Onofrio. 






Lo mismo ocurrió con Jessica Jones, con una Krysten Ritter que había nacido para ser Jessica Jones y un peligroso y carismático Killgrave, maravillosamente interpretado por David Tennant. Dos series que sabían distanciarse del tono y el estilo del universo Marvel de la pantalla grande, cada una de ellas con su estilo distintivo, diferentes pero complementarias. 






Los problemas comenzaron con la segunda temporada de Daredevil, la cual brillaba en su primera mitad, centrada en la figura del Castigador y su enfrentamiento físico e ideológico con la visión de la justicia de Matt Murdock, entregando John Bernthal una interpretación absolutamente brillante de Frank Castle. El problema, que la segunda mitad de la temporada, centrada en La Mano y la llegada de una Elektra, cuya aproximación al personaje distaba mucho de la entregada por Miller en su primera etapa al frente de Daredevil, pero que el mismo autor desvirtuó en su El Hombre Sin Miedo, junto a John Romita Jr., no estaba a la altura de lo que el universo Marvel/Netflix nos había entregado hasta el momento. Sin olvidar que el casting de Elodie Young como Elektra, me parece, a título personal, un error absoluto de casting. 






Luke Cage, que hundía sus raíces en la tradición del blaxpoitation, con una brizna de denuncia social, se dejaba ver de aquella manera, y la temporada se habría podido reducir a la mitad de episodios, para haber podido ser un entretenimiento decente. Iron Fist, la cuarta serie en liza, antes de estos Defensores, ya no la llegué a ver, espantado por lo que había oído, la falta de carisma del actor que interpreta a Danny Rand y por lo poco que he visto en Netflix, pocas ganas me han quedado. 






Así llegamos a Los Defensores, el final de Fase 1 televisiva de Marvel, Los Vengadores con los pies en la tierra. Lo agradecido de la temporada, que son solo 8 episodios, evidenciando que a lo mejor 13 capítulos si o si, no son necesarios para todas las temporadas, si lo que vas a hacer es estirar el chicle. 






Vista en un par de días, Los Defensores es una decepción. Y es una decepción, porque lo que fue original con Daredevil y Jessica Jones, se ha convertido en plantilla de Power Point. Adios al estilo en dirección, en coreografías de acción. Aquí todo es tan plano y vulgar como en cualquier serie de cadena generalista, pero bajando el brillo y el contraste para que parezca que hay más calidad de la que realmente hay. 

Los mejores momentos de la serie son los primeros encuentros y diferencias entre los cuatro héroes, brillando con luz propia Jessica Jones y sus acerados diálogos, además que el personaje se convierte en los ojos y la voz de una trama que es tan camp y naif que da hasta verguenza ajena en algunos momentos. Luke Cage y Daredevil cumplen correctamente y Puño de Hierro vuelve a demostrar que el carisma se le quedó en casa.

 ¿Y qué tal los villanos y la amenaza? Pues del nivel de un episodio de El Coche Fantástico o El Equipo A. Villanos genéricos, donde no distingues la amenaza de un simple gregario, con la de un lugarteniente, con unos líderes de La Mano, poco desarrollados, poco atractivos y nada amenazantes. 






Sigourney Weaver hace lo justo y necesario para cobrar el cheque. Pero tampoco puede hacer mucho más nuestra icónica Teniente Ripley con un personaje desaprovechado, que queda ahogado por la omnipresencia de una Elektra del lado de las fuerzas del mal, que sigue demostrando el error de casting para el personaje y lo poco acertado del desarrollo del mismo. 






El resultado global, mediocre. Salvables los momentos de Jessica Jones, la primera escena de acción de todos los héroes juntos y la cena en el restaurante chino. El resto, sobre todo su gran escena de acción final, pobre y previsible. Esperemos que con The Punisher, Netflix enmende la papeleta y nos devuelva a los inicios de este universo Marvel en Netflix. 































