Gravity de Alfonso Cuarón: Un prodigio visual, técnico y narrativo con un guión que no está a la altura de las circunstancias

Gravity de Alfonso Cuarón (2013) 

Exponerse y aproximarse a esta nueva obra del prodigioso director mexicano es una tarea harto difícil, sobre todo porque pone en conflicto dos aspectos normalmente irreconciliables como son la razón y la emoción. 

Tu te sientas en la oscuridad de la sala, te colocas tus gafas de 3D (si, esta película debe ser disfrutada en ese formato, y los que conozcáis a este cronista sabéis de su animadversión al formato es feroz) y desde los primeros minutos, tus sentidos son extasiados con un plano secuencia que te quita el aliento. No estás viendo una película, estas viviendo una experiencia junto a los astronautas del filme. 

Porque experiencia es la mejor manera de describir esta película. Cuarón revoluciona, al igual que Kubrick en su obra maestra 2001,la experiencia cinematográfica desde el lado de la técnica, de la maravilla, haciendo babear a un espectador anestesiado de la perfección de los efectos digitales de la última década, perfectamente realizados eso sí, pero que habían perdido la capacidad de maravillar. Y si amigos míos, os vais a maravillar. 

Cuarón te deja con la boca abierta plano a plano, escena a escena, planificadas brillantemente, a la altura de genios del 7º arte como el mencionado Kubrick u Orson Welles. Y si la pericia del director no fuera suficiente, se apoya en una técnica que te hace dudar de si realmente Cuarón no se ha subido al espacio con la Nasa y ha abandonado a su suerte en las profundidades del espacio a sus actores, George Clooney y Sandra Bullock. 

Clooney está como siempre, más que correcto en ese personaje, casi su personaje, de hombre de a pie, encantador y seductor. Sandra Bullock, actriz que en principio no es santo de mi devoción, sorprende cargando la mayor parte del peso interpretativo sobre sus hombros de manera francamente encomiable. 

Y llegamos al 3D, un formato que más allá de truco de feria no había servido narrativamente para nada, se convierte en manos de Cuarón en un elemento y en una herramienta narrativa más, tan importante como la dirección, el montaje, la banda sonora o los efectos sonoros y visuales. Los momentos en los que vemos la acción desde la escafandra de Bullock en primers persona, como si fuera un shooter al estilo del clásico Doom o las entregas más recientes del Call of Duty es algo que nunca habéis experimentado en una sala de cine. Y además Cuarón entiende que el espectador no quiere salir mareado y con ganas de vomitar después de salir del cine y dirige con una elegancia, un uso de planos largos y barridos suaves (menos cuando el filme pide movimiento) que te dejan disfrutar como nunca de la experiencia tridimensional. 

Después de todo lo que os estoy contando, parece que Gravity es la mejor película de la historia del cine, o por lo menos una de las cinco o diez mejores. Pero no es así, y eso es debido a que no tiene un guión a la altura del prodigio técnico y narrativo que derrocha el filme por sus cuatro costados. 

Y no me entendáis mal, el guión no es malo,es funcional, pero le falta la garra suficiente para atraparte y subyugarte en la historia como si por tus sentidos visuales. No tiene la profundidad filosófica del 2001 de Kubrick, donde sus prodigios técnicos (para la época que fue realizada) estaban en sintonía con la profundidad de las ideas que planteaba Kubrick en un guión sin mácula. Por supuesto que Gravity juega en otra liga conceptual, ya que la historia es sencilla, una astronauta perdida en las inmensidades del espacio y luchando por su vida. Pero si la comparamos con otra película de temática parecida pero entorno diferente, como es Náufrago de Robert Zemeckis, esta gana en ese aspecto por goleada, porque Zemeckis le sabe sacar todo el jugo que se merece a la historia de un hombre corriente, víctima de un accidente de avión que busca sobrevivir y salir de una isla. 

Por supuesto, esto no quita para que Gravity sea un hito de la historia del cine, un título imprescindible a disfrutar en pantalla grande (y en 3D) y que no debe perderse nadie por nada del mundo, pero que habría sido perfecta con un guión algo más redondo o por lo menos a la altura del resto de aspectos técnicos y creativos de la película.