25 de marzo de 2014

Daredevil de Mark Waid: Quizás el mejor tebeo de Marvel en la actualidad





























La sombra de Miller es alargada, y sino que se lo digan al Hombre Murciélago. Y lo mismo le ocurre al Hombre sin Miedo. Desde que el neoyorquino puso sus manos en el que era un personaje poco querido y desarrollado cambio para siempre. Su primera etapa al frente del personaje a principios de los 80 y sobre todo su magistral "Born Again", redefinieron a un personaje que parecía no ser capaz de superar una etapa que solo puede considerarse como legendaria. Miller convirtió a este sucedáneo de Spiderman en sus orígenes, sin la simpatía de Peter Parker, en el epítome de superhéroe urbano oscuro y torturado (con perdón de Batman). Pero Daredevil era mucho más que eso.



Tras Miller, otros autores tomaron el relevo, olvidando el legado pre-Miller y siguieron las pautas del maestro: dolor, sufrimiento, oscuridad, muertes de seres queridos y un Matt Murdock cada vez más hundido y cercano a la psicosis. Autores de tanto talento como Ann Nocenti, Brian Michael Bendis, Kevin Smith o Ed Brubaker siguieron desarrollando al personaje con etapas absolutamente brillantes en estos casos, pero que seguían el patrón, el estilo y los personajes que Miller grabó con fuego en el corazón de los aficionados. 



Otros no fueron tan hábiles y solo supieron copiar la estética que no el alma que hicieron del trabajo de Miller un clásico absoluto. Me refiero a autores de categoría menor, como Dan Chichester en los 90, un ya algo envejecido Denny O'Neill (aunque solo por el trabajo de Mazuchelli a los lápices merecía la pena) o más recientemente Andy Diggle con su Daredevil endemoniado.



Pero nadie se atrevía a desviarse del cánon Milleriano. Únicamente lo intentó Karl Kesel con su etapa al frente de la serie regular del personaje a mediados de los 90 y que merece una nueva revisión. Pero Kesel no era una estrella y su etapa pasó desapercibida. Hasta que llegó Mark Waid.



Waid, un experto en renovar conceptos ya quemados, conocedor de la historia y las cronologías de las dos grandes, ha demostrado su capacidad desde los años 90 de entregar grandes etapas de personajes sobreexplotados o directamente mal dirigidos y darles un toque de frescura, mirando siempre para delante, pero sin olvidar el pasado de tan ilustres personajes, sin decantarse por una sola visión del mismo, sino aunándolas todas. 



Y eso es lo que consigue con este nuevo y remozado Daredevil. Un tebeo que deja a un lado parcialmente al Murdock atormentado y hasta cierto punto antipático en el que se había convertido para llevarlo de nuevo hacia la luz, en un ejercicio de metalenguaje ciertamente acertado.



Esa luz la consigue en gran parte por un equipo artístico en estado de gracia. Un equipo donde se juntan los mejores autores actuales del cómic americano, que no los más famosos, y que plasman de una manera completamente nueva y original los sentidos aumentados del héroe ciego de la Cocina del Infierno. Destacar uno entre todos ellos es tarea futil, ya que Marcos Martín, Paolo Rivera y Chris Samnee son los tres, unos autores fuera de serie. Lo mismo se puede decir de autores invitados como Kano o el gran Michael Allred. La única mancha en el expediente de la colección son los dos números de Khoi Pham, quizás uno de los peores autores en nómina de Marvel y que nadie en su sano juicio puede entender como se le encarga algún trabajo.



Pero centrémonos en el gran artífice de la colección, Mark Waid y los cambios que han traído al personaje. De primeras trae de vuelta el estilo visual de los primeros tebeos de la colección y supervillanos como El Zancudo. Pero no olvida a personajes clave de las etapas de Miller, Bendis o Brubaker, como Lady Bullseye o personajes que parecían fuera del cosmos Daredeviliano como el Doctor Muerte, Klaw o la nueva versión de un villano tan ridículo como La Mancha, que en manos de Waid se convierte en un personaje absolutamente terrorífico.



Pero donde más destaca el tebeo de Waid es en los pequeños momentos. El nuevo interés amoroso de Murdock, la nueva fiscal del distrito, parece que va a ir por los cánones habituales del romance Murdockiano, pero el guionista se guarda más de un as en el bolsillo. Y lo mismo podemos decir del corazón del serial, la amistad entre Matt y Foggy Nelson, su amigo de toda la vida y socio del nuevo y remozado gabinete de abogados. Matt y Foggy han tenido sus más y sus menos en el pasado, y en esta etapa de Waid es quizás uno de los ejes centrales por donde se mueve la colección. Y no quiero contar nada más, para todos aquellos que no habéis leído la colección. Solo una apreciación: no saldréis defraudados.


Y llegamos al centro del meollo, nuestro querido abogado Matt Murdock, que ha pasado una vida poco apetecible, pero que intenta renacer de sus cenizas enseñando al mundo a un nuevo y positivo vigilante y abogado. ¿Pero realmente Murdock ha cambiado o es solo una fachada para una mente frágil apunto de resquebrajarse?. Tendréis que leer la colección.



Así, entre un equilibrio perfecto entre luces y sombras, amistades de larga duración, nuevos romances, viejos y nuevos personajes, némesis que se resisten a morir y enfermedades reales pero terriblemente mortales, se mueve esta nueva etapa. Una etapa fantásticamente escrita, e inmejorablemente ilustrada, que se puede leer por si sola, un oasis dentro del universo Marvel actual y que gustará tanto a lectores avezados y experimentados, como a todo aquel que quiera adentrarse en el maravilloso universo Marvel. Esta serie quizá es en la actualidad su mejor ejemplo.

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