25 de agosto de 2017

Dunkirk de Christopher Nolan o la dictadura de la tecnología






















Muchos grandes directores, con grandes títulos a sus espaldas, han caído víctimas de la ceguera que provocan los avances tecnológicos en materia cinematográfica. A James Cameron le ocurrió con su vergonzosa Avatar, todo 3D, nada de contenido, a Peter Jackson, tras ser considerado la nueva esperanza del cine comercial tras su merecido éxito con la trilogía del Señor de los Anillos, a George Lucas le jugó una mala pasada los albores del cine digital en su Amenaza Fantasma, a Robert Zemeckis le perdió su obsesión por la técnica del motion captured y ahora sido el turno de Christopher Nolan y su exagerada adoración por el formato Imax.



Desde que Nolan probó el formato en algunos momentos de su magistral El Caballero Oscuro, cada vez la ha ido incluyendo más en sus películas, y dicen aquellos que han visto sus consiguientes obras en formato Imax, que es una maravilla. Y no voy a decir que no. Seguramente, ver el Apocalipsis Now de Coppola en una sala que proyecte en formato 70 mm, tiene que ser una verdadera experiencia. Por edad, yo no pude hacerlo, pero las innumerables veces que la he visto en formato doméstico, desde el VHS a su perfecta edición en BluRay, siempre me ha parecido una obra magistral.

Y eso es porque la técnica no hace buena a una película. La película tiene que funcionar de la misma manera, o casi de la misma manera, si la veo en un cine Imax, en una sala de barrio, en mi home cinema o en la pantalla de mi IPad. El guión, los personajes y la dirección son los que marcan la diferencia. No si la película la he grabado en Super 8, en una camara digital Red One, un Iphone 7 o una cámara Imax.



Quizás Christopher Nolan, un magnífico director, al igual que los directores que he mencionado en el primer párrafo, peca de un ego y una soberbia a prueba de bombas. Y en algún momento eso te puede jugar una mala pasada. Eso, y el exceso de trascendencia.

Todos estos males se encuentran en Dunkerque, su última obra estrenada en la gran pantalla. La dirección y los planos que componen la obra son fascinantes, impresionantes. Y el uso que hace de la profundidad de campo que proporciona la cámara Imax da como resultado unas imágenes que impresionan en un libro de fotografías o en el trailer de una película. Pero no aseguran una buena película.



Por lo que con Dunkerque, te quedas extasiado visualmente en los primeros 15-20 minutos de proyección. Además, Nolan va hacia atrás y hacia delante desde tres puntos de vista diferentes, aparentando que la historia va a tener más enjundia de la que finalmente tiene. Porque no tiene nada. Ni buenos personajes, ni buenos momentos, ni una buena historia.

La narración se encalla, los personajes nada tienen que decir y son meros recortables para sus encuadres soñados, que se enzarzan en discusiones supuestamente complejas, del nivel barato y sensacionalista de la escena de los barcos en El Caballero Oscuro o la escena del puente del final de su trilogía con el Hombre Murciélago. Moralina barata y discursos pomposos vacíos de contenido.



Recuerda Nolan. Memento es una obra magistral y no necesitaba de fuegos de artificios para que se convirtiera en una obra que hizo despegar tu carrera y dejara un recuerdo indeleble en la memoria del espectador. Y era porque tenía una magnífica historia, con personajes interesantes y contada de una manera muy original y escasamente tramposa. Todo lo que le falta a Dunkerque.

23 de agosto de 2017

Imperio Secreto 0 y Dark Days: The Casting. El regreso de los buenos eventos





































Tras años y años de eventos inanes y ejercicios de mercadotecnia que han hecho huir al fandom de sus queridos y respectivos universos, tras eventos tan pobres y faltos de ideas como Inhumanos Vs. X-Men, Civil War 2 o Justice League Vs. Suicide Squad y Forever Evil, Marvel y DC parecen haber aprendido una lección. El fan (entre los que incluyo) es tonto, pero hasta cierto punto.

Creo y espero, que las dos grandes hayan aprendido la lección, al menos por un tiempo y un buen ejemplo son el número 0 de Imperio Secreto y el segundo prólogo del evento Dark Nights de DC Comics, Dark Days The Casting, que continúa lo ocurrido en el estimable Dark Days The Forge.



