28 de marzo de 2014

Furia: Mis Guerras Perdidas de Garth Ennis y Goran Parlov. Ennis cuando quiere, puede




















Que Garth Ennis es un autor irregular creo que no puede sorprender a nadie a estas alturas. Desde sus comienzos en la industria con clásicos indiscutibles como su etapa en Hellblazer o su gran historia, Predicador, el escritor irlandés se había dormido en trabajos de dudosa calidad y en los que se le veía que únicamente ponía su piloto automático y entregaba sus medidas dosis de violencia extrema, sexo chusco con el único objetivo de hacer creer a la industria y a los fans que era el autor más políticamente incorrecto del panorama comiquero.

Un buen ejemplo de ellos fue su primer acercamiento al universo Marvel, su Punisher para la línea Marvel Knights. Un tebeo que le volvía a emparejar con su pareja artística predilecta, Steve Dillon y que demostraba que ambos se habían convertido en parodias de si mismos.



Pero tras terminar dicha etapa, Ennis se volvió a embarcar en contar la vida y milagros de Frank Castle dentro de la línea Max marveliana, el Vertigo de la casa de las ideas. Y aquí si que supo hacer las cosas bien. Un tebeo que seguía siendo explícito tanto en la violencia y en la sexualidad, pero maduro. Esto no era un tebeo de violencia sin sentido para adolescentes que necesitaban esa irreverencia para demostrar que lo que leían no era para niños, sino que su sordidez y violencia estaba justificada.



Gracias a la grata experiencia que fue tanto para el autor como para los lectores la línea Max dedicada a Punisher, Ennis se embarcó en contar la vida y andanzas de Nick Furia tras la Segunda Guerra Mundial. Pero esto no es la vida de Furia en el universo Marvel, aquí no hay Shield, ni Helitransportes, ni superhéroes haciendo del mundo un lugar más feliz. Esto es la triste y cruda realidad, sin aditivos. El único elemento fantástico que mantiene para que el personaje sea creíble como militar en mil conflictos a lo largo de las décadas es un trasunto de suero del Supersoldado para mantener a Furia más joven que el resto de los protagonistas del relato y para recalcar aun más su aislamiento.


Porque Furia en este relato es un personaje trágico. Un hombre Eastwoodiano muy cercano a los personajes que Ennis ha creado a lo largo de las décadas. Un hombre estóico, leal, amigo de sus amigos, honesto y capaz de hacer todo lo que está en su mano para cumplir sus principios e ideales.



Pero en el mundo real los idealistas están abocados a fracasar en un mundo inundado de víboras e intereses comerciales que venden conceptos como libertad, democracia y paz para aumentar su poder, su riqueza y sobre todo su codicia. De ahí que veamos como los ideales de Furia se resquebrajan tras la supuesta Gran Guerra, donde los "buenos" y los "malos" parecían estar bien definidos y entra en la zona de grises que fueron la Guerra de Corea, la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba, Vietnam y la Contra de Reagan en Nicaragua en los años 80.



Como si se convirtiera en un discípulo de James Ellroy, Ennis traslada la paranoia innata que todo thriller político debe tener, a un mundo repleto de intereses ocultos, medias verdades, traiciones y verdaderas aberraciones cometidas en nombre de la libertad, para adentrarnos durante trece intensos capítulos en las tejemanejes de la política exterior estadounidense.



Pero no todo el mérito se le puede atribuir a Ennis. Porque de lo que se beneficia el escritor de Predicador es de un autor absolutamente brillante como es Goran Parlov, antiguo colaborador en el Punisher de la línea Max. Imbuido del espíritu de Jordi Bernet, tal es su influencia que la firma del autor imita y homenajea la del gran artista responsable de la imágen gráfica de Torpedo, Parlov plasma con absoluta brillantez los acerados y punzantes guiones de Ennis. Mujeres fatales de otra época, el sudor y la humedad de la selva de Vietnam, la frialdad de un Furia envejecido narrando los acontecimientos de una vida basada en la mentira y así hasta el infinito.



Y que los fans de Ennis y su violencia descontrolada se pueden quedar tranquilos. Hay momentos que te quitan el habla, no solo por lo visual de su violencia, sino por el poso que te deja dentro al leerlo. Porque no es gratuita, porque no es sarcástica. Es dura y muy, muy real, pero es todo aquello que los medios de comunicación nunca enseñarán a las adormecidas audiencias

En definitiva, un tebeo muy pero que muy recomendable. Un ejemplo de que en las grandes editoriales se siguen y se pueden hacer tebeos que se salgan de ese status quo autoimpuesto y que Ennis cuando quiere, es capaz de demostrar que es algo más que un enfant terrible obsesionado por demostrarlo. No os lo perdáis bajo ningún concepto.

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