Daredevil ha muerto asesinado por Bullseye. Ben Urich quiere saber cómo y porqué. Esa es la premisa argumental que nos propone Brian Michael Bendis, años después de que finalizara su estupenda etapa al frente del personaje. Una etapa que rivaliza en calidad con la época Miller, de la que fue heredera y la llevó un paso más allá.
Bendis vuelve al personaje para contarnos su última historia. Una historia que de nuevo trae a Miller a colación, porque en el fondo es el Dark Knight Returns del personaje. La única diferencia es que aquí no tenemos a Matt Murdock y el protagonista del relato es Ben Urich. Un Ben Urich que quiere averiguar que ocurrió con este hombre misterioso al que una vez llamó amigo.
Como si de Ciudadano Kane se tratase, una sola palabra prende fuego a la trama "Mapone", que Murdock le dice a Bullseye justo antes de morir. A partir de ahí, Urich y en consecuencia Bendis junto a David Mack, coguionista del relato, nos introducen en un universo Marvel más cercano a trabajos de Bendis como Alias, que al universo Marvel tradicional que conocemos.
Los superhéroes están casi extintos, convertidos en meros productos de merchandising (¿una pulla del guionista a lo que tenemos en el mundo real?) y el mundo está dominado en las sombras por compañías como Roxxon, o Norman Osborn, aquí vicepresidente de los Estados Unidos.
Urich, los héroes y el mismísimo Daily Bugle son dinosaurios de un nuevo mundo y una era digital que les ha dejado atrás. Pero lo único que se ha conseguido es un mundo más frío, más gris y con menos esperanza. Bendis repasa la historia del personaje, tanto la realizada por él, como la de los otros grandes autores que han pasado por la historia del personaje, como Frank Miller, Ann Nocenti o Ed Brubaker. Tenemos a todas las mujeres que han pasado por la vida del personaje y que ha dejado huella en ellas, como Elektra, Echo, Milla o María Tifoidea. Pero ninguna de ellas vive la vida de las mallas, sino que se han reciclado en "personas normales", perdiendo parte de su alma y su esencia por el camino.
A los lápices tenemos a otro artista cuya trayectoria ha estado muy marcada por el personaje, Klaus Janson, embellecido por Bill Sienkiewicz y apoyado en algunas páginas por David Mack o Alex Maleev. Todo queda en casa y la reunión es familiar.
Cierto es que el misterio al final es lo de menos, que las revelaciones finales pueden sonar a mero Mcguffin, pero lo que si que es cierto es que Bendis sigue narrando con ese dinamismo que le caracteriza y que el tebeo te atrapa desde las primeras páginas y no te suelta hasta que has acabado con él. Que la resolución no sea lo más destacable del relato y que si lo comparamos con otras obras definitivas y finales de otros personajes de ficción como el Dark Knight de Miller hace que quede por debajo, no quita para que este epílogo y punto y final de las aventuras de Matt Murdock narradas por Bendis, su adios personal a un personaje que le abrió las puertas de la industria, sea un tebeo imprescindible tanto para los seguidores del Hombre sin Miedo, como para los que somos fans del mejor Brian Michael Bendis.
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