Comencemos con Imperio Secreto 0. Un tebeo realizado por el guionista Nick Spencer y dibujado en su gran mayoría por Daniel Acuña, con la colaboración de otros autores de la talla de Rod Reis. Un ejemplo de como arrancar un mega-evento que merezca ser recordado y no una mera excusa para vender miles de cientos de absurdas portadas alternativas.

Imperio Secreto arranca allí donde nos ha dejado la maravillosa y aterradora historia que lleva desarrollando Spencer en sus series del Capitán América. Y es tan asombroso lo que ha llegado a hacer en dichas series regulares, que no esperaba que me sorprendiera tanto y se superara. Lo ha hecho en este número 0 de Imperio Secreto.



Un número 0 que no es otro sacacuartos que sirve de resumen de lo que ha ocurrido y esboza únicamente lo que está por venir. Es un tebeo de 37 páginas que se devora con ansiedad y emoción, en el que ocurren acontecimientos trascendentales que entroncan con lo que vino y con el temible pero apasionante futuro que le espera al universo Marvel. Un tebeo que derroca a muchos héroes, pero que reivindica a otros tantos, que entristece y maravilla a partes iguales y que vuelve a demostrar que Spencer, con la ayuda de un cubo cósmico con forma de niña llamado Kobik, está haciendo tambalear al universo Marvel y a sus personajes, con inteligencia y mucho talento, el mismo que demuestra ese nuevo y temible Steve Rogers.



En cuanto a Dark Days The Casting, Scott Snyder y James Tynion continúan epatando al seguidor del universo DC con una historia que se remonta a los inicios de dicho universo y donde el trabajo de Snyder al frente del Caballero Oscuro, solo era el principio de una historia que aúna el universo DC en su conjunto y trae a la palestra a personajes y equipos olvidados por la editorial en los últimos tiempos, como Hawkman, The Challengers of the Unknown o los Blackhawks, entregándoles una relevancia que nunca han tenido.

Snyder y Tynion consiguen devolver al universo DC su carácter mítico, además de ser capaces de hilar aspectos que quedaron pendientes en su trabajo al frente de la serie regular de Batman, consiguiendo sorprender a propios y extraños con algunas de las revelaciones que acontecen en este ejemplar, aunque a veces Snyder se enrede y se haga bola con algunas de las arduas explicaciones que lleva a cabo.



A los lápices tenemos al trío formado por Jim Lee, Andy Kubert y John Romita Jr. Tres profesionales consumados, más allá de los gustos personales de cada uno, que entregan un más que competente trabajo, a la espera de la llegada de Greg Capullo a la serie evento Metal, un dibujante, junto a Rafael Albuquerque, que más alegrías ha dado al trabajo de Snyder.

En definitiva, dos nuevos eventos que apuntan maneras, que hacen vislumbrar un futuro relevante y glorioso a dos universos longevos, que siguen demostrando que con buenos autores y buenas líneas editoriales, es posible seguir haciendo buenos tebeos de superhéroes, que enganchen al lector con buenas historias y no con meras campañas de marketing, tan brillantes y vacías como sus portadas alternativas.



22 de agosto de 2017

La Seducción. Sofía Coppola continúa indagando en el aislamiento y la figura femenina
























Uno de los temas fundamentales, o más concretamente, el tema fundamental de la cada vez más interesante filmografía de Sofía Coppola, es el aislamiento, tanto físico como mental de los personajes protagonistas de su obra.

Desde el aislacionismo obligado que termina en suicidio de esas vírgenes de clase media americana que no consiguen despegar y que termina en trágico sucidio colectivo, pasando por el aislamiento de la realidad de una María Antonieta que entre fiestas y pasteles no es capaz de comprender y entender los cambios sociales que se avecinan, hasta la ceguera de un grupo de adolescentes deslumbrados por los destellos vacuos de las estrellas de reality en The Bling Ring, los protagonistas de las obras de Coppola, viven en un micro-universo que habitualmente se estrella o explosiona cuando un elemento discordante entra en él.



Por lo que La Seducción, el remake de la película de Don Siegel, es un paso lógico dentro de la filmografía de una directora que obra a obra, incluso con tropiezos, ha sido capaz de destacar bajo la sombra alargada de un padre como Francis Ford Coppola. Una obra que recupera el carácter intimista y preciosista de María Antonieta, con el espíritu etéreo y soñador de las Vírgenes Suicidas.

