La llegada a la pantalla grande de Los Vengadores de Joss Whedon se convirtió en un antes y un después para el universo Marvel cinematográfico y el género superheróico en general. Un punto y aparte que dejaba anteriores trabajos como mera introducción de lo que podía significar una película de superhéroes y trasladar un universo tan rico en personajes y en conceptos a la pantalla grande. Pero el comienzo de la fase 2, con la llegada de la tercera parte de Iron Man y la segunda del Dios del Trueno, quizás dejaron algo fríos a los aficionados, ya que ninguna de ellas aprovechaba el nuevo status quo que había entregado Whedon en la película de superhéroes definitiva.
Esto lo subsana perfectamente la secuela del Capitán América, quizás el personaje y la película que menos había llamado la atención de la taquilla y los fans en la primera entrega. Una primera entrega estimable en su aproximación a lo que era un serial de los años 40 y que tan bien realizó su director Joe Johnston, el cual ya nos había entregado veinte años antes una encomiable adaptación del tebeo del fallecido Dave Stevens, Rocketeer, y que también pasó sin pena ni gloria por la cartelera.
Pero el Capitán América está en una nueva era que no conoce y a la que todavía no está acostumbrado, algo perfectamente reflejado en esta secuela, y la película lo demuestra desde el minuto uno. Lo primero, decir que es la película mejor guionizada de todo Marvel Studios hasta la fecha. Un thriller conspiranoico talla XXL, anabolizado y repleto de ritmo, que no deja un minuto de respiro al espectador.
Todos sabemos ya que el origen de la historia está basado en el comienzo de la fundamental etapa de Ed Brubaker al frente del Capitán América y que nos trajo de vuelta al compañero de Steve Rogers, Bucky Barnes, convertido en un asesino frío y despiadado, extirpado de cualquier rasgo de humanidad. Lo que nadie había dicho, de lo cual me alegro, es que el otro tebeo en las cabezas de los artífices del guión del filme era la menos conocida miniserie aparecida en el año 1988, llamada Nick Furia contra Shield de Bob Harras y Paul Neary.
Porque Capitán América el Soldado de Invierno es una historia acerca de Shield. Una Shield de la que hay un antes y un después tras este largometraje y que además sirve como crítica del mundo en el que vivimos, algo poco habitual en una película mainstream para supuestamente todos los públicos.
Pero eso no le quita un ápice de protagonismo a nuestro querido Centinela de la Libertad, interpretado cada vez con más convicción por un perfecto Chris Evans que representa perfectamente ese hombre fuera de tiempo que es Steve Rogers, plasmado con brillantez en la escena con su viejo amor y sus recuerdos de juventud con Bucky Barnes.
Y que decir de la perfecta simbiosis que se crea entre Steve y La Viuda Negra, un team-up antológico que entrega los momentos más divertidos y mejor escritos del filme. Porque el personaje de Natasha Romanova, completamente perdido en la lamentable secuela de Iron Man y redimida por Joss Whedon en Los Vengadores, explota todo su potencial en esta nueva entrega del universo cinematográfico Marveliano. Decir que Scarlet está perfecta se queda corto.
Lo mismo para la nueva incorporación de héroes marvelianos de esta secuela, El Halcón, interpretado por Antony Johnson y que no desentona en absoluto, modernizando el setentero personaje de los cómics. Y de Nick Furia poco que decir, Samuel L. Jackson nació para interpretar a este personaje, igual que Robert Redford borda su interpretación de Alexander Pierce, pieza central de la entrega y hasta aquí puedo leer...
Una pena que Sharon Carter y Maria Hill se queden algo desvaídas rodeadas de tantos personajes. Necesito y exijo que en la próxima entrega tengan más tiempo de pantalla. Pero por lo menos esta última tiene algo más de presencia que en Los Vengadores, donde la pobre estaba completamente difuminada y que seguramente, solo los seguidores de Como Conocí a Vuestra Madre la recordaremos.
Dos horas de auténtico disfrute, una película de acción e intriga que te atrapa desde sus primeros minutos y que no te suelta hasta su final, en unas ajustadas y bien aprovechadas dos horas de proyección, a la que la única pega que podría ponerle es a la dirección de los hermanos Russo. Y no me malinterpretéis, los hermanos dirigen con un ritmo acertado, equilibran perfectamente los momentos trepidantes con los momentos más íntimos y relajados, pero en algunos momentos, las set-pieces de acción caen en un defecto muy común del cine actual, la concatenación de planos a la velocidad de la luz que hacen perder en algunos momentos la efectividad de unas escenas de acción por otra parte perfectamente planificadas.
Pero quitando ese pequeño defecto que no hizo que en ningún momento afectara mi disfrute del largo, decir que este es el mejor trabajo de Marvel hasta la fecha, no superior a Los Vengadores en impacto, espectacularidad sense of wonder y scope, pero si en una trama y un guión más sólido e inteligente. Otro paso adelante más para una Marvel cinematográfica cuyo éxito no la ha hecho dormirse en los laureles, sino todo lo contrario, mejorando cada vez más la fórmula y entregando a los aficionados y espectadores puro entretenimiento de calidad. ¡Larga vida al universo cinematográfico de Marvel Studios!
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