27 de abril de 2014

Sex de Joe Casey y Piotr Kowalski: Sexo, superhéroes y represiones


Desde que los cómics de superhéroes aparecieron a finales de los años 30, la sombra de la duda se ha cernido sobre ellos. Estas fantasías de poder de colores vivos, trajes ajustados, hombres fornidos y estoicos y mujeres de curvas rotundas e inalcanzables han poblado la imaginación de muchas generaciones de lectores. Pero muchas voces han surgido alrededor de ellos, la primera de todas, la del psiquiatra Frederic Wertham, el cual, apoyado por la caza de brujas del senador McCarthy en los años 50 y a través de su libro "La Seducción del Inocente", alarmó a las masas, afirmando con absoluta rotundidad que lo que para todo el mundo era un entretenimiento inocente e inocuo, en realidad ocultaba un sinfín de connotaciones (para él perversiones) sexuales de toda índole.



No se que pensaría Frederic Wertham de este Sex publicado por Image Comics. Un tebeo que bien podría ser la plasmación en imágenes de todo aquello que alertaba el trastornado psiquiatra. Un universo donde los superhéroes, encarnados en la figura de Simon Cooke, una versión de Batman, ha dejado las mallas y ha descubierto que tiene que comenzar a vivir.



Y comenzar a vivir es entre otras cosas, pasar de las fantasías de poder pre-adolescente a ser un adulto pleno. Y para convertirse en un adulto pleno, necesita enfrentarse a su sexualidad. Una sexualidad que ha ocultado o reprimido y que de repente comienza a reflotar de una manera tal, que nuestro personaje es incapaz de asumirla y redirigirla de la manera adecuada.



Por eso, cuando leía el cómic en cuestión, me venía a la cabeza la obra póstuma de Stanley Kubrick, Eyes Wide Shut. Porque nuestro protagonista es igual que el personaje interpretado por Tom Cruise. Un hombre incapaz de lidiar con su parte sexual, con un deseo que le desborda pero que no es capaz de canalizar. Y así comienza su periplo, un periplo árduo y en el que él no es más que una marioneta.



Pero él no es el único personaje que se encuentra en la misma situación. Antiguos aliados, némesis que no encuentran su lugar una vez que ha desaparecido y contrincantes femeninas muy parecidas a Catwoman reconvertidas en Madames de clubs sexuales de alto voltaje que echan de menos las persecuciones por los tejados, los disfraces de cuero o spandex ajustados y que servían de sustitutos de un sexo no realizado y deseado.



Los disfraces, las máscaras, el tira y afloja del enfrentamiento eran sustitutos para estos individuos de aquellas pulsiones sexuales que les atormentan ahora que no ya no pueden satisfacer dichos impulsos. Y están quebrados, desolados, vacíos. Un aspecto que Joe Casey, el guionista de esta obra, ya había tratado con mejor y peor fortuna, tanto en el seno de las majors, como en obras cercanas al mainstream.


Como ejemplo, su fallida pero en algunos aspectos interesante aproximación a los X-Men a principios del nuevo siglo, donde el deseo sexual de los habitantes de la mansión Xavier afloraba tanto en cuanto le permitía la censura auto-impuesta de Marvel Comics, intentando que sus tebeos sean para todos los públicos. Mejor fortuna tuvo el escritor con su aproximación a los Wildcats de Jim Lee. Una etapa brillante y en la que tuvo la suerte de colaborar con dibujantes de tanto talento como Sean Phillips o Dustin Nguyen y que aquel que haya leído, encontrará ciertas similitudes con este Sex que nos ocupa.



Porque aparte del sexo, esa etapa de Wildcats mostraba a un grupo de héroes que habían dejado de serlo y que se enfrentaban al mundo adulto. Un mundo regido por responsabilidades que son más complejas y peliagudas que atizar al villano de turno en la énesima pelea de un enfrentamiento infinito. 



Y me imagino que todos los que hayáis llegado hasta aquí, os estaréis haciendo la misma pregunta. ¿Es tan alto el contenido sexual de este cómic? La respuesta es sí, pero no un sexo cuyo objetivo es excitar al lector, sino un sexo frío, explícito, muy explícito y que quizás no sea del gusto de todo el mundo. Pero que es parte fundamental y la esencia de la obra. 



Muchos dirán que es un tebeo provocador sin más. Otros dirán que es sucio y depravado. Para mi, y únicamente habiendo leído el primer volumen que contiene los primeros ocho números de la colección, ha llamado mi atención. Quizás porque soy fan de Casey desde sus primeros trabajos y esta me parece su obra cumbre donde se mezclan sin ningún tipo de cortapisas todas sus obsesiones. Y es original. Y estéticamente la colección es muy elegante, gracias a los lápices de Piotr Kowalski. Un tebeo valiente que por lo menos se merece que se le de una oportunidad.

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