En La Seducción nos encontramos con otro grupo de mujeres de distintas edades, encerradas en una escuela del sur de Estados Unidos, durante la Guerra de Secesión estadounidense. Mujeres que van desde la desdicha de la edad adulta interpretada por Nicole Kidman, pasando por la amargura de una llegada a la edad adulta interrumpida, representada por una Kirsten Dunst que irónicamente es un espejo de la Kathleen Turner de Las Vírgenes Suicidas, al deseo sexual incontrolado de la juventud, representado por el personaje de Elle Fanning.



Porque la monótona vida de este grupo de mujeres y las niñas de la escuela, queda roto en el momento que un elemento disruptor entra en sus vidas. Un soldado del Norte, enemigo de su bando, al que encuentran malherido, interpretado por Colin Farrell.

A partir de ahí, las mujeres y niñas de la casa, atraídas por un hombre que se deja querer por todas ellas, desencadena que todos los conflictos latentes entre las mujeres de la casa, comienzan a explosionar. Y para el personaje de Farrell, la fantasía masculina por excelencia, se acaba tornando pesadilla.



Sofía Coppola dirige con elegancia y distanciamiento el devenir de los acontecimientos, adornando la obra de un ambiente espectral y ensoñador, convirtiendo lo que para otros directores sería un mero ejercicio de estilo, en un elemento igual de importante que la trama o sus personajes.

Quizás, por ponerle un pero a una obra que demuestra la madurez a la que ha llegado el cine de la directora, sería destacar el algo precipitado tercer acto de la obra, sobre todo tras el tiempo y el mimo que Sofía Coppola le otorga a los dos primeros actos de la película. Pero quizás, y sobre todo por ese fascinante plano final, los acontecimientos de la misma estuvieron claros desde el primer acto de la obra.

21 de agosto de 2017

X-Men Gold, Blue y Arma X. ¿Es posible recuperar a la Patrulla X con un reinicio tan tibio?



Tras un especial de reinicio tan modesto como inane, llegan a nuestras librerías los tres primeros títulos de esta nueva resurrección mutante: X-Men Oro, X-Men Azul y Arma X.

¿Y qué tiene este nuevo reinicio del universo mutante que no han tenido los incontables intentos anteriores de reverdecer los laureles de una franquicia que en los años 80 y 90 era la niña de los ojos de la editorial y ahora ha quedado sepultada por el resto de la línea editorial? Supuestamente un retorno al heroísmo frente a la supervivencia y un retorno a la luz frente a la oscuridad de los últimos años.



¿Desde cuándo la Patrulla X ha sido ligera?¿Desde cuando ha sido un título donde la superficialidad y los chistes fáciles han sido marca de la casa? ¿No es cierto que los momentos más celebrados de la saga, sobre todo en manos de Chris Claremont, han sido las situaciones más dramáticas?

El problema de la franquicia en las dos últimas décadas no ha sido la progresiva oscuridad que se ha apoderado de su universo y sus personajes, sino la falta de evolución y crecimiento de los personajes y las tramas en la gran mayoría de sus etapas.



No olvidemos, que desde que Claremont abandono la franquicia en 1991, -de sus dos intentos de retorno en el año 2000 y en 2004 aproximadamente correré un tupido velo- ha habido autores y reinicios que están a la altura de lo conseguido por Claremont. A las etapas de Grant Morrison, Joss Whedon o más recientemente Jason Aaron me remito.

Estos tres ejemplos dan buena prueba de que los mutantes, en manos de autores excelentes y con manga ancha por parte de la editorial, son capaces de seguir haciendo relevantes a unos personajes que siguen manteniendo una base de fans, entre los que me incluyo, por su carisma y su interesante y complejo pasado.



Y no olvidemos que tanto las etapas de Bendis, Fraction o Gillen tuvieron sus buenas ideas y potentes arranques, pero que fueron dinamitados por ese miedo a seguir haciendo avanzar a un universo que bien demostró Claremont, solo podía funcionar si seguía hacia delante. No es raro que Claremont abandonara el barco que el construyo con mimo, cuando tras 15 años los intereses editoriales estaban por encima del padre de la criatura.

Es por eso que el debate no es si la Patrulla X es oscura o luminosa, sino que si las historias de los últimos años han sido interesantes. Y ha habido intentos, pero siempre se han quedado a medio gas, o han sido directamente lamentables, como el reciente evento, Inhumanos Vs. X-Men.



Ahora, Marvel nos intenta vender un “retorno a la grandeza” con la nostalgia mal entendida de los equipos azules y oro de principios de los 90. Será un intento de retorno a la grandeza de las ventas basadas en la especulación de dicha época, porque si tenemos un poco de memoria, los tebeos de los equipos oro y azul, son de lo peor que ha tenido la franquicia en sus más de 50 años de historia.

Un retorno a la grandeza fue tener un equipo como Morrison y Quitely, Whedon y Cassaday, Aaron y Bachalo, e incluso a Bendis y Márquez y esos fascinantes primeros ejemplares de La Nueva Patrulla X. No intentar convencer a los lectores que equipos creativos formados por Marc Guggenheim y Ardyan Siaf o Greg Pak y Greg Land, son el no va más de la actualidad comiquera del mercado americano. Un punto por encima se encuentran Cullen Bunn y Jorge Molina, pero ni con esas pueden compararse con los cuatro equipos creativos de anteriores reinicios que he mencionado al principio de este mismo párrafo.



Centrándonos en las tres series publicadas por Panini este mes, comenzamos con X-Men Oro, la serie central de este “Resurrexion”, guionizada por Marc Guggenheim y dibujada en su primer arco argumental por Ardyan Siaf. Guggenheim es un escritor competente pero no brillante y el trabajo de Syaf, aunque meritorio, no va con lo que yo considero un dibujo que haga que vaya corrriendo mes a mes a por el ejemplar siguiente, siendo una evolución del estilo recargado y detallado de los adoradores de Jim Lee, que no va conmigo.

Leídos los dos primeros ejemplares de estos X-Men Oro, decir que el intento de provocar el optimismo y la ligereza es tan desesperado que en algunos momentos da verguenza ajena, sobre todo al ver a tus personajes favoritos como Logan, Tormenta, Kitty o Coloso, actuar tan fuera de personaje. Un apunte, el intento precipitado de traer de vuelta la relación entre Kitty y Peter hay que construirlo lentamente para que la cosa sea creíble. Lo mismo para los partidos de beisbol.



En cambio, X-Men Azul, formada por el equipo creativo de Cullen Bunn y Jorge Molina es una sorpresa agradable. Nadie está inventando la rueda con esta nueva reunión del equipo mutante original comandado esta vez por una carismática joven Jean Grey, pero al menos, quitando el forzado humor del primer ejemplar, se deja leer con agrado y la inclusión de un Magneto nuevamente intentando seguir la senda del bien, aunque guarde sus trapos sucios, me tiene lo suficientemente intrigado para querer saber más. Y me encanta el arte de Jorge Molina.

Terminamos este primer repaso con Arma X, escrita por Greg Pak y dibujada por Greg Land. La nueva X-Force de este Resurrexion, con un equipo de “badass” y “fan favourites” como Logan, Dientes de Sable, Domino, Dama Mortal y Sendero de Guerra, enfrentados a un nuevo y mejorado proyecto Arma X, que no espanta, pero tampoco emociona, teniendo en cuenta que las anteriores iteraciones de mutantes armados y peligrosos han sido mucho más memorables en sus arranques, como La Imposible Patrulla X de Bunn y Land, los X-Force de Remender y Opeña o los X-Force de Christopher Yost, por poner los primeros ejemplos que me vienen a la cabeza.



En resumen, un arranque tibio para lo que han intentado vender como un retorno a la grandeza. Habrá que ver si lo que le falta a esta etapa es calentamiento y a medida que pasen los meses la cosa se pone interesante. Pero lo que es su arranque, muy por debajo de la gran mayoría de intentonas de los últimos 20 años de franquicia mutante